AUTORES
- Patricia González Bañares. Diplomada en Enfermería. UCI Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza
- Sonia Jiménez Latapia. Diplomada en Enfermería. Unidad de Urgencias. Hospital Clínico Universitario de Zaragoza.
- Sara Pilar Fernández Romero. Graduada en Enfermería. Servicio de Angiología y Cirugía Vascular. Hospital Clínico de Zaragoza.
- Maria Isabel Romero. Diplomada en Enfermería. Unidad de Urgencias. Hospital Clínico Universitario de Zaragoza.
- Gema Montón Blasco. Diplomada en Enfermería. Hospital Infantil Miguel Servet de Zaragoza.
- María García Tovar. Diplomada en Enfermería. Unidad de Urgencias. Hospital Clínico Universitario de Zaragoza.
RESUMEN
Los niños con trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH) enfrentan más obstáculos en su camino al éxito que los estudiantes promedio. Los síntomas del TDAH, como la incapacidad de poner atención, y la dificultad para sentarse quietos y para controlar impulsos, pueden hacer más difícil que los niños con un diagnóstico de TDAH tengan buen rendimiento escolar.
Para satisfacer las necesidades de los niños con TDAH, las escuelas pueden ofrecer:
- Tratamiento para el TDAH, como el manejo conductual en el aula o la capacitación organizacional.
- Adaptaciones para reducir los efectos del TDAH en el aprendizaje.
PALABRAS CLAVE
TDAH, prevención, escuela.
ABSTRACT
Children with attention deficit hyperactivity disorder (ADHD) face more obstacles on their path to success than average students. ADHD symptoms, such as the inability to pay attention, and difficulty sitting still and controlling impulses, can make it more difficult for children with an ADHD diagnosis to do well in school.
To meet the needs of children with ADHD, schools can offer:
- ADHD treatment, such as classroom behavioral management or organizational training.
- Adaptations to reduce the effects of ADHD on learning.
KEY WORDS
ADHD, prevention, school.
INTRODUCCIÓN
El TDAH fue descrito por primera vez hace casi 100 años. George Still, pediatra inglés, fue uno de los que trabajó sobre esta afección1.
Otras personas ya habían detectado con anterioridad algunas de las conductas relacionadas con el TDAH, pero fue Still quien, en 1902, reconoció y describió este trastorno como tal. Se dio cuenta de que algunos de sus pacientes (niños), presentaban conductas problemáticas que habían aparecido antes de los ocho años de edad. La mayoría tenían problemas de atención y disciplina y eran excesivamente activos.
Still señaló que estos niños eran impulsivos y agresivos. Consideró que este conjunto de rasgos obedecía a un trastorno de carácter crónico, de origen biológico (innato) y que no estaba causado por una educación inadecuada o por un ambiente adverso. Lo que Still describió a principios del siglo XX fue probablemente lo que en la actualidad conocemos con las denominaciones de trastorno negativista y desafiante o trastorno disocial2.
En esta época el Reino Unido fue pionero en la comprensión del TDAH, pero los investigadores ingleses fueron adoptando un enfoque más psicoanalítico que hizo que el foco de investigación se trasladará a Norteamérica.
El interés por el TDAH resurgió con la epidemia de gripe que azotó el mundo (1918-1919). Acabó con la vida de más de 20 millones de personas y la encefalitis asociada dejó a mucha gente afectada de alteraciones neurológicas. Algunas de estas personas desarrollaron síntomas que recordaban a los descritos por Still, por lo que se creyó que el TDAH era el resultado de un daño cerebral2.
En 1937, un grupo de pacientes con problemas de conducta fueron sometidos a un tratamiento donde se les administraba el fármaco anfetamina y, ante la sorpresa de todos, su comportamiento mejoró notablemente. Tendrían que pasar 20 años para que el uso de los fármacos estimulantes se generaliza.
Entre 1950-1960, investigadores se dieron cuenta de que los niños con TDAH no sufrían de daño cerebral alguno y le dieron el nombre de “disfunción cerebral mínima”. Empezaron a observar el movimiento fino de los dedos, la dominancia del ojo, la mano y el pie, y un sinfín de pruebas triviales para obtener un diagnóstico, como síntomas neurológicos leves.
A principios de 1960 se describió por primera vez el síndrome del niño hiperactivo.
En 1973 Ben Feingold, antiguo profesor en San Francisco sugirió la existencia de una relación entre la dieta y la hiperactividad. Tras diversos estudios no se pudo llegar a una veracidad de la hipótesis. Estos años de interés obsesivo por la dieta distrajeron a los profesionales de los complejos problemas que forman parte del TDAH y de los efectos beneficiosos demostrados de los fármacos estimulantes.
Hace más de medio siglo que se conocen los efectos beneficiosos de los estimulantes. Los beneficios de las anfetaminas se documentaron a finales de la década de 1930, pero el uso de los estimulantes no se generalizó hasta 1950-1960. El mayor hito fue la introducción en 1957 del metilfedinato, y durante la década siguiente muchos estudios cuidadosamente controlados demostraron que los estimulantes, aparte de eficaces, eran seguros.
El uso de los estimulantes creció rápidamente, únicamente frenado por los medios de comunicación. Se falseó la dosis media prescrita, multiplicando por diez la dosis recomendable. Esto ayudó a vender periódicos, pero también creó grandes reticencias en los padres sobre un tipo de tratamiento.
El mayor ataque contra los estimulantes tuvo lugar a finales de la década de los 80, de mano de la Iglesia de la Cienciología. Se dijo que el fármaco metilfenidato era una droga peligrosa que generaba adicción, frecuentemente utilizada como una camisa de fuerza química para domar a niños completamente normales que habían sido víctimas de educadores intolerantes, sus padres y psiquiatras ávidos de dinero. El fármaco podía provocar violencia, asesinatos, suicidios, lesiones cerebrales permanentes, confusión, agitación, depresión.
Esto retrasó el tratamiento adecuado del TDAH durante años. Los padres creyeron lo publicado en prensa y se negaron a medicar a sus hijos. Y lo mismo ocurrió con los profesionales.
A principios de 1970, la canadiense Virginia Douglas difundió la idea de que el déficit de atención era un síntoma más importante que la hiperactividad. La Asociación de Psiquiatras Americanos introdujo el término “trastorno por déficit de atención” en el manual diagnóstico y estadístico DSM-III. Tras una nueva revisión pasó a denominarse TDAH. En 1994, la misma asociación presentó su última clasificación, el DSM-IV, en la que se describe un TDAH sin conductas activas e impulsivas, un TDAH con conductas activas e impulsivas y un TDAH que representa una combinación de ambos2,3.
Muchos padres, profesores y legisladores siguen utilizando el término popular trastorno por déficit de atención, pero siendo estrictamente correcto, este trastorno debería denominarse TDAH.
ACTUALIDAD:
Dos son los ejes principales sobre los que incide el Déficit de Atención con Hiperactividad: el déficit de atención y la hiperactividad- impulsividad. La mayoría de los niños presentan un trastorno de tipo combinado con características significativas de ambos ejes. Sin embargo, no es infrecuente encontrar niños con una sintomatología cuyo peso recae en el primero de los ejes, el déficit de atención y que carecen de sintomatología en el segundo de los ejes, o viceversa, presentan todos los síntomas de hiperactividad-impulsividad, pero no se identifican síntomas de déficit de atención. Tanto a estos como a los otros se les designa hoy por hoy, bajo la misma categoría “niños con trastorno por déficit de Atención con Hiperactividad”.
Criterios para el diagnóstico DSM-V:
- (1) ó (2)
- Seis o más de los siguientes síntomas de desatención han persistido por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo:
Desatención:
- A menudo no presta atención suficiente a los detalles o incurre en errores por descuido en las tareas escolares.
- A menudo tiene dificultades para mantener la atención en tareas o en actividades lúdicas.
- A menudo parece no escuchar cuando se le habla directamente.
- A menudo no sigue instrucciones y no finaliza tareas escolares, encargos u obligaciones en el centro de trabajo (no se debe a comportamiento negativista o a incapacidad para comprender instrucciones).
- A menudo tiene dificultades para organizar tareas y actividades.
- A menudo evita, le disgusta o es renuente en cuanto a dedicarse a tareas que requieren un esfuerzo mental sostenido.
- A menudo extravía objetos necesarios para tareas o actividades.
- A menudo se distrae fácilmente por estímulos irrelevantes.
- A menudo es descuidado en las actividades diarias.
- Seis o más de los siguientes síntomas de hiperactividad – impulsividad han persistido por lo menos durante 6 meses con una intensidad que es desadaptativa e incoherente en relación con el nivel de desarrollo:
Hiperactividad:
- A menudo mueve en exceso manos o pies, o se remueve en su asiento.
- A menudo abandona su asiento en la clase o en otras situaciones en que se espera que permanezca sentado.
- A menudo corre o salta excesivamente en situaciones en que es inapropiado hacerlo.
- A menudo tiene dificultades para jugar o dedicarse tranquilamente a actividades de ocio.
- A menudo está en marcha o suele actuar como si tuviera un motor.
- A menudo habla en exceso.
Impulsividad:
- A menudo precipita respuestas antes de haber sido completadas las preguntas.
- A menudo tiene dificultades para guardar su turno.
- A menudo interrumpe o se inmiscuye en las actividades de otros.
- Algunos síntomas de hiperactividad-impulsividad o desatención que causaban alteraciones estaban presentes antes de los 7 años.
- Algunas alteraciones provocadas por los síntomas se presentan en dos o más ambientes (ej. Escuela y casa).
- Deben existir pruebas claras de un deterioro clínicamente significativo de la actividad social o académica.
- Los síntomas no aparecen exclusivamente en el transcurso de un trastorno generalizado del desarrollo, esquizofrenia u otro trastorno psicótico, y no se explican mejor por la presencia de otro trastorno mental (ej. Trastorno del estado de ánimo, trastorno de ansiedad, trastorno disociativo o un trastorno de personalidad).
Para exponer de manera más clara las características de estos dos grupos vamos a separar los aspectos comportamentales, cognitivos y emocionales. Así no caeremos en el error de considerar el problema de la hiperactividad infantil únicamente desde el punto de vista de la conducta, olvidando los aspectos cognitivos y emocionales que implican a este trastorno.
CONDUCTA DEL NIÑO HIPERACTIVO:
Conducta desatenta: La falta de atención tiene manifestaciones comportamentales y unas manifestaciones de tipo cognitivo. Las más frecuentes son:
- No termina las tareas que empieza.
- Comete muchos errores
- No se centra en los juegos
- Muchas veces parece no escuchar cuando se le habla directamente.
- Tiene dificultades para organizarse.
- Evita las tareas que requieren esfuerzo.
- Muy a menudo pierde cosas que necesita (juguetes, lápices, ropa).
- Se distrae con cualquier cosa.
- Es muy descuidado en las actividades.
Podríamos decir que la desmotivación por la tarea tiene su origen en una mayor dificultad para procesar los estímulos y no en la vaguería o la desgana, así la intervención terapéutica tendrá que tener en cuenta este aspecto: los niños hiperactivos se desmotivan con mucha facilidad porque tienen que realizar un mayor esfuerzo para mantener la atención3.
Conducta hiperactiva y la falta de autocontrol: Hay una excesiva actividad motora que sobrepasa los límites normales para su edad y su nivel madurativo, que se manifiesta por una necesidad de moverse constantemente y por la falta de autocontrol corporal y emocional. Sin embargo, aunque esto sea lo más llamativo y lo que con mayor frecuencia alerta a profesores y padres, suele desaparecer en la adolescencia, mientras que problemas de impulsividad y atención persisten hasta edad adulta. Las conductas hiperactivas más frecuentes son:
- Movimiento constante de pies, manos.
- Se levanta constantemente.
- Corretea por todos lados.
- Le cuesta jugar a actividades tranquilas.
- Está activado como si tuviera un motor.
- Habla en exceso.
En algunos casos, también puede presentar dificultades en la coordinación motriz y en la estructuración perceptiva, se cree que debido a un retraso en el curso normal de la maduración del sistema nervioso.
Conducta impulsiva: Tendremos manifestaciones en un eje comportamental, más ligada a la falta de control motriz y emocional, que lleva al niño hiperactivo a actuar sin evaluar las consecuencias de sus acciones llevado por un deseo de gratificación inmediata. Parecen funcionar con un lema como el siguiente “DESEO Y ACTÚO”. Algunos de los síntomas son:
- Se precipita en responder antes de que se hayan completado las preguntas.
- Tiene dificultades para guardar turno.
- Suele interrumpir o se inmiscuye en las actividades de otros (se entromete en conversaciones o juegos).
La impulsividad comportamental está de este modo muy relacionada con el grado de tolerancia a la frustración, es decir, con el umbral a partir del cual un niño es capaz de valorar una experiencia como frustrante. La forma en que una familia y educadores ayudan a un niño hiperactivo a reconocer sus dificultades, aceptarlas y a enfrentarse a ellas, así como el modo en que se mantienen unos límites educativos sanos y ajustados a la capacidad real del niño, determinan en gran medida que la conducta impulsiva aumente o disminuya.
Desorganización y falta de autonomía: Existe una desorganización personal interna y externa que dificulta comportarse de forma autónoma.
- Su cuarto puede parecer una leonera y su cartera no tiene libros que debe tener, pierde material escolar, extravía ropa, juegos.
- Sus deberes son un caos. Se salta preguntas, aunque sepa la respuesta, tiene dificultades en colocar los números de forma ordenada cuando resuelve las cuentas, etc.
En la educación de los niños hiperactivos la dificultad radica en mantener el equilibrio justo entre lo que le exigimos y lo que podemos exigirle en función de su propia capacidad.
Problemas graves de comportamiento: Si bien no todos los niños hiperactivos tienen un trastorno definido como problemas de conducta, sí se puede decir que muchos de ellos tienen mal comportamiento. Este mal comportamiento inicial reflejado por una mayor dificultad para aceptar la autoridad y los límites a su comportamiento, la necesidad de conocer los resultados positivos de sus actos y obtener recompensas de forma inmediata, o el negativismo desafiante (negarse a obedecer y desafiar constantemente la autoridad) puede llevar, con el paso de los años, un trastorno serio de la conducta. Para los niños hiperactivos que presentan ya desde muy pequeños este tipo de comportamiento, se hace urgente el comienzo de una intervención en autocontrol y el asesoramiento educativo a los padres3.
Un niño hiperactivo representa un reto para sus educadores, si éstos no tienen la suficiente calma, sensatez y claridad de criterios educativos será muy fácil que la situación les desborda y que, sin quererlo, contribuyan a mantener y fomentar la mala conducta de sus hijos o de sus alumnos.
No hay que olvidar que los niños hiperactivos tienen muy pocas posibilidades de llamar la atención de forma positiva y que, por su inmadurez, necesitan constantemente sentirse arropados por los adultos. Si carecemos de la habilidad de prestarles la atención adecuada a sus escasas pero buenas conductas, ellos demandarán esa atención de cualquier otro modo, aunque sea de forma negativa.
FUNCIONAMIENTO COGNITIVO DEL NIÑO HIPERACTIVO:
La conducta desatenta del niño hiperactivo tiene un origen cognitivo.
- Dificultad en la atención controlada (tarea nueva) frente a la automática (tarea ya conocida). Parece tener más dificultades en adaptar una tarea a nuevas consignas y mantener un buen rendimiento cuando la tarea es compleja.
- Dificultad en procesar varios estímulos de forma simultánea.
- Dificultad para distinguir los estímulos relevantes de los irrelevantes.
- Dificultad para mantener la atención de forma continuada.
- Dificultad para atender a estímulos que aparecen con frecuencia lenta.
- Dificultad en aprender y recordar lo aprendido por procesar la información de forma más superficial.
- Mayor sensibilidad a las variaciones del contexto o del ambiente de trabajo.
- Dificultades escolares por tener estilos cognitivos ineficaces para el rendimiento escolar.
- Dificultades para organizar la información.
- Falta de estrategias de solución de problemas.
- Dificultades de aprendizaje: lectura, cálculo, escritura y coordinación, perceptivo-espaciales.
- Dificultades para seguir instrucciones y mantener la motivación.
DESARROLLO SOCIOEMOCIONAL DEL NIÑO HIPERACTIVO:
Emocionalmente, los niños hiperactivos muestran un desarrollo más inmaduro que sus compañeros de edad. Se desmoralizan con facilidad, cambian frecuentemente de estado de ánimo, no toleran la frustración, les cuesta aceptar sus errores y culpan con frecuencia los demás, les cuesta ponerse en el lugar del otro y tener en cuenta sus deseos y sentimientos, se muestran tercos y malhumorados con frecuencia y parecen tener una autoestima muy baja o falsamente inflada.
COMORBILIDAD:
Se puede decir que la mayor comorbilidad está en relación con los trastornos del lenguaje y los del aprendizaje, en atención primaria, y con los trastornos de la conducta y el trastorno oposicionista desafiante en las consultas de psiquiatría infantil.
Aproximadamente el 20-30 % de los niños con TDAH tienen un trastorno específico del desarrollo. En los períodos preescolares se han descrito dificultades para entender ciertos sonidos o palabras.
Los trastornos de conducta pueden aparecer en alrededor del 15-20% de los niños con TDAH3.
La comorbilidad es frecuente con los trastornos del aprendizaje (15- 25%), trastornos del lenguaje (30-35%), trastorno negativista desafiante (40-45 %), trastornos del humor (15-20%) y trastornos de ansiedad (20-25%). También son prevalentes la presencia de tics y de trastornos del sueño4.
TRATAMIENTO DEL NIÑO HIPERACTIVO
Una vez diagnosticado al niño/a con TDAH se ha de realizar una planificación terapéutica que, en la práctica clínica, empieza por la aceptación de la familia y, según el nivel madurativo que tenga, el propio niño.
El tratamiento debe estar encaminado hacia la remisión sintomatológica en los siguientes aspectos funcionales: escuela, relaciones con la familia y amigos, mejora de su capacidad y de sus habilidades para participar en actividades grupales, para jugar solo y, en general, para mejorar su calidad de vida a corto y a largo plazo.
Se utilizan tratamientos conductuales o psicosociales, es decir tratamientos psicoterapéuticos dirigidos a la modificación de la conducta del niño. También hay otras psicoterapias utilizadas como las terapias dinámicas, de exposición y prevención de respuesta y de mejora de la autoestima.
Más en concreto en la escuela, que es donde nos compete ahora, se utilizan:
- Técnicas basadas en colores y formas adecuadas para mantener la atención del niño en la tarea.
- Utilizar refuerzos más “materiales o tangibles” en vez de los derivados de prestar atención al niño (es decir, más “regalitos”).
- Aumentar el cumplimiento de las tareas dividiendo las que son largas en unidades más pequeñas y eliminando las situaciones que puedan estar en interferencia con el medio.
En cuanto a la eficacia de la intervención farmacológica habrá que valorar cada caso en particular, siendo necesario siempre que exista cualquier tipo de afectación en alguno de los ámbitos de la vida del niño.
Los fármacos son útiles en cuanto a que modifican la sintomatología típica del TDAH de una forma bastante específica, interviniendo en la modificación de la neuroquímica cerebral. Además, estos deben ser bien tolerados y mantener su actividad durante todo el período de tratamiento. No deberían causar cambios del estado de humor y no deberían empeorar los procesos comórbidos.
Se utilizan los psicoestimulantes (anfetaminas y metilfenidato) que se presentan de varias formas: una de liberación inmediata y duración corta y otra de liberación prolongada, cuya rapidez en el inicio de acción es exactamente igual al de liberación inmediata, pero que permite una eficacia mantenida de hasta 12 horas. Se ha descrito su utilidad en la mejora del rendimiento cognitivo5.
En cuanto a la duración del tratamiento dependerá de cada caso, globalmente se mantiene durante la infancia y la adolescencia, con los ajustes necesarios.
Como todos los fármacos pueden presentar efectos secundarios o adversos, como pérdida de peso, molestias gástricas, cefaleas e insomnio al inicio del tratamiento. Si existen tics, habría que valorar la respuesta concreta del niño ante el fármaco.
Por todo esto, en la actualidad hay una gran controversia en la necesidad del uso de fármacos en niños.
METAS DE FUTURO EN LA INVESTIGACIÓN DEL TDAH:
- Búsqueda de fármacos aún más eficaces y con menos efectos adversos.
- Especificación de protocolos de tratamiento en niños con edad preescolar.
- Desarrollo de terapias de rehabilitación cognitiva específicas para cada una de las alteraciones de las funciones ejecutivas.
- Manejo de comorbilidades asociadas.
HIPÓTESIS
La intervención de enfermería con el profesorado a través de una guía pedagógica tutorizada determinará una mejora en el rendimiento escolar de los alumnos afectados de TDAH.
OBJETIVOS
- GENERAL:
Valorar la eficiencia de una guía pedagógica para profesores de educación primaria ante la problemática que se da en el aula con niños con TDAH.
- ESPECÍFICOS:
Ayudar a los profesores a:
- Tener mejor definidas las dificultades que se les crea en el aula.
- Identificar conductas de déficit de atención e hiperactividad.
- Determinar estrategias específicas de actuación ante la situación de forma individualizada.
- Valorar resultados de las actuaciones.
- DE LA GUÍA PEDAGÓGICA:
Ayudar a los profesores a manejar sus actitudes y aptitudes ante los niños con problemas de TDAH.
MATERIAL Y MÉTODO
Diseño:
Estudio de intervención.
Ámbito de estudio:
El lugar elegido para llevar a cabo la presente investigación será un colegio de primaria.
Período de estudio:
El periodo de estudio abarca desde septiembre 2022 (al inicio del curso) hasta junio 2023 (final del curso) ambos meses incluidos.
Población diana:
Serán todos aquellos profesores que atienden a niños escolarizados en educación primaria.
Variables:
PROFESOR:
- Edad.
- Sexo.
- Estado civil.
- Formación.
- Tutores del curso.
- Satisfacción (en cuanto a la guía y al curso).
- Eficacia de la guía y el curso.
ALUMNO:
- Edad.
- Sexo.
- Número de hermanos.
- Rendimiento académico.
Instrumentos de recogida de datos:
- Ficha de recogida de datos.
- Encuesta de satisfacción (guía y programa).
- Notas de evaluación del alumnado.
Material de intervención:
Se elaborará una guía modelo tríptico a modo informativo que consta de varias partes:
- El comportamiento del niño con TDAH y las dificultades en el aula.
- Pautas generales para la intervención en el ámbito escolar.
- Cómo manejar el comportamiento del niño con TDAH
- Programa formativo voluntario de apoyo a la guía.
- Páginas web y bibliografía de interés para consultar.
Se realizará a lo largo del curso unas sesiones formativas de apoyo a la guía que consistirán en:
- Sesión 1: Identificar conductas relacionadas con TDAH y dificultades en los niños en cuanto a escritura, lectura y matemáticas.
- Sesión 2: Adquirir una buena metodología para dar clase y adecuar el entorno de trabajo.
- Sesión 3-4: Habilidades para el manejo del comportamiento del niño con TDAH mediante supervisión constante, tutorías individualizadas, uso de herramientas básicas de control del comportamiento, ante situaciones concretas.
- Sesión 5: Resumen o recordatorio. Resolución de dudas.
RECOGIDA DE DATOS
Se contactará con el colegio, director, profesionales y AMPA (Asociación de Madres y Padres de Alumnos) con el objetivo de desarrollar la implementación del programa.
Con la ayuda de éstos, se fijarán las sesiones del programa para adecuarlo al horario más conveniente de todos los sujetos que participen (profesores), facilitando lo más posible la asistencia de las sesiones de este.
Se contactará con los profesores del centro para citarles y darles la guía tríptica. Se les explicará el programa, objetivos del estudio y se les propondrá participar.
Se informará a los participantes del programa, la duración, periodicidad y el espacio del encuentro.
Se realizará una sesión cada 15 días con un total de 5 sesiones fijas de 90 minutos de duración.
Se pactará con el director del colegio una clase para poder llevar a cabo la implementación del programa. Este espacio será siempre el mismo durante el desarrollo del programa.
Se recogerán los datos correspondientes a las variables tanto de profesores como de alumnos.
Antes de iniciar el programa habrá que realizar la recogida de datos relacionada con el rendimiento escolar del alumnado de los profesores que intervienen en el mismo (a través de las notas de evaluación del último curso escolar realizado).
Para valorar la satisfacción del curso y de la guía por parte de los profesores se les pasará una encuesta de satisfacción al finalizar, con un espacio para sugerencias con el fin de mejorar el programa.
Cronograma:
SEPTIEMBRE:
- Se contactará con el colegio con el fin de desarrollar la implementación del programa.
- Presentación del programa al director, profesores y psicólogos del colegio.
- Con la colaboración de los profesores, fijar sesiones según disposición de estos.
OCTUBRE:
- Citar a los profesores.
- Presentación del programa. Valoración de variables.
- Preparación del material necesario.
EN LOS MESES SUCESIVOS “PROGRAMA FORMATIVO”:
- Sesiones quincenales de 90 minutos.
LIMITACIONES
- Dificultad y/o falta de colaboración por parte de los profesores para facilitar el desarrollo óptimo del programa.
- La dificultad para la asistencia a todas las clases del programa, en los días y horas establecidos.
- El abandono de algún sujeto a estudio.
BIBLIOGRAFÍA
- Isabel Orjales Villar. “Déficit de atención con hiperactividad: manual para padres y profesores”- 8ª Edición. Editorial CEPE. (1998).
- Christopher Green Kit Chee. “El niño muy movido o despistado, entender el trastorno por déficit de atención con hiperactividad”. Nueva Edición MEDICI. (2005)
- Trinidad Bonet, Yolanda Soriano, Cristina Solano. “Aprendiendo con los niños hiperactivos. Un reto educativo “. Editorial Thomson. (2007).
- “Trastorno por déficit de atención con hiperactividad (TDAH)”. Editores Médicos EDIMSA (2008).
- Equipo metra (2002). “Hiperactividad y trastorno disocial en la escuela. Guía para educadores”. Madrid, Defensor del Menor.