AUTORES
- Ana Pilar Romeo Iglesia. Fisioterapeuta en el Servicio Aragonés de Salud.
- Silvia Alaya Bernal. Fisioterapeuta en el Servicio Aragonés de Salud.
- Alodia Sierra Bernal. Fisioterapeuta en el Servicio Aragonés de Salud.
- Jessica García Lacasa. Fisioterapeuta en el Servicio Aragonés de Salud.
RESUMEN
Las enfermedades cardiovasculares son un importante motivo de preocupación actual, ya que causan más muertes que cualquier otra enfermedad. De ellas, la enfermedad arterial coronaria, precursora del infarto de miocardio, es la más común. La mortalidad por esta causa ha disminuido mucho en las últimas décadas, pero afecta en gran medida a la salud posterior y a la calidad de vida de los pacientes que han sufrido un infarto de miocardio.
La rehabilitación cardíaca incluye las actividades necesarias para proveer a los pacientes las mejores condiciones físicas, psicológicas y sociales. Un componente central de dicha rehabilitación es el ejercicio físico, que ha demostrado aportar beneficios por la modificación de los factores de riesgo cardiovascular y por mostrar buenos resultados cardiovasculares.
PALABRAS CLAVE
Infarto de miocardio, ejercicio, fisioterapia, enfermedad cardiovascular.
ABSTRACT
Cardiovascular diseases are a major current concern, causing more deaths than any other disease. Of these, coronary artery disease, a precursor to myocardial infarction, is the most common. Mortality from this cause has greatly decreased in recent decades, but it greatly affects the subsequent health and quality of life of patients who have suffered a myocardial infarction.
Cardiac rehabilitation includes the necessary activities to provide patients with the best physical, psychological and social conditions. A central component of it is physical exercise, which has been shown to provide benefits by modifying cardiovascular risk factors and by showing good cardiovascular risk factors and by showing good cardiovascular results.
KEY WORDS
Myocardial infarction, exercise, physical therapy, coronary heart disease.
DESARROLLO DEL TEMA
Las enfermedades cardiovasculares son motivo de preocupación tanto para pacientes como para los organismos de atención sanitaria, ya que estas, incluyendo el infarto de miocardio y el accidente cerebrovascular, matan a más personas que cualquier otra enfermedad1,2.
La enfermedad arterial coronaria, que es precursora del infarto de miocardio3, es la más común de las enfermedades cardiovasculares. Ocurre cuando las arterias que llevan la sangre al músculo cardíaco se endurecen y se estrechan. A medida que la enfermedad avanza, fluye menos sangre a través de las arterias, por lo tanto, el músculo cardíaco no puede recibir la sangre o el oxígeno que necesita, lo que puede llevar a padecer dolor en el pecho (angina) o un infarto de miocardio. Provoca una morbilidad y mortalidad significativas y, como enfermedad crónica, contribuye en gran medida a la discapacidad en los países desarrollados. Puede acarrear problemas en la funcionalidad y la realización de las actividades cotidianas, lo que provoca una reducción en la calidad de vida de los pacientes.
La mortalidad por cardiopatía coronaria ha disminuido en muchos países desarrollados en las últimas décadas, pero la morbilidad ha aumentado, como consecuencia de un mejor diagnóstico y un tratamiento más exitoso de la enfermedad aguda, un mayor número de personas sobreviven al infarto de miocardio4, aunque un 20% de los pacientes que sufren un infarto de miocardio son rehospitalizados en el año posterior al primer episodio5.
La rehabilitación cardíaca es el conjunto coordinado de actividades necesarias para influir favorablemente en la causa subyacente de la enfermedad cardiovascular, así como proporcionar las mejores condiciones físicas, psicológicas y sociales para que los pacientes que padecen enfermedades cardiovasculares crónicas o post-agudas puedan, por su propio trabajo, conservar o reanudar el funcionamiento óptimo en sociedad y, a través la mejora de los hábitos de salud, retrasar o revertir la progresión de la enfermedad1,2,4.
Un componente central de la rehabilitación cardíaca es el ejercicio físico estructurado, pero se recomienda que los programas también incluyen educación sobre el estilo de vida y manejo de los factores de riesgo de cardiopatía coronaria, además de asesoramiento y apoyo psicológico2,6 (Anderson et al., 2016; Price et al., 2016).
Los programas de rehabilitación cardíaca basados en ejercicio han demostrado ser tan rentables como el tratamiento médico, consiguiendo una disminución de los ingresos hospitalarios y beneficios tanto en la condición clínica como en la calidad de vida7 también reduce la morbilidad futura, y se recomienda como una intervención eficaz y segura4.
La rehabilitación cardíaca promueve una vida sana y un estilo de vida activo, con la finalidad de mejorar la calidad de vida a través del aumento de la función cardíaca; mayor tolerancia al ejercicio; disminución de los síntomas vasculares; reducción de niveles de ansiedad, estrés y depresión; vuelta al trabajo y conservación de la independencia en las actividades de la vida diaria.
Existe una variación considerable sobre las pruebas de esfuerzo recomendadas en las distintas guías de rehabilitación cardiaca, recomendando en su mayoría una prueba de esfuerzo con ejercicio monitoreado por un electrocardiograma (ECG); aunque las pruebas de ejercicio menos técnicas son las más empleadas, como el Test de 6 minutos marcha o el Test de paseo de carga progresiva (Shuttle walk test)2.
El participar en un programa de rehabilitación cardíaca basado en el ejercicio físico tras un infarto de miocardio ha mostrado beneficios en los siguientes componentes.
Factores de riesgo cardiovascular:
Varios autores han examinado los efectos que produce el participar en un programa de rehabilitación cardíaca sobre los factores de riesgo cardiovascular modificables, como son la presión arterial, el abandono del hábito tabáquico, el perfil lipídico y la pérdida de peso, comparando grupo control con grupos de intervención2,5,8.
Se encontró una reducción más favorable en la prevalencia de hábitos tabáquicos en grupos de rehabilitación basados en ejercicio, así como también fueron favorables los efectos sobre la presión arterial sistólica y diastólica. También se muestra una tendencia en la reducción del colesterol en los grupos de intervención, mientras que esta no se ve en los grupos de control. El cambio en el peso corporal fue mínimo en ambos grupos5.
Se ha visto que los programas con progresión en la intensidad del entrenamiento de moderada a intensa, presentan mejoras en los factores de riesgo cardiovascular, mientras que en las intervenciones de intensidad ligera a moderada se ha producido poca o ninguna mejora en la capacidad de ejercicio y morbilidad en comparación con los controles sin ejercicio2. Los programas de rehabilitación basados en el entrenamiento por intervalos de alta intensidad (HIIT), que se caracteriza por sesiones más cortas de ejercicio de alta intensidad a más del 80% el rendimiento máximo, durante varias ráfagas cortas de tiempo, en lugar del ejercicio tradicional a intensidades del 60-80% durante sesiones prolongadas, han mostrado también tener efectos en la reducción de los lípidos y una mayor tasa de mejora en la capacidad de ejercicio de los pacientes9.
Sjölin et al10 realizaron un seguimiento al año del suceso cardíaco, y comprobaron que los pacientes que habían asistido a un programa de rehabilitación cardíaca basado en el ejercicio, presentaban mejoras en los factores de riesgo cardiovascular, frente a pacientes que no se habían beneficiado de dicho tratamiento, mostrando mejoras en el colesterol, mayor deshabituación tabáquica y aumento de la actividad física.
Variabilidad de la frecuencia cardíaca:
Santos-Hiss et al.11 han estudiado los efectos del ejercicio progresivo, durante la rehabilitación cardíaca en fase I, sobre la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC). Tras un infarto de miocardio dicha variabilidad disminuye debido a cambios en el equilibrio autónomo cardíaco, ya que poco después del suceso agudo se produce una hiperactividad simpática, provocando que estos pacientes tengan un ritmo cardíaco bajo. La VFC se ha empleado como valor pronóstico, ya que es un predictor de complicaciones arrítmicas y de mortalidad asociado a otros factores de riesgo posteriores al infarto.
Los pacientes fueron seguidos durante cinco días, comenzando en la Unidad de Cuidados Coronarios y finalizando en planta. Tanto el grupo control como el experimental siguieron un protocolo que consistía en 10 minutos de descanso en supino seguido de 4 minutos de ejercicios respiratorios, incluyendo respiración diafragmática y espiración profunda, la finalidad de los ejercicios respiratorios fue evitar posibles complicaciones pulmonares por el reposo en cama y la hospitalización. El grupo experimental realizó además un programa de ejercicios de 5 pasos, avanzando de movimientos activo-asistidos el primer día, hasta caminar los últimos días de hospitalización. La intensidad de la marcha se fijó en 20 latidos por minuto por encima de la frecuencia cardíaca en reposo, y se interrumpía si aparecía algún síntoma como fatiga, dolor torácico, disnea, cianosis, palidez, taquicardia o hipotensión. Los hallazgos de su estudio sugieren que un protocolo de ejercicio fisioterapéutico progresivo durante la fase I provoca un aumento de la modulación vagal y disminuye el equilibrio simpático vagal en reposo en posición supina. Considerando que la VFC disminuida es un marcador de riesgo de morbilidad y mortalidad prematuras en pacientes con enfermedad coronaria, esto indica que el ejercicio progresivo aporta un efecto protector durante la recuperación temprana del infarto de miocardio.
Resultados cardiovasculares:
En los pacientes con cardiopatía coronaria establecida, el realizar una rehabilitación cardíaca basada en el ejercicio físico conlleva importantes beneficios para la salud como reducciones en la mortalidad cardiovascular y la hospitalización (y los costes de atención médica asociados)6,8.
Jolliffe et al1 en su metaanálisis vieron que tanto las intervenciones con solo ejercicio como la rehabilitación cardíaca integral no tienen efecto sobre la recurrencia del infarto de miocardio no fatal. No está claro por qué hay una disminución en la tasa de mortalidad después de la rehabilitación cardíaca, pero no en la tasa de reinfarto no fatal. El mecanismo causante de la reducción en la tasa de mortalidad en pacientes que han recibido rehabilitación no está claro, pero sugieren que puede deberse a una mejor revascularización del miocardio, protección contra las arritmias fatales, mejora del perfil de los factores de riesgo vascular, mejor estado cardiovascular y mayor vigilancia del paciente.
Lawler et al5 mostraron una reducción significativa del reinfarto, pero lo relacionan con la forma en la que lo definen, ya que incluyen los eventos fatales y los no fatales, y con los criterios de inclusión que aplicaron.
BIBLIOGRAFÍA
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