Burnout en enfermería. Cómo ha afectado la pandemia de covid-19 a nivel psicológico.

26 septiembre 2022

AUTORES

  1. Ana Rita Arezes de Sousa. Enfermera Hospitalización Hospital Universitario Miguel Servet.
  2. Natalia Barrena López. Enfermera Hospitalización Hospital Universitario Miguel Servet.
  3. Sara Barrena López. Enfermera Hospitalización Hospital General de la Defensa Zaragoza.
  4. Andrés Bonilla Gracia. Enfermera Hospitalización Hospital Universitario Miguel Servet.
  5. Evelyn Daniela Oto Mullotaipe. Enfermera Hospitalización Hospital Universitario Miguel Servet.
  6. Laura Peña Barrero. Enfermera Hospitalización Hospital Universitario Miguel Servet.

 

RESUMEN

El síndrome de burnout es muy frecuente entre profesionales que realizan actividades de ayuda a otras personas, siendo enfermería una de las profesiones más afectadas. Se caracteriza por agotamiento emocional, despersonalización y baja realización personal. La Organización Mundial de la Salud está advirtiendo del problema de escasez de profesionales de enfermería a causa de este síndrome. En este contexto, la pandemia COVID-19 ha empeorado estas condiciones, y ha puesto gravemente en peligro los sistemas de salud y a los propios profesionales.

 

PALABRAS CLAVE

Agotamiento profesional, salud mental, enfermería, pandemia, infección por coronavirus.

 

ABSTRACT

Burnout syndrome is very common among professionals who carry out activities that help other people, with nursing being one of the most affected professions. It is characterised by emotional exhaustion, depersonalisation and low personal fulfilment. The World Health Organisation is warning of the problem of a shortage of nursing professionals due to this syndrome. In this context, the COVID-19 pandemic has exacerbated these conditions, and has seriously endangered health systems and the professionals themselves.

 

KEY WORDS

Professional burnout, mental health, nursing, pandemic, coronavirus infections.

 

DESARROLLO DEL TEMA

El síndrome de burnout ha sido estudiado durante más de 3 décadas. En los años 70 Freudenberger fue el primero que lo describió1.

Una de las definiciones más ampliamente descritas es la de Maslach y Jackson, que lo definen como un síndrome caracterizado por la existencia de agotamiento emocional, es el sentimiento de que nada se puede ofrecer a las personas a las que se atiende; despersonalización, actitudes negativas, insensibles y distantes hacia el destinatario de servicios y sentimiento de inadecuación personal por falta de logros personales en las labores habituales. Es una pérdida del contenido del rol profesional al sentir que no se pueden satisfacer las demandas que se le hacen. Se presenta sobre todo en profesionales que desempeñan funciones vinculadas con la relación de ayuda y guarda una estrecha relación con las condiciones de trabajo2.

Las enfermeras y los médicos están especialmente expuestos a los riesgos del síndrome de Burnout porque usualmente trabajan con un alto nivel de exposición laboral, largas jornadas de trabajo, además de un alto nivel de exigencia y sobrecarga de tareas3.

Edelwich y Brodsky plantearon una serie de etapas implicadas en el desarrollo de este padecimiento4:

  1. Fase inicial o de entusiasmo ante el nuevo puesto de trabajo entusiasmo, alegría, gran energía , no importa alargar la jornada.
  2. Fase de estancamiento no se cumplen las expectativas, se comienzan a valorar las contraprestaciones. Hay un desequilibrio entre las demandas y los recursos.
  3. Fase de frustración desilusión, o desmoralización. El trabajo carece de sentido y todo irrita al individuo. La salud comienza a fallar y aparecen problemas emocionales , fisiológicos y conductuales.
  4. Fase de apatía afrontamiento defensivo hacia el medio, es decir, tratar a los clientes de forma de distancia y mecánica, evitación de tareas estresantes , cinismo.
  5. Fase de quemado colapso emocional y cognitivo.

Las consecuencias sobre los trabajadores son demoledoras, aparecen síntomas psicosomáticos, cefaleas, dolores osteoarticulares, molestias gastrointestinales, cansancio hasta llegar al malestar general, alteraciones funcionales en casi todos los sistemas del organismo; conductuales, conducta despersonalizada, absentismo laboral, conductas de abuso de sustancias, cambios bruscos de humor, aumento de conductas agresivas e hiperactivas, emocionales, agotamiento emocional, distanciamiento afectivo con las personas objeto de su trabajo, irritabilidad, impaciencia, baja tolerancia a la frustración, actitudinales, desconfianza, apatía, ironía hacia los pacientes, además de sociales y de relaciones interpersonales, actitudes negativas hacia la vida en general, disminuye su calidad de vida personal y comienzan a aparecer los problemas con la red social. También se percibe en la organización de una manera preocupante por medio de insatisfacción y pérdida de la calidad laboral, falta de atención a los usuarios, conflictos con los compañeros, absentismo o abandono del puesto de trabajo2,5.

En España las revisiones sobre investigaciones han determinado porcentajes de profesionales de enfermería que padecen el síndrome en un rango entre el 13% y el 39%6.

La pandemia de la COVID-19 ha significado un tsunami de magnitud mundial, inesperado, desconocido, imprevisible y mortífero. Empezamos a tener una idea de su magnitud, no solo sanitaria, sino biopsicosocial, pero nos falta mucho por saber. Muchos de estos efectos están apareciendo más de año y medio después y, particularmente, los que se refieren a la salud mental. La pandemia nos ha cambiado la vida a todos, pero se muestra una mayor afectación entre quienes son necesarios para asegurar el cuidado de los demás: los sanitarios. Desde una perspectiva neurocientífica y relacional, las emociones con la COVID fueron inicialmente el miedo y los sentimientos relacionados con la rotura del apego. Después, en la medida en que la tristeza se ha instaurado en buena parte de la población y la solidaridad se ha marginado, las emociones que han ido predominando han sido la ira y la ansiedad, con repercusiones psicosociales de masas. A menudo, estas reacciones emocionales, inadecuadamente potenciadas o contenidas, se han transformado en violencia en unos y en desesperanza y apatía en otros7.

El síndrome de burnout puede exacerbar entre los profesionales cuando hay ausencia de soporte emocional, dificultades internas o problemas de tipo organizativo, favorecido más aún por todo lo que ha supuesto esta crisis sanitaria. Una revisión sistemática realizada recientemente resalta que el nivel de deterioro de la salud mental de los profesionales sanitarios que han trabajado en la primera línea de la COVID-19 osciló entre medio y alto, destacando como síntomas principales: ansiedad, síntomas depresivos, preocupación e insomnio, además de un alto nivel de estrés. A pesar de las diferencias en el número de muertes/pacientes en los distintos países, el síndrome de Burnout debe ser una preocupación mundial. Las condiciones de trabajo desfavorables, la sobrecarga de trabajo, la sensación de impotencia ante una enfermedad nueva y altamente contagiosa son los principales factores que han contribuido al deterioro de la salud mental8.

Por último, también hay que tener en cuenta el contexto psicosocial dentro del cual se ha afrontado esta crisis: un contexto de empobrecimiento y desmoralización de los servicios sanitarios públicos en numerosos países europeos que no ha hecho más que empeorar7.

 

CONCLUSIÓN

El síndrome de Burnout es un problema real con repercusiones graves para la salud. Es necesario que las organizaciones sanitarias y los políticos sean conscientes de sus riesgos y actúen en su prevención puesto que las consecuencias para la organización son devastadoras: aumento del absentismo, bajas laborales, disminución de la calidad asistencial, entre otras. El burnout puede llegar a ser contagioso en el sistema, lo que exige una buena gestión de recursos humanos y determinados elementos que son necesarios para crear un ambiente de trabajo positivo, entre los que estarían: dotación adecuada de personal, cargas apropiadas de trabajo, correcta adaptación al nuevo puesto de trabajo, además de ofrecer formación específica para poder afrontar eficazmente los desafíos que ha generado y genera la atención a la pandemia derivada de la COVID-19.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Zuluaga PA, Moreno S. Relación entre síndrome de burnout, estrategias de afrontamiento y engagement. Psicología desde el Caribe. Universidad del Norte. 2012 Ene-Abr; 29(1): 205-227.
  2. Raquel Alba Martín. Burnout en enfermería: prevalencia y factores relacionados en el medio hospitalario. Rev Cient Sociedad Española Enfermería Neurológica. 2015;41(1):9-14.
  3. Alharbi J, Jackson D, Usher K. The potential for COVID-19 to contribute to compassion fatigue in critical care nurses. J Clin Nurs. 2020;29:2762-4.
  4. Militza Saraí Rendón Montoya et al. Síndrome de burnout en el personal de enfermería de unidades de cuidado crítico y de hospitalización. Revista electrónica trimestral de enfermería. Nº 59. 2020:479-492
  5. M Dolores Torres Moreno-Cid, Sara Sánchez Castro, Ana Belén Salamanca Castro. Revista Enfermería Docente 2015; julio-diciembre (104): 39-43.
  6. Manzano G. Síndrome de burn out y riesgos psicosociales en personal de enfermería: prevalencia 
e intervención. Inform psicol. 2008; 91-92: 23-31.
  7. Elsevier España. Pandemia de la COVID-19: efectos en la salud mental de los profesionales sanitarios. Atención Primaria 54(2022)1-3.
  8. Raimundo Nonato Silva-Gomes y Vânia Thais Silva-Gomes. Pandemia de la COVID-19: síndrome de Burnout en profesionales sanitarios que trabajan en hospitales de campaña en Brasil. Enfermería Clínica 31 (2021):126-131.

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