Factores de riesgo y factores protectores asociados a la depresión en la persona mayor

16 junio 2023

AUTORES

  1. Raquel Oter Gimeno. Enfermera. Unidad de Ictus – Neurología, Hospital Clínico Lozano Blesa
  2. Ana Gracia Lázaro. Enfermera. Pediatría B – Hospital Materno Infantil de Zaragoza.
  3. Ana Luño Casabona. Enfermera. Radiología intervencionista Hospital Clínico.
  4. Belén Alba Delgado. Enfermera. Unidad de Digestivo Hospital Miguel Servet.
  5. Silvia Gallego Matossi. Enfermera. Unidad de urología, Hospital Clínico.
  6. Jara Villar Carruesco. Enfermera. Unidad de cardiología, Hospital Miguel Servet.

 

RESUMEN

Introducción: Según la OMS, la depresión es la principal causa de discapacidad en el mundo, representa un significativo problema de salud pública en nuestra sociedad. La prevalencia de depresión en personas mayores es del 13,5% a nivel mundial. El desarrollo de la depresión en la vejez es un proceso de causas multifactoriales y de interacciones complejas entre cada una de ellas. La investigación de estos factores de riesgo cuenta con algunas limitaciones, es difícil establecer con exactitud aquellos factores que influyen a la hora de padecer depresión.

Diseño: Revisión sistemática.

Objetivo: Realizar una revisión sistemática de la literatura científica acerca de los factores de riesgo y factores de depresión en la persona mayor estadísticamente más significativos.

Metodología: Se ha realizado una búsqueda bibliográfica retrospectiva de los artículos en las siguientes bases de datos/ motores de búsqueda: PUBMED, SCIELO, DIALNET y SCIENCE DIRECT en inglés, español o francés, entre los años 2012-2022 usando los descriptores «depression/depresión», «elderly/anciano», “risk factors/factores de riesgo” y “protective factors/factores protectores”. Además, también fueron consultadas las páginas web oficiales de World Health Organization (OMS) y del Instituto Nacional de Estadística (INE), así como también dos páginas de manuales y guías de salud nacionales (MSD y biblioteca del SNS).

Resultados: se extrajo y se comparó los resultados estadísticamente más significativos de los 23 estudios primarios donde la tasa de prevalencia de depresión oscila entre un 20 y un 40%. Además, se obtuvieron diez factores de riesgo para padecer depresión y dos factores protectores para prevenir dicha enfermedad.

Conclusión: Ser mujer, mayor o igual a 80 años, vivir solo/a, ser viudo/a, tener estudios limitados, consumir alcohol, tener autopercepción negativa de salud, vivir en un área rural, padecer deterioro cognitivo y tener bajos ingresos económicos son factores de riesgo estadísticamente significativos para la depresión en personas mayores de 60 años. Por otra parte, tener un correcto apoyo socio-emocional y realizar actividad física de manera consciente se consideran factores protectores estadísticamente significativos para prevenir la depresión en personas mayores de 60 años.

PALABRAS CLAVE

Depression, elderly, risk factors, protective factors.

ABSTRACT

Introduction: According to the WHO, depression is the leading cause of disability in the world, it represents a significant public health problem in our society. The prevalence of depression in older people is 13.5% worldwide. The development of depression in old age is a process of multifactorial causes and complex interactions between each of them. The investigation of these risk factors has some limitations, it is difficult to establish exactly those factors that influence the onset and maintenance of depression.

Design: Systematic review.

Objective: To carry out a systematic review of the scientific literature on the statistically more significant risk factors and factors of depression in the elderly person.

Methodology: A retrospective bibliographic search of the articles has been carried out in the following databases / search engines: PUBMED, SCIELO, DIALNET and SCIENCE DIRECT in English, Spanish or French, between the years 2012-2022 using the descriptors «depression», «elderly», «risk factors» and » protective factors». In addition, the official websites of the World Health Organization (WHO) and the National Institute of Statistics (INE) were also consulted, as well as two pages of national health manuals and guidelines (MSD and NHS library).

Results: the most statistically significant results were extracted and compared from the 23 primary studies where the prevalence rate of depression ranges between 20 and 40%. In addition, ten risk factors for depression and two protective factors to prevent this disease were obtained.

Conclusion: Being a woman, over or equal to 80 years old, living alone, being a widower, having limited education, consuming alcohol, having negative self-perception of health, living in a rural area, suffering from cognitive impairment and having low economic income are statistically significant risk factors for depression in people over 60 years of age. On the other hand, having correct social-emotional support and performing physical activity in a way are considered statistically significant protective factors to prevent depression in people over 60 years of age.

KEY WORDS

Depression, elderly, risk factors, protective factors.

 

INTRODUCCIÓN

Según la OMS, la depresión es la principal causa de discapacidad en el mundo, representa un significativo problema de salud pública en nuestra sociedad. Se estima que afecta a un 3,8% de la población total mundial, incluido un 5% de los adultos y un 5,7% de las personas mayores de 60 años1.

Tal y como define la última actualización del DSM-V: “los trastornos depresivos se caracterizan por una tristeza de una intensidad o una duración suficiente como para interferir en la funcionalidad y, en ocasiones, por una disminución del interés o del placer despertado por las actividades”2.

Actualmente, el proceso de envejecimiento, lejos de frenar, continúa avanzando durante las últimas décadas. En España, aproximadamente el 20% de la población es mayor de 65 años, las últimas previsiones del INE indican que, en 2050, el 31,4% de la población de nuestro país, tendrá más de 65 años y que el 11,6% tendrá más de 80 años. España tiene la esperanza de vida más alta de toda la Unión Europea con una media de 83,4 años y, en concreto, Aragón, se encuentra por encima de la media del porcentaje de personas mayores en España3,4.

La prevalencia de depresión en personas mayores es del 13,5% a nivel mundial. Sin embargo, en un estudio realizado en Europa, reporta una prevalencia de esta patología de un 12,3% aunque se observan diferencias entre países orientales y occidentales, mientras que en España se sitúa en el 14%, encontrándose en datos superiores a la media a nivel mundial5.

El desarrollo de la depresión en la vejez es un proceso de causas multifactoriales y de interacciones complejas entre cada una de ellas. En la persona mayor han sido estudiados cantidad de factores de riesgo asociados a la depresión; biológicos, sociales, psicológicos, sin embargo, resulta controvertido discriminar si se trata sólo de vínculos de asociación o tienen un significado causal5.

La investigación de estos factores de riesgo cuenta con algunas limitaciones, es difícil establecer con exactitud aquellos factores que influyen en el inicio y mantenimiento de la depresión, además, muchos de los factores de riesgo interactúan de tal modo que podrían ser causas o consecuencias de la misma6.

En el colectivo mayor, la depresión debe ser considerada un síndrome geriátrico de importancia, tanto por su prevalencia como por su repercusión en la morbilidad y mortalidad, donde debe prestarse especial atención al riesgo suicida7:

Según la última actualización del INE, el año de 2018, cerró con 230 defunciones entre el total de personas mayores de 65 años por suicidio en España, siendo los hombres el colectivo que más influye en esta estadística, son tres hombres por cada mujer la diferencia significativa de suicidio en cuanto a género. Analizando las cifras la cohorte de edad dónde más se produce el suicidio se encuentra de 70 a 75 años. Aragón es una de las CCAA dónde ha disminuido la tasa de suicidio más de un 10 por ciento en el último año8.

En cambio, en cuanto a depresión, Aragón junto con otras CCAA de España como Castilla y León y Murcia, poseen una elevada prevalencia de depresión reportada en el año 2020 según el mapa de prevalencia de depresión en España según CCAA en 2020 del INE.

Debido a la pandemia generada por COVID-19, el aislamiento domiciliario como medida impulsada para frenar la pandemia, agravó la situación vulnerable de las personas mayores, acrecentando la soledad y sentimiento de abandono entre otros, teniendo como resultado mayor riesgo de desarrollar depresión9.

Estudios recientes afirman que el efecto del confinamiento en los adultos mayores, durante la pandemia de COVID-19 ha conllevado a un profundo deterioro de la salud mental en este colectivo. Algunos de ellos reportan la existencia de miedo recurrente a la muerte, miedo a la separación de la familia, insomnio, síntomas de ansiedad generalizada, síntomas depresivos, síntomas de estrés postraumático y también el incremento en el consumo de sustancias, particularmente alcohol, así como el empeoramiento y agravamiento de patologías mentales que ya padecían10.

Por todo ello, en el presente estudio, se pretende realizar una revisión sistemática a partir del análisis de estudios originales primarios, mediante los cuales se pretende contestar a las preguntas de investigación formuladas a continuación.

Los investigadores de este estudio se han planteado las siguientes preguntas clínicas.

Pregunta principal: ¿En qué cifras se encuentra la tasa de prevalencia de depresión en la persona adulta mayor de 60 años dentro de la población?

Preguntas secundarias:

  • ¿Cuáles son los factores de riesgo estadísticamente más significativos en la persona adulta mayor de 60 años para padecer depresión?
  • ¿Cuáles son los factores protectores estadísticamente más significativos en la persona adulta mayor de 60 años para prevenir la presión?

 

METODOLOGÍA

La metodología de trabajo realizada se fracciona en las siguientes fases: definición de los criterios de selección, búsqueda bibliográfica de la literatura científica publicada sobre el tema, selección de los títulos y abstracts que cumplan con los criterios de selección que se hayan citado, revisión de los artículos a texto completo, y finalmente, análisis de los datos obtenidos.

Se llevó a cabo una revisión de la literatura científica a través de una búsqueda bibliográfica retrospectiva en los siguientes motores de búsqueda/ bases de datos: PUBMED, SCIELO, DIALNET y SCIENCE DIRECT. Con objeto de determinar los descriptores de búsqueda a emplear, y una vez identificadas las palabras clave de los artículos primarios, se obtuvieron las palabras clave más adecuadas siendo: «depression», «elderly», “risk factors” y “protective factors”.

Se combinaron todas ellas con el descriptor “depression” a través del operador booleano “AND” con el objetivo de delimitar la búsqueda al tema motivo de estudio. Además, la estrategia de búsqueda se limitó a artículos disponibles en el idioma inglés, castellano o francés publicados en los últimos diez años (2012-2022). Una vez aplicados los criterios citados, se obtuvieron un total de 651. Además, se analizaron los títulos y resúmenes del total de artículos y se descartaron aquellas referencias que no aludían a la temática de una manera específica y la relacionaban con otros factores no incluidos en el presente trabajo .

En este punto, se procedió a eliminar manualmente 40 artículos que se encontraban duplicados. También, se descartaron aquellos que no cumplían con todos los criterios de selección expuestos a continuación, resultando definitivamente 23 artículos para poder realizar el análisis y comparación de resultados

Además, también fueron consultados para la parte introductoria de la revisión, la página web oficial de World Health Organization (OMS) y del Instituto Nacional de Estadística (INE).

RESULTADOS-DISCUSIÓN

Para poder responder a la pregunta principal de la revisión, en la literatura revisada, se observa que la prevalencia de síntomas depresivos difiere según las herramientas aplicadas para la valoración de los mismos. La prevalencia de depresión en personas mayores, del total de personas de las muestras de cada estudio, es desde un 9%, en el estudio de menor prevalencia llevado a cabo por Srivastava et al. (30), hasta un 74,3% el estudio que obtiene la tasa más alta de prevalencia de depresión, realizado por De los Santos et al.17. Estos datos, pueden resultar algo heterogéneos, sin embargo, en la bibliografía, existe una tendencia en la prevalencia de depresión situándose entre el rango de un 20% hasta un 40% por la gran mayoría de los estudios analizados11,13,15,19,20,22,23,25-28,32,33. Por ello, esto, me lleva a calcular, cuál sería la tasa media de la prevalencia de síntomas depresivos de todos los estudios revisados, siendo esta un 26,3%. La disparidad en los datos de prevalencia de cada estudio puede ser debido, a la heterogeneidad en la aplicación de los diferentes instrumentos de evaluación de sintomatología depresiva y a la diversidad de muestra16. Una importante limitación en relación a los instrumentos de evaluación utilizados en varios estudios, es que el PHQ-9 se probó y validó previamente en poblaciones coreanas de edad avanzada, sin embargo, el instrumento es una prueba de detección subjetiva y no cubre todos los criterios de depresión, especialmente el deterioro funcional12,16,21,31. La escala BDI, al igual que otros instrumentos de detección de autoinforme, no es idónea para medir la depresión clínica, esencialmente, es manejada para evaluar la gravedad de los síntomas más que como una herramienta de diagnóstico28,33. Por otra parte, las personas que participan en encuestas son generalmente más saludables que los que no lo hacen, por tanto, el sesgo por falta de respuestas, puede causar subestimación de los niveles de depresión11,15,17,19,23,24,32. Se sugiere para próximos estudios poblacionales la implementación de estrategias diagnósticas que permita identificar el estado actual de la patología dentro de la población22.

Existen diversos factores de riesgo para sufrir depresión en personas mayores de 60 años, no obstante para poder responder a las dos preguntas restantes de investigación, a continuación, expongo los factores de riesgo y los factores protectores más significativos estadísticamente hallados en la literatura científica:

En primer lugar, el género es un factor de riesgo estadísticamente significativo para padecer depresión en la etapa adulta mayor. Los datos son muy coincidentes en la mayoría de los estudios revisados, existe una mayor prevalencia de depresión en mujeres mayores que en hombres, se informa que, hasta tres quintas partes de personas mayores con depresión, son mujeres11,12,14-19,21-23,25,27-29,32. No obstante un estudio realizado en España llevado a cabo por Sendra et al.13, declara que no constan diferencias en la prevalencia de esta enfermedad en cuanto a género, lo que difiere bastante de los resultados de los estudios previos mencionados, no obstante, el presente estudio tiene como limitación su diseño transversal, el cual, no permite concluir las causas de las relaciones encontradas. Por otra parte, existen otros estudios que no tienen en cuenta una perspectiva de género a la hora de extrapolar los datos según sexo para predecir el riesgo de padecer esta enfermedad en mujeres mayores20,24,26,30,31,33, lo cual, hace que se presente un sesgo significativo de género, ejerciendo una importante repercusión en las mujeres mayores. Es necesario incluir a las mujeres mayores en las investigaciones sobre la depresión y otras enfermedades, desagregando los datos por edad y sexo.

La edad también es un factor de riesgo importante, aunque en la bibliografía revisada, existen controversias en cuanto a la etapa en la que la persona mayor adquiere mayor riesgo de sufrir esta enfermedad. Según declara un estudio realizado por De los Santos et al.17 el rango de edad de 70 a 79 años supone una etapa crítica para el desarrollo de esta enfermedad, así como también otro estudio realizado por Martina et al.16, sitúa el riesgo dentro del mismo rango de edad, siendo los mayores de 75 aquellos con mayor riesgo. Un dato curioso es que durante los 60 a 69 años disminuye la probabilidad de padecer esta enfermedad17. El dato más destacado se encuentra en las personas mayores de 80 años, las cuales, tienen un riesgo de padecer depresión un hasta un 52% que, en otros grupos de edad descritos, en ello están de acuerdo Failoc et al.26 y Du et al.32. A su vez, dentro de este grupo de edad de igual o mayor a 80 años, se encuentran de acuerdo los estudios llevados a cabo por Sarro et al.13 y Luppa et al.15 en los que señalan mayores o iguales a 85 años es dónde se encuentra el mayor riesgo de sufrir depresión. Dentro de esta edad comprendida, se ha observado que ser mayor de 90 años también aumenta el riesgo de padecer depresión tal y como refiere Segura et al.22. Otros estudios no han encontrado diferencias significativas en cuanto a la edad se refiere11,12,18,20,21.

Vivir solo/a o acompañado/a también es una variable sociodemográfica estadísticamente significativa en la literatura analizada. Esta variable, parece ser coincidente con los resultados reportados por la mayoría de los autores. Los mayores que viven solos o se encuentran viudos/as mostraron hasta un 10% mayor probabilidad de padecer síntomas depresivos que los que viven acompañados, tal y como asegura Molés et al.11. También, las personas mayores viudas tenían un 34% más de probabilidades de estar deprimidos que las personas casadas según apunta Srivastava et al.30.. Sin embargo, la convivencia en pareja históricamente descrita como factor protector en los hombres, no es una variable explicativa en el estudio llevado a cabo por Sendra at al.12, cabe destacar la limitación de este estudio, está basado en la utilización de una encuesta de salud transversal, por lo que tiene únicamente un carácter descriptivo y exploratorio, no puede constituir relaciones causales, únicamente asociativas. No obstante, la casi totalidad de los autores, esclarecen que vivir solo es un factor predictor de depresión13,15,16,18,20,22,23,25,27,29. Esto puede ser debido a estar relacionado en algunos casos con la falta de cuidador13.

La mayoría de los autores, también señalan que la ausencia de educación formal o bien la educación limitada, supone además, mayor frecuencia de trastornos depresivos11,13,15,20,22,28,29,32, no saber leer o escribir y haber recibido un nivel educativo bajo, contribuye a la aparición de dichos síntomas sobre todo en mujeres tal y como confirman Sendra at al.12. Esto puede reflejar que el nivel educativo es un factor que favorece a que las personas mayores posean mayor o menor tolerancia a eventos estresantes a lo largo de su vida asegura De los Santos et al.17.

Otro factor que se encuentra bastante debatido en la literatura en cuanto a factores de riesgo para la depresión es el alcohol. Un estudio llevado a cabo por Sendra et al.12 apunta, de manera paradójica, que existe una asociación entre nulo o muy bajo consumo de alcohol y un mayor nivel depresivo en la persona mayor, considerándolo un factor protector frente a la depresión, al igual que lo afirma Segura et al.22, la limitación más importante de estos estudios es que se tratan de estudios transversales en los que no se puede establecer causalidad entre las variables. Además, siguiendo la misma línea de lo defendido, en el estudio llevado a cabo por Luppa et al.15 coinciden en que no existe una asociación entre el consumo de alcohol y el riesgo de padecer síntomas depresivos en este grupo etario. Sin embargo, Kim et al.21 y Çakıcı et al.28, defienden que el consumo de alcohol o haber consumido otras sustancias ilícitas, incrementa el riesgo de padecer depresión en la etapa adulta mayor respectivamente. Esta discrepancia en los resultados relacionados con el alcohol en los diversos estudios revisados puede ser debido a la falta de una variable cualitativa que no valora la cantidad consumida en los estudios, lo que supone la limitación de algunos datos, pero los trastornos ocasionados por el alcohol suelen ser depresógenos12.

En un estudio llevado a cabo por Molés et al.11, la autopercepción positiva de la salud se asoció a una prevalencia menor de depresión, en este estudio en concreto, las mujeres percibieron su salud general como buena en menor proporción que los hombres, concordando con los resultados obtenidos en otros trabajos. Entendiendo que una percepción buena de la salud se asocia a un mejor estado de salud física, podríamos decir que los resultados son concordantes con los obtenidos por Sendra et al.12 y Segura et al.22 en el que confirman que el estado de salud percibido regular y malo/muy malo y la percepción de mala calidad de vida, respectivamente, se consideran factores de riesgo para la presencia de alteraciones anímicas en los adultos mayores. También lo asegura Luppa et al.15, el cual encontró diferencias sustanciales en las tasas de prevalencia en el estado de salud autoevaluado, un estado de salud pobre se asoció a padecer un mayor riesgo de depresión. Los hombres suelen tener mejor autopercepción del estado de salud que las mujeres11,12.

Vivir en un área rural es una variable significativa en cuanto a riesgo de depresión según reportan Martina et al.16 y Disu et al.27 los adultos mayores rurales tenían una mayor prevalencia de síntomas depresivos, siendo significativamente más propensos que los participantes urbanos. En líneas futuras, en las regiones rurales, debido a la alta prevalencia de síntomas depresivos y el bajo nivel de participación en actividades sociales, se debe proveer de apoyo financiero, instalaciones básicas y plataformas para adultos mayores rurales para alentarlos a participar en actividades sociales19.

Padecer otras patologías crónicas está asociado a padecer trastornos depresivos13,16,17,20, procesos como los deterioros cognitivos, enfermedades cardiovasculares y la diabetes, se relacionan significativamente en el padecimiento de depresión en personas mayores según Sendra et al.12. En el perfil de lo descrito, otros autores como Sarro et al.13 y Martina et al.16, hallaron una fuerte asociación entre el deterioro cognitivo y padecer depresión.

La variable económica también se observó estadísticamente significativa en cuanto a padecer depresión11,12,20. Molés et al.11 observa relación entre el factor económico y la depresión en las personas mayores, confirma que el 41,5% de los mayores perciben menos de 900 euros al mes, siendo la proporción de mujeres mayor en este grupo, Sendra et al.12 corrobora que, en todas las variables socioeconómicas consideradas, (nivel de estudios, clase social y percepción de pensión contributiva) los hombres obtienen valores más favorables que las mujeres.

Existe evidencia suficiente en la literatura revisada sobre que una buena calidad de vida y un correcto apoyo social y condición socio-emocional son factores protectores significativos de los síntomas depresivos18,23,29. Por ello, la percepción de bajo apoyo social, el pobre mantenimiento de relaciones sociales11, el escaso interés mostrado a otras personas12, contar con pocos recursos sociales, poca o nula participación en actividades comunitarias22, falta de actividades de ocio25, está habitualmente relacionada con el riesgo depresión del anciano. En un estudio llevado a cabo por Luppa et al.15, los sujetos con bajo nivel de actividad social, mostraron un mayor riesgo de padecer depresión que los sujetos con un alto nivel de actividad social, otro estudio realizado por Wang et al.19 estaba de acuerdo en la misma línea de lo citado, reportando que la interacción con amigos en personas mayores casi semanalmente o casi a diario se asocia negativamente con síntomas depresivos así como también aquellos que participaban en actividades relacionadas con la comunidad. Tambíen Du et al.32, mantiene la idea derivada de su estudio, certificando que la falta de participación social en las personas mayores se asoció a un mayor riesgo de síntomas depresivos. Además, Assari et al.24, aseguran que la baja autoestima se asocia con más probabilidad de padecer dicha enfermedad.

La actividad física regular, y la mantenida capacidad funcional entre las personas mayores, está demostrada en la literatura, ser factor protector para el desarrollo de la depresión. Tal y como confirman Sendra et al.12, un factor notoriamente relacionado con la depresión en la persona mayor es la limitación y restricción de la actividad física, Sarró et al.13, igualmente apuntan que el ejercicio físico y la buena autopercepción de energía en este grupo etario, previene el desarrollar síntomas depresivos, al igual que así se corroboran Wang et al.19, indicando que la realización de ejercicio físico casi a diario en las personas mayores, se asocia negativamente con síntomas depresivos. En la misma línea de lo defendido, Cho et al.14, fortalecen a través de su estudio que tenía por objetivo; averiguar las asociaciones entre el peso, la actividad física y la depresión en adultos mayores coreanos, que los hombres y mujeres completamente inactivos tenían riesgos significativamente más altos de tener depresión en comparación con los hombres suficientemente activos y mujeres, respectivamente, en cuanto a AF e IMC, riesgo de depresión fue mayor en el grupo inactivo y con bajo peso. Kim et al.21, de la misma manera corrobora que inactividad física e insuficiencia nutricional son factores de riesgo hondamente significativos para el desarrollo de depresión en este grupo. Posiblemente exista una influencia bidireccional, la depresión empeora el funcionalismo físico en personas mayores12. Obtenemos otro motivo de gran valor para recomendar la práctica de ejercicio físico en nuestros pacientes mayores13.

La limitación más relevante de la mayor parte de los estudios es que mantienen un diseño transversal11,13,14,16-29,31,33, lo cual, no permite concluir las causas de las relaciones encontradas. Por ejemplo, tener problemas económicos puede conducir a la depresión, pero tener depresión también puede conducir a tener problemas económicos19.

En líneas futuras, es importante averiguar y conocer los factores que pueden ser protectores y predictores para una posible detección y prevención de la depresión en las personas mayores23,29. El alto número de factores intervinientes y la complicada interacción entre ellos involucran la necesidad de promover estudios de corte longitudinal que permitan delimitar de forma precisa el papel y la influencia de cada uno de ellos11,12 Se debe formar a edades tempranas sobre la promoción de la salud y un mejor entorno social y familiar, así como estimular a los adultos mayores a un mejor desarrollo cognitivo y actividades físicas16. Sería de gran utilidad realizar programas de prevención relacionados con el bienestar mental de las personas mayores brindando información basada en evidencia para programas de reducción del riesgo de depresión, educación sobre salud mental y programas de concientización17. También, es necesario implementar intervenciones específicas de género para poblaciones en riesgo21.

CONCLUSIONES

Los síntomas depresivos son frecuentes en la última etapa de la vida y están asociados diversos factores de riesgo, representan un importante problema de salud pública. Se sugiere que la aparición y el mantenimiento de los síntomas depresivos en la vejez pueden entenderse como una interacción entre ciertas vulnerabilidades13,15.

Se concluye que la prevalencia de síntomas depresivos es elevada en personas mayores, en la literatura científica, suele situarse entre de un 20% y un 40%. Este hallazgo resalta la importancia de abordar los efectos psicológicos de las enfermedades crónicas, bajo nivel socioeconómico y de otros factores de riesgo para padecer depresión anteriormente mencionados, que afectan directamente a la persona mayor29.

Ser mujer, mayor de 80 o igual a 80 años, vivir solo/a, ser viudo/a, tener estudios limitados, consumir alcohol, tener autopercepción negativa de salud, vivir en un área rural, padecer deterioro cognitivo y tener bajos ingresos económicos son factores de riesgo estadísticamente significativos para contribuir a la aparición de depresión en personas mayores de 60 años.

Por otra parte, tener un correcto apoyo socioemocional y realizar actividad física de manera consciente se consideran factores protectores estadísticamente significativos para prevenir la depresión en personas mayores de 60 años.

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