Cómo ha afectado la Covid-19 a la salud mental del personal sanitario. ¿volveremos a ser los mismos?

27 abril 2023

AUTORES

  1. Natalia Barbastro Crespo. Enfermera en Hospital Clínico Universitario, Zaragoza.
  2. Beatriz Palau Fumanal. Enfermera en Hospital Clínico Universitario, Zaragoza.
  3. Cristina Amo Nadal. Enfermera en Hospital Clínico Universitario, Zaragoza.
  4. María Castán Merino. Enfermera en Hospital Clínico Universitario, Zaragoza.
  5. María Pilar Pérez Bartolomé. Enfermera en Hospital Clínico Universitario, Zaragoza.
  6. Romina Altadill Arrufat. Enfermera en Hospital Clínico Universitario, Zaragoza.

 

RESUMEN

Los coronavirus son una familia de virus que pueden causar enfermedades como el resfriado común o el síndrome respiratorio agudo grave. En 2019 se identificó un nuevo coronavirus como la causa del brote de una enfermedad que se originó en China.

El virus se conoce como coronavirus 2 del síndrome respiratorio agudo grave (SARS-CoV-2). La enfermedad que causa se llama COVID-19. En marzo de 2020, la Organización Mundial de la Salud (OMS) declaró el brote de la COVID-19 como una pandemia.

La OMS emitió recomendaciones para la prevención y tratamiento del virus que causa. El teletrabajo, el desempleo temporal, la enseñanza en casa y la falta de contacto físico con familiares y amigos requirieron de tiempo para adaptarnos a estos cambios en los hábitos de vida y enfrentarnos al temor de contraer la COVID-19 y sobre todo la preocupación por las personas próximas más vulnerables, y resultó especialmente duro para el personal sanitario que ha visto durante mucho tiempo cómo personas fallecían sin ni siquiera poder despedirse de sus seres queridos.

 

PALABRAS CLAVE

COVID-19, salud mental, personal sanitario.

 

ABSTRACT

Coronaviruses are a family of viruses that can cause illnesses such as the common cold or severe acute respiratory syndrome. In 2019, a novel coronavirus was identified as the cause of a disease outbreak that originated in China.

The virus is known as severe acute respiratory syndrome coronavirus 2 (SARS-CoV-2). The disease it causes is called COVID-19. In March 2020, the World Health Organization (WHO) declared the COVID-19 outbreak a pandemic.

The WHO issued recommendations for the prevention and treatment of the virus it causes. Teleworking, temporary unemployment, home schooling, and the lack of physical contact with family and friends required time for us to adapt to these changes in life habits and face the fear of contracting COVID-19 and, above all, concern for the most vulnerable people close to them, and it was especially hard for health personnel who have seen for a long time how people died without even being able to say goodbye to their loved ones.

 

KEY WORDS

COVID-19, mental health, health personnel.

 

INTRODUCCIÓN

El objetivo de este artículo monográfico es recopilar información sobre cómo ha afectado la COVID-19 en la salud mental de la población y en especial del personal sanitario que ha estado en primera línea de lucha frente a la infección.

Para la realización del siguiente trabajo se ha realizado una búsqueda sistemática en las mejores bases de datos y se ha llevado a cabo una lectura exhaustiva de diversos artículos de revistas sanitarias que hablan sobre este tema.

En la pandemia de la COVID-19, el personal sanitario se ha enfrentado a situaciones muy estresantes, tales como jornadas laborales prolongadas, sobrecarga de trabajo, instrucciones y medidas de seguridad estrictas, necesidad permanente de concentración y vigilancia, escasez de EPIS y reducción del contacto social, además de tener que realizar tareas para las que muchos no estaban preparados1,2.

En esta situación se puso en riesgo tanto su salud física como la mental, dando lugar a la posible aparición de síntomas de ansiedad, depresión o trastornos por estrés postraumático e incluso suicidio derivados de la compasión hacia los pacientes que están atendiendo3.

En las investigaciones previas sobre epidemias, ya se han observado reacciones psicológicas adversas entre los y las trabajadoras sanitarias. Estos estudios mostraron que dichos trabajadores temían el contagio y la infección de sus familiares, amistades y compañeros, y sentían incertidumbre y estigmatización, lo que podría derivar en consecuencias psicológicas a largo plazo4. Además, tal como se ha demostrado en el contexto de otras epidemias, el estrés y la ansiedad entre el personal no solo influyen directamente en su salud, sino que indirectamente afectan al sistema sanitario al dejar de acudir al trabajo como consecuencia de ello5.

Otro aspecto que puede estar alterado por la sobrecarga de trabajo es el sueño, que ha mostrado ser un indicador clave de la salud6, ya que además de mejorar la eficacia y el trato a pacientes, mantiene una función inmunológica óptima para prevenir las infecciones7. A todo ello, habría que sumar la compleja relación entre estas variables. Por un lado, existe evidencia de que el estrés funciona como detonante de los síntomas de ansiedad y depresión en personal sanitario joven8. En el contexto de la pandemia de la COVID-19, tanto la sobrecarga de trabajo como el miedo a la posible infección podrían estar generando y aumentando los niveles de estrés9. Además, la incidencia de estos síntomas, por ejemplo, la de la ansiedad, suele ser mayor en el personal médico femenino que en el masculino5.

Actualmente, tras la pandemia de la COVID-19 en España, existe preocupación sobre todas estas cuestiones y en especial sobre el desajuste psicológico y la recuperación del personal sanitario que ha tratado a pacientes con este virus10, aunque, por el momento, hay muy pocas investigaciones al respecto.

 

¿Qué es la salud mental?

Es el estado de bienestar en el que el individuo hace frente al estrés habitual de la vida familiar y comunitaria, como consecuencia de las capacidades de la persona, y que constituye parte fundamental de la salud pública. Por tanto, la promoción de la salud y prevención de los problemas o trastornos mentales, no debe separarse de la salud en general. La salud mental es una parte fundamental para la salud pública por la frecuencia de presentación de los trastornos mentales, independientemente del nivel socioeconómico o área geográfica, representando un costo económico y emocional considerable para la persona y su entorno, y coexistiendo además con enfermedades físicas del individuo11.

 

Problemas de salud mental en el personal de sanitario:

La realidad de la pandemia por COVID-19 es que ha comprometido el estado mental de la población en general, sin embargo, un grupo especialmente afectado es el de los profesionales sanitarios, situados al frente de la defensa contra el virus SARS-CoV-2. El impacto en el bienestar mental en este grupo de profesionales se ha visto muy alterado por esta condición, presentando niveles medios-altos de ansiedad, depresión, nerviosismo e insomnio12. Además, presentan un mayor riesgo de infectarse y de estar expuestos a estrés, turnos prolongados, carga de trabajo excesiva, recibiendo en muchos casos capacitación inadecuada y equipo de protección personal escaso. El personal sanitario constantemente se enfrenta a situaciones sin precedentes, como la distribución de recursos insuficientes a pacientes igualmente necesitados, brindando cuidados con recursos limitados y falta de medicación específica. Adicionalmente a esta situación, un número cada vez mayor de profesionales en salud están siendo infectados con COVID-19, generándoles una preocupación directa por el riesgo a sus complicaciones, y un miedo indirecto a transmitir el virus a su entorno familiar, social y laboral, lo que conduce a un aumento de las medidas de aislamiento con peores resultados psicológicos13-14. La aparición en los medios de comunicación televisivos, radiales, digitales e impresos de información no supervisada y rumores que circulan entre el público, mencionando a la COVID-19 como una enfermedad inventada o una conspiración, genera sentimientos como la ira y negación en parte de la población, que desafía las reglas establecidas por las autoridades sanitarias, negándose a cumplir con las medidas preventivas impuestas, y aumentado así el riesgo de propagación de la infección y la carga de trabajo en los hospitales15.

 

Síndrome de Burnout:

Definido como la presencia de un conjunto de manifestaciones psicológicas, como ser: aumento de la paranoia, ira, frustración y altos niveles de agotamiento emocional, presentándose en algunos casos junto a síntomas similares a la depresión o aunadas a una depresión franca, y que generalmente se manifiesta al interrumpir los mecanismos de acomodación ante situaciones laborales con tensión sostenida. Este síndrome es considerado como un medidor del estrés en el ámbito profesional, y si bien comprende todos los síntomas mencionados anteriormente, tres criterios principales son tomados en cuenta para considerarse como un Síndrome de Burnout verdadero: el cansancio emocional, la despersonalización del individuo y la reducida percepción de realización personal16,17. Dentro de la población, dos grupos son especialmente susceptibles para el desarrollo de este síndrome: los profesionales en salud de primera línea, a cargo del tratamiento de los pacientes con enfermedad por coronavirus; y un grupo secundario a menudo no tomado muy en cuenta: los médicos en formación, teniendo este último una prevalencia mundial de 44%, según Frajerman et al.18.

 

Ansiedad:

Es una respuesta adaptativa de la existencia humana, que podría tornarse patológica, y que alude a un estado de agitación e inquietud desagradable, caracterizado por la anticipación de peligro, y se caracteriza por la presencia de síntomas psíquicos y la sensación de peligro inminente, es decir, una combinación de síntomas cognitivos y fisiológicos, manifestando una reacción de sobresalto, donde el individuo trata de buscar una solución a una probable amenaza. Los síntomas de ansiedad son más frecuentes en las mujeres que en los varones19,20.

 

Síndrome trastorno de estrés postraumático:

Es la variación del sentido, percepción o conducta luego de un evento imprevisible que amenaza el bienestar y/o la vida del individuo y rebasa sus expectativas ocasionando una alteración en su comportamiento, pero con la posibilidad de recuperar su estado inicial. La respuesta del individuo suele incluir miedo, desesperación y consternación. El cuadro clínico incluye como características principales: 1) la reexperimentación del suceso traumatizante, como pesadillas, imágenes y recuerdos; 2) la evasión de sitios o realidades relacionadas al hecho traumatizante, además de reacciones de terror, dolor y desinterés; y 3) una condición de hiperexcitación, que afecta sus respuestas, ocasionando dificultad para concentrarse, y presentando un comportamiento irritable, furia e insomnio, con posible estado de hipervigilancia21.

 

Síndrome de estrés traumático secundario:

Son emociones y conductas que se presentan en una persona luego de percatarse de un evento traumatizante sufrido por otro individuo, hecho que ocasiona un deseo de mitigar el sufrimiento ajeno o solucionar el problema, produciendo alteraciones cognitivas, conductuales, afectivas y físicas. El individuo también sufre el siguiente cuadro clínico: 1) la reexperimentación del episodio traumatizante, 2) la evasión y entorpecimiento, 3) hiperactivación e hipervigilancia. Datos sugieren que la prevalencia de este síndrome puede ser mayor en profesionales sanitarios, esto debido al trabajo que realizan con víctimas de traumas, hecho por el cual aplican la empatía para entender el proceso del afectado, su magnitud y realizar un tratamiento adecuado. Pero por esta labilidad emocional podrían presentar un cuadro clínico semejante al del agraviado21.

 

Depresión:

La depresión es un trastorno psiquiátrico caracterizado generalmente por la presencia de un estado anímico decaído, anhedónico, vacío e irritable, acompañado de cambios somáticos y cognitivos que afectan significativamente las capacidades funcionales de un individuo. Experiencias previas nos enseñan que enfermedades ampliamente extendidas como el brote de Ébola en Sierra Leona en el año 2015, causan un sin número de enfermedades mentales22, donde la depresión fue prevalente, además de la ansiedad y el estrés postraumático, síntomas fuertemente enraizados en la actual pandemia, tal como lo podemos evidenciar por la triada psiquiátrica vista por primera vez en trabajadores de salud en China que se compone de: depresión, estrés y ansiedad, síntomas apreciados en todo el personal de salud que ha estado debajo de la presión del manejo de la pandemia y el tratamiento de pacientes23.

 

Suicidio:

La conducta suicida es el acto humano de autolesionarse, determinado por diversos factores y problemas psicosociales, familiares, laborales, biológicos realizados con la finalidad de terminar con la vida24,25. El suicidio constituye un problema dentro de la salud pública que ha estado presente desde tiempos inmemorables, afectando mayormente a poblaciones de alto riesgo como: los ancianos, adolescentes, jóvenes24-25, e incluyendo en la pandemia actual a nuevos grupos en riesgo: el personal sanitario, personas con trastornos psiquiátricos previos, personas expuestas a la inseguridad económica y personas que tienen un familiar o conocido que falleció por la enfermedad de COVID-19. Según las características del riesgo que presente la conducta que tenga el individuo, podemos clasificar la gravedad del intento suicida en: leve, moderado, grave y extremo, lo que nos sirve para proporcionar un diagnóstico apropiado24.

 

Impacto de la infección por SARS-CoV-2 sobre la salud mental:

La pandemia ha cambiado las prioridades de la población general, pero también está desafiando la práctica clínica habitual de los profesionales de la salud, incluida la de los psiquiatras y otros profesionales de la salud mental26. Es previsible que el número de personas que necesitarán ayuda psiquiátrica y psicológica vaya a aumentar en los próximos meses, lo que conllevará, necesariamente, un replanteamiento del modelo actual27. Desde un punto de vista psicopatológico, la pandemia actual es una forma relativamente nueva de estresor o trauma, tanto para la población como para los profesionales de la salud28. La COVID-19 genera preocupaciones de pánico generalizado y ansiedad creciente y, aunque los efectos del coronavirus en la salud mental no se han estudiado sistemáticamente, se anticipa que la COVID-19 tendrá efectos ondulantes. Además, es sabido que dicha preocupación puede exacerbar y agravar síntomas de ansiedad y depresión en personas más vulnerables o con un diagnóstico de enfermedad mental29. Ante la presencia de una nueva enfermedad emergente, las noticias sobre el número de muertos, la aceleración del número de casos nuevos y la atención expansiva de los medios de comunicación pueden aumentar los temores, frustraciones, impotencia y ansiedad de la gente por la situación30. De este modo, se han descrito diferentes alteraciones psicológicas, entre las cuales las más comunes son: preocupaciones, ansiedad, alteraciones del estado de ánimo, falta de sueño y creencias hipocondríacas. Los sentimientos generalizados de desesperanza, incertidumbre y miedo tienden a estar muy presentes en la sociedad como resultado de que la vida tal y como la conocemos cambia. Estos sentimientos pueden surgir de una mayor amenaza percibida, lo que impulsa comportamientos en busca de la seguridad en los individuos y en la propia comunidad que pueden ser desadaptativos. Entre los mismos se incluyen la hipervigilancia (es decir, un constante estado de alerta a los peligros potenciales) y la evitación (es decir, permanecer alejados del peligro). El miedo y el pánico intensos también se utilizan a veces como excusa, aunque a menudo de forma involuntaria, para llevar a cabo comportamientos discriminatorios injustificados como la xenofobia y la estigmatización, o la acumulación indiscriminada de suministros31. Por esta razón, dado que la ansiedad, la ira y el estrés son reacciones normales a eventos extremadamente adversos tales como la pandemia de la COVID-19, es importante que se brinde una intervención temprana de atención en salud mental para prevenir la aparición de alteraciones mentales a largo plazo31. Aunque toda la población puede verse afectada por los impactos psicológicos de la COVID-19, algunos grupos pueden ser más vulnerables (tabla 2), entre los cuales se encuentran los ancianos con multicomorbilidades, los niños y las mujeres confinados en casa que sufren violencia doméstica, las personas con problemas mentales preexistentes o personas con problemas de salud, personas con dificultades en el aprendizaje que podrían verse afectadas por la interrupción del apoyo y por la soledad, trabajadores sanitarios en primera línea que pueden verse afectados por el miedo a la infección y grupos de población en riesgo de exclusión o con dificultades socioeconómicas29 .

 

Intervenciones para reducir el impacto psicológico:

En este apartado citaremos las intervenciones psicológicas dirigidas a conservar la salud mental del profesional sanitario recopiladas en la literatura científica. Nos basaremos en el modelo de Tomlin et al. del año 2020 que comprende cuatro fases32:

1. Fase de preparación: continuamos en pandemia, pero no hay rebrote.

2. Prefase: indicios de rebrote, pero no hay casos en la unidad.

3. Fase principal: hay casos en la unidad del profesional.

4. Fase fin de casos: fin de casos de COVID-19 en la unidad.

En cada fase se hará una recopilación de las recomendaciones para el personal sanitario (como individuo) y para la institución/unidad (como equipo). La clasificación de las recomendaciones por fases es solo orientativa, pueden aplicarse a conveniencia. Las fases no tienen porqué cumplirse linealmente y actúan de forma cíclica; es decir, después de la fase de fin de casos puede venir la fase de preparación y, a continuación, la prefase, dependiendo del desarrollo de la pandemia.

 

Fase de preparación:

La pandemia continúa, pero no hay rebrote.

Recomendaciones individuales

  • Señales a tener en cuenta:

Puede sentirse más preocupado con los problemas actuales y los posibles32.

Las preocupaciones previas a la pandemia y las debidas a la pandemia pueden aumentar en intensidad. El alcance de la crisis de la COVID-19 se produce a muchos niveles, no solo en el sanitario32.

  • Actuaciones recomendables:

Autorreflexión: conozca las propias necesidades y fortalezas. Comparta con alguien de confianza para planificar y preparar32,33.

Conozca, en la medida de lo posible, cómo va a responder la institución en caso de rebrote32.

Identificación y comprensión de sus desencadenantes de estrés y estrategias de afrontamiento que tiene para abordarlos32.

Recomendaciones institucionales

  • Señales a tener en cuenta:

Aprender de las experiencias pasadas para mejorar la respuesta institucional a la pandemia32.

Ser sensibles a los cambios en la comunicación del equipo, a la tensión en el ambiente y a la aparición de dificultades relacionales32.

  • Intervenciones recomendables:

Mantra: «está bien no estar bien» («it´s ok to not to be ok») 32.

Liderazgo visible e inclusivo: estar disponible; brindar apoyo; guiar al personal a los recursos que necesite; tolerar y gestionar la incertidumbre propia y del equipo; ser compasivo con uno mismo y con el equipo; transmitir confianza en el equipo32,34.

Prevención primaria33:

1. Reconocer algún miembro del equipo más vulnerable en cuanto a dificultades de salud mental y/o física.

2. Reconocer miembros con cargas familiares y/o laborales más difíciles.

3. Reconocer miembros con experiencias traumáticas recientes.

4. Fomentar el apoyo entre compañeros32,33,35.

5. Fomentar la puesta en marcha de planes para el bienestar y la resiliencia.

6. Programas de formación sobre signos y síntomas preocupantes del estrés y estilos de afrontamiento saludables32,33.

7. Analogía del paracaídas: el apoyo del equipo como amortiguador del impacto psicológico32.

 

Prefase:

Hay noticias de rebrotes, pero aún no hay casos en la unidad en la que trabaja el profesional sanitario.

Recomendaciones individuales

  • Señales a tener en cuenta:

1. Los miedos y ansiedades están justificados y son naturales frente a una amenaza de esta envergadura32.

2. Cuando aparece la ansiedad es posible que se reduzca la capacidad de pensar claramente y de planificar con anticipación. Puede aparecer una sensación de sentirse abrumado32.

  • Intervenciones recomendables:

1. Evite la ansiedad anticipatoria. No piense en posibles tareas y escenarios futuros catastróficos. Céntrese en el cumplimiento de las competencias del momento32,33.

2. Sea consciente de que debe administrar su salud mental y física con especial cuidado en una situación así32.

3. Utilice estrategias de afrontamiento positivo que le hayan funcionado en el pasado. Evite estilos de afrontamiento nocivos como fumar o beber en exceso y las drogas que alteran el estado de ánimo32.

Recomendaciones institucionales

  • Señales a tener en cuenta:

1. Ser sensibles al aumento de la ansiedad en el equipo32.

2. El miedo y la ansiedad pueden amplificarse dentro de un entorno grupal y contagiarse entre los miembros del equipo. Es importante explicitarlos, canalizarlos y tenerlos en cuenta para la organización32.

3. Ser sensibles a las preocupaciones expresadas por el grupo en brotes previos y en la fase de preparación para estructurar el trabajo32.

  • Intervenciones recomendables:

1. Comunicación fluida del líder con su equipo sobre cuál es el panorama del momento32.

2. El líder debe cuidar de que su equipo se centre en el aquí y el ahora para evitar ansiedades anticipatorias32.

3. A diferencia de la respuesta individual, la respuesta institucional sí debe anticipar escenarios futuros32.

4. Organizar la respuesta del equipo a la llegada de casos de COVID-19: acceso a EPI, acceso a camas y redistribución de recursos32,33.

5. Apoyar enfoques de trabajo flexibles32.

6. Asegurar que líderes y gerentes también tienen en cuenta sus necesidades individuales y gestionar sus demandas. Prepararlos para los altos niveles de estrés que sufrirán32.

 

Fase principal:

Hay casos de COVID-19 en la unidad donde trabaja el profesional.

Recomendaciones individuales

  • Señales a tener en cuenta:

1. La ansiedad aumenta y se suma el miedo relacionado con contagiarse32.

2. Aparece la sensación de no poder desconectar y la preocupación por lo que sucede en otras áreas relacionadas con la COVID-1932.

3. Agotamiento físico y mental. Más intensidad en las emociones, irritabilidad, pensamientos negativos frecuentes, preocupaciones y miedo al fracaso o a hacer cosas incorrectamente32.

  • Intervenciones recomendadas:

1. Mantra: «está bien no estar bien» («it´s ok to not to be ok»)32.

2. Mejore la autocompasión (los estados emocionales negativos intensos siempre nos vuelven más críticos con nosotros mismo y con los demás). Para hacerlo intente imaginar que está hablando con un amigo, ¿qué le diría si se sintiera como se siente usted?32.

3. Identifique actividades que le tranquilizan y que puede practicar con facilidad: ver películas, leer, cocinar, dar un paseo, etc. Organícese para llevarlas a cabo32.

4. Practique mindfulness para mejorar su regulación emocional. Existe evidencia científica que avala el uso de esta técnica en momentos de alto malestar emocional. Hay muchas formas de practicarlo, usando aplicaciones del móvil y/o videos de YouTube32.

5. Esté en el aquí y ahora. Haga un balance de lo que está sucediendo a su alrededor y regrese a lo que esté haciendo. Pueden ser de ayuda técnicas de respiración sencillas como inhalar 2 segundos, aguantar 2 segundos, exhalar completamente, repetir 3 veces32.

6. Cuando esté en casa descanse lo máximo posible. Evite el exceso de noticias sobre la COVID-19 y el exceso de consumo de redes sociales32.

7. Manténgase conectado con su red de apoyo social y familiar, aunque sea de modo virtual32.

8. Adopte hábitos de vida saludable32: cuide su salud física; aliméntese de forma equilibrada; evite el consumo de drogas; organícese para respetar los horarios de sueño; haga ejercicio físico y mantenga una rutina tanto como le sea posible.

9. Escriba una lista que cosas que le gustaría hacer durante sus descansos y llévela a cabo32.

10. Actúe de manera opuesta, consuma productos de entretenimiento divertidos (comedias, series y canciones alegres, etc.)32.

Recomendaciones institucionales:

  • Señales a tener en cuenta:

1. Ser sensibles al alto riesgo de impacto en el bienestar del personal. Percibir el miedo al contagio. Detectar si están sucediendo situaciones de pánico en el personal. Detectar síntomas de estrés elevado y síntomas de TEPT en el equipo. Detectar si hay trabajadores que también sufren angustia en casa32.

2. Tener en cuenta que probar cosas nuevas, cambiar demasiado de modelo de trabajo y repetir tareas es una pérdida de tiempo y de eficacia. El personal del equipo puede resentirse con estos cambios32.

  • Intervenciones recomendadas:

1. Mantra: «está bien no estar bien» («it´s ok to not to be ok»)32.

2. Acceso garantizado a EPI adecuados32.

3. Asegurar una formación adecuada para el desempeño de la tarea32.

4. Proporcionar espacios protegidos para descansar/relajarse/llorar.

5. Fácil acceso a comida y bebida durante las 24 horas.

6. Proporcionar apoyo psicológico a pacientes y familiares es clave para el bienestar del personal.

7. Dar a conocer los cauces para contactar con el servicio especializado en psicología y psiquiatría32.

8. Asegurar los descansos del personal y la rotación adecuada de los profesionales32.

9. Liderazgo presente y visible32.

10. Los líderes deben ser modelos a seguir en relación con cómo esperan que se comporte el personal: salud, cuidado del bienestar y uso apropiado de los EPI32.

11. Proporcionar regularmente información oportuna, precisa y basada en la evidencia sobre el virus y la respuesta del hospital ante los diferentes escenarios32.

12. Enmarcar la actuación contra la COVID-19 como un desafío en el que crecer y desarrollarse32.

13. Dar autonomía al personal y permitirles aportar algo en la toma de decisiones cuando sea posible32.

14. Eliminar todos los obstáculos burocráticos posibles para darle fluidez y flexibilidad al trabajo32.

15. Permitir reuniones virtuales y teletrabajo como alternativa al desempeño laboral32.

16. Si algún trabajador ha sufrido algún evento traumático, no interrogarle al respecto (no debriefing). Limitarse a un acompañamiento con disponibilidad para la ayuda que necesite32.

17. Fomentar el apoyo entre pares. Vincular durante la jornada laboral a trabajadores con más experiencia con otros más noveles32.

18. Proporcionar un espacio para que las personas compartan sus preocupaciones, necesidades y sentimientos. Si es necesario orientarlos a servicios de primeros auxilios psicológicos32.

19. Prácticas de mindfulness en el mismo lugar de trabajo32.

 

Fase final y a largo plazo:

Se mantiene estable la ausencia de casos de COVID-19 en la unidad.

Recomendaciones individuales:

  • Señales a tener en cuenta:

1. Sensación de fracaso como profesional y/o como persona, indiferencia al trabajo o a la vida familiar. Miedo a ir al trabajo o a lugares concurridos. La preocupación de una nueva oleada le consume mentalmente. Evitación de ciertos procedimientos clínicos, ansiedad en el trabajo32.

2. Burnout, agotamiento mental y físico extremo, ánimo bajo, oleadas de ansiedad, incluidos ataques de pánico, flashbacks y reminiscencias de la crisis. Embotamiento afectivo, anestesia emocional32.

  • Intervenciones recomendadas:

1. Mantra: «está bien no estar bien» («it´s ok to not to be ok»)32.

2. Si siente los síntomas especificados en el apartado anterior, busque ayuda, dígalo y, si tiene problemas, considere la terapia psicológica de apoyo. No es un signo de debilidad sino una «cicatriz mental» que deja un momento difícil32.

3. Si los problemas persisten en el trabajo y/o en el hogar, busque un apoyo psicológica o psiquiátrico32.

Recomendaciones institucionales:

  • Señales a tener en cuenta:

1. Personal con síntomas duraderos de TEPT no procesado naturalmente (hiperexcitación, alteración del sueño, flashbacks, etc.)32.

2. Personal con evitación de ciertos procedimientos y situaciones clínicas32.

3. Ansiedad excesiva de nueva oleada32.

4. Aumento de enfermedad entre el personal32.

5. Problemas de retención del personal32.

  • Intervenciones recomendadas:

1. Dejar tiempo para procesar y reiniciar32.

2. Crear confianza en que en caso de una nueva oleada de COVID-19 o similar en el futuro, el servicio estará equipado y listo a través de una fase de preparación32.

3. Agradecer, reconocer y premiar al personal32.

4. Orientar a servicios especializados a los pacientes con síntomas de TEPT u otros cuadros psicopatológicos graves32.

5. Mantra: «Puede que esto se acabe, pero no se olvida»32.

 

CONCLUSIONES

El deterioro de la salud mental es un problema de salud pública que ha aumentado de manera alarmante en el mundo.

La pandemia de Covid-19 y el confinamiento han tenido un gran impacto en la vida de las personas en términos sanitarios, económicos, laborales y sociales, sobre todo en aquellas personas vulnerables como son personas con enfermedades crónicas, embarazadas, niños, ancianos y discapacitados), consecuentemente aumentando la ansiedad, depresión, soledad, insomnio e incluso llevando a situaciones extremas de tristeza, desesperanza y suicidio.

En el área de la salud mental ya se han visto las primeras consecuencias, pero aún es pronto para identificar el impacto a largo plazo en el desarrollo de trastornos mentales.

Es muy importante la detección precoz de consecuencias negativas en la salud mental de pacientes, familiares y profesionales, así como evaluar la efectividad de las intervenciones preventivas establecidas en la pandemia.

 

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