AUTORES
- María Sangrós Tolosa. Graduada en Enfermería. Unidad de Agudos de Salud Mental. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza.
- Patricia Salvador Valdovín. Graduada en Enfermería. Centro de Salud Fuentes de Ebro, Zaragoza.
- Ana Labadía Roche. Graduada en Enfermería. Centro de Salud La Jota, Zaragoza.
- Marta Plaza Escribano. Graduada en Enfermería. Hospital MAZ, Zaragoza.
- Esther Bandres de Blas. Graduada en Enfermería. Centro de salud la Jota, Zaragoza.
- Celia Buñuel Asin. Graduada en Enfermería. Centro de salud La Jota, Zaragoza.
RESUMEN
El buen control glucémico en la diabetes es de vital importancia para mantener la salud y prevenir complicaciones a largo plazo y requiere una combinación de hábitos saludables, incluyendo una alimentación equilibrada, actividad física regular, cumplimiento del tratamiento médico y monitoreo regular de los niveles de glucosa en sangre. Un seguimiento adecuado por parte de enfermería y medicina y recibir educación adecuada sobre la diabetes son aspectos fundamentales para lograr un control glucémico óptimo.
PALABRAS CLAVE
Diabetes, diabetes mellitus tipo 2, tratamiento, recomendaciones nutricionales, ejercicio físico.
ABSTRACT
Good glycemic control in diabetes is of vital importance to maintain health and prevent long-term complications and requires a combination of healthy habits, including a balanced diet, regular physical activity, compliance with medical treatment and regular monitoring of glucose levels. in blood. Adequate follow-up by nursing and medicine and receiving adequate education about diabetes are fundamental aspects to achieve optimal glycemic control.
KEY WORDS
Diabetes, diabetes mellitus type 2, treatment, nutritional recommendations, physical exercise.
DESARROLLO DEL TEMA
La Diabetes Mellitus tipo II (DM II) es una enfermedad crónica que afecta la forma en que el cuerpo metaboliza la glucosa en la sangre. Se caracteriza por la resistencia a la insulina, una hormona producida por el páncreas que permite que la glucosa ingrese a las células para ser utilizada como fuente de energía. En la DM II, las células no responden eficientemente a la insulina, lo que provoca un aumento en los niveles de glucosa en la sangre (hiperglucemia).
La DM II suele desarrollarse gradualmente a lo largo del tiempo y está fuertemente asociada con factores de riesgo como la obesidad, la falta de actividad física, una dieta poco saludable y antecedentes familiares de diabetes1. Aunque puede afectar a personas de cualquier edad, es más común en adultos mayores y en aquellos con sobrepeso u obesidad.
Los síntomas pueden incluir polidipsia, poliuria, polifagia, fatiga, visión borrosa, retraso de la cicatrización de heridas e infecciones frecuentes. Sin embargo, en algunos casos, la enfermedad puede ser asintomática o los síntomas pueden ser leves y pasar desapercibidos durante mucho tiempo.
El diagnóstico de la DM II se realiza mediante pruebas de laboratorio que miden los niveles de glucosa en la sangre en ayunas o después de una carga de glucosa. El tratamiento generalmente incluye cambios en el estilo de vida, como una dieta saludable, actividad física regular y pérdida de peso si es necesario. En algunos casos, pueden ser necesarios antidiabéticos orales (ADO) o administración de insulina para ayudar a controlar los niveles de glucosa en la sangre2.
Es importante destacar que la DM II es una enfermedad crónica que requiere atención y cuidado a largo plazo3. Un manejo adecuado de la enfermedad puede prevenir o retrasar complicaciones graves como enfermedades cardíacas y vasculares (infarto de miocardio, infarto cerebral, insuficiencia cardiaca, problemas circulatorios en las piernas…). Asimismo existe más riesgo de sufrir alteraciones en la piel (ulceraciones, infecciones) o en los ojos (pérdida de visión por retinopatía diabética), alteraciones en la sensibilidad de las piernas, impotencia sexual en los varones y problemas en los riñones (insuficiencia renal). El seguimiento regular con profesionales de la salud y la adopción de un estilo de vida saludable son fundamentales para el control de la diabetes tipo II.
Tal y como se ha expuesto, el plan de tratamiento puede variar según las necesidades individuales4, aunque independientemente de controlar la glucemia con antidiabéticos orales o insulina, existen medidas higiénico – dietéticas que deberían estar presentes en la totalidad de los pacientes con DM II.
Es fundamental trabajar en estrecha colaboración con un equipo multidisciplinar, que puede incluir médicos, educadores en diabetes, nutricionistas y otros profesionales de la salud, para desarrollar un plan de tratamiento adecuado y realizar un seguimiento regular.
Las medidas incluyen cambios en el estilo de vida como llevar a cabo una dieta ajustada a su enfermedad, actividad física regular y control de los factores de riesgo y enfermedades comórbidas:
- Abandonar el hábito tabáquico. El tabaco asociado a la diabetes contribuye al daño de los vasos sanguíneos de diferentes órganos (riñón, ojos, corazón, etc.).
- Limitar el consumo de alcohol.
- Mantener bajas las cifras de colesterol. La alimentación debe ser baja en grasas y equilibrada.
- Mantener controlada la tensión arterial, en cifras consideradas normales. En diabéticos el control tiene que ser más riguroso que en la población general.
- Mantener una buena higiene bucal y revisión odontológica al menos una vez al año.
- Cuidado de los pies: pueden ser un foco de heridas e infecciones muy importante en pacientes diabéticos. Es conveniente lavarlos a diario con jabón neutro y agua tibia (el agua excesivamente caliente puede provocar quemaduras). Lavar todo el pie incluyendo la zona entre los dedos. No utilizar cepillos ni productos irritantes. No prolongar el lavado más de 5 minutos para evitar el reblandecimiento excesivo de la piel. Aclarar bien con agua limpia, y secar cuidadosamente con una toalla suave sin frotar, insistiendo en los espacios interdigitales y en los bordes de las uñas (zonas en que la humedad favorece la aparición de infecciones)5. Después del lavado, aplicar crema hidratante, que previene la aparición de grietas. No es conveniente la aplicación de desodorante, polvos de talco ni crema entre los dedos.
Mantener las uñas bien cortadas, aunque no demasiado. Es preferible utilizar tijeras en vez de cortauñas. El corte debe ser recto (sin cortar las esquinas). Si es necesario será el podólogo el que realice esta tarea.
Utilizar calcetines de tejidos naturales, transpirables y vigilar que los elásticos no aprieten en exceso.
El calzado debe sujetar el pie sin oprimirlo, debe ser flexible y blando, de puntera ancha, sin costuras interiores, con suela antideslizante, no demasiado gruesa, y sin tacón alto. Antes de usar los zapatos se debe palpar con la mano en su interior.
No caminar nunca descalzo, ni calentar los pies con bolsas de agua caliente o mantas eléctricas, por disminución de la sensibilidad.
Se deben examinar los pies a diario, buscando grietas, manchas, enrojecimiento o ampollas. Si aparecen callosidades y durezas acudir al podólogo.
- Revisión por parte del oftalmólogo según protocolo, generalmente se realiza retinografía de control cada dos años.
- Pérdida de peso: Si tienes sobrepeso u obesidad, perder peso puede mejorar el control de la glucosa. Un enfoque gradual y sostenible es preferible, mediante la combinación de una alimentación saludable y actividad física.
- El estrés puede afectar los niveles de glucosa en sangre. Buscar estrategias para manejar el estrés, como la meditación, el yoga, la respiración profunda o actividades relajantes.
- Actividad física regular: El ejercicio regular puede ayudar a mejorar la sensibilidad a la insulina y controlar los niveles de glucosa en la sangre. Se recomienda al menos 150 minutos de actividad aeróbica moderada o 75 minutos de actividad intensa por semana. Incorporar actividades de entrenamiento de fuerza dos o tres veces por semana.
- Mantener un peso saludable: si existe sobrepeso u obesidad, perder entre el 5% y el 10% del peso corporal puede mejorar significativamente el control de la glucosa en sangre.
- Alimentación saludable6:
- Se recomienda seguir una dieta equilibrada, baja en carbohidratos simples y grasas saturadas, y rica en fibras, frutas, verduras, granos integrales y proteínas magras. Es importante controlar el tamaño de las porciones y evitar alimentos procesados y azucarados.
- Control de la ingesta de carbohidratos7: Se recomienda limitar la cantidad y controlar la calidad de los carbohidratos en la dieta. Los carbohidratos de digestión rápida, como azúcares y alimentos con alto índice glucémico, deben reducirse. En cambio, se deben favorecer los carbohidratos de digestión lenta, como granos integrales, legumbres y verduras.
- Distribución de macronutrientes: Se sugiere una distribución equilibrada de macronutrientes, que incluya una ingesta adecuada de proteínas magras y grasas saludables. La cantidad total de calorías consumidas debe ser acorde a los objetivos de control de peso y glucosa, y adaptada a las necesidades individuales.
- Fibra dietética: El consumo de alimentos ricos en fibra, como frutas, verduras, legumbres y cereales integrales, es importante para el control glucémico y la salud digestiva. La fibra dietética también puede ayudar a mantener la saciedad y controlar el peso6.
- Reducción de grasas saturadas y colesterol: Se aconseja limitar la ingesta de grasas saturadas y colesterol para mantener un perfil lipídico saludable y reducir el riesgo cardiovascular. Se recomienda optar por fuentes de grasas insaturadas, como aceite de oliva, pescado, nueces y aguacate.
- Control de la ingesta de sodio: Es importante reducir la ingesta de sodio para mantener una presión arterial saludable. Se recomienda limitar el consumo de alimentos procesados, enlatados y salados, y utilizar hierbas y especias para sazonar los alimentos en su lugar.
- Control de las porciones y frecuencia de las comidas: La distribución adecuada de las comidas a lo largo del día puede ayudar a mantener los niveles de glucosa en sangre estables. Se sugiere realizar varias comidas más pequeñas en lugar de pocas comidas grandes, y evitar saltarse comidas.
- Bebidas: Se recomienda limitar el consumo de bebidas azucaradas y alcohólicas, ya que pueden aumentar el riesgo de descontrol glucémico y contribuir al aumento de peso.
BIBLIOGRAFÍA
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