AUTORES
- Elena Galindo Lalana. MIR Pediatría Hospital Clínico Universitario “Lozano Blesa” Zaragoza.
- Carlos Galindo Lalana. Graduado en Biotecnología. Universidad de Zaragoza.
- Diego Calvo Tesán. Grado en Historia. Universidad de Zaragoza.
- Carlos García Naranjo. Graduado en enfermería. Centro de Salud San José Centro. Zaragoza.
- María Pilar Lalana Josa. Pediatra. Centro de Salud “San José Centro”. Zaragoza.
RESUMEN
Cuando se establece el diagnóstico de dislexia como un trastorno específico del aprendizaje de la lectoescritura siguiendo los criterios del manual DSM-5, posiblemente se ha perdido la posibilidad de intervenciones precoces y eficaces para minimizar el problema que supone este trastorno del neurodesarrollo.
El conocimiento y valoración de signos guía por los profesionales implicados, puede contribuir a adelantar la identificación de niños en riesgo, facilitar su abordaje precoz e intervenir en estos casos lo antes posible. Cuando se detectan tempranamente los trastornos disléxicos los resultados de la intervención son mucho más efectivos.
PALABRAS CLAVE
Dislexia, trastornos del aprendizaje, conciencia fonológica.
ABSTRACT
When the diagnosis of dyslexia as a specific literacy learning disorder is established according to the criterio of th DSM.5 manual, the possibility of early and effective interventions to minimize the problema posed by this neurodevelopmental disorder has possibly been lost.
The knowledge and assessment of guide signs by the professionals involved, can contribute to advance the identification of children at risk, facilitate their early approach and intervene in these cases as son as possible. When dyslexic disorders are detected early, the results of the intervention are much more effective.
KEY WORDS
Dyslexia, learning disorders, phonological awareness.
DESARROLLO DEL TEMA
DISLEXIA Y BASE NEUROBIOLOGICA:
La dislexia es el trastorno del aprendizaje más prevalente y mejor estudiado. Se caracteriza por una dificultad para la adquisición y consolidación del lenguaje escrito y la lectura, que se presenta de forma inesperada en un niño sin deficiencia intelectual o sensorial y que sigue un proceso de escolarización convencional1.
El aprendizaje de la lectoescritura es uno de los principales retos a los que se tienen que enfrentar los niños durante los primeros años de la escolaridad. La mayor parte logran superarlo sin demasiadas dificultades, pero hay un porcentaje importante que presentan serios problemas de aprendizaje, lo que probablemente les conduzca al fracaso escolar, ya que la mayor parte de los contenidos escolares se aprenden a través de la lectura2.
En este trastorno, existe una fuerte carga hereditaria. El 40% de los hermanos y entre un 30 y 50% de los progenitores de los niños disléxicos también presentaron el trastorno. Los padres a menudo se sienten identificados con las dificultades que presenta su hijo, aunque nunca hayan sido diagnosticados. Con respecto a factores ambientales cabe señalar que el hecho de ser prematuro o nacer con un peso muy bajo, acrecienta significativamente el riesgo de padecer trastorno específico del aprendizaje3.
Se han dado estimaciones muy variables de los porcentajes de dislexia, algunos autores hablan de un 17% de casos. En español, por tener un sistema ortográfico muy transparente, se estima que los porcentajes se encuentran entre el 3 y el 4%3. Investigaciones recientes han dado resultados prometedores para los genes DCDC2, KIAA0319, FOXP2, SLC2A3 y ROBO1. Sin embargo, las investigaciones futuras deberán centrarse en identificar genes no descubiertos previamente. Estudios de secuenciación y epigenética, el uso de muestras más grandes con diversas etapas de desarrollo e investigaciones longitudinales ayudaría a los investigadores a comprender los correlatos neurobiológicos de trastornos de la lectoescritura y poder mejorar la identificación temprana4. Hasta el momento las pruebas de neuroimagen no resultan útiles y a nivel funcional existen estudios de investigación que intentan identificar problemas durante el proceso lector, aunque sin resultados concluyentes5.
Se deben conocer los desafíos que van a plantear estos niños. Por un lado, se presenta la dificultad de no existir ninguna prueba ni test estandarizado que permita identificar de forma precoz al niño con dislexia. Por otro lado, se encuentra el reto de identificarlos lo más precozmente posible, dada la mayor plasticidad cerebral del niño pequeño y, por lo tanto, garantía de mejores resultados con terapias aplicadas precozmente. Aún con todo, hay que saber que se trata de un proceso crónico, que perdurará de por vida y que generalmente va acompañado de otras dificultades en el área de la velocidad de procesamiento, memoria a corto plazo, organización, secuenciación, lenguaje hablado o habilidades motrices. Todo esto comporta, si no se pone solución precozmente, problemas académicos, emocionales, sociales y económicos6. Minimizar al máximo estas dificultades es tarea de todos los agentes implicados y hacerlo de forma multidisciplinar será el objetivo principal.
DISLEXIA Y SOSPECHA PRECOZ:
Generalmente la dislexia se detecta varios años después de iniciado el aprendizaje de la lectura y escritura, cuando los niños, a pesar de tener capacidades cognitivas normales, un entorno familiar y escolar favorables, además de esforzarse por aprender, no terminan de adquirir esas destrezas. Eso conlleva un retraso en el desarrollo escolar con respecto a sus compañeros, y lo que es peor, una pérdida considerable de autoestima. Cuanto más tiempo pasa para ponerle remedio más difícil es la recuperación, ya que por una parte los niños van perdiendo motivación y cada vez sienten menos atracción por la lectura, y por otra el cerebro va perdiendo plasticidad. De hecho, cuando se detectan tempranamente los trastornos disléxicos los resultados de la intervención son mucho más efectivos7.
La conciencia fonológica es una habilidad lingüística que nos permite identificar y utilizar los distintos sonidos que constituyen el lenguaje humano, como los fonemas y las sílabas. Desde mediados del siglo pasado se sabe que se trata de un concepto estrechamente vinculado al aprendizaje de la lectoescritura. En la mayoría de las ocasiones, los niños, antes de saber leer y escribir, ya son capaces de reconocer, pensar y manejar este tipo de sonidos8.
Esta conciencia fonológica se suele desarrollar en edades tempranas y generalmente, de forma previa al aprendizaje lector, basándose en las representaciones gráficas de los sonidos. Para fomentarla, se pueden trabajar ejercicios de segmentación silábica, detección de rimas y repetición de sonidos. Exponer a los niños a un entorno lingüístico activo y rico puede contribuir al progreso de su conciencia fonológica. Al fin y al cabo, el primer nivel de conocimiento fonológico radica en la escucha. Cuando las familias leen cuentos, poemas con rimas o enseñan canciones a sus hijos están contribuyendo a despertarles la conciencia fonológica. La cuestión, en definitiva, es invitarles a jugar con los sonidos que constituyen las palabras9.
Si bien la escucha representa el primer paso, una de las cualidades más avanzadas de esta habilidad lingüística es la conciencia fonémica, que se fundamenta en el reconocimiento de sonidos individuales, es decir, fonemas. El paso definitivo es su combinación para conformar vocablos. Fonemas, sílabas y palabras son los principales niveles de adquisición de la conciencia fonológica10.
Son muchos los perfiles profesionales que deben estar atentos a la detección precoz de los niños que con mayor probabilidad van a presentar dificultades fonológicas que impliquen el posterior diagnóstico de dislexia. El ámbito sanitario y el educativo están obligados a trabajar conjuntamente.
No todos los niños que presenten indicadores de riesgo desencadenará una dislexia, dado que cada niño tiene un ritmo madurativo propio. Pero cuando determinados hitos del desarrollo no se asumen en el intervalo esperado se debe estar atento y observar de cerca su evolución. Existen retrasos en el proceso madurativo que pueden confundirse con dificultades de aprendizaje, pero en este caso, suele existir una armonía en todas las áreas de desarrollo, es decir, se detecta una inmadurez y enlentecimiento global de la evolución del niño. Sin embargo, en el caso de un futuro disléxico, su perfil es mucho más disarmónico, con áreas evolutivas adecuadas a su edad y otras en claro desfase, de tal forma que se suele percibir que el niño tiene mayor capacidad de la que puede demostrar11.
Con todo esto y dada la estrecha relación entre procesamiento fonológico y lectura y escritura, cualquier prueba, tabla de valoración, criterios establecidos, signos y síntomas de alerta que puedan ayudar a su detección van a resultar de gran ayuda para sospechar precozmente dificultades e iniciar cuanto antes un proceso de estimulación que implique resultados favorables.
Partimos de los múltiples agentes implicados en sospechar que un niño presentará dislexia en un futuro. Familias, educadores y sanitarios deberían ser capaces de detectar signos alarmantes en la adquisición del procesamiento fonológico del niño para iniciar cualquier intervención que se crea necesaria. Si los pediatras en las revisiones de salud infantil (a partir de los 2 años) y los profesores de educación infantil dispusiese de una prueba sencilla y rápida de aplicar, podrían detectar muchos de los llamados niños de riesgo y alertar sobre la necesidad de intervención logopédica con estos niños. Sin duda, se evitarían muchos trastornos en la lectoescritura. Múltiples han sido los intentos para establecer criterios comunes7,11. Hasta el momento no existe una herramienta única, validada y reconocida en todos los ámbitos para su aplicación de forma objetiva y reglada. Mientras tanto es importante conocer algunos de los protocolos disponibles que mejores resultados han dado, así como aplicar tablas con signos guía que han de alertar de la posible existencia de problemas en el procesamiento fonológico11.
DISLEXIA Y EL PEDIATRA DE ATENCIÓN PRIMARIA:
El pediatra de Atención Primaria se encuentra en una situación privilegiada para detectar niños que presenten signos que hagan sospechar la posterior aparición de dislexia. Con toda probabilidad, en estos casos, el diagnóstico de dislexia se realizará a los ocho o nueve años, cuando el niño ya presenta un retraso considerable en el aprendizaje de la lectura. Y no es que a esa edad sea tarde, pero lo ideal sería detectar este trastorno mucho antes, incluso antes de comenzar con la enseñanza de la lectura, con objeto de iniciar un entrenamiento adecuado lo más tempranamente posible y así mejorar la situación escolar futura de estos niños. Por supuesto, no podemos hacer recaer toda la responsabilidad en el pediatra. Los padres pueden ser capaces de detectar las dificultades que vayan mostrando sus hijos y la etapa de educación infantil debería ser crucial para descubrir a estos niños y poner en marcha los mecanismos necesarios para mejorar sus capacidades. El ámbito sanitario y educativo deberían unir esfuerzos y trabajar en protocolos comunes y circuitos que engloben intervenciones óptimas para minimizar sus dificultades. Según estas premisas los profesionales implicados deberán estar especialmente atentos a los signos, síntomas, rasgos y conductas (Tabla 1).
Siguiendo esta línea, últimamente se ha investigado mucho en los niños de riesgo de padecer dislexia, con el fin de detectar precozmente a aquellos en los que se encuentran problemas en el procesamiento fonológico, es decir, dificultades para segmentar el habla en diferentes unidades (morfemas, sílabas, fonemas…), conocer la representación gráfica de los fonemas y automatizarlos antes de iniciar el proceso de la lectura12.
La consulta de pediatría de atención primaria tiene la ventaja de la cercanía a la familia, conocimiento del entorno familiar, habitualmente un ambiente de confianza y complicidad, posibilidades de seguimiento evolutivo y poder potenciar el nexo necesario entre el ámbito sanitario y educativo que ponga en marcha las herramientas necesarias, lo más precozmente en posible, en niños en riesgo de dislexia13.
El mayor problema asociado a esta situación parte de la falta de tiempo y la carga de trabajo. Por estas circunstancias, puede resultar de gran utilidad una prueba de diagnóstico precoz para la revisión de salud infantil que se realiza a los 4 años de edad y que permite predecir las dificultades en el aprendizaje de la lectura y la escritura. Está recomendada por la Asociación Española de Pediatría de Atención Primaria en sus algoritmos de decisión. Se trata de un test de detección temprana que ha mostrado una buena fiabilidad y una alta validez. Consta de 6 subáreas con 5 ítems cada una y se puede realizar en menos de 10 minutos. Tiene el objetivo de detectar tempranamente a los niños de riesgo de sufrir alteraciones en el aprendizaje y alertar sobre la necesidad de intervención logopédica si se considera oportuno7,14,15.
CONCLUSIONES
Es muy importante conocer que las dificultades fonológicas pueden ser un indicativo de una posible dificultad lectora o expresiva en un niño. Por este motivo, el trabajo pedagógico de áreas asociadas con la conciencia fonológica puede ayudar a mejorar en el ámbito de la lectoescritura, y viceversa. En el caso de la dislexia, por ejemplo, la conciencia fonológica es fundamental.
Cuanto más tiempo pasa para ponerle remedio más difícil es la recuperación, ya que por una parte los niños van perdiendo motivación y cada vez sienten menos atracción por la lectura, y por otra el cerebro va perdiendo plasticidad. De hecho, cuando se detectan tempranamente los trastornos disléxicos los resultados de la intervención son mucho más efectivos.
Dada la estrecha relación entre procesamiento fonológico, lectura y escritura, el procesamiento fonológico es, sin duda, el mejor predictor del aprendizaje lectoescritor. Está demostrado que el entrenamiento en habilidades fonológicas mejora considerablemente el aprendizaje de la lectura y escritura.
A la vista de estos resultados parece fundamental poder detectar tempranamente a los niños en riesgo de sufrir alteraciones en el aprendizaje de la lectura, antes incluso de que se comience la enseñanza formal de la misma. La familia, los pediatras y educadores deberán estar alerta para detectar la necesidad de intervención logopédica con estos niños. Sin duda, se evitarían muchos trastornos en la lectoescritura.
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(Tabla 1) Signos y síntomas que pueden presentar niños en riesgo de dislexia (modificado de Protocolos de dislexia PRODISLEX).
De forma general:
Dificultades en la velocidad de procesamiento, le cuesta comprender instrucciones en varias etapas. Tiene excelente memoria para hechos, caras y lugares vividos, mientras que la memoria a corto plazo de lo aprendido el día anterior o hechos que no ha experimentado es mala. Puede presentar dificultades lingüísticas generales tales como: retraso simple del lenguaje, pobreza de vocabulario, escasa comprensión y expresión, pobre narración de sucesos, frases escasamente estructuradas, relatos desestructurados e incomprensibles, etc. |
De forma específica especial atención a dificultades en el procesamiento fonológico:
Dificultad para articular o pronunciar palabras. Si confunde palabras con pronunciación similar. Si traspone las letras, cambia el orden e invierte números. Si confunde letras, cambia sílabas y sustituye unas palabras por otras. Dificultad para automatizar sonido y grafía. Hace inversiones, omisiones, adiciones y/o sustituciones de letras y palabras. Dificultad para segmentar y unir sonidos. Dificultad para aprender rimas sencillas de la infancia, aprender canciones, seguir ritmos musicales, seguir instrucciones. |
De forma paralela atender posibles dificultades coexistentes:
Confusión del vocabulario y los conceptos espaciales: derecha-izquierda, arriba-abajo, etc. Confusión del vocabulario y los conceptos temporales: hoy, mañana, antes, después, ahora, luego, primero, etc. Dificultad para aprender rutinas. Dificultad para recordar el nombre de las cosas (colores, formas, nombres de amigos…). Dificultad con las secuencias (días de la semana, meses del año, números…) Pobreza en el dibujo de la figura humana. Dificultades en la conciencia del esquema temporal. Puede presentar dificultades en las habilidades motoras finas/gruesas (atarse los cordones, coger el lapicero, mantener el equilibrio, patinar, ir en bicicleta…). Malestar o rechazo ante las tareas escolares. |
De forma añadida detectar comorbilidades asociadas
Déficit de atención con/sin hiperactividad. Dificultades en la integración social. Dificultades en la coordinación óculo-manual. Dificultades de memoria a corto plazo y trastorno del aprendizaje. Dificultades en la comprensión lectora que aparecerán en etapas más tardías. |