AUTORES
- Irene Broc Martínez. Servicio Aragonés de Salud, Zaragoza/ Enfermera.
- Laura Sánchez Lavilla. Servicio de Salud Islas Baleares, Mallorca/ Enfermera.
- Cristina Sancho Barcelona. Hospital General de Defensa, Zaragoza/ Enfermera.
- Andrea Fernández García. Servicio Aragonés de Salud, Zaragoza/ Enfermera.
- Julia Longas Martín. Servicio Aragonés de Salud, Zaragoza/ Enfermera.
- María Alonso Campos. Servicio Aragonés de Salud, Zaragoza/ Enfermera.
RESUMEN
El cáncer de cuello uterino es el segundo cáncer más común en mujeres después del cáncer de mama. La mayoría de los casos están relacionados con la existencia de infección por el virus del papiloma humano (VPH), especialmente los tipos 16 y 18. La infección por VPH es necesaria pero no suficiente para el desarrollo del cáncer, y el sistema inmunitario generalmente controla la mayoría de las infecciones. Sin embargo, las infecciones persistentes por VPH pueden llevar al desarrollo de lesiones precancerosas y, eventualmente, a cáncer invasivo.
PALABRAS CLAVE
Virus del papiloma humano, VPH, cáncer de cuello uterino.
ABSTRACT
Cervical cancer is the second most common cancer in women after breast cancer. The majority of cases are associated with infection by the human papillomavirus (HPV), especially types 16 and 18. HPV infection is necessary but not sufficient for cancer development, and the immune system typically controls most infections. However, persistent HPV infections can lead to the development of precancerous lesions and eventually invasive cancer.
KEY WORDS
Human papillomavirus viruses, HPV, uterine cervical neoplasms.
DESARROLLO DEL TEMA
El cáncer de cuello uterino es el segundo cáncer más frecuente en mujeres después del de mama en el mundo. La edad media de diagnóstico es de 48 años, aunque aproximadamente el 47% de las mujeres con carcinoma invasivo de cérvix se diagnostica antes de los 35 años1. En un 99% de los cánceres de cérvix, la causa subyacente es la persistencia de la infección por uno de los 15 tipos carcinogénicos del virus del papiloma humano (VPH). Dicha infección es condición indispensable, pero no suficiente, para el desarrollo de la enfermedad. De hecho, casi el 90% de las infecciones por VPH se frenan por las barreras de nuestro sistema inmune. 2 Son las pacientes que mantienen una infección persistente por algunos de los serotipos más oncogénicos, principalmente VPH 16 o 18, las que terminarán desarrollando la enfermedad invasiva2,3. Se manifiesta inicialmente a través de lesiones precancerosas de lenta y progresiva evolución 4.
ETIOLOGÍA:
El VPH pertenece a la familia Papovaviridae y se han identificado más de 100 subtipos. Los tipos de VPH más comunes en mujeres con cáncer de cervix, por orden descendente de frecuencia, son: 16, 18, 33, 45, 31, 58, 52 y 53. Aquellos que se asocian con lesiones premalignas y que pueden evolucionar a lesiones invasivas, se denominan VPH de alto riesgo1,2. El virus del papiloma humano (VPH) tipo 16 está relacionado con más de la mitad (54%) de los casos de carcinomas epidermoides y el 41% de los adenocarcinomas, lo que lo convierte en el principal tipo de VPH de alto riesgo. Por otro lado, el VPH tipo 18 es el segundo más frecuente, siendo responsable del 11% de los carcinomas epidermoides y del 37% de los adenocarcinomas3.
MODO DE TRANSMISIÓN:
El VPH es un ADN-virus que se transmite por vía sexual induciendo lesiones proliferativas en el epitelio cutáneo y mucoso2.
Aunque las secuelas de la infección por VPH en el hombre serían menos graves, el sexo masculino es un importante vector de transmisión de la enfermedad1.
MANIFESTACIONES CLÍNICAS
El tumor primario de cérvix puede aparecer como una lesión exofítica, ulcerada o infiltrante. Por contigüidad se extiende hacia la vagina y los tejidos paracervical y parametrial. Si el tumor continúa su crecimiento puede infiltrar otros tejidos pélvicos cercanos como la cavidad endometrial, la vejiga, el recto y la pared pélvica 3.
Los síntomas relacionados con la presencia de esta neoplasia dependen de la etapa en la que se detecte la misma. En estadios iniciales con afectación microscópica, las pacientes suelen estar asintomáticas y ser la citología cervical la que manifieste la enfermedad5. Cuando la enfermedad se encuentra en estadios más avanzados, el síntoma comúnmente referido es el sangrado vaginal más o menos cuantioso.
El dolor pélvico o lumbar, la hematuria, el tenesmo rectal o vesical, el edema en miembros inferiores y los síntomas de uremia son característicos de las etapas avanzadas3.
FACTORES DE RIESGO:
Se han descrito factores de riesgo y factores coadyuvantes que pueden actuar favoreciendo el desarrollo de carcinoma invasivo: situaciones de inmunodepresión crónica como las secundarias a trasplantes o a la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH), la promiscuidad sexual por su mayor riesgo de exposición a la infección por el VPH, la duración en la toma de anticonceptivos orales, el hábito tabáquico o deficiencia de ácido fólico, entre otros 4, 5.
PREVENCIÓN:
En general, la evidencia apoya el uso de condones para reducir el riesgo de infecciones de transmisión sexual, incluido el VPH. Sin embargo, incluso con el uso constante y correcto, la transmisión todavía puede ocurrir4.
La prevención primaria se debe realizar por medio de promoción a la salud, vacunación contra infección por virus del papiloma humano (VPH) y detección oportuna del cáncer cérvico uterino (se incluyen la citología en medio líquido y el test de ADN de VPH)3-5.
La estrategia más efectiva en cuanto a prevención comprendería la administración de la vacuna a niñas o adolescentes antes del inicio de la actividad sexual y de la exposición al virus VPH 2, 89, 96, 98, 108, 109, 1101.
Numerosos trabajos en la literatura defienden la vacunación de ambos sexos, hombres y mujeres. Si se incluyeran en los programas de vacunación adolescentes y adultos varones, se produciría un incremento global de la inmunidad y una disminución de la incidencia de cáncer de cérvix en la mujer1.
a. Vacuna bivalente VPH 16 y 18.
b. Vacuna tetravalente VPH 6, 11, 16 y 18.
La vacuna VPH se administraría inicialmente en tres dosis intramusculares a las adolescentes de 12 años, requiriendo dosis de recuerdo a los 10 ó 20 años, según protocolos1.
DIAGNÓSTICO:
La citología fue implementada como un procedimiento diagnóstico de la patología neoplásica del cuello uterino, llamada Papanicolaou, en honor de Georgios Papanicolaou, médico griego que fue pionero en citología y detección temprana de cáncer6. Ésta es una herramienta fundamental en el control de esta enfermedad. Se caracteriza por una alta especificidad, en torno al 85-100%3. La edad recomendada de inicio de los controles es dentro de los tres años posteriores al primer coito o a partir de los 25 años. Tras dos controles anuales sin alteraciones, y ante la ausencia de factores de riesgo la recomendación actual es proseguir con controles cada 3-5 años. El uso de la prueba de VPH validada presenta una mayor sensibilidad que la citología vaginal, pero una especificidad algo menor. Actualmente, se considera complementaria a la citología en aquellos casos con lesiones dudosas3.
En los últimos años se ha observado una mejor detección de la enfermedad, en varios países desarrollados, por la implantación de una nueva técnica, como lo es, la citología líquida, la cual es un método novedoso de preservación y manejo de las muestras citológicas, que puede sustituir al método tradicional. Al comparar la citología líquida con la citología convencional, diferentes estudios demuestran que la citología líquida permite diagnosticar entre 30% y 200% más casos de Lesiones Intraepiteliales de Bajo Grado y entre 25% a 103% más casos de carcinoma invasivo7.
TRATAMIENTO:
La conducta más apropiada para el manejo de las lesiones de bajo grado es el seguimiento, dada su elevada tasa de regresión espontánea4,8.
Se decide tratamiento si hay agravamiento de la lesión en los controles, y en los casos de lesión de alto grado, el cual será similar o igual al de otros tipos de cáncer. Esto puede implicar el uso de quimioterapia, radioterapia, cirugía y también tratamientos más recientes como la inmunoterapia9.
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