AUTORES
- Ana Lear Claveras. Enfermera Centro de Salud de Ejea de los Caballeros. Zaragoza.
- Alberto Maldonado Lario. Enfermero Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.
- Laura Cetina Pérez. Enfermera del Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa. Zaragoza.
- María del Carmen Echeverría Sánchez. Enfermera Hospital Universitario Miguel Servet. Zaragoza.
- Rocío Maldonado Lario. Enfermera Hospital Ernest Lluch. Calatayud.
- Manuel Manzano Viñuales. Enfermero Hospital Hernán Cortés Miraflores. Zaragoza.
RESUMEN
Introducción: Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarase la enfermedad del coronavirus como pandemia en marzo de 2020, la población mundial ha estado expuesta a acontecimientos muy estresantes. En un intento por aplanar la curva de contagios, los gobiernos de muchos países promulgaron medidas restrictivas basadas en la limitación de movilidad y el confinamiento domiciliario. Esta cuarentena nacional que resultó útil para frenar la propagación del virus, podría haber tenido un importante impacto en la salud mental de la población, particularmente en las mujeres españolas quienes ya antes de la pandemia tenían patrones de consumo muy superiores a la media Europea.
Objetivo: Realizar una revisión de la literatura sobre la influencia de la pandemia en el consumo de ansiolíticos y antidepresivos en España.
Metodología: Para la elaboración de este trabajo, se realizó una búsqueda de bibliografía y estudios científicos sobre el impacto de la pandemia en la salud mental de la población española y en el consumo de fármacos ansiolíticos y antidepresivos.
Conclusión: No se han recuperado artículos sobre el impacto de la pandemia en el consumo de fármacos ansiolíticos y antidepresivos en nuestro país. No obstante, suficiente evidencia pone de manifiesto las consecuencias negativas del confinamiento sobre la salud mental de la población Española. Esto sumado a los efectos psicológicos negativos resultantes del devastador impacto de la Covid – 19 en la economía, podrían vaticinar el desarrollo en paralelo de una crisis de salud mental; lo que podría pronosticar un incremento a corto – medio plazo del consumo de ansiolíticos y antidepresivos en nuestro país, especialmente entre las mujeres.
PALABRAS CLAVE
Covid-19, salud mental, trastorno de ansiedad, trastorno depresivo.
ABSTRACT
Introduction: Since the World Health Organization (WHO) declared the coronavirus disease a pandemic in March 2020, the world´s population has been exposed to very stressful events. In an attempt to flatten the contagion curve, the governments of many countries have enacted restrictive measures based on limited mobility and home confinement. This national quarantine, which was useful in curbing the spread of the virus, could have had a significant impact on the mental health of the population, particularly in Spanish women who, even before the pandemic, had consumption patterns that were much higher than the European average.
Aim: To carry out a review of the literature on the influence of the pandemic on the consumption of anxiolytics and antidepressants in Spain.
Methods: For the preparation of this work, a search of bibliography and scientific studies was carried out on the impact of the pandemic on the mental health of the Spanish population and on the consumption of anxiolytic and antidepressant drugs.
Conclusion: No articles have been retrieved on the impact of the pandemic on the consumption of anxiolytic and antidepressant drugs in our country. However, sufficient evidence highlights the negative consequences of confinement of the mental health of the Spanish population. This, added to the negative psychological effects resulting from the devastating impact of Covid – 19 on the economy, could predict the parallel development of a mental health crisis; which could predict a short-medium term increase in the consumption of anxiolytics and antidepressants in our country, especially among women.
KEY WORDS
Covid-19, mental health, anxiety disorder, depressive disorder.
INTRODUCCIÓN
La Covid – 19 derivada del brote epidémico por SARS-CoV-2 detectado en diciembre de 2019 en la provincia China de Wuhan1, se ha convertido en la principal emergencia de salud mundial. En nuestro país, a fecha de 1 de julio de 2022 se habían notificado más de 12 millones de casos confirmados2.
Desde que la Organización Mundial de la Salud (OMS) declarase la enfermedad del coronavirus como pandemia en marzo de 20201, la población mundial ha estado expuesta a acontecimientos muy estresantes. La amenaza que supuso la irrupción de éste nuevo virus provocó al inicio de la pandemia temor e incertidumbre. El aumento exponencial de casos y fallecidos, el miedo al contagio y la no disponibilidad en ese momento de medidas farmacológicas efectivas pudo incrementar estas y otras emociones negativas, teniendo una repercusión importante en el bienestar psicológico de la población3.
Al mismo tiempo, en un intento por aplanar la curva de contagios los gobiernos de muchos países promulgaron medidas restrictivas basadas en la limitación de movilidad y el confinamiento domiciliario. En nuestro país, el gobierno declaró el estado de emergencia nacional el 15 de marzo de 2020, limitando la movilidad y obligando a la ciudadanía a permanecer en sus hogares3. Esta cuarentena nacional sin precedentes, resultó útil para frenar la propagación del virus, pero podría sin embargo estar teniendo un importante impacto en la salud mental de la población3. Ya la exposición a brotes recientes de otras enfermedades infecciosas emergentes (síndrome respiratorio agudo severo –SARS– o síndrome respiratorio de oriente medio – MERS–) se ha asociado con cambios notables en la vida diaria y en los resultados de salud4.
El aislamiento, el reajuste de rutinas, la separación de familiares o amigos y la pérdida del empleo en los peores casos, parecen tener repercusiones directas sobre la salud mental, aumentado el riesgo de sufrir trastornos como la ansiedad o la depresión5,6; trastornos con prevalencias elevadas ya antes de la pandemia.
En 2015 la ansiedad y la depresión afectaban mundialmente según estimaciones de la OMS, a 264 y 300 millones de personas respectivamente7. En nuestro país, los resultados de la última Encuestas Nacionales de Salud de España (ENSE 2017) muestra prevalencias de 6,9% para la depresión y 6,8% para la ansiedad; siendo ambas hasta dos veces más frecuentes en mujeres que en hombres8. Las consecuencias de estos trastornos en términos de salud pérdida son también enormes. La depresión es según la OMS, la primera causa de discapacidad y la ansiedad la sexta7. Asimismo la depresión, la ansiedad7 y más aún la comorbilidad depresión-ansiedad son consideradas como factores de riesgo importantes de la conducta suicida.
Estas cifras, sumadas a las consecuencias que estos trastornos originan en la sociedad (alteran las actividades laborales, escolares y familiares), han convertido en los últimos años a la depresión y la ansiedad en un importante problema de salud pública. Ambas, y especialmente la depresión, suponen al estado una alta inversión en sanidad, siendo incluso mayor el impacto económico de estos dos trastornos que el de otras enfermedades crónicas9.
Entre las estrategias que ofrece el sistema sanitario español a los pacientes con depresión y ansiedad, la terapia farmacológica continúa siendo uno de los principales abordajes en el tratamiento de estos trastornos10. No obstante, en las últimas décadas el consumo de ansiolíticos y antidepresivos en nuestro país, ha experimentado un aumento preocupante. Las estadísticas disponibles, muestran como ya hace más de 20 años el consumo de ansiolíticos en España era un 25% superior a la media europea, tendencia que se ha incrementado llegando a multiplicar en 2015 casi por 2,5 el consumo medio europeo. Este hecho ha llevado a nuestro país a ocupar el tercer puesto de mayor consumo de ansiolíticos entre los países europeos de la OCDE (Organización para la cooperación y desarrollo económico)11, siendo el Lorazepam, el Alprazolam y el Diazepam los más consumidos12. Respecto a los fármacos antidepresivos su consumo superó la media europea en 2006, situándose casi un 20% por encima de la misma en 201511. Los inhibidores selectivos de la recaptación de la serotonina (ISRS) fueron el grupo farmacológico más consumido entre los antidepresivos13.
Estos datos reflejan el consumo abusivo que la población Española, y particularmente las mujeres de este país (con proporciones de 3:1 y de 2:1 para antidepresivos y ansiolíticos respectivamente) hacía de estos fármacos ya antes de la crisis sanitaria motivada por la Covid – 19. Varios estudios previos ponen de manifiesto el incremento de la prevalencia de trastornos mentales en situaciones de desastres o catástrofes14. Un ejemplo reciente en nuestro país, sería el de la crisis económica de 2008. En los años de recesión, se produjo un aumento del número de casos de depresión y ansiedad15 y en paralelo del consumo de fármacos antidepresivos y ansiolíticos15. En base a lo anteriormente comentado, sería lógico esperar un aumento del consumo de estos fármacos durante los meses de pandemia.
Con la finalidad de analizar las repercusiones de la pandemia en las tendencias de consumo de estos fármacos en nuestro país, se planteó la realización de una revisión bibliográfica sobre el tema.
OBJETIVO
Realizar una revisión de la literatura sobre la influencia de la pandemia en el consumo de ansiolíticos y antidepresivos en España.
METODOLOGÍA
De acuerdo con el objetivo planteado, se realizó una búsqueda de bibliografía y artículos científicos en diferentes fuentes de información y bases de datos. Dicha búsqueda se llevó a cabo entre mayo y junio de 2022, seleccionando únicamente artículos en inglés y castellano.
PubMed, Scielo, y Dialnet fueron las bases de datos consultadas para la elaboración de esta revisión. Los descriptores utilizados para la búsqueda de artículos fueron los siguientes: (“Anxiolytics” [AND] “Pandemic” [AND] “Spain”) y (“Antidepressants” [AND] “Pandemic” [AND] “Spain”).
De forma individualizada, también se analizó el portal web de la Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS), y la base de datos de estadísticas de la OCDE (OECD.Stat).
Tras la realización de la búsqueda, no se identificó ningún artículo en las bases de datos anteriormente mencionadas. Respecto al portal web de la AEMPS, solo para el consumo de ansiolíticos había datos disponibles hasta 2021. Las estadísticas publicadas en este mismo portal respecto al consumo de antidepresivos proporcionaban información solo hasta el 2013. Aunque en la base de datos de la OECD (OECD.Stat) la información sobre consumo de ambos fármacos estaba disponible, no constaban todavía datos relativos al periodo del 2020.
Dado que todavía parece no haber estudios publicados ni suficientes datos actualizados sobre el impacto de la pandemia en el consumo de estos fármacos, y suponiendo que el posible empeoramiento de la salud mental podría sugerir un incremento del consumo de estos; decidimos ampliar nuestra búsqueda y centrarse en estudios que analizan el impacto de la pandemia en la salud mental de la población española.
De nuevo, llevamos a cabo una búsqueda en las bases de datos anteriormente mencionadas siguiendo las estrategias de búsqueda detalladas en la tabla 1. Aquellos estudios cuyas muestras no estaban formadas por residentes en España durante la pandemia, fueron excluidos.
RESULTADOS
Del total de artículos encontrados (116) se descartaron aquellos que por la información del título o del abstract no cumpliesen con el criterio de inclusión (residir en España durante la pandemia). Finalmente 7 artículos fueron seleccionados. Las características de estos pueden observarse en la tabla 2.
Respecto al impacto psicológico de la pandemia en la población general española, los resultados de los estudios incluidos en este trabajo evidencian un incremento en la incidencia de síntomas de ansiedad16,17, depresión16,17,18 y síndrome de estrés post-traumático (EPT)16,17 durante los primeros meses de pandemia, y más especialmente durante los meses del confinamiento estricto domiciliario (marzo y abril). En todos ellos son las mujeres jóvenes quienes manifiestan con mayor frecuencia niveles más altos para todos los sentimientos negativos. Tener o haber tenido síntomas de Covid – 19 y tener conocidos o familiares infectados parece estar asociado positivamente con la aparición de síntomas de ansiedad, depresión o EPT; siendo sin embargo un factor protector el estar bien informado sobre el transcurso de la pandemia16.
En cuanto al impacto de la pandemia en la salud mental de los profesionales sanitarios, los resultados de todos los estudios incluidos muestran también un incremento de los síntomas de estrés, ansiedad y depresión entre este colectivo19-22. Algunos de los estudios reportan además casos de estrés post-traumático19 e insomnio21,22 entre éstos profesionales. Todos los estudios (19-22) evidencian niveles de malestar emocional más severo en el género femenino; y aunque la mayoría identifica el ser joven como un factor de riesgo, el estudio realizado por Santamaría et al.22 reporta mayores niveles de estrés, ansiedad y depresión entre los profesionales de mayor edad.
La presencia de algunos estresores laborales y de salud (trabajo directo con pacientes Covid – 19, sufrir síntomas o sentirse desprotegido) se asoció con mayores niveles de malestar psicológico (20,22), siendo las auxiliares de enfermería, seguido de los celadores, técnicos de radiología y enfermeras las categorías profesionales más afectadas20. Por otra parte, tener menores o enfermos crónicos en casa, haber estado confinado o haber sufrido la muerte reciente de alguna persona cercana a causa de la Covid – 19 fueron los estresores familiares que se asociaron con mayores niveles de malestar (19,20,22). El estudio de Alonso et al. (19) muestra además como los sanitarios con problemas mentales previos a la pandemia tienen mayor riesgo de reportar sentimientos negativos.
Respecto al impacto de la pandemia en el consumo de fármacos ansiolíticos, los pocos datos disponibles muestran un aumento en su consumo12. Tal y como puede observarse en el Anexo 1, en 2019 el consumo global en DHD de estos fármacos era de 54,82. En 2020, el consumo se incrementó hasta los 57,20 DHD, alcanzándo en 2021 el mayor pico de consumo (58,92 DHD). Respecto al tipo de ansiolítico el Lorazepam (23,57 DHD), seguido del Alprazolam (16,22 DHD) y del Diazepam (10,97 DHD) continuaron siendo los más consumidos en 2021 (Anexo 2). En relación a este tema, la Universidad de Valencia está coordinando un proyecto (que actualmente se encuentra en fase de trabajo de campo) que tiene como objetivo conocer el impacto del confinamiento por la pandemia de Covid – 19 en el consumo de benzodiacepinas y otros fármacos23.
En cuanto al consumo de antidepresivos no hay datos actualizados en el portal web de la AEMPS13.
DIAGNÓSTICOS DE ENFERMERÍA
[00146] Ansiedad:
- NOC:
- [1216] Nivel de ansiedad social.
- [121604] Anticipación ansiosa de situaciones sociales.
- [121617] Interferencia con las relaciones.
- NIC:
- [5882] Disminución de la ansiedad.
- Utilizar un enfoque sereno que de seguridad.
- Proporcionar objetos que simbolicen seguridad.
- [5230] Mejora del afrontamiento.
- Ayudar al paciente a evaluar los recursos disponibles para lograr los objetivos.
- Ayudar al paciente a desarrollar una valoración objetiva del acontecimiento.
[00137] Aflicción crónica:
- NOC:
- [1208] Nivel de depresión.
- [120801] Estado de ánimo deprimido.
- [120814] Tristeza.
- NIC:
- [5330] Control del estado de ánimo.
- Evaluar el estado de ánimo (signos, síntomas, antecedentes personales) inicialmente y con regularidad, a medida que progresa el tratamiento.
- Determinar si el paciente supone un riesgo para la seguridad de sí mismo y de los demás.
- [8340] Fomentar la resiliencia.
- Ayudar a los jóvenes a desarrollar conciencia social y global.
- Ayudar a jóvenes/familias/comunidades a ser optimistas respecto al futuro.
[00053] Aislamiento social:
- NOC:
- [1503] Implicación social.
- [150301] Interacciona con amigos íntimos.
- [150303] Interacciona con miembros de la familia.
- NIC:
- [5100] Potenciación de la socialización.
- Fomentar una mayor implicación en las relaciones ya establecidas.
- Animar al paciente a desarrollar relaciones.
- [4340] Entrenamiento de la asertividad.
- Identificar las barreras a la asertividad.
- Ayudar al paciente a distinguir entre pensamiento y realidad.
[00241] Deterioro de la regulación del estado de ánimo:
- NOC:
- [1204] Equilibrio emocional.
- Muestra un estado de ánimo sereno.
- Refiere un nivel de energía estable.
- NIC:
- [5270] Apoyo emocional.
- Comentar la experiencia emocional con el paciente.
- Ayudar al paciente a reconocer sentimientos tales como la ansiedad, ira o tristeza.
- [5310] Dar esperanza.
- Informar al paciente acerca de si la situación actual constituye un estado temporal.
- Ayudar al paciente a diseñar y revisar las metas relacionadas con el objeto de esperanza.
[00148] Temor:
- NOC:
- [1404] Autocontrol del miedo.
- [140401] Supervisa la intensidad del miedo.
- [140416] Continúa siendo productivo.
- NIC:
- [4920] Escucha activa.
- Mostrar conciencia y sensibilidad hacia las emociones.
- Identificar los temas predominantes.
- [6040] Terapia de relajación.
- Explicar el fundamento de la relajación y sus beneficios, límites y tipos de relajación disponibles.
- Ofrecer una descripción detallada de la intervención de relajación elegida.
[00054] Riesgo de soledad:
- NOC:
- [1902] Control de riesgo.
- [190202] Controla los factores de riesgo ambientales.
- [190206] Se compromete con estrategias de control del riesgo.
- NIC:
- [5440] Aumentar los sistemas de apoyo.
- Determinar la conveniencia de las redes sociales existentes.
- Fomentar las relaciones con personas que tengan los mismos intereses y metas.
- [4310] Terapia de actividad.
- Determinar la capacidad del paciente de participar en actividades específicas.
- Ayudarle a programar períodos específicos de actividades en la rutina diaria.
DISCUSIÓN
Hasta el momento no hay estudios que nos permitan cuantificar el aumento del consumo de ansiolíticos, y especialmente de antidepresivos, durante la pandemia por Covid-19 en la población española. Sí hay publicados sin embargo, estudios que evidencian un incremento de los niveles de estrés, ansiedad, depresión o insomnio entre la población general y los profesionales sanitarios de nuestro país durante la crisis sanitaria provocada por el coronavirus.
Los resultados de los estudios incluidos en este trabajo, son similares a los reportados por otros estudios realizados en otros países5,24 donde son también las mujeres quienes declaran mayores niveles de estrés, ansiedad y depresión. En relación a la edad de las muestras de los artículos incluidos en esta revisión, estas están formadas mayoritariamente por sujetos jóvenes, siendo muy escasa la representación de individuos de edades más avanzadas. Esta falta de población anciana puede observarse también en otros estudios (24). La recogida de datos durante los primeros meses de la pandemia fue en todos los estudios a través de encuestas on line1618,24, l-o que pudo obstaculizar la participación de los grupos de mayor edad en los estudios.
Respecto al impacto psicológico de la pandemia en los sanitarios, estudios realizados sobre estos profesionales en otros países son congruentes con los resultados de los estudios incluidos en esta revisión. Los profesionales sanitarios de otros países también reportaron elevados niveles de estrés, ansiedad, depresión e insomnio durante la pandemia25,26. Entre los colectivos profesionales que reportaron mayor grado de malestar emocional, otro estudio27 también coincide en que son precisamente las auxiliares de enfermería y las enfermeras quienes presentaron niveles más elevados. Esto podría estar explicado por el mayor tiempo en contacto directo con los pacientes positivos y por tanto por una mayor exposición al contagio27. Estudios previos ponen también de manifiesto el mayor impacto psicológico de la pandemia entre las profesionales sanitarias mujeres28. Su papel de cuidadora principal en el hogar podría explicar su mayor miedo al contagio22.
Aunque en este trabajo no se hayan incluido artículos al respecto, no debemos olvidarnos del impacto que esta pandemia ha podido tener entre quienes ya antes padecían algún trastorno de salud mental. Algunos estudios al respecto, sugieren un empeoramiento de los síntomas durante la pandemia entre este colectivo29, teniendo las personas con enfermedades mentales previas significativamente más riesgo de reportar niveles mayores de estrés, ansiedad, depresión, insomnio y también impulsividad, ira o ideación suicida que la población general30.
Todos estos datos ponen de manifiesto las consecuencias directas de la pandemia sobre la salud mental de la población. Esto sumado a los efectos psicológicos negativos resultantes del devastador impacto de la Covid-19 en la economía, podrían vaticinar el desarrollo en paralelo de una crisis de salud mental (31). Este hecho a su vez, podría pronosticar un incremento a corto – medio plazo del consumo de ansiolíticos y antidepresivos en nuestro país, especialmente entre las mujeres, quienes ya antes de la pandemia presentaban mayores patrones de consumo.
La respuesta a la Covid-19, debe por tanto abordar con especial atención la protección de la salud mental de la población general y especialmente de los colectivos más vulnerables entre los que se encuentran los profesionales sanitarios y las personas con enfermedad mental. Urge más que nunca invertir en servicios de salud mental; sólo así se podrá tratar de frenar el incremento que se prevé de estos trastornos y del consumo de los fármacos para sus tratamientos. La pandemia parece haber intensificado el grave problema de la salud mental en nuestro país. Ya antes de la Covid-19 la precariedad de recursos dentro del ámbito sanitario público era uno de los principales obstáculos. Mientras que en Europa la media de psicólogos en la sanidad pública es de 18 por 100.000 habitantes, en España es cuatro veces menor (4 por cada 100.000)32; hecho que podría fomentar la medicalización de los problemas como primera alternativa de tratamiento.
Este trabajo cuenta con varias limitaciones. En primer lugar, aunque fuese el objetivo inicial, no se han recuperado artículos sobre el impacto de la pandemia en el consumo de fármacos ansiolíticos y antidepresivos. En relación a los estudios incluidos en la revisión, es importante además destacar que la mayoría presentan diseños transversales (Tabla 2), y analizan el impacto psicológico de la pandemia (tanto en la población general como en los profesionales sanitarios) principalmente durante la primera ola, la cual golpeó duramente a nuestro país. Estudios longitudinales proporcionarán información acerca de la duración en el tiempo de estas emociones y del impacto psicológico de las sucesivas olas de la pandemia. Asimismo, la realización de estudios con metodología cualitativa arrojaría información acerca de las percepción subjetiva que tienen los individuos sobre el impacto de la pandemia y del confinamiento en su salud mental.
A pesar de estas limitaciones, nuestro trabajo plantea un problema de máxima importancia en nuestro país. Suficiente evidencia pone de manifiesto el impacto negativo de la pandemia en la salud mental de la población, lo que sugiere un posible incremento del consumo de fármacos ansiolíticos y antidepresivos.
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