AUTORES
- Natalia Abadías Khampliu. Enfermera Urgencias Hospital de Jaca.
- Pablo Montserrat Echeto. Enfermero Urgencias Hospital de Jaca.
- Marta Suarez Tarragüel. Enfermera Hospital de Jaca.
- Raquel Vicente Moreno. Enfermera en Residencia Romareda, IASS. Zaragoza.
- Rebeca de Torres Martínez. Enfermera en UCI Pediátrica Hospital Universitario Miguel Servet.
- Yasmina Guerrero Jiménez. Enfermera de Urgencias Hospital Universitario Miguel Servet.
RESUMEN
Las convulsiones febriles son episodios convulsivos que se desarrollan en niños pequeños como respuesta a un rápido incremento en la temperatura corporal, generalmente desencadenado por fiebre, y no están relacionados con infecciones en el sistema nervioso central. Estas convulsiones son más frecuentes en niños de 6 a 60 meses de edad. A pesar de ser alarmantes, tienden a ser de corta duración y suelen resolverse por sí solas en la mayoría de los casos. En esta situación, los profesionales de enfermería desempeñan un papel crucial al abordar la crisis convulsiva en su fase inicial y educar a los padres sobre la respuesta adecuada.
El tratamiento se centra en identificar y tratar la causa subyacente de la fiebre y las convulsiones. En situaciones graves o persistentes, puede ser necesario el uso de medicamentos. Los protocolos médicos proporcionan directrices para la intervención de enfermería durante la convulsión, garantizando la seguridad del niño y una evaluación neurológica precisa.
La educación de los padres es esencial para comprender la naturaleza benigna de las convulsiones febriles, su pronóstico favorable y las medidas de primeros auxilios adecuadas. Además, se destaca la importancia de estar informados sobre la posibilidad de recurrencias y la necesidad de buscar atención médica si fuera necesario. En resumen, un enfoque integral que abarque la gestión de la crisis, la educación y la comunicación con los padres contribuye significativamente a un manejo eficaz de las convulsiones febriles en la etapa infantil.
PALABRAS CLAVE
Convulsiones febriles, enfermería.
ABSTRACT
Febrile seizures are seizure episodes that develop in young children in response to a rapid increase in body temperature, usually triggered by fever, and are not related to central nervous system infections. These seizures are most common in children 6 to 60 months of age. Although alarming, they tend to be of short duration and usually resolve on their own in most cases. In this situation, nursing professionals play a crucial role in addressing the seizure in its early phase and educating parents on the appropriate response.
Treatment focuses on identifying and treating the underlying cause of the fever and seizures. In severe or persistent situations, medication may be necessary. Medical protocols provide guidelines for nursing intervention during the seizure, ensuring the child’s safety and accurate neurological assessment.
Parental education is essential to understand the benign nature of febrile seizures, their favourable prognosis and appropriate first aid measures. In addition, the importance of being informed about the possibility of recurrences and the need to seek medical attention if necessary is emphasised. In summary, a comprehensive approach encompassing crisis management, education and communication with parents contributes significantly to effective management of febrile seizures in infancy.
KEY WORDS
Seizures, febrile, nursing.
INTRODUCCIÓN
Las convulsiones febriles constituyen las formas más frecuentes de convulsiones en la etapa infantil. Estos episodios convulsivos acontecen en niños pequeños en presencia de fiebre cuyo origen de la infección no se encuentra en el sistema nervioso central (SNC)1.
Son episodios convulsivos desencadenados por un rápido incremento en la temperatura corporal, que supera los 38 °C o 100,4 °F, y que ocurren en ausencia de otras condiciones o enfermedades que puedan provocarlas como desequilibrios electrolíticos, retirada de sustancias psicoactivas o lesiones traumáticas. Además, no están relacionadas con una epilepsia previamente diagnosticada.
La temperatura necesaria para desencadenar convulsiones febriles varía de manera individual, ya que el umbral convulsivo ante la fiebre es diferente para cada niño. Aunque el grado de fiebre juega un papel fundamental en las convulsiones febriles, estas suelen manifestarse cuando la temperatura del paciente aumenta. De hecho, una convulsión febril puede servir como el primer indicio de que un niño está enfermo, revelando poco después la presencia de una fiebre superior a los 38 grados.
La definición precisa de la edad que caracteriza una convulsión febril varía sutilmente en la literatura médica, con una determinación comúnmente aceptada en el rango de 6 a 60 meses (5 años). Las convulsiones febriles son altamente prevalentes y pueden manifestarse en hasta un 4% de los niños pertenecientes a esta franja de edad. Mientras que algunos niños experimentan una única convulsión febril, otros pueden padecer múltiples episodios a lo largo de su temprana niñez2.
Los profesionales de enfermería en la fase inicial tienen dos objetivos a realizar, el primero es controlar la crisis convulsiva y la segunda es informar a los padres de la forma de actuación adecuada3.
OBJETIVO
Realizar una revisión sistemática sobre las convulsiones febriles, así como la actuación que enfermería desempeña.
METODOLOGÍA
Se ha realizado una revisión sistemática sobre las convulsiones febriles y la actuación que los profesionales de enfermería desempeñan a través de la búsqueda en diferentes bases de datos como Pubme, Dialnet y Science Direct utilizando el lenguaje controlado DeCS (Descriptores en Ciencias de la Salud) necesarios para poder efectuar una búsqueda avanzada, además de utilizar el operador booleano AND para la obtención de resultados.
Han sido seleccionados artículos con una antigüedad inferior a diez años, en inglés y español que contengan las palabras clave descritas anteriormente: convulsiones febriles, enfermería.
La selección de los artículos se llevó a cabo después de una revisión del resumen y del texto completo que respondieran al objetivo de búsqueda establecido.
DESARROLLO
La regulación de la temperatura corporal es una función del hipotálamo, que opera a través de termorreceptores presentes en la piel, el estómago y los vasos sanguíneos profundos del abdomen. En el caso de los niños, la regulación de la temperatura es menos efectiva debido a la inmadurez de su sistema nervioso central.
La fiebre se considera un mecanismo fisiológico diseñado para entrar en acción como respuesta a una infección, con el propósito de combatirla. No obstante, cuando se produce un estado febril, la liberación aumentada de citoquinas conlleva una actividad cerebral anormal en los cerebros aún en desarrollo de los niños, desencadenando así las convulsiones febriles4.
Las convulsiones se originan por la activación coordinada, prolongada y desregulada de conjuntos neuronales, resultado de un desequilibrio en la actividad excitatoria e inhibitoria del cerebro. Aunque aún no se comprende con precisión la fisiopatología específica de las convulsiones febriles, se postula que una interacción entre la predisposición genética y elementos del entorno (como la fiebre y su origen) actúan conjuntamente para desencadenar dicho fenómeno1.
En la mayoría de los casos, las convulsiones febriles se resuelven de forma espontánea en menos de 5 minutos y, en muchas ocasiones, incluso antes de que se llegue al servicio de urgencias del hospital. Por esta razón, resulta altamente aconsejable brindar a los padres información acerca de la naturaleza benigna y el pronóstico favorable de las convulsiones febriles, así como sobre la posibilidad de recurrencias y las medidas de primeros auxilios. Además, es importante ayudarles a comprender que estas convulsiones tienden a disminuir a medida que el cerebro de sus hijos madura con el paso del tiempo. Este enfoque busca mitigar la ansiedad que inevitablemente surge, dado que esta situación puede generar un nivel significativo de estrés y temor en los padres3.
No hay un tratamiento particular destinado exclusivamente a las convulsiones febriles; en cambio, el enfoque se dirige hacia el tratamiento de la causa subyacente. La atención proporcionada, determinada por la evaluación del profesional de enfermería y la condición clínica del niño, podría involucrar medidas como la administración de oxígeno suplementario, la monitorización de la saturación de oxígeno en sangre, el seguimiento constante del ritmo cardíaco y la administración de líquidos a través de vía intravenosa5.
Si la convulsión no ha cesado, se aconseja considerar la administración intravenosa de diazepam o lorazepam en dosis correspondiente a edad y peso.
Cuando resulta complicado el acceso intravenoso (IV) o no se puede acceder a atención médica de inmediato, una alternativa igualmente efectiva es el uso de diazepam intrarrectal. Otra opción eficaz es el uso de midazolam administrado por vía bucal o intranasal.
Enfermería tiene dos objetivos importantes a seguir, el primero es controlar la crisis y el segundo informar a los padres3.
La mayoría de las convulsiones suelen detenerse por sí solas en pocos minutos. Mantener la calma es fundamental. Aquí hay algunas medidas a tomar durante una convulsión:
- Colocar al niño boca arriba en un lugar seguro para prevenir lesiones.
- Eliminar objetos que puedan causar daño durante la convulsión.
- No intentar detener los movimientos convulsivos ni contener al niño.
- Mover al niño solo si está en un lugar peligroso.
- Poner su cabeza de lado por si realizará un vómito.
- Retirar cualquier objeto de su boca.
- Desnudar al niño para evitar el exceso de calor.
- Tras la convulsión, darle un antitérmico si es necesario para bajar la fiebre.
- Si es la primera vez, acudir a un centro médico para confirmar y obtener ayuda.
- Consultar a un médico para identificar la causa de la fiebre.
- Si la convulsión dura más de 10 minutos, llamar al 112 o buscar ayuda médica.
- Si se repite la convulsión en el mismo episodio o el niño presenta síntomas preocupantes, buscar atención médica6.
Además de todas estas acciones hay que realizar la secuencia A,B,C,D,E:
- A (Vía Aérea): Mantener una vía aérea permeable. Colocar al niño en la posición lateral de seguridad, con la cabeza inclinada para evitar obstrucciones, y revisar la boca en caso de cuerpos extraños.
- B (Respiración): Asegurarse de una ventilación adecuada. Evaluar la frecuencia y el tipo de respiración, así como la saturación de oxígeno.
- C (Circulación): Monitorizar los signos vitales.
- D (Discapacidad): Realizar una evaluación neurológica utilizando la escala de Glasgow y observando los reflejos pupilares.
- E (Exposición): Inspeccionar minuciosamente el cuerpo, dejándolo al descubierto para detectar posibles lesiones.
Después de controlar la convulsión y asegurar la estabilidad del niño, es importante entrevistar a los acompañantes para obtener detalles completos sobre la convulsión y los antecedentes médicos del niño3.
CONCLUSIONES
Las convulsiones febriles son la forma más común de convulsiones en la infancia y ocurren en respuesta a la fiebre, sin estar relacionadas con infecciones en el sistema nervioso central.
Estas convulsiones son desencadenadas por un rápido aumento de la temperatura corporal, generalmente por encima de 38°C, y no están vinculadas a condiciones como desequilibrios electrolíticos, retirada de sustancias psicoactivas o epilepsia previamente diagnosticada.
Las convulsiones febriles son más frecuentes en niños entre 6 y 60 meses de edad, afectando hasta un 4% de los niños en este grupo. Pueden ocurrir en múltiples episodios en algunos casos.
El manejo efectivo de estas convulsiones requiere un enfoque multidisciplinario que abarque desde la atención inicial hasta la educación continua a los padres y cuidadores.
Los profesionales de enfermería juegan un papel vital en el manejo inicial de las convulsiones, teniendo como objetivos principales el control de la crisis convulsiva y la instrucción adecuada a los padres sobre cómo actuar.
BIBLIOGRAFÍA
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