El suicidio en personas mayores.

20 febrero 2022

AUTORES

  1. Soraya Laínez Torrijo. Graduada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario Miguel Servet.
  2. Ana Isabel Carbonell García. Graduada en Terapia Ocupacional. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario Miguel Servet.
  3. Rubén Yus Gonzaléz. Conductor, Celador. Servicio Aragonés de Salud.
  4. Estela Meléndez Sánchez. Graduada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa.
  5. Álvaro Marzal Rubio. Graduado en Terapia Ocupacional. Cruz Roja Illes Balears.

 

RESUMEN

La esperanza de vida se ha incrementado notablemente siendo el suicidio la principal causa de muerte no natural en la población de edad avanzada, presentando las tasas más altas de suicidio en todo el mundo. El comportamiento suicida va desde la ideación en sus diferentes expresiones hasta el suicidio propiamente dicho. La presencia de cualquiera de estos indicadores debe considerarse como un indicador de alto riesgo en el individuo que los presenta.

Para prevenir el intento y el suicidio consumado, es fundamental conocer los factores e indicadores de riesgo, así como los factores de protección. Además, es necesario conocer el abordaje de la conducta suicida por parte de los profesionales de la salud.

 

PALABRAS CLAVE

Suicidio, factor de riesgo, factor de protección, personas mayores, envejecimiento, epidemiología.

 

ABSTRACT

Life expectancy has increased notably, with suicide being the leading cause of unnatural death in the elderly population, presenting the highest rates of suicide worldwide. Suicidal behavior ranges from ideation in its different expressions to suicide itself. The presence of any of these indicators should be considered as an indicator of high risk in the individual who presents them.

To prevent attempted and completed suicide, it is essential to know the risk factors and indicators, as well as the protective factors. In addition, it is necessary to know the approach to suicidal behavior by health professionals.

 

KEY WORDS

Suicide, risk factor, protective factor, elderly, aging, epidemiology.

 

DESARROLLO DEL TEMA

La muerte voluntaria ha estado presente en toda la historia de la humanidad, desde el mundo antiguo hasta nuestros días. Cada época histórica ha interpretado las conductas suicidas, dándoles un significado en función del marco social, político y cultural en que se producían. Ha afectado y afecta a todas las clases sociales, a todos los ámbitos geográficos y a personas con diferente formación intelectual.

El elemento común de las diferentes épocas ha sido la consideración de la muerte voluntaria expresada como la respuesta humana a situaciones de desesperación, desamparo, sufrimiento o falta de esperanza. Algunas de las motivaciones de las personas que han acabado voluntariamente con su vida han sido la búsqueda de la felicidad, el ejercicio de la autonomía personal o la expresión máxima de la libertad1.

La intención de acabar con el dolor físico o moral dentro de una realidad social y psicológica altamente compleja se mueve entre la supervivencia y la autodestrucción, lo que conlleva a procurar la propia muerte.

El suicidio es considerado un tema tabú, que incluso causa vergüenza a los allegados. De todos modos, el suicidio es un fenómeno humano universal presente en la vida diaria. Tanto las conductas suicidas como el suicidio consumado representan un importante problema de Salud Pública en todo el mundo2.

Debemos distinguir entre los siguientes conceptos:

  • Simulación suicida: acción de suicidio que no llega a su fin, por no existir auténtica intención de llegar a él.
  • Riesgo de suicidio: posibilidad de que se atente deliberadamente contra su vida.
  • Parasuicidio: conjunto de conductas donde el sujeto de forma voluntaria e intencional produce daño físico.
  • “Suicidio silencioso” o “síndrome de deslizamiento”: intención enmascarada de provocarse la muerte por medio de métodos no violentos, generalmente mediante el abandono de la satisfacción de necesidades básicas (comer, beber, dormir…) o mediante el incumplimiento de tratamientos médicos esenciales. Es tan letal como el activo ya que la intención de morir es la misma pero lo que cambia es el medio. Este se caracteriza por presentar síntomas depresivos no marcados, desinterés por el entorno, rechazo de alimentos y de ayuda, conductas regresivas, anorexia, atonía intestinal y vesical y abandono de hábitos y autocuidado3.

Actualmente hablamos del suicidio como un problema de salud pública a nivel global, en el cual intervienen distintas características y distintos factores de riesgo.

Es preciso señalar que es el resultado de una interacción entre los distintos factores biológicos, psicológicos, sociológicos, culturales y ambientales.

Se trata de un hecho no infrecuente y que la mayoría de las veces está relacionado con la depresión la cual, es una de las enfermedades mentales más común en la vejez y el mejor predictor del suicidio en el anciano.

A la depresión se le pueden añadir también otros factores como las propias presiones de la sociedad provocadas por la jubilación, dependencia, muerte de los seres queridos, o la pérdida de una estabilidad económica, todo ello puede llevar a incrementar el riesgo de suicidio.

También intervienen algunas enfermedades físicas como pueden ser enfermedades malignas, problemas de visión y alteraciones neurológicas4.

 

SUICIDIO DESDE EL MARCO JURÍDICO-LEGAL:

El suicidio supone que la persona pone fin a su propia vida, siendo esta uno de los bienes jurídicos más importantes.

La persona hace uso de su vida como le place, en este caso, decide acabar con ella, de ahí proviene el conflicto, de si tenemos derecho o no de disponer de dicho bien jurídico.

Lo que sí está penado es que un tercero ayude a una persona a suicidarse, ya sea incitándole a ello (inducción) o ayudándolo proporcionándole los medios (cooperación).

Sin embargo, existe un conflicto constante en lo referente al derecho de las personas a disponer de su vida, sobre todo, cuando éstas padecen alguna enfermedad irreversible o están bajo un sufrimiento constante e insoportable.

Hay distintas opiniones, entre ellas la de proporcionar la ayuda necesaria para cometer el suicidio cuando las personas que padezcan una enfermedad grave lo quieran. Aparecen dos conceptos: eutanasia y suicidio asistido5.

La palabra eutanasia según el latín, podría traducirse como buena muerte y desde la RAE se puede definir como “acción u omisión que, para evitar sufrimientos a los pacientes desahuciados, acelera su muerte con su consentimiento o sin él”. Es una acción llevada a cabo por otra persona, a petición expresa y reiterada de un paciente que, a causa de una enfermedad irreversible, padece un sufrimiento insoportable y constante.

En cambio, el suicidio asistido se produce cuando una persona proporciona los conocimientos y medios necesarios para que la otra persona que sufre una enfermedad irreversible, cometa el suicidio.

En España, el suicidio consumado y la tentativa no están tipificados en el Código Penal, no son conductas penadas. Sin embargo, sí que se condenan conductas de inducción y cooperación al suicidio, que se recogen en los artículos 143.1 y 143.2 del Código Penal respectivamente.

Resumiendo lo anterior, se pena tanto la eutanasia como el suicidio asistido, pero éste último caso reviste una menor gravedad por la situación de sufrimiento en la que se encuentra el sujeto pasivo, es decir, la persona que desea morir. Se consideran autores de delitos y faltas aquellos que “cooperan a su ejecución con un acto sin el cual no se habría efectuado”6.

 

SUICIDIO DESDE EL MARCO SANITARIO:

En la violencia dirigida contra uno mismo se encuentran los comportamientos suicidas y las autolesiones. El suicidio se define como el acto letal cuya intención es dejar de vivir. Este es el resultado de la interacción entre factores biológicos, genéticos, psicológicos, sociales y ambientales. En cambio, los intentos suicidas se definen como los actos que provocan daño físico, estos no son letales, pero necesitan atención médica.

Por lo general, los ancianos para cometer el suicidio utilizan métodos accesibles que suponen una elevada letalidad, entre ellos, destacan el ahorcamiento, precipitación, disparo con arma de fuego, ingesta de venenos y la intoxicación por monóxido de carbono.

Estos son suicidios que se realizan con aparente lógica lo que conlleva que se denominen como «suicidios racionales». Esta terminación es utilizada para explicar aquellos cometidos en ausencia de enfermedad mental, como supuesta expresión de la libertad del sujeto para elegir su propia muerte. Así, se supone que existe una elevada intencionalidad y motivaciones racionales que justifican dicho acto, pero que puede que haya un trasfondo depresivo en la mayoría de los casos7.

Son frecuentes los pactos suicidas entre cónyuges deprimidos o situaciones de homicidio-suicidio, en los que el perpetrador habitualmente ha presentado manifestaciones depresivas relevantes.

Dentro de los trastornos mentales relacionados con el suicidio, se encuentra la depresión, mencionada anteriormente. Ésta es considerada una de las enfermedades psiquiátricas cuya relación con el suicidio es muy elevada.

En el estudio publicado por Wiktorsson et al, (2010) se encontraron alteraciones psiquiátricas, que iban desde la demencia y las depresiones mayores hasta el trastorno bipolar8.

 

TIPOS DE SUICIDIOS:

Existen varias clasificaciones de suicidio. Durkheim plantea cuatro tipos:

  • El suicidio egoísta en el que existen fuertes factores culturales que dirigen la conducta del individuo.
  • El suicidio altruista se da en las sociedades estructuradas de una manera rígida en la que ponen por encima del sujeto una serie de deberes y hacen el sacrificio por el grupo como exigencia moral.
  • El suicidio anómico se produce por un fallo en los valores sociales, conlleva una desorientación individual y sentimiento de falta del significado de la vida.
  • El suicidio fatalista aquel que está en oposición al anómico y es el resultado de un exceso de reglamentación, es decir, el que cometen los sujetos cuyo porvenir está implacablemente limitado, caracterizado sentimiento de desesperación9.

No obstante, los tipos de suicidio se pueden clasificar en función de la motivación, el factor social, el método o la planificación que hay detrás de cada tipo de suicidio:

Tipos de suicidio según el método que se emplee:

Los ancianos que deciden acabar con su vida difieren en la elección del método según quieran sentir más o menos dolor, motivación, intencionalidad, medios disponibles:

  1. Duras: Hay opciones muy drásticas y dolorosas que pueden acabar con la vida de un ser humano y algunos ancianos escogen algunas de estas opciones. Dentro de estas se encuentran la electrocución, uso de armas de fuego, ahogarse, prenderse fuego, estrellarse con el coche, saltar de un sitio de mucha altura, etc.
  2. Menos duras: existen formas de rebajar el dolor a pesar de causar la muerte. Estas son aquellas formas que no estimulan los nervios sensitivos. Se centran en el abuso de sustancias químicas, especialmente fármacos.
  3. Inverosímiles: Personas que acaban con su vida de la forma más trágica posible. Normalmente son personas que sufren trastornos psicopáticos. Un ejemplo de ellos son las personas con esquizofrenia, que pueden morderse hasta desangrarse.

Tipos de suicidio según motivación:

  1. Muerte: Esta es la finalidad que se busca cuando uno se suicida. Normalmente son personas que sufren mucho y no encuentran ninguna manera de solucionar su situación.
  2. Desesperación por atención: Hay ancianos que se encuentran tan desubicados de la vida y tienen tanta falta de atención social que ya no saben qué hacer para calmar su desesperación. En estos casos la mayoría de las veces no quieren acabar con la vida de uno mismo, aunque sería un daño colateral que se encuentra presente y que de normal aceptan.
  3. Camufladas: Existen suicidios que han estado organizados por la misma persona que acaba muriendo, pero para acabar pareciendo un accidente natural o un asesinato. Un ejemplo puede ser querer culpabilizar a otra persona o cuando una persona quiere hacer llegar dinero a su familia a través del cobro del seguro de vida.
  4. Venganza: Es un modo retorcido y generalmente forma parte de una conclusión propia de una persona que sufre un trastorno de tipo paranoide de tipo afectivo. El deseo final de la persona suicida es que alguien se sienta culpable, quiere que esta persona sufra daños psicológicos.
  5. Altruista: Existen situaciones más o menos espontáneas en las que una persona cree que debe actuar en beneficio de un grupo o persona, procurando mantener su bienestar.
  6. Balance de vida: se produce cuando deciden dejar de vivir después de haber considerado que han vivido lo suficiente. Está relacionado con la eutanasia por su naturaleza y puede ser el caso de algunos enfermos terminales o ancianos con muy mala salud.
  7. Colectivo o ampliado: un grupo de personas puede decidir suicidarse conjuntamente, suele darse en situaciones extremas o cuando un individuo decide acabar con su vida y acaba involucrando a otras en su acto10.

 

MARCO CONCEPTUAL:

Aragón sigue siendo una de las comunidades autónomas con mayor porcentaje de población mayor. Una gran parte de estos mayores se concentra en los municipios urbanos, pero la proporción de personas mayores en el ámbito rural es mucho mayor.

En definitiva, los cambios demográficos que se están dando, las transformaciones sociales y el aumento de la longevidad requieren respuestas centradas en las personas mayores y sus necesidades que favorezcan la permanencia en los entornos familiares el mayor tiempo posible y con el máximo nivel de normalización e integración en el disfrute de sus derechos ciudadanos.

Actualmente es mayor el número de muertes de nuestros ancianos debido a la soledad que el que puede provocar la obesidad. Muchos de nuestros ancianos confiesan sentirse solos y esto se ha convertido en un problema de salud y muchas veces da lugar a la llamada ‘’ tentación de desparecer’’.

Pero vivir en soledad, con edades avanzadas, sin redes familiares o sociales, con deterioro del organismo, enfermedades y bajos ingresos tienen consecuencias negativas para la salud y el bienestar y puede conducir a situaciones de aislamiento social.

Existen claras desigualdades de género y por edades en las muertes por suicido de nuestros ancianos. Este es considerablemente mayor en hombres que en mujeres, y es un patrón estable a lo largo del tiempo. Históricamente, tanto el número como las tasas han sido y son más elevadas en los hombres que en las mujeres en todos los grupos de edad. Por edad también se encuentran diferencias. La franja de edad con las tasas más elevadas son las de personas mayores de 75 años y aumentan considerablemente a partir de los 85 (más en los hombres). No obstante, la franja de edad que aporta más número de muertos por suicidio es la de los hombres en edad laboral y sobre todo la franja de 40 a 65 años11,12.

La cifra de suicidios en 2017 llega a 17,7 por cada 100 mil habitantes en personas mayores de 80 años, seguido por el grupo de 70 a 79 años, con 15,4 lejos del promedio nacional de 10,2.

Analizando la población en Aragón en el año 2017, vemos que asciende a 1.308.750 habitantes, con un aumento del 9,26% respecto a 1996, siendo Zaragoza la que mayor subida ha tenido con 111.067 personas equivalente a un 13’18%.

Las personas mayores en Aragón representan el 21% de la población total. Estas, suman un total de 280.365 de las cuales 177.201 tienen edades comprendidas entre los 65 y 80 años y el resto que son 103.164 tienen edades superiores a los 80 años. El sexo femenino es el que predomina en la vejez 56,59% frente a los hombres que suponen un 13,18%.

Según el Instituto Nacional de Estadística el número de defunciones, entre 65-100 años a causa de suicidio en Aragón en el año 2007, en hombres forman un total de 28 y que la edad que predominó fue de los 80 a los 84. Mientras que al analizar a las mujeres comprobamos que el número de mujeres fallecidas a causa de suicidio fueron 16, la mitad que los hombres y que la edad que predominó fue de los 65 a los 69 años13,14.

 

FACTORES DE RIESGO EN EL ANCIANO:

Estudios realizados en poblaciones ancianas, han concluido en que existe una serie de factores de riesgo o de condiciones de origen personal o circunstancial que pueden dar indicios sobre la posibilidad de una conducta suicida en un individuo.

Desde una visión realista es difícil, e incluso imposible, predecir el suicidio.

Edad Avanzada:

En los países industrializados, las tasas de suicidios consumados se incrementan con la edad, siendo las personas mayores de 65 años, edad “oficial” de la jubilación y por tanto de consideración de “anciano” la que mayor número de suicidios presenta.

Sexo Masculino:

Cerca del 80% de los suicidios son efectuados por hombres. Por cada suicidio femenino se producen tres o cuatro en varones. Sin embargo, son las mujeres las que presentan un mayor riesgo de intentos de suicidio, siendo tres veces superior a la de los hombres.

Antecedentes Familiares Suicidas:

La existencia de suicidios en personas cercanas o en el núcleo familiar aumenta el riesgo de suicidio, resultado de un trastorno afectivo y producto de un aprendizaje familiar para la resolución de problemas.

Viudedad reciente o pérdida de un ser querido:

La muerte de familiares, personas muy cercanas y sobre todo de la pareja puede funcionar como precipitante de la conducta suicida. Las circunstancias que rodean la muerte de la persona y el tipo de relación que se guarda con ella va a determinar cómo se experimenta el proceso de duelo. Si el duelo se complica surgiendo una depresión mayor aumenta el riesgo de suicidio.

Vivir solo:

Estudios realizados demostraron que el 49% de los mayores que se suicidaron vivían solos por lo que es un factor de riesgo social importante. Además, se ha demostrado que uno de los síntomas que se mantiene durante más tiempo, es el sentimiento de soledad tras la pérdida de la pareja, que unido al vivir solo hace más posible la conducta suicida.

No estar casado:

Las personas solteras, separadas, divorciadas y viudas se suicidan más que las casadas. Entre las personas casadas existe una mayor incidencia entre las que no tienen hijos.

Estar aislado socialmente:

Los mayores son el grupo de edad que presenta un mayor riesgo de desvinculación social dada la falta de recursos económicos y sociales y el padecimiento continuo de enfermedades físicas que les limitan en sus funciones diarias. Por lo que se ha comprobado que la falta de amigos, la poca relación con familiares, una vida en soledad, etc, son condicionantes frecuentes en los sujetos que se suicidan.

Jubilación:

El anciano que pierde su rol, su actividad diaria y que no tiene mecanismos para afrontar ese nuevo cambio de vida. La pérdida de prestigio al no desempeñar su rol laboral y social ya que el resto de la sociedad adopta una actitud hostil, peyorativa o despreciativa hacia los ancianos.

Cambio de casa reciente:

El abandonar o cambiar de casa para mudarse con sus familiares o una residencia, es un factor de estrés para las personas mayores. Por ello, hay que hacer partícipe de la decisión al interesado, y prestar atención en las modificaciones de su comportamiento.

Se incluye la hospitalización periódica y ser sometido a intervenciones quirúrgicas frecuentes.

Deseos expresos de hacerse daño y amenazas de suicidio:

Uno de los más importantes indicadores de riesgo de suicidio es la existencia de ideas y amenazas suicidas. La mayoría comunican su intención de morir a quienes le rodean, e incluso visitan a su médico como un intento de pedir ayuda desesperada, pero los mayores comunican menos su intención y apenas un 14% reciben asistencia psiquiátrica.

Los intentos previos:

En la población mayor el suicidio se consigue en el primer intento. Se cree que las tentativas disminuyen con la edad porque la persona utiliza métodos más letales, es más vulnerable físicamente a las auto-agresiones, comunica menos sus intenciones suicidas y sobre todo porque vive el suicidio como una alternativa final.

Quejas persistentes de insomnio y síntomas físicos sin causa orgánica:

Los síntomas más frecuentes en los ancianos que planean un suicidio son quejas continuas de insomnio, pérdida de peso, anhedonia y especialmente, ideas hipocondríacas.

Enfermedad crónica. Enfermedad terminal con dolor no tratable:

Sufrir enfermedades crónicas, invalidantes, incapacitantes y dolorosas para el mayor, es un factor de riesgo para el suicidio. La pérdida de capacidades en el anciano, como la agudeza visual o auditiva, los procesos terminales y las neoplasias son factores de riesgo para el suicidio. Alrededor del 65% de los mayores que se suicidan padecen alguna enfermedad somática, fruto de una enfermedad psíquica.

Como por ejemplo las demencias (Alzhéimer, Parkinson, etc), la Diabetes Mellitus complicada con retinopatía o polineuropatía, la insuficiencia cardiaca congestiva, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), etc.

Enfermedades psiquiátricas:

Se incluye la depresión, trastorno depresivo mayor, los trastornos crónicos del sueño, la confusión mental, la ansiedad crónica o un estado psicótico que altere sus funciones cognitivas.

Alcoholismo:

En los mayores, sobre todo en los hombres, el consumo de alcohol es un problema importante, las razones que suelen explicar este consumo son la situación personal: problemas en el estado de ánimo, la soledad, pérdida del rol, un estado de salud incapacitante, problemas físicos que cursen con dolor y una escasez de recursos económicos. Independientemente de que exista dependencia, el consumo de alcohol incrementa el riesgo de suicidio.

Cogniciones depresivas como culpa, indefensión, etc.:

Las ideas de culpa, de incapacidad personal, la baja autoestima, el merecimiento de la situación de malestar, de retraimiento social, la ausencia de un proyecto de vida para la vejez, son características de la conducta suicida en el mayor1,3,15.

 

INDICADORES DE LA CONDUCTA SUICIDA:

Aunque el suicidio en las personas mayores puede parecer un acto impulsivo, normalmente está premeditado y planificado, siendo muy difícil prevenir el momento concreto en el que se va a realizar. Los ancianos realmente buscan la muerte con el intento del suicidio; son pocos los que lo utilizan con fines de manipulación.

Los familiares suelen comentar que el sujeto no se mostraba de forma diferente el día del intento, ni tenía comentarios sobre su futuro o estado de ánimo distinto a los habituales.

La situación final que lo desencadena puede ser un acontecimiento nimio visto desde fuera, pero que para el anciano con ideas suicidas continuas tenga una gran importancia, como es un comentario de desaprobación o no ser capaz de realizar una tarea.

Sin embargo, existen unos indicadores previos a la conducta suicida que pueden ayudarnos a prevenirla.

Interés sobre la muerte o el suicidio:

Aparece un interés especial sobre el tema de la muerte y el suicidio, posiblemente porque la persona está recogiendo información sobre la forma o método más eficaz para conseguir su objetivo.

Hablar sobre el suicidio:

Hablar frecuentemente sobre el deseo de morir da indicaciones sobre un posible intento. Es habitual que diga directamente o indirectamente que quieren morir. Utilizan expresiones como: “ya no puedo más”, “No estoy dispuesto a seguir así más tiempo”, “Todo es inútil, no tengo ya solución…

Despedidas extrañas:

Las despedidas pueden ser verbales; realiza expresiones verbales como si fuese a marcharse de viaje: cuidad mis cosas, os quiero mucho, agradezco lo que habéis hecho por mi, etc. También pueden llamar por teléfono a antiguos amigos que hace años que no ve o escribir cartas de despedida, notas, etc.

Realización o cambio de testamento:

Suelen hacer reparticiones de sus bienes, reorganización de las cuestiones financieras y realización o cambio del testamento, como intento de dejar todo en orden antes de su muerte.

Conductas sospechosas:

Entre las conductas sospechosas o inusuales en el comportamiento diario de la persona antes del intento están la acumulación de medicamentos, el interés en conocer cuáles son las dosis letales de dichos medicamentos, la reducción del contacto con las personas que le cuidan, los intentos de quedarse solo para comprobar si dispone del tiempo suficiente para poner en práctica su plan, la realización de una salida sin justificar a la farmacia o droguería o visitar al médico sin cita previa.

Posible mejoría o recuperaciones espontáneas:

El anciano presenta una aparente tranquilidad después de unos días de agitación y nerviosismo. Es habitual que los familiares comenten que el hecho les sorprendió, porque en los días anteriores al suicidio lo veían mejor, más alegre e incluso eso les hizo estar menos pendiente.

Las personas que piensan en suicidarse presentan una importante incertidumbre entre llevarlo a cabo o no. Esta duda les genera un notable estado de ansiedad, por lo que se les puede ver más nerviosos e inquietos. Este estado de nerviosismo desaparece cuando ya han tomado la decisión16,17.

 

PREVENCIÓN DE LA CONDUCTA SUICIDA:

En España, los programas de prevención del suicidio en personas mayores son escasos, por no decir casi inexistentes. Todavía, no se le ha dado la importancia que tiene. Sin embargo, es muy posible que en los próximos años la tasa de suicidios en ancianos sea tan significativa como para buscar soluciones urgentes.

Para prevenir el suicido en el mayor la intervención no debe ser sólo clínica, sino que debe incluirse dentro de una política sanitaria y social que mejore la calidad de vida de estas personas.

Si tenemos en cuenta que el suicidio en la vejez es provocado generalmente por un trastorno depresivo y perfectamente tratable, una medida para prevenir este grave problema sería entrenar a los profesionales de la salud, especialmente a los médicos generales, a detectar y diagnosticar este problema psicológico, para así enviar a los pacientes al profesional de salud mental y tratar la depresión.

Más aún, cuando se ha demostrado que un porcentaje altísimo de los mayores que se suicidan visitan a su médico semanas o días antes de realizar la intentona18.

Por otro lado, una mejora de la asistencia social y médica (ayuda a domicilio, tele-ayuda, atención telefónica durante las 24 horas del día) a este grupo de población, donde como hemos visto en muchos casos viven solos, y por tanto no comunican sus problemas psicológicos, puede permitir un mayor contacto y acercamiento para solicitar ayuda y prevenir así la conducta suicida. De Leo y cols (1995) demostraron que, a través de la aplicación de estos procedimientos durante cuatro años, la tasa de suicidio era siete veces más baja que en la población de mayores en general.

Con respecto a este tema, existen programas de prevención, desarrollados principalmente en los países nórdicos y anglosajones, que están dando muy buenos resultados. Por ejemplo, el “Programa Geriátrico Domiciliario”, en el que se visita y se telefonea (por personal especializado) a los ancianos que están más aislados socialmente. O el más novedoso, que consiste en poner en práctica un programa con la ayuda de organizaciones cuyos trabajadores están en contacto directo y frecuente con los mayores; principalmente con los mayores que viven solos. Pueden ser empleados de bancos, conductores de ambulancias, cobradores del gas, carteros etc. que son formados y entrenados en detectar cualquier señal o síntoma que pueda indicar que el anciano necesita ayuda y derivarlo entonces a los servicios especializados19.

Para prevenir el suicidio en los mayores es necesario poner en prácticas medidas que controlen los factores de riesgo o situaciones estresantes características de esta época de la vida, como son los:

  • Factores relacionados con la salud. La detección precoz y tratamiento adecuado de las enfermedades médicas podría disminuir la depresión asociada a las enfermedades.
  • Factores relacionados con aspectos sociales. La realización de programas de apoyo, con actividades gratificantes como viajes, juegos, visitas culturales, pertenecer a una asociación, realizar deporte etc. facilitan el desarrollo de las relaciones sociales y el incremento de las actividades placenteras lo que permite prevenir del trastorno depresivo.

En este sentido, los programas de ayuda a domicilio, también nos permite reducir la aparición de la sintomatología depresiva, ya que por un lado da una mayor independencia al mayor (puede seguir viviendo en su casa a pesar de sus limitaciones) al ser ayudados a realizar las tareas domésticas y autocuidado y a la vez supone una disminución de la soledad y un contacto social.

  • Factores relacionados con la preparación profesional. La formación de los profesionales para que realicen programas de mejora en la calidad de vida (programas de entrenamiento en memoria, preparación para la jubilación, programas de actividades de la vida diaria, etc.) y para que sean capaces de detectar inicios de los problemas psicológicos, especialmente el depresivo, evitaría la complicación y cronificación de este tipo de trastornos.
  • Aspectos relacionados con factores personales. Hace referencia a las características individuales de los mayores que le hacen más vulnerables la aparición de un problema depresivo. Por ejemplo, la existencia de episodios previos de depresión generados principalmente por un estilo cognitivo negativo del mayor. Esta forma de interpretar y ver la vida puede ser detectada e intentar modificarla a través de las técnicas cognitivas-conductuales. Para ello se necesitan especialistas que sepan realizarlo20.

 

FACTORES PROTECTORES DE SUICIDIO EN ANCIANOS:

Existen una serie de condiciones que se pueden considerar como protectoras del anciano y del acto suicida, entre ellas:

  • Contar con buen apoyo familiar y social.
  • Mantener una relación de pareja.
  • Asumir responsabilidades familiares.
  • Contar con adecuados servicios sociales y asistenciales.
  • Mantenerse activo en la sociedad.
  • Realizar un proyecto de vida.
  • Manejar adecuadamente las situaciones de tensión y de estrés.
  • Poseer autonomía e independencia.
  • Ausencia de enfermedades orgánicas dolorosas, limitantes e incapacitantes.
  • No presentar trastornos mentales: de personalidad, depresión, alcoholismo y toxicomanías1.

 

PAPEL DE LA ATENCIÓN PRIMARIA DE SALUD:

Los servicios de Atención Primaria son los más próximos a las personas y comunidades, son los que mejor conocen las condiciones de vida y el entorno de las personas que atienden y los que mejor pueden captar las necesidades de los pacientes y establecer planes terapéuticos efectivos para todo tipo de problemas de salud. También son los servicios a los que más consultan las personas con ideaciones suicidas, por encima de los servicios especializados de salud mental.

El papel de los médicos y médicas de familia en la prevención del suicidio de causas sociales puede ser más relevante de lo que ha sido hasta ahora si se llevan a cabo planes de formación para la detección del riesgo y para la intervención. Este papel se debería de enfocar en la detección de las personas en riesgo social y en el establecimiento de planes de intervención en estrecha colaboración con los servicios sociales. El plan de actuación ha de contemplar la vinculación con el entorno y las redes de apoyo, el trabajo familiar y la consulta con servicios especializados cuando se considere conveniente. En la atención posterior al intento, la AP sanitaria y la social también han de tener un papel relevante. El vínculo relacional existente entre profesional y paciente es un facilitador del seguimiento y tratamiento.

El paciente puede ver más cercana y aceptable la intervención de los profesionales de cabecera que la de los servicios especializados. Cuando no hay una patología mental definida se puede producir un rechazo de la atención psiquiátrica, que el paciente puede percibir como no adecuada para su problemática. La resistencia a la atención especializada también se puede dar en personas con enfermedad mental y en estos casos el vínculo con la AP acostumbra a ser el recurso asistencial de continuidad21.

 

CONCLUSIONES

Creemos que, hasta ahora, no se ha realizado ninguna acción concreta de prevención del suicidio en personas mayores, todo está enfocado en suicidio en jóvenes. Una de las posibles causas de que esto ocurra puede ser la falta de información y desconocimiento de este problema en los medios de comunicación ya que se cree que publicando noticias sobre el suicidio puede llevar a que una persona en riesgo, pueda cometerlo, cuando lo correcto es informar y educar a la población.

Por parte del Estado se podrían impulsar campañas de concienciación, información y detección de esta problemática social, así como, por ejemplo, la promoción de salud emocional y la difusión de números de teléfonos gratuitos en los que se informe tanto a la población en riesgo y su entorno puesto que, el suicidio en mayores es un tema tabú en el que muchos de los allegados o familiares sienten vergüenza y/o miedo al rechazo de la sociedad.

Después de trabajar sobre este tema, somos conscientes de que todo adulto mayor en situación de abandono es un potencial en riesgo, sobre todo cuando hay enfermedades o patologías crónicas, las cuales son un factor de riesgo a cualquier edad, pero mucho más relevantes en la vejez, donde el riesgo suicida aumenta considerablemente.

Hemos detectado o creemos que sería conveniente que se realizaran acompañamientos mucho más directos, y establecer visitas domiciliarias como modo de seguimiento y control de aquellos pacientes que llegan a consulta de atención primaria con síntomas de soledad, cuya red de apoyo es deficiente o incluso nula.

Asimismo, estos profesionales deberían recibir formación sobre la detección y diagnóstico de la depresión y sus síntomas, ya que este es un gran factor de riesgo en el suicidio de ancianos, así como mejorar la detección precoz y atención de los problemas de salud mental de dicha población.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Rafael P. Alarcón Velandia. Suicidio en ancianos. Pereira. [Internet]. [Revisado 2012; Consultado 18 Diciembre 2021]. Disponible en: http://psiquiatria.org.co/web/wp-content/uploads/2012/07/suicidio-en-ancianos1.pdf
  2. Vega-Piñero M, Blasco-Fontecilla H, Baca-García E, Díaz-Sastre C. El suicidio. Salud Global. 2002; II (4).
  3. Carrasco Cabeza I. Conducta suicida en las personas mayores. Madrid. [Internet]. [Revisado 12 Noviembre 2008; Consultado 5 Diciembre 2021]. Disponible en: https://www.cinteco.com/conducta-suicidada-en-la-personas-mayores/
  4. Fernández Domaica M. El suicidio. Una perspectiva criminológica. País Vasco. [Internet]. [Revisado 2016; Consultado 2 Diciembre 2019]. Disponible en: www.ehu.eus/ojs/index.php/eguzkilore/article/download/17153/14973)
  5. Moreno Toledo A. El suicidio en el anciano institucionalizado. Revista Científica Electrónica de Psicología. [Internet] [citado 2012 Enero 26; Consultado 20 Noviembre 2021];10. Disponible en: http://dgsa.uaeh.edu.mx/revista/psicologia/IMG/pdf/15_-_No._10.pdf
  6. Ruiz Pérez I, deLabri O, Lima A. El suicidio en la España de hoy. Gaceta Sanitaria. 2006; 20(1):25-31.
  7. Agüera Ortiz L. Psiquiatría en el anciano. En: Palomo T, Jiménez-Arriero MA (editores). Manual de Psiquiatría. Madrid: Ene Life Publicidad S.A. y Editores; 2009; 661-672.
  8. S. Wiktorsson,B. Runeson,I. Skoog,S. Ostling,M. WaernAttempted suicide in the elderly characteristics of suicide attempters 70 years and older and a general population comparasion group Am J Geriatr Psychiatry. 2010;18 (5).
  9. Durkheim, E. El suicidio.2003;37.
  10. Counts, D.A.Suicide in Different Ages From a Cross-cultural Perspective. 1991; 215-230.
  11. Navarro.D. La epidemia de soledad ya causa más muertes que la obesidad [Internet] Zaragoza; [Revisado 2018; Consultado Octubre 2021]. Disponible en: https://www.heraldo.es/noticias/sociedad/2018/04/08/la-epidemia-soledad-causa-mas-muertes-que-obesidad-aragon-1233673-310.html
  12. Sepúlveda Garrido.P. Mayores de 80 años tienen la tasa de suicidio más alta del país. [Internet] Chile; [ Revisado 2018; Consultado Octubre 2021]. Disponible en: https://www.latercera.com/tendencias/noticia/mayores-80-anos-tienen-la-tasa-suicidio-mas-alta-del-pais/270539/
  13. Instituto Nacional de Estadística [accedido 10 Diciembre 2021]. Disponible en: http://www.ine.es/dyngs/INEbase/es/operacion.htm?c=Estadistica_C&cid=1254736176780&menu=resultados&idp=1254735573175.
  14. Instituto Aragonés de Estadística [accedido 12 Diciembre 2021]. Disponible en: http://www.aragon.es/DepartamentosOrganismosPublicos/Institutos/InstitutoAragonesEstadistica
  15. Barrero SAP. Factores de riesgo suicida en el anciano. Ciencia & Salud Colectiva [Internet]. 2012 [citado 18 Diciembre 2021]; (8): 2011.
  16. Rafael P. Alarcón Velandia. Suicidio en ancianos. Revisión de temas. [Internet]. [Consultado 5 Diciembre 2021]. Disponible en: http://psiquiatria.org.co/web/wp-content/uploads/2012/07/suicidio-en-ancianos1.pdf
  17. Conwell Y, Van Orden K, Caine ED. Revisión: Suicidio en ancianos. Psiquiatría Biológica [Internet]. 2012 Octubre. [Citado 7 Diciembre 2021]; 19 (4): 127-36.
  18. Dumon E, Potzky G. Directrices Generales para la Prevención del Suicidio. [Internet] Eurogenas; 2014. [Citado 7 Diciembre 2021]. Disponible en: https://consaludmental.org/publicaciones/Directricesprevencionsuicidio.pdf
  19. Organización Mundial de la Salud. Prevención del suicidio: un instrumento para trabajadores de atención primaria de salud [Internet]. Ginebra: Departamento de Salud Mental y Toxicología, Organización Mundial de la Salud 2000. 2010 [citado 20 Octubre 2021]. Disponible en: www.who.int/entity/mental health/media/primaryhealthcare workers spanish.pdf
  20. Bobes Garcia J.,Giner Ubago J. y Saiz ruiz P. Suicidio y Psiquiatría. Recomendaciones preventivas y de manejo del comportamiento suicida. Madrid: Triacastela; 2011. [Consultado 14 Octubre 2021].
  21. Zamora, M. C., Cuéllar, C. X. H., García, Y. S., & Sánchez, R. O. La depresión en el adulto mayor. Algunas consideraciones para su diagnóstico en la atención primaria. Revista Médica Electrónica. [Internet]. 2008; [Consultado 20 Octubre 2021]; 30(5). Disponible en: http://www.revmedicaelectronica.sld.cu/index.php/rme/article/view/545/pdf

 

 

 

 

Publique con nosotros

Indexación de la revista

ID:3540

Últimos artículos