Proceso de atención de enfermería en quirófano, a un paciente con síndrome post RTU, intervenido de tumor prostático.

29 septiembre 2022

AUTORES

  1. Paula Arnas Rodríguez. Enfermera en Quirófano HUMS, Zaragoza, España.
  2. María Valverde de la Flor. Enfermera Hospitalización HUMS, Zaragoza, España.
  3. Eva Espada Gracia. Enfermera Hospitalización Infantil HUMS, Zaragoza, España.
  4. Carmen Cecilia Gonzalez García. Enfermera en UCI HUMS, Zaragoza, España.
  5. Sofía Teribia Arbella. Enfermera Atención Primaria en Centro Salud Tudela Oeste, España.
  6. Jorge Pérez Sánchez. Enfermero Hospitalización HUMS, Zaragoza, España.

 

RESUMEN

La hiperplasia benigna de próstata se define como un crecimiento anómalo de esta glándula, con problemas obstructivos secundarios. Es una de las patologías más frecuentes en el varón. En España, tiene una prevalencia del 11,8% en varones mayores de 40 años, siendo del 30% en mayores de 70 años. Además, supone la primera causa de consulta en los Servicios de Urología y la segunda causa de ingreso para intervención quirúrgica en varones mayores de 50 años.

El tratamiento quirúrgico de elección (en pacientes con neoplasia vesical en estadio T2), es la resección transuretral (RTU). Para ello, se utiliza una corriente de energía que reseca el exceso de tejido. Pese al desarrollo de la energía bipolar (utiliza el suero fisiológico como líquido de irrigación), actualmente también se sigue utilizando la energía monopolar (utiliza la glicina como líquido de irrigación). La extravasación de glicina y su posible reabsorción, deriva en el llamado “síndrome de reabsorción transuretral”. Este implica una serie de alteraciones hemodinámicas, hidroelectrolíticas y neurológicas, muy graves aunque de difícil detección. Es por ello, que el conocimiento por parte del personal enfermero en este ámbito quirúrgico es fundamental.

En este artículo se expone el caso clínico de un paciente varón sometido a una RTU, presentando dicha complicación.

Se realiza un PAE (proceso de atención de enfermería). Para ello, se han valorado las 14 necesidades humanas básicas en base a la clasificación del modelo de Virginia Henderson. También se ha utilizado la taxonomía NANDA, NIC, NOC.

 

PALABRAS CLAVE

Próstata, resección transuretral, enfermería, glicina.

 

ABSTRACT

Benign prostatic hyperplasia is defined as an abnormal growth of this gland, with secondary obstructive problems. It is one of the most frequent pathologies in men. In Spain, it has a prevalence of 11.8% in men over 40 years of age, being 30% in men over 70 years of age. In addition, it is the first cause of complaint in the Urology services and the second cause of admission for surgical intervention in men over 50 years of age.

The surgical treatment of choice (in patients with stage T2 bladder neoplasia) is transurethral resection (TUR). To do this, a stream of energy is used in order to dry out the excess tissue.

Despite the development of bipolar energy (it uses physiological serum as an irrigation fluid), monopolar energy is also still used today (it uses glycine as an irrigation fluid). The extravasation of glycine and it’s possible reabsorption, leads to the so-called “transurethral resection síndrome”. This involves a series of hemodynamic, hydroelectrolytic and neurological alterations, which involves high severity symptoms, difficult to detect. That is why the knowledge on the part of the Nursing staff in this surgical field is fundamental.

This article presents the Clinical case of a male patient undergoing TUR, presenting this complication.

An ECP (Nursing care process) is performed. In order to do the 14 basic human needs have been assessed based on the classification of the Virginia Henderson model. The NANDA, NIC, NOC taxonomy has also been used.

 

KEY WORDS

Prostate, transurethral resection, nursing, glycine.

 

INTRODUCCIÓN

La próstata es una glándula constituida por dos lóbulos laterales y un lóbulo medio, rodeada por una cápsula vascularizada. El 30% de esta glándula la constituye masa muscular, vasos sanguíneos, vasos linfáticos y nervios; el resto es tejido glandular. Se localiza en el espacio extraperitoneal debajo del cuello vesical. Como partes de la próstata también se consideran la uretra, el veru-montanum (estructura residual revestida de un epitelio), los conductos eyaculadores, las vesículas seminales y la ampolla de los conductos deferentes1.

Se desarrolla con la edad, alcanzando su maduración en la pubertad. Respecto a su función, es mayoritariamente sexual. Interviene en la secreción del líquido seminal acompañando al semen durante la eyaculación1.

La hiperplasia benigna de próstata (patología cuya complicación quirúrgica se trata en este artículo) se define como un agrandamiento adematoso de la glándula prostática. Su etiología no está clara, pero se relaciona con cambios hormonales debido a la edad. Conforme la edad avanza, disminuye la secreción de andrógenos, aumentando la secreción de estradiol y de deshidrotestosterona (DHT u hormona sexual masculina, el andrógeno intracelular prostático más importante) respecto al tejido prostático normal, provocando la hiperplasia 2.

Se trata de una de las patologías más frecuentes en el varón. En España tiene una prevalencia aproximada del 11,8% en varones mayores de 40 años. Alcanza el 30% en mayores de 70 años. Supone la primera causa de consulta en los Servicios de Urología y la segunda causa de ingreso para intervención quirúrgica en varones mayores de 50 años. Además, debido al envejecimiento progresivo de la población se prevé un incremento del número de varones afectados 2.

A nivel mundial, los estudios realizados por Berry SJ, Coffey DS, Walsh PC, Ewing LL. El (desarrollo de la hiperplasia prostática benigna humana con la edad) así como el realizado por Platz EA, Joshu CE, Mondul AM, Peskoe SB, Willett WC, Giovannucci E. (Incidencia y progresión de los síntomas del tracto urinario inferior en una gran cohorte prospectiva de hombres estadounidenses) demuestran un aumento en el volumen de la próstata con la edad (2%- 2,5% de aumento en el tamaño por año) 3.

En EE. UU el estudio realizado por Wei JT, Calhoun E, Jacobsen SJ (proyecto enfermedades urológicas en América: hiperplasia prostática benigna) muestra una prevalencia del 70% en la HBP en las personas entre 60 y 69 años, siendo superior al 80 % en las personas mayores de 70 años 3.

Respecto a los síntomas, debido a su localización anatómica, el sobrecrecimiento de la glándula, dificulta el flujo de orina al exterior, alterando la fisiología de la micción de forma progresiva. Comienza por un prostatismo congestivo (disminuye el calibre del chorro); seguido de una fase de retención crónica incompleta, llegando a una fase de distensión vesical crónica con incontinencia (D.V.C.I.) 1.

Puede aparecer disuria inicial (con dificultad al iniciar la micción y disminución de la fuerza y el calibre del chorro); polaquiuria (nocturna); congestión de los plexos venosos intrapélvicos; polaquiuria (diurna); disuria (posteriormente en todo el acto miccional con chorro fino entrecortado y goteo terminal prolongado); retención incompleta; micción por rebosamiento o falsa incontinencia (puede estar acompañada de anorexia, vómitos, adelgazamiento e hipertensión) 1.

El diagnóstico de la HBP se basa en: exploración física (junto con palpación y percusión abdominal), tacto rectal (forma diagnóstica más rápida e inocua), analíticas completas, determinación del antígeno prostático específico (PSA), ecografías transrectales, uretrocistoscopias con visión directa y estudios dinámicos (medición de la obstrucción al flujo de la salida de orina) 1.

Respecto al tratamiento, las opciones van desde la conducta expectante hasta la intervención médica y quirúrgica, según las molestias o carga de la enfermedad para el paciente.

En primer lugar, se debe observar la evolución del paciente, aportando consejos higiénicos dietéticos como la pérdida de peso, disminución en la ingesta de cafeína o disminuir el de líquidos por la noche así como evitar el estreñimiento para tratar de reducir los factores de riesgo 3.

Respecto a la terapia médica, incide sobre los componentes estáticos y dinámicos (sobrecimiento de las células estromales y epiteliales). Se encuentran 3:

Bloqueadores alfa selectivos (tamsulosina, alfuzosina). El bloqueo de los receptores adrenérgicos alfa 1 (presentes en el músculo liso del estroma de la próstata y en el cuello de la vejiga) relaja el músculo liso del estroma. Actúan sobre el componente dinámico, mejorando el flujo.

Inhibidores de la 5 alfa-reductasa: (finasterida, dutasterida) bloquean la conversión de testosterona en DHT. Actúan sobre el componente estático (encogimiento de la próstata).

Antimuscarínicos: (solifenacina, tolterodina y oxibutinina) bloquean los receptores muscarínicos en el músculo detrusor. Se reduce el tono del músculo liso, mejorando los síntomas en personas con hiperactividad (hay inestabilidad del detrusor en la vejiga, por empeoramiento en la obstrucción de salida de orina)

En la práctica, se combinan un bloqueador alfa y un inhibidor de la reductasa alfa para mejorar los síntomas de vaciado.

Respecto a las opciones quirúrgicas, es la Asociación Europea de Urología (EAU) la que marca las pautas para las indicaciones de cirugía en la HPB. Estas son: retención urinaria refractaria, infecciones urinarias recurrentes, hematuria refractaria al tratamiento médico (excluidas otras causas), insuficiencia renal, piedras en la vejiga, aumento residual postmiccional, retención crónica de alta presión (indicación absoluta).

La resección transuretral (RTU) es el tratamiento quirúrgico de elección en pacientes con neoplasia vesical en estadio T2 (con infiltración de la capa muscular superficial) y en la hiperplasia benigna de próstata (HBP) cuando los pacientes presentan sintomatología y no responden de forma favorable a la farmacoterapia 4.

El tratamiento quirúrgico de la BPH se ha desarrollado en los últimos años, con nuevas técnicas mínimamente invasivas que han reemplazado en gran parte a la prostatectomía abierta. Entre los procedimientos recomendados se incluyen la incisión transuretral de la próstata, la resección transuretral de la próstata, vaporización con láser y la enucleación con láser de holmio. Este artículo se focaliza en la técnica de Resección Transuretral y en el síndrome post resección transuretral (síndrome post Rtup) al tratarse de una complicación aunque poco frecuente, de alta gravedad 3.

 

Entre las complicaciones más comunes del paciente sometido a una RTU se encuentran la hemorragia (debida al acto quirúrgico según el tejido prostático resecado, de la duración de la intervención y de la experiencia del cirujano), la perforación vesical en un 1%, la bacteriemia o septicemia entre un 6-7% y finalmente, pero no por ello menos importante, el síndrome de reabsorción en un 2% de los casos 4.

Según el estudio realizado en el hospital Leganés de Madrid (estudio observacional, descriptivo, retrospectivo y longitudinal, a lo largo de todo el año 2008) donde se realizaron 480 intervenciones urológicas, de las cuales 77 fueron resecciones transuretrales de próstata. De esas 77 RTUP realizadas, ocho presentaron hiponatremia, de los cuales, cinco, desarrollaron síndrome post-RTUP, es decir, un 6,49% del total, que está dentro del 1%-7% localizadas en las referencias bibliográficas, los otros tres pacientes desarrollaron un posible síndrome post-RTUP, ya que desarrollaron hiponatremia e hipotensión 5.

Para comprender el Síndrome Post Resección transuretral, es preciso comprender en qué consiste la intervención quirúrgica. Mediante la diatermia (corriente de alta frecuencia que genera un efecto térmico) se reseca el tejido prostático que obstruye, creando un canal adecuado para permitir el flujo de orina 4.

Se trata de un procedimiento quirúrgico cerrado ya que se realiza a través de un tubo al que se incorporan una lente de visión, una fuente de luz y un asa metálica conectada a una fuente de energía eléctrica para cortar y coagular el tejido prostático. Además, permite la irrigación continua, eliminando el tejido resecado. Sin embargo, durante la resección es inevitable abrir las venas prostáticas comprimidas causando hemorragia postquirúrgica y permitiendo que los líquidos hipotónicos utilizados para la irrigación vesical se absorban en el compartimento intravascular, produciendo el inicio de la complicación 6.

Para realizar este tipo de cirugía se necesita una solución de irrigación. La solución de irrigación ideal debería: no conducir la electricidad, permitir buena visibilidad, tener osmolaridad similar a la del suero, pocos efectos adversos, ser detectable por el cirujano cuando se absorbe, ser fácil de esterilizar y económica.

El fluido de irrigación ideal para la RTU teóricamente sería el suero fisiológico. Sin embargo, su carácter conductor de la electricidad impide su uso con los sistemas convencionales de RTU monopolar, ya que dispersa la corriente eléctrica. Esto ha llevado a utilizar soluciones no conductoras, como la glicina. Esta solución llena la vejiga y arrastra la sangre y fragmentos de tejido. La posible reabsorción de estos fluidos a través de los senos prostáticos causa hiponatremia, desarrollando el “Síndrome Post resección transuretral”. Antes sólo existía la diatermia monopolar (utilizando como solución de irrigación la glicina). Actualmente se utiliza también la diatermia bipolar, con mayores beneficios, como la resección con solución salina y un menor riesgo de síndrome post RTU.

Este síndrome se define como: hiponatremia tras una RTU, con valores ≤ 125 mmol/l acompañado de 2 o más de los siguientes síntomas: náuseas, vómitos, bradicardia, hipotensión, hipertensión, dolor en el pecho, confusión, ansiedad, parestesia o alteraciones visuales 6.

Aparecen alteraciones neurológicas confusión, inquietud (92%), cardiovasculares, bradicardia e hipotensión (54%), alteraciones visuales (42%) y alteraciones digestivas como náuseas y vómitos. (25%) En fases avanzadas provoca fallo renal, coma y muerte del paciente 4.

Se trata de una reacción adversa grave que aparece en un 2% de los pacientes con RTU, y es incluso más frecuente (4,4%) en los pacientes en los que se realiza una irrigación vesical con soluciones de glicina 6.

El factor de riesgo más importante es la duración del procedimiento superior a una hora. También pueden contribuir: la presión intravesical, la cantidad de tejido reseccionado y el número de senos venosos abiertos. Por ello para minimizar riesgo se debe reducir el tiempo de intervención y utilizar fluidos de irrigación adecuados, además de controlar la cantidad de fluido absorbida. Se debe realizar un control del balance hídrico de forma controlada y meticulosa desde el primer instante en que se inicia el proceso quirúrgico ya que la absorción del líquido de irrigación puede iniciarse desde ese mismo momento 6.

El síndrome RTU habitualmente se desarrolla durante la intervención o en el post-operatorio inmediato. Los síntomas y signos iniciales incluyen bradicardia, hipotensión y algunas alteraciones neurológicas (náuseas, vómitos, confusión, inquietud, etc.). Si el síndrome progresa, se pueden originar otras alteraciones cardiovasculares, neurológicas, renales y hematológicas más severas, llegando incluso al coma y la muerte 7.

En base a lo anteriormente explicado, se recalca el papel del personal enfermero a lo largo de todo el proceso quirúrgico (preoperatorio, intraoperatorio y postoperatorio), dado que este síndrome, se caracteriza por una serie de signos y síntomas (alteraciones hemodinámicas y del sistema nervioso central) que pueden llevar a la confusión de alguna complicación de la enfermedad de base del paciente, comprometiendo seriamente su seguridad.

 

PRESENTACIÓN DEL CASO CLÍNICO

Varón, de 63 años, 75 kg de peso sin antecedentes de interés. Sin alergias medicamentosas conocidas hasta la fecha. Antecedentes clínicos: HTA, apendicectomía, osteosíntesis por fractura de meseta tibial derecha.

En tratamiento habitual con tamsulosina, valsartán, lorazepam.

Presenta síntomas de congestión urinaria, por lo que es estudiado por el Servicio de Urología, siendo diagnosticado de hipertrofia benigna de próstata. Se realiza un examen preoperatorio, sin alteraciones (electrocardiograma, hemograma y bioquímica normales). Se programa para cirugía de resección transuretral.

No se realiza premedicación. Para la intervención, se realiza anestesia intradural, con el paciente en sedestación. Antes de la inducción anestésica se le monitoriza con electrocardiograma (ECG), presión arterial (PA) no invasiva y pulsioxímetro, manteniendo saturación de oxígeno del 99% con gafas nasales a 2 litros por minuto. Constantes al inicio de la intervención: TA 135/85, Fc 73 lpm.

Para realizar la RTU se utiliza glicina como líquido de irrigación. Se administran 3,5 litros de glicina, contabilizando un balance negativo de 1700 ml. Durante la intervención, el paciente refiere sensación de mareo junto con visión borrosa, disminución del nivel de conciencia y de saturación de oxígeno. Presenta hipotensión: 75/35. Fc: 45 lpm.

Ante estos síntomas, la enfermería avisa al anestesista encargado, junto con el resto del equipo de quirófano.

Se administra furosemida y se procede a su intubación, mediante anestesia general. Se coloca Vía Venosa Central de Acceso periférico (Vena basílica) extrayendo analíticas sanguíneas y gasometría venosa. En la analítica se reflejan los siguientes valores:

Sodio: 119 mEq/L, potasio: 6 mmol/L, osmolaridad: 252 mOsmol/kg, urea: 4.1 mg/dl, creatinina 3.5 mg/dl, calcio: 8 mg/dl, proteínas totales: 5.2 g/dl, albúmina: 2.7 g/dl, CPK: 215 U/L, GOT: 43 U/L, GTP: 87 U/L

Respecto a las pruebas de coagulación: Hb: 15 g/dl, hematocrito 32 % leucocitos: 5400/mm3, plaquetas: 230.000/mm3. Gasometría: pH: 7,30; PCO2: 36 mmHg; PO2: 72 mmHg.

Tras su estabilización clínica, aumentando su TA con drogas vasopresoras, se le administra furosemida vía IV y suero salino hipertónico. Posteriormente, se procede a su ingreso en la unidad de reanimación (REA) para continuar en observación y administrar las medidas necesarias.

Dadas las complicaciones que este tipo de intervenciones pueden llegar a suponer, se realiza un plan de enfermería basado en la detección de las alteraciones en los patrones funcionales de Virginia Henderson con el fin de detectar y evitar complicaciones reales y potenciales en el ámbito quirúrgico.

El objetivo del PAE es identificar las necesidades alteradas, corregir, mantener y rehabilitar al paciente mediante el uso de conocimientos y procedimientos, para restaurar su salud lo antes posible. Se ha diseñado un plan de cuidados individualizado, orientado al mantenimiento de las necesidades del paciente quirúrgico sometido a RTU. Para ello, se ha utilizado la taxonomía NANDA, NIC, NOC.

Virginia Henderson determinó que una persona sana e independiente es aquella que puede cubrir por sí misma todas las necesidades que se desprenden de su naturaleza física, social y psicológica. Cuando una persona se encuentra en un quirófano para ser intervenida, deja de ser independiente y pasa a depender de otras para cubrir sus necesidades. Por ello, cada una de las 14 necesidades detalladas por Virginia Henderson se modifican de una forma u otra a la hora de someterse a una intervención quirúrgica. Por tanto, debe tenerse en cuenta cada una de ellas, observando qué carencias se producen y conociendo los pasos a seguir para evitarlas o solucionarlas lo más rápido y mejor posible. La enfermera de quirófano debe aprender a priorizar para atender aquellas necesidades más importantes (es decir, las básicas, de las que depende la supervivencia del paciente), sin olvidar el resto 8.

 

VALORACIÓN DE LAS NECESIDADES SEGÚN VIRGINIA HENDERSON

1. Oxigenación.

En el caso de nuestro paciente, se ve comprometida. En primer lugar, debido a la utilización de fármacos (midazolam, fentanilo) administrados como sedación, que producen depresión respiratoria. En primer lugar, se mantiene la saturación con gafas nasales. Posteriormente, ante la pérdida de conocimiento del paciente y caída brusca de la saturación de oxígeno, se altera por completo, por lo que es necesario mantener su saturación con ventilación mecánica invasiva (VMI).

2. Comer y beber adecuadamente.

Está alterada, debido a los protocolos quirúrgicos de ayunas previos a una intervención (en lo que respecta a toma de sólidos y líquidos, agua incluida). Durante la intervención se administra Plasmalyte (compuesto por Cloruro de sodio, Cloruro de potasio, Cloruro de magnesio hexahidratado, Acetato de sodio trihidratado) como solución de mantenimiento vía IV.

Además, debido a la absorción de glicina y síndrome post RTU del paciente, se le administra suero salino hipertónico, para tratar la hipoosmolaridad y evitar la aparición de edema cerebral.

3. Eliminar los desechos del organismo.

En el caso de este paciente presenta alteraciones previas, durante y post intervención, respecto a eliminación urinaria. No presenta alteraciones digestivas.

Previas, debido a la HBP con sus consiguientes síntomas congestivos urinarios. Intraoperatorias debido a la anestesia intradural. Posteriores, debido al síndrome post RTU y su repercusión renal.

4. Movimiento y mantenimiento de una postura adecuada.

Están alteradas. En la fase intraoperatoria, debido al tipo de anestesia, no es capaz de movilizar miembros inferiores. Respecto a la postura, se coloca al paciente en decúbito supino con perneras y brazos en cruz. La mala colocación puede derivar en daños musculares posteriores. Posteriormente, tras someter al paciente a VMI (anestesia general) pasa a depender completamente del personal sanitario para realizar cambios posturales y evitar zonas de presión, hasta su recuperación de la conciencia y posterior movilización.

5. Descansar y dormir.

Se encuentran alteradas. Como se ha indicado, precisa lorazepam.

6. Seleccionar vestimenta adecuada.

No puede valorarse dentro del quirófano ya que los pacientes llegan desnudos, tapados parcialmente con una sábana que se retira en parte o totalmente para exponer el campo quirúrgico.

7. Mantener la temperatura corporal.

Alterada. El paciente está semidesnudo sobre la camilla, lo que le hace perder calor por conducción. Además, la apertura de las puertas del quirófano y el trasiego del personal crea corrientes de aire que le hacen perder calor mediante la convección.

8. Mantener la higiene corporal y protección de la piel.

Respecto a la higiene corporal, no es relevante en el paciente. El protocolo exige ducha y limpieza previa de la zona, junto con betadine o clorhexidina en la zona a intervenir.

Respecto a la protección de la piel, se ve alterada por varios factores: debido a la posición quirúrgica (roces, heridas cutáneas por mala colocación, upp); debido a la necesidad posterior de VMI, se añade el riesgo de úlceras corneales (con la sedación profunda se pierde el reflejo palpebral). Además, se añade el riesgo de dañar la zona intervenida.

9. Evitar los peligros del entorno (seguridad).

No está alterada. Sin embargo, no puede asegurarse, ya que toda intervención quirúrgica supone una agresión al paciente en muchos sentidos (lugar hostil, desconocido, personas desconocidas, semidesnudo).

10. Comunicarse con otros, expresar emociones, necesidades, miedos u opiniones.

Alterada. La gran mayoría de pacientes quirúrgicos presentan dudas e inseguridades previas a su intervención. Una de las principales labores de enfermería es cuidar, ello implica fomentar la buena relación con el paciente con el fin de promover su bienestar.

Por ello, es responsabilidad del equipo del quirófano, y más concretamente del personal enfermero, animar al paciente a que exteriorice sus preocupaciones y miedos, así como explicarle cualquier duda que le surja y cuya aclaración esté a nuestro alcance.

En el caso de este paciente al estar despierto durante la primera parte de la intervención (previo a la necesidad de VMI) se debe prestar especial atención ya que además de los cuidados fisiológicos propios de cualquier paciente quirúrgico, debe adaptarse a la situación emocional del mismo proporcionando apoyo.

11. Ejercer culto a dios acorde con la religión.

En este caso, no es valorable. Se debe respetar y apoyar al paciente en base a sus creencias y valores.

12. Trabajar de forma que permita sentirse realizado.

No es valorable. Esta necesidad no puede ser cubierta por personal sanitario.

13. Participar en todas las formas de recreación y ocio.

No es valorable. No puede ser cubierta por personal sanitario. Salvo, que se relacione con comunicación verbal (entretenido o tranquilizando al paciente) si fuese necesario, tal y como se indica en la necesidad 10.

14. Aprender, descubrir o satisfacer la curiosidad que conduce a un desarrollo normal de la vida.

Alterado. Las personas empeoran su situación de salud o enferman por conocimientos insuficientes o inadecuados, por lo que la educación se considera como una parte fundamental de los cuidados básicos de la persona. La enfermera debe asegurarse de que el paciente ha sido informado adecuadamente, ofreciendo la información que necesite.

 

PLAN DE CUIDADOS DE ENFERMERÍA. NANDA, NIC, NOC

00033 DETERIORO DE LA RESPIRACIÓN ESPONTÁNEA (disminución de las reservas de energía que provoca la incapacidad de la persona para sostener la respiración adecuada para el mantenimiento de la vida).

Diagnóstico enfermero: Deterioro de la respiración espontánea relacionado con disminución del nivel de conciencia manifestado por hipoxemia.

Resultados (NOC) signos vitales (0802).

  • Indicadores de resultado:

080204 Frecuencia Respiratoria.

080205 PA sistólica.

080206 PA diastólica.

080209 Presión del pulso.

080203 Frecuencia del pulso radial.

080202 Frecuencia del pulso apical.

080208 Frecuencia cardíaca apical.

Intervenciones (NIC).

Monitorización de los signos vitales (6680).

  • Cuidados en la emergencia.
  • Manejo de las vías aéreas.
  • Administración de medicación.
  • Manejo ambiental.
  • Manejo de la medicación.
  • Manejo de líquidos/electrolitos.
  • Manejo ácido base.

Monitorización respiratoria (3350).

  • Oxigenoterapia.
  • Punción intravenosa.
  • Terapia intravenosa.

 

00195 RIESGO DE DESEQUILIBRIO ELECTROLÍTICO.

Diagnóstico enfermero: Riesgo de desequilibrio electrolítico r/c desequilibrio de líquidos (reabsorción de líquido de irrigación vesical, glicina).

INTERVENCIONES NIC.

-Manejo de líquidos/electrolitos (2080).

  • Administración de líquidos cristaloides.
  • Reposición de sodio y potasio.

-Monitorización de líquidos (4130).

  • Control estricto de líquidos.
  • Control de pérdidas por sondas y drenajes.
  • Monitorización de signos vitales.

 

00023 RETENCIÓN URINARIA vaciado incompleto de la vejiga.

Diagnóstico enfermero: Retención urinaria r/c hipertrofia benigna de próstata m/p disuria.

RESULTADOS NOC continencia urinaria 0502.

  • Indicadores de resultado:

050312 incontinencia urinaria.

050305 partículas visibles en la orina.

050329 sangre en la orina.

050313 vacía la vejiga completamente.

050307 digestión de líquidos adecuados.

INTERVENCIONES NIC.

Cuidados de la retención urinaria 0620.

  • Administración de medicación.
  • Manejo de la eliminación.
  • Monitorización de líquidos.
  • Manejo de la medicación.

Sondaje vesical 0580.

  • Cuidados del catéter urinario.
  • Irrigación de la vejiga.

 

000047 RIESGO DE DETERIORO DE LA INTEGRIDAD CUTÁNEA.

Riesgo de deterioro de la integridad cutánea r/c posición e intervención quirúrgica.

INTERVENCIONES NIC.

Manejo de presiones 3500.

  • Cuidados de tracción/inmovilización.
  • Cambio de posición: intraoperatorio.

Vigilancia de la piel 3590.

  • Cuidados del sitio de incisión.
  • Manejo de líquidos.
  • Manejo de la medicación.

 

CONCLUSIONES

Dada la alta incidencia de Hiperplasia benigna de próstata en la población, hay un mayor número de intervenciones basadas en la resección transuretral. En ellas, se debe tener presente la posible complicación de desarrollar el Síndrome Post RTU que aunque poco frecuente, es la complicación más grave. Conlleva una serie de síntomas hemodinámicos y neurológicos de difícil detección, que pueden confundirse con patologías previas del paciente. Por ello, es necesario formar al personal enfermero que acompaña durante el proceso intraoperatorio y post operatorio, para detectarlo de forma precoz y mejorar la calidad de vida del paciente afectado.

 

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