La importancia de una alimentación especial en el anciano.

1 agosto 2022

AUTORES

  1. Patricia Avellanas Cadenas, Graduada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Sagrado Corazón de Jesús.
  2. María Bareche Rivarés. Graduada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario San Jorge.
  3. Lorena Alastrué Gayan. Graduada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario San Jorge.
  4. Nuria López Foncillas. Diplomada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Sagrado Corazón de Jesús.
  5. María Maza Pérez. Graduada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario San Jorge.
  6. Claudia Amado Campos. Graduada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario San Jorge.

 

RESUMEN

El envejecimiento es un proceso progresivo natural del ser humano, el cual afecta a los procesos de la digestión, absorción, utilización y excreción de nutrientes. Esto va a condicionar las estrategias dietéticas, nutricionales y culinarias, teniendo que adaptar los alimentos, ya que, la malnutrición es el trastorno más común.

El mantenimiento de un buen estado nutricional y de una óptima funcionalidad física y cognitiva, garantizan una buena calidad de vida. Por lo que hay que tener en cuenta que numerosos países han puesto de manifiesto el papel de la dieta mediterránea en la prevención de distintas enfermedades, además, de ser declarada Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.

En este tipo de personas existe la necesidad de una modificación de la textura y la consistencia de los alimentos, asegurando la correcta nutrición e hidratación realizando dietas individualizadas, optando por víveres de consistencia blanda y con presentaciones atractivas.

Además, las personas mayores pierden el apetito y el interés por la comida debido a numerosos aspectos psicosociales (ej: depresión), en la que tiene una gran influencia el entorno, ya que, muchos de ellos viven en soledad. Por lo tanto, si la alimentación es insuficiente y no realizamos un seguimiento de este tipo personas susceptibles de sufrir malnutrición, nos encontraremos con complicaciones de desnutrición difíciles de revertir, que pueden finalizar afectando a su calidad de vida.

 

PALABRAS CLAVE

Envejecimiento, malnutrición y dieta.

 

ABSTRACT

Aging is a natural progressive process of the human being, which affects the processes of digestion, absorption, utilization and excretion of nutrients. This will condition dietary, nutritional and culinary strategies, having to adapt food, since malnutrition is the most common disorder.

Maintaining a good nutritional status and optimal physical and cognitive functionality guarantee a good quality of life. Therefore, it must be taken into account that many countries have highlighted the role of the Mediterranean diet in the prevention of different diseases, in addition to being declared Intangible Heritage of Humanity by UNESCO.

In this type of people there is a need to modify the texture and consistency of food, ensuring proper nutrition and hydration by carrying out individualized diets, opting for foods with a soft consistency and with attractive presentations.

In addition, older people lose their appetite and interest in food due to numerous psychosocial aspects (eg depression), in which the environment has a great influence, since many of them live alone. Therefore, if the diet is insufficient and we do not monitor this type of people who are susceptible to malnutrition, we will find ourselves with complications of malnutrition that are difficult to reverse, which may end up affecting their quality of life.

 

KEY WORDS

Aging, malnutrition and diet.

 

INTRODUCCIÓN

El envejecimiento es un proceso progresivo natural del ser humano, que cada persona experimenta con diferente intensidad. En la actualidad, es difícil establecer el comienzo de esta etapa de la vida en función exclusiva de la edad, debido a la creciente longevidad que se observa en las sociedades occidentales. No obstante, se considera que una persona es anciana a partir de los 65 años, reservando el término de muy anciano para las que superan los 80 años.

En 2010, en España el 17,2% de la población estaba constituida por personas mayores de 65 años y se prevé llegar en el año 2060 a un 29,9%. Este aumento de la longevidad y consecuentemente, la expectativa de vida se atribuye a la mejora de los estándares de nivel de vida, a la disminución de la mortalidad infantil y a una mejora de los cuidados médicos.

El envejecimiento afecta de forma muy importante, y a veces a los procesos de la digestión, absorción, utilización y excreción de nutrientes. Esto va a condicionar las estrategias dietéticas, nutricionales y culinarias de las personas o colectivos de avanzada edad1. Por eso es muy importante adaptar los alimentos a este tipo de personas ya que la malnutrición es el trastorno más común, afecta al aporte energético y al proteico; pero también las consecuencias del exceso, entre las que podemos encontrar la obesidad, dislipemia, hipertensión arterial e hiperglucemia, tienen amplia representación en pacientes de edad avanzada2.

En el ámbito científico y social, el estudio de la alimentación y nutrición de las personas mayores ha irrumpido en los últimos años como un tema prioritario al que además habría que añadir la importancia económica que de él se deriva. El mantenimiento de un buen estado nutricional y de una óptima funcionalidad física y cognitiva, garantizan en este grupo de edad, un adecuado estado de salud que será la mejor garantía de una buena calidad de vida3.

 

DIETA MEDITERRÁNEA:

La dieta mediterránea es un modelo de alimentación que ha sido reconocido por la comunidad científica internacional como un patrón alimentario de los más saludables y equilibrados del mundo. Basado en la trilogía del trigo, la vid y el olivo, ofrece una variedad de productos muy importante que permite combinar el placer de la mesa con el equilibrio nutricional y cultural4.

Numerosos estudios de países diferentes han puesto de manifiesto el papel de la dieta mediterránea en la prevención de enfermedades como los trastornos cardiovasculares, la diabetes o los diferentes tipos de cáncer, entre otros. Incluso, el Comité Intergubernamental para la Salvaguardia del Patrimonio de Cultura Inmaterial de la Humanidad, ha declarado, en noviembre de 2010, la dieta mediterránea como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad de la Unesco.

Además de la diversidad de alimentos, la dieta mediterránea tiene las siguientes características:

  • Predominio de alimentos de origen vegetal, en relación con los de origen animal, con más pescado que carnes, y de éstas, las variedades más magras. Con moderación, también incluye los huevos, las leches fermentadas y los quesos.
  • Estacionalidad, con preferencia por los productos locales y de temporada.
  • Utilización de especias y de hierbas aromáticas (comino, orégano, pimienta, laurel, tomillo, romero, canela, menta, entre otros).
  • Una gran riqueza y variedad gastronómica, suma de la aportación de un gran número de procedimientos y tradiciones locales que enriquecen la variedad del modelo mediterráneo global 5.

Para seguir una dieta mediterránea, se tendrán en cuenta los siguientes consejos:

  • Es conveniente hacer entre tres y cinco comidas al día que se complementen entre sí.
  • El desayuno es una comida decisiva en el equilibrio alimentario, por ello es necesario que sea completo, con lácteos, cereales (pan, galletas, cereales, …) y fruta fresca (entera, troceada, zumos…).
  • El almuerzo y la cena deben ser comidas complementarias y se debe evitar la repetición de alimentos y preparaciones.
  • El consumo de vino es opcional, únicamente para los adultos, tomado con moderación, durante las comidas.
  • Potenciar el consumo de frutas, verduras y hortalizas.
  • Incluir con más frecuencia las legumbres y los frutos secos.
  • Priorizar el consumo de pescado, y moderar el de carnes, especialmente las más grasas. El huevo es una buena alternativa a la carne o el pescado.
  • Tener en cuenta que alimentos como el pan, la pasta, el arroz y las patatas son básicos.
  • Valorar las ventajas de las variedades integrales.
  • Elegir, siempre que sea posible, el aceite de oliva, tanto para cocinar como para aliñar.
  • Priorizar el agua frente a otras bebidas.

Una vez analizada la dieta mediterránea hay que adaptarla a los cambios fisiológicos en el proceso de envejecimiento, ya que, estos tienen repercusiones importantes en el estado nutricional de las personas mayores5,6.

A medida que avanza la edad, hay una disminución del gasto energético diario en reposo (metabolismo basal) para llevar a cabo las funciones vitales, por tanto, se necesita aportar menos energía a través de la alimentación.

Por lo tanto, las necesidades nutricionales son las siguientes:

  • Energía: 25-35 kcal/kg/día, que dependen de factores como la actividad física y las patologías asociadas. En general, se recomiendan unas 2.100 kcal/día para hombres y 1.800 kcal/día para mujeres.
  • Hidratos de carbono: es necesario que aporten el 50-55% de la energía diaria a través de glúcidos complejos (almidones de tubérculos, cereales, legumbres, frutas, verduras y hortalizas). La recomendación de fibra es de 20 a 35 g/día a través de fibra soluble (frutas, verduras y hortalizas) e insoluble (pieles de leguminosas y cereales integrales).
  • Grasas: deben aportar el 30-35% del aporte energético total (AET), principalmente en forma de aceites vegetales, pescado azul y frutos secos, y también en menor proporción a través de carne, huevos y leche.
  • Proteínas: deben aportar el 12-15% de la energía diaria. Las necesidades proteicas son entre 0,8 a 1,5 g/kg/día según el estado del individuo. Se recomienda que más del 60% sean de alto valor biológico a través de productos de origen animal, como carne, pescado, huevos o mediante combinaciones de origen vegetal.
  • Vitaminas: vitaminas hidrosolubles como la B y C, y las vitaminas liposolubles como la A, D, E y K.
  • Minerales: se encuentran distribuidos en los tejidos y líquidos del organismo y en diferentes proporciones, los cuales son el calcio, el sodio, el cloro, el potasio, el fosforo, el magnesio, el azufre, el hierro, el flúor, el yodo, el zinc y el selenio.

Además, hay que tener en cuenta que el déficit de calcio puede ser relativamente habitual en personas mayores y a menudo está relacionado con una ingesta baja de lácteos o alimentos ricos en calcio, una reducción de la capacidad de absorción intestinal, o bien es causa de una dieta muy rica en fibra, café, proteínas, grasas o sal que pueden dificultar la absorción o aumentar su excreción.

También, el déficit de hierro que puede ser provocado por grandes pérdidas de hierro del organismo (hemorragias) o por una baja aportación de hierro a través de los alimentos. Además del contenido total de hierro de los alimentos, hay que considerar la asimilación por parte del organismo; el hierro de alta disponibilidad, en carnes rojas y vísceras, y el hierro de baja disponibilidad como legumbres y vegetales6,7.

 

TEXTURAS:

Un buen seguimiento del patrón alimentario consiste en tener en cuenta todos los parámetros relacionados con la alimentación, como la selección de alimentos, preparación, hábitos alimentarios, religión, posibilidades económicas, capacidad para la autoalimentación, estado nutricional, nivel educativo, etc. Además, se ha de considerar que con la edad aparecen cambios fisiológicos, sociales y psicológicos, y también, pueden aparecer enfermedades agudas o crónicas que requieren un plan de alimentación especial que generalmente suponen una modificación en energía y nutrientes o una modificación de la textura y la consistencia de alimentos. Dichas dietas están destinadas al tratamiento o retraso de la progresión de la enfermedad o sintomatología y a mantener un buen estado nutricional.

Por lo tanto, la disminución o modificación del sentido del gusto, o ambas, que disminuyen el placer de comer y se pierde el interés por los alimentos, dando lugar a menor ingesta o una elección alterada. Esto es debido a que con la edad tiene lugar una progresiva pérdida de papilas gustativas que afecta, sobre todo, a la parte anterior de la lengua en la cual están situadas las que detectan preferentemente los sabores dulces y salados6.

Además, encontramos la pérdida de peso significativa, la pérdida de apetito, la ingesta insuficiente de alimentos, la debilitación de los músculos mandibulares, la reducción de la salivación y la efectividad masticadora, la anorexia, la disfagia, dificultades para deglutir producidas por Enfermedad de Parkinson, accidente cerebrovascular, enfermedad de Alzheimer e infecciones, entre otros. Por lo que las personas mayores requieren en muchos casos una modificación de la textura de los alimentos y bebidas.

Entonces, teniendo en cuenta los patrones alimentarios de la persona y los cambios producidos durante el envejecimiento, la dieta debe adaptarse a las necesidades energéticas y nutricionales, textura, sencillez de preparación, posibilidades económicas, hábitos, etc., a medida que aparecen problemas, con la finalidad de asegurar un buen estado nutricional7.

El riesgo de este tipo de dietas, es que, si no se utiliza la imaginación y unas normas dietéticas y nutricionales, pueden convertirse, además de monótonas y aburridas, en dietas de bajo aporte energético y nutricional, por su dificultad a la hora de conseguir la consistencia adecuada.

Por lo tanto, ante una adaptación dietética se debe:

  • Asegurar la correcta nutrición e hidratación de la persona mayor, facilitándoles un menú con nutrientes conocidos.
  • Individualizar la consistencia de los alimentos y de los líquidos.
  • Texturas suaves, como purés y/o líquidos espesados.
  • No añadir más líquido del necesario para conseguir texturas menos viscosas.
  • Optar por alimentos de consistencia blanda y bien lubrificados.
  • Presentaciones atractivas con colores (triturando los alimentos por separado y luego mezclarlos) para estimular el apetito.
  • El aspecto del plato debe ser fino y definido, tanto en su textura como en el color.
  • Intensificar el control de estado nutricional.
  • Controlar la ingesta.

Para conseguir variedad en la presentación hay que procurar que en un mismo menú se presenten dos triturados lo más diferentes posibles:

  • Diferente textura: base de patata o a base de bechamel.
  • Diferente temperatura.
  • Diferente color (puede recurrirse a los colorantes).
    • Blanco: ajo blanco, vichyssoise.
    • Verde: crema de espinacas, de acelgas.
    • Rojo: crema de tomate, gazpacho.
    • Amarillo: sopa de cocido triturada.
    • Beige: guisado de ternera.
    • Morado: crema de remolacha, lombarda.
  • Sabor: Buscar el punto de sal minutos antes de triturar el plato para que se unifiquen todos los sabores.

Por último, hay que tener cuidado en la mezcla de alimentos con agua, ya que, podría reducirse el contenido de nutrientes de cada comida. Por ello, es aconsejable recurrir a los lácteos o los fondos de carne/pescado8.

Algunas de las dietas de consistencia modificada son:

  • Dieta líquida:

Los alimentos permitidos en esta dieta como su nombre indica, son alimentos de consistencia líquida a temperatura ambiente (consistencia muy fluida, que se pueden beber o ingerir con pajita). Se prescribe en determinadas patologías en las que los sólidos no están indicados, como postoperatorio, cirugía maxilofacial, estenosis esofágica avanzada, etc.

  • Dieta semilíquida:

También llamada dieta semi-blanda o semisólida. En esta se incluyen todos los alimentos de textura líquida, siempre según el diagnóstico, y otros de textura más fluida (flan, yogur, puré…). Sin embargo, en caso de disfagia orofaríngea, los líquidos deberán esperarse.

La dieta triturada o dieta túrmix es una variante de la dieta semilíquida en la que los alimentos se presentan en forma de puré. Este tipo de dieta está indicada en personas con problemas de masticación y/o deglución, que solo admiten el alimento en forma de puré, personas con afecciones inflamatorias o dolorosas de la boca y en personas con disfagia esofágica.

Se ha de tener en cuenta una serie de consideraciones prácticas en la dieta triturada, las cuales son:

  • Elaborar platos en forma de puré o triturado de textura suave y homogénea, con una amplia gama de colores y formas (utilizar moldes y manga pastelera).
  • Incluir la máxima variación de alimentos para evitar el aburrimiento.
  • Realizar los platos añadiendo pequeñas dosis de ingredientes con muchos sabores (hierbas, especias, zumos y jugos de frutas, verduras…).
  • Este tipo de dieta requiere mucha manipulación y es candidata a contaminación si no se tienen en cuenta las normas higiénico-dietéticas.
  • El triturado del puré se debe preparar preferentemente en el momento del consumo para evitar la pérdida de nutrientes y el riesgo de contaminación. Si se guarda el puré en la nevera, debe permanecer tapado y no más de 24 horas; si se desea guardar durante más tiempo, es preferible que sea congelado.
  • Evitar grumos, tropezones, espinas, en definitiva, conseguir una textura homogénea, por lo que es recomendable pasar por el “chino” la comida, si es posible. Además, no se recomienda añadir más líquido del necesario en la ración, ya que reducirá el valor nutritivo y la dieta no será ni completa ni equilibrada8,9.
  • Dieta blanda de fácil masticación:

Los alimentos que se incluyen en esta dieta requieren una mínima trituración dentaria y no precisan preparaciones especiales de fácil digestión, ya que el problema que presentan las personas subsidiarias a este tipo de dieta es únicamente la masticación. Por lo tanto, en este tipo de dieta solo es importante respetar la textura suave. Las tecnologías culinarias más empleadas en esta dieta son los hervidos, los guisos, los fritos y los horneados.

Por otra parte, cuando la alimentación convencional es insuficiente para asegurar el aporte óptimo de nutrientes por problemas fisiológicos y/o patológicos, deben utilizarse nuevas opciones de cocina dietética. La Alimentación Básica Adaptada favorece la nutrición de la persona mayor porque está adaptada a sus necesidades en nutrientes, textura, sabor y sencillez de preparación y mantiene al igual que la alimentación tradicional, el aspecto de “plato hecho en casa”. La Alimentación Básica Adaptada ofrece las siguientes alternativas:

  • Dietas de textura modificada de alto valor nutricional:

Las dietas de textura modificada de alto valor nutricional están adaptadas a las necesidades nutricionales de la persona de edad avanzada en nutrientes, texturas y sabores, y constan de purés listos para su uso, purés en polvo para disolver, como platos principales; papillas de cereales para el desayuno y/o merienda, y como postres, compotas de frutas en polvo y purés de frutas listos para su uso.

Sus características fundamentales son las siguientes:

  • Texturas suaves y homogéneas.
  • Elevado aporte nutricional.
  • Fácil preparación.
  • Seguridad bacteriológica.
  • Variedad de sabores.
  • Sin lactosa, sin gluten.
  • Solucionan problemas habituales en las personas mayores, como dificultades de masticación y/o deglución, dificultad de desplazamiento, falta de tiempo o habilidad para cocinar, etc.9.
  • Espesantes y bebidas de textura modificada:

Productos que ayudan a hidratar y a nutrir a la persona mayor con dificultades de masticación y/o con disfagia, disminuyendo el riesgo de aspiración. Dentro de este grupo se encuentran:

Espesantes: Los espesantes adaptan la consistencia de todo tipo de líquidos y purés, según las necesidades de la persona de edad avanzada (textura néctar, miel y pudding). De esta forma facilitan la deglución sin modificar el sabor de los alimentos o bebidas.

Bebidas espesadas: Son bebidas de textura miel, listas para ser consumidas. Ayudan a hidratar y, además, aportan energía.

Aguas gelificadas: Bebidas de textura gel en sabores distintos, con opciones para personas diabéticas. Ayudan a hidratar y son útiles para facilitar la ingesta de medicamentos.

Gelificantes: Los gelificantes en polvo permite preparar fácilmente postres de distintos sabores y texturas adaptadas.

  • Módulos y suplementos nutricionales para enriquecer la dieta:

Módulos de macro y micronutrientes: Módulos de proteína, de hidratos de carbono, de grasas y de vitaminas, minerales y oligoelementos. Indicados para enriquecer la dieta de la persona de edad avanzada según sus necesidades (energéticas, proteicas o de microelementos). Todos ellos solubles en líquidos y purés, en frío y en caliente, no modifican el sabor, la textura ni el color del alimento al que se añaden.

Módulos específicos: Se trata de productos que aportan algún nutriente con una acción específica, como el módulo de fibra en casos de estreñimiento, diarrea y alteración del tránsito intestinal; módulo de arginina para la prevención y tratamiento de úlceras por presión.

Suplementos: Como el suplemento de leche sin lactosa, que es un preparado lácteo adaptado a los gustos del adulto. Indicado en intolerancias a la lactosa, así como en problemas de absorción debidos a alteraciones del tracto gastrointestinal. Es muy importante que la persona mayor sea consciente de que los suplementos nutricionales sirven para reforzar su dieta y no deben ser utilizados como sustitutivo de alguna de las comidas realizadas a lo largo del día.

Finalmente, es muy importante tener en cuenta que estos tipos de dietas deben ser individualizadas para cada persona, teniendo en cuenta sus necesidades y gustos culinarios. Es necesario que el menú de textura modificada derive directamente del menú basal de la persona mayor, con los mismo alimentos, condimentos, cantidades y técnicas de cocción siempre que sea posible, para poder proporcionar a la persona la misma cantidad de energía y nutrientes que la que consumía a través de su dieta normal, así como la misma variedad. Además, también es importante ofrecer platos atractivos con buen aroma y temperatura adecuada, para así poder estimular los sentidos, ya que favorece el mantenimiento de la apetencia por el acto de comer8,9.

 

ASPECTOS PSICOLÓGICOS:

Las personas mayores pierden el apetito y el interés por la comida debido a numerosos aspectos psicosociales, entre los que cabe destacar los siguientes: depresión, apatía y desinterés por el mundo que les rodea, alto índice de demencia senil que ocasiona pérdida de memoria. Entre otros factores implicados, cabría señalar la viudedad, la limitación en la disponibilidad económica, vivir en soledad o aislados, y la dificultad e incluso incapacidad para comprar, preparar o cocinar los alimentos por ellos mismos.

Por lo tanto, la alimentación de las personas mayores va más allá de la propia ingesta de alimentos, debe ser un vehículo para nutrirles, mantenerles bien física y psíquicamente, y también proporcionarles placer y distracción. El caso es que la comida resulta una parte esencial de la calidad de vida, por lo que una dieta poco gustosa o mal aceptada condiciona una ingesta desequilibrada y/o deficitaria, que puede dar lugar a desnutrición y sus consecuentes efectos negativos sobre la salud.

También, hay que recordar, el aislamiento social, ya que la nutrición es una de las primeras áreas que descuidan los ancianos que viven solos o los que tienen un pobre soporte social. Puede ser por pérdida de la motivación para comer o por desconocimiento para preparar adecuadamente los alimentos10.

Por todo ello, hay que tener especial cuidado con el entorno ya que la evidencia científica muestra que un ambiente agradable facilita la ingesta alimentaria óptima en las personas mayores, y esto es particularmente importante en las residencias de ancianos. Es cierto que, ha aumentado la demanda de alimentos procesados para una mayor comodidad y prestación de servicios de industrias alimentarias (envasados, calientes y listos para servir), pero hoy en día, reunirse alrededor de la mesa y compartir una comida casera es todavía un comportamiento dominante en Europa. Otro estudio demostró que la distracción beneficia la alimentación en personas ancianas, sobre todo en entornos hospitalarios11.

Además, en el contexto social la alimentación se ve especialmente favorecida cuando se convive con algún cónyuge o amigo que valora y entiende las propias preferencias de la persona (sabor, color, presentación, etc.).

Finalmente, todos estos aspectos son importantes para conseguir el placer de comer, ya que, esto puede animarnos y hacernos sentir de mejor humor, satisfechos y relajados.

En las mujeres el placer de comer se vincula más con la depresión, que, en el caso de los hombres, de acuerdo con estudios previos que hallaron que las mujeres mayores deprimidas sufrían más de alteraciones del apetito que los hombres con depresión. Los hombres muestran un estado de más agitación, mientras que en las mujeres se reduce y altera el apetito12. Aun así, hay que tener en cuenta que las mujeres pueden tener una percepción diferente de los síntomas depresivos o de una expresión afectiva alterada, de una forma diferente a los hombres. Estas diferencias en la percepción y expresión podrían ser influenciadas por factores biológicos como los roles de género y los estilos de afrontamiento específicos de cada sexo.

Por eso, es importante fomentar el placer a la hora de comer, especialmente durante el envejecimiento, debido a que hay muchos factores que deterioran el estado nutricional en este grupo poblacional. En un estudio, se observó que los sentimientos positivos sobre los alimentos y la importancia de la alimentación en la vida, se expresan con más intensidad en los hombres que en las mujeres. Además, otro estudio demostró que en el momento en que los hombres, sienten que se encuentran en un mal estado de salud y que están envejeciendo, su placer de comer disminuye13.

 

CONCLUSIONES

El envejecimiento comporta una serie de cambios fisiológicos, psicológicos, sociales y económicos que pueden influir sobre la alimentación y el mantenimiento de un adecuado estado de salud, por ello, las personas mayores son un grupo de población de riesgo nutricional.

La alimentación de las personas mayores va más allá de la propia ingesta de alimentos, ha de ser un vehículo para nutrirlos, mantenerles bien física y psíquicamente, y también para proporcionarles placer y distracción, a veces la única que puede tener14.

En cuanto al cambio de dietas o de texturas en la alimentación, la adaptación de la dieta debe tener como objetivos respetar en todo momento los hábitos y costumbres de cada individuo, no hacer restricciones que no estén plenamente justificadas, y siempre de forma gradual e individualizada, pactando e informando a la persona de la “necesidad” de ese cambio, del beneficio a conseguir y dejar la puerta abierta para nuevas alternativas. Así aseguraremos una ingesta adecuada.

Al contrario, si la alimentación es insuficiente y no realizamos un seguimiento de las personas susceptibles de sufrir malnutrición, nos encontraremos con complicaciones en desnutriciones difíciles de revertir, que pueden finalizar afectando la calidad de vida de la persona mayor9,14.

 

BIBLIOGRAFÍA

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