El anciano frágil.

28 abril 2023

AUTORES

  1. Aitana Morant Pablo. Matrona/Enfermera en CAP Barrio Jesús, Zaragoza.
  2. Clara Prieto Giménez. Enfermera Hospital Royo Villanova, Zaragoza.
  3. Sandra Valero Barrios. Enfermera HRV, Zaragoza.
  4. María Del Alba Gálvez Romero. Celadora Hospital Royo Villanova, Zaragoza.
  5. Pilar Hernandez Loscertales. TCAE Hospital Royo Villanova, Zaragoza.
  6. Esther Marco Villacampa. Matrona/Enfermera HUMS, Zaragoza.

 

RESUMEN

Se define al anciano frágil como aquel que tiene una disminución de las reservas fisiológicas y un mayor riesgo de declinar, lo que lo sitúa en una situación de mayor vulnerabilidad ante perturbaciones externas y resulta en una mayor probabilidad para presentar episodios adversos de salud (hospitalización, institucionalización, muerte, caídas) y pérdida de función, discapacidad o dependencia.

La fragilidad es un estado de vulnerabilidad asociado a un incremento de riesgo a resultados adversos en salud, deterioro funcional y mortalidad. Es importante adaptar las intervenciones a cada individuo, incorporando las preferencias del paciente y teniendo en cuenta la etapa en el espectro de la fragilidad.

 

PALABRAS CLAVE

Anciano, envejecer, edad avanzada, tratamiento.

 

ABSTRACT

The frail elderly is defined as one who has a decrease in physiological reserves and a greater risk of decline, which places them in a situation of greater vulnerability to external disturbances and results in a greater probability of presenting adverse health episodes (hospitalization, institutionalization, death, falls) and loss of function, disability or dependency.

Frailty is a state of vulnerability associated with an increased risk of adverse health outcomes, functional impairment, and mortality. It is important to tailor interventions to each individual, incorporating patient preferences and taking into account the stage on the frailty spectrum.

 

KEY WORDS

Elderly, old, advanced age, treatment.

 

DESARROLLO DEL TEMA

Desde el pasado siglo nuestro país, al igual que el resto de los países occidentales de nuestro entorno, ha presentado un envejecimiento progresivo de su población debido principalmente a un aumento significativo de la esperanza de vida y a una disminución importante de la fecundidad, lo que hace que las previsiones para España, en caso de no modificarse las tendencias actuales, sitúen por encima del 30% la población mayor de 65 años para el año 2050 y que la presencia de personas con edades extremas haya dejado de ser una excepción1. El anciano presenta en muchas ocasiones, una forma peculiar de manifestar las enfermedades. Por consiguiente, para llegar a la obtención de un correcto diagnóstico, es precisa la valoración cuidadosa de la sintomatología en el paciente geriátrico.

Se define al anciano frágil como aquel que tiene una disminución de las reservas fisiológicas y un mayor riesgo de declinar, lo que lo sitúa en una situación de mayor vulnerabilidad ante perturbaciones externas y resulta en una mayor probabilidad para presentar episodios adversos de salud (hospitalización, institucionalización, muerte, caídas) y pérdida de función, discapacidad o dependencia. Constituye una continuidad entre lo fisiológico y lo funcional con lo patológico, desde la falta de fragilidad a la fragilidad y posteriormente a la discapacidad y dependencia; a diferencia de otros síndromes y cuadros, no existe un límite preciso biológico, físico funcional, o clínico, entre ambos estados, lo que dificulta su categorización y diagnóstico1,2. Existe cierto consenso en que la fragilidad es un estado prediscapacidad, por lo que tanto en su definición como en los instrumentos de medida no debieran aparecer determinantes de discapacidad evidente; además de aquellas personas con factores de riesgo como los mencionados y sin discapacidad, suele incluir también los ancianos con deterioro incipiente de la funcionalidad2. Podemos clasificar a las personas mayores según las siguientes tipologías:

  • Personas mayores sanas: No presentan enfermedad ni alteración funcional, mental o social alguna.
  • Personas mayores con enfermedad crónica: Presentan una o varias enfermedades crónicas, pero sin problemas funcionales, mentales o sociales.
  • Personas mayores en riesgo de deterioro funcional: Aquellas que conservan su independencia de manera inestable y que se encuentran en situación de riesgo de pérdida funcional, bien porque tienen una serie de factores de riesgo para tener episodios adversos o deterioro, o bien porque tienen ya un deterioro incipiente o reciente en su funcionalidad, todavía reversible, sin causar aún dependencia ostensible. Engloba a los ancianos frágiles. Son más vulnerables ante cualquier proceso agudo o intercurrente, influido por su entorno psicosocial y la atención sanitaria y social recibida, de instauración de dependencia más o menos intensa y definitiva.
  • Personas mayores en situación de dependencia de carácter transitorio o de carácter permanente: independientemente de su intensidad.
  • Persona mayor en situación de final de la vida: Aquella que presenta una enfermedad en fase terminal con una expectativa de vida generalmente menor de 6 meses. Englobaría tanto a pacientes con enfermedad oncológica como no oncológica en fase avanzada o terminal y con limitación funcional grave no reversible, con síntomas intensos, complejos y cambiantes3.

A la Hora de prescribir un tratamiento a una persona mayor, habrá que tener en cuenta una serie de pautas de tratamiento:

  • Prescribir el menor número de fármacos posible.
  • Dosis terapéuticas adecuadas.
  • Control en la repetición del tratamiento.
  • Valorar los posibles efectos indeseables y las interacciones medicamentosas.
  • Evitar la prescripción por complacencia.
  • Buscar la dosis mínima eficaz.
  • Intentar si es posible, la dosis única diaria o en su defecto, el menor número posible de tomas diarias.
  • Explicar muy claramente cómo se debe administrar un tratamiento hasta que el paciente lo entienda (se recomienda que el personal sanitario tenga altas dosis de paciencia, humanidad y empatía).
  • Resulta práctico solicitar al paciente que acuda a la consulta con toda la medicación que está tomando.
  • Precaución ante la posible automedicación del paciente (sobre todo con el uso de laxantes, ansiolíticos y analgésicos)4.

También deberemos seguir una serie de recomendaciones a la hora de realizar un correcto manejo del anciano frágil:

  • Mantenimiento de la actividad y el ejercicio físico de cierta intensidad, adecuado a las características de la persona. El ejercicio es una actividad principal en la intervención de la fragilidad, la más efectiva y consistente de las intervenciones para mejorar la calidad de vida y funcionalidad en los mayores. Hay que potenciar aspectos de movilidad, capacidades físicas, y disminución de riesgos físicos. En este sentido, la fisioterapia y los programas de ejercicio pueden tener un importante papel.
  • Mantenimiento de un adecuado estado nutricional. Las intervenciones sobre este aspecto son más controvertidas que las del ejercicio . Un incremento del ejercicio con una bajada de peso (mediante dieta) en obesos ha dado buenos resultados en algunos estudios. La administración de los suplementos pueden ser de utilidad en las personas de edad avanzada con desnutrición, ya que producen un aumento de peso pequeño pero constante en ellas.
  • Correcto abordaje de cuadros clínicos específicos y enfermedades crónicas (depresión, diabetes, osteoporosis, artrosis, episodios cardiovasculares y su prevención, etc.)4,5, síndromes geriátricos (delirium, incontinencia, deterioro cognitivo, inestabilidad y caídas, desnutrición) y otros que se relacionan entre las causas de fragilidad y dependencia.
  • Revisión periódica de la medicación habitual; considerar su indicación, y evitar el uso de medicación inadecuada en el paciente mayor, interacciones, yatrogenia y en la medida de lo posible la polifarmacia. Considerar también la indicación de fármacos recomendables por sus condiciones clínicas6.

 

CONCLUSIONES

La fragilidad es un estado de vulnerabilidad asociado a un incremento de riesgo a resultados adversos en salud, deterioro funcional y mortalidad. Es importante adaptar las intervenciones a cada individuo, incorporando las preferencias del paciente y teniendo en cuenta la etapa en el espectro de la fragilidad.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Cantalapiedra M. El envejecimiento demográfico en España. Fuentes Españolas de Estadística. 2002; 68:26-7.
  2. Rockwood K, Hogan DB, MacKnight C. Conceptualisation and measurement of frailty in elderly people. Drugs Aging. 2000; 17:295-302.
  3. Sancho M. Las personas mayores en España. Informe 2002. Madrid: Instituto de Migraciones y Servicios Sociales; 2002.
  4. Valoración geriátrica integral (I). Evaluación del paciente geriátrico y concepto de fragilidad. Anales Sis San Navarra. 1999; 22 (supl 1):41-50.
  5. Gómez-Pavón J, Martín Lesende I, Baztán JJ, Regato P, Abizanda P, Formiga F, et al. Prevención de la dependencia en las personas mayores. Documento de Trabajo, 1.a Conferencia de Promoción y Prevención de la Salud en la Práctica Clínica en España. Ministerio de Sanidad y Consumo. Madrid 2007. (Último acceso: 11 de noviembre de 2009) Disponible en: http://www.msc.es/ca/profesionales/saludPublica/prevPromocion/docs/prevencionDependenciaMayores.pdf
  6. Gil Gregorio P. Problemas clínicos más relevantes en el paciente geriátrico. En Rozman C. Medicina Interna; 14 ed. Madrid: Ediciones Harcourt, 2000; 1498-1511.

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