Implicaciones terapéuticas del diálogo tónico entre el neonato y su madre. Artículo monográfico.

20 febrero 2022

AUTORES

  1. Álvaro Marzal Rubio. Graduado en Terapia Ocupacional. Cruz Roja Illes Balears.
  2. Soraya Laínez Torrijo. Graduada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario Miguel Servet.
  3. Ana Isabel Carbonell García.Graduada en Terapia Ocupacional. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario Miguel Servet.
  4. Rubén Yus Gonzaléz. Conductor, Celador. Servicio Aragonés de Salud.
  5. Estela Meléndez Sánchez. Graduada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa.

 

RESUMEN

Entendiendo el diálogo tónico como la primera relación que tiene el neonato con elementos externos a él, constituye la base del desarrollo emocional y de las relaciones futuras del niño con los otros. En este trabajo se realiza una introducción teórica del concepto, abordando las estructuras neuroanatómicas implicadas y su importancia terapéutica.

 

PALABRAS CLAVE

Tono muscular, maternidades, terapia ocupacional, enfermería.

 

ABSTRACT

Tone dialogue is known as the first interaction the newborn has with the exterior. It is the first step of the emotional development of the future interactions of the kid with the others. In this essay, a theoretical introduction of the concept is exposed as well as neuroanatomic structures related and therapeutic importance.

 

KEY WORDS

Muscle tonus, maternity, occupational therapy, nursing.

 

DESARROLLO DEL TEMA

Introducción al diálogo tónico:

El bebé establece con la madre (o figura maternante) un diálogo tónico siendo esta relación la primera que el bebé tiene con el mundo exterior. Este diálogo tónico, que está íntimamente relacionado con la afectividad, constituirá la base de las emociones y relaciones futuras del niño con los otros1.

Este diálogo que el bebé experimenta es muy relevante en su desarrollo ya que la personalidad se estructura y modifica a partir de las experiencias relacionales y se empieza a estructurar partiendo de las primeras experiencias corporales. Son en estas primeras etapas de la vida donde tiene lugar el origen de la construcción del sí mismo y del esquema corporal2.

Este vínculo fusional, necesario para facilitar los procesos madurativos y el desarrollo del psiquismo, está basado en la relación tónica inicial entre la figura maternante y el bebé, los ajustes corporales, el intercambio dialéctico-emocional, la mirada, la escucha y las situaciones en las que experimenta placer y displacer3.

Henri Wallon (1879-1962) fue un psicólogo francés que hizo grandes aportaciones a la pedagogía, la psicomotricidad y a la psicología del niño, entre otros campos de estudio. Ciñéndonos a la definición que este autor propone acerca del diálogo tónico, diríamos que es el conjunto de intercambios mediatizados por el modo en que el niño es sostenido por el progenitor y la manera en que el bebé responde a ello, produciéndose una interacción entre las posturas de ambos y el tono muscular resultante4.

Otro autor influyente fue Julián de Ajuriaguerra (1911-1993), psiquiatra español que también estudió y aportó a la psicomotricidad y al psicoanálisis, entre otros campos5. Definió el diálogo tónico como el intercambio corporal de información que se produce entre la mamá y el niño recién nacido y que se expresa por estados de tensión-distensión muscular, que reflejan sensaciones de placer y displacer y que provocan reacciones de acogida-rechazo en el otro1.

Para Ajuriaguerra, es una función primaria de comunicación que tiene lugar a lo largo de las dos o tres primeras semanas de vida6, siendo la mayor parte del tiempo automática, no controlable y no intencional5. Según este autor, los intercambios que se producen entre la madre y el bebé se clasifican en tres tipos: intercambios de contacto, intercambios de expresiones y posturas de comunicación6.

El cuerpo del niño siente y refleja la vida de los demás bajo la forma de reacciones tónicas, hipertónicas o de pasividad. A su vez, estas reacciones son incorporación de el otro (figura maternante) y manipulación de la agresividad propia7.

 

Correlaciones neuroanatómicas del diálogo tónico:

Jean Decety, neurocientífico francés, propone una anatomía de la empatía y para ello la descompone en una resonancia motriz (diálogo tónico) no intencional y, por otra parte, en la toma subjetiva del punto de vista del otro, más controlada e intencional. La primera aparece en el desarrollo y se remonta a la historia evolutiva de los primates no humanos y la otra ya sería un rasgo característico de los seres humanos. La resonancia motriz sería producida por las neuronas espejo del córtex motor y del córtex parietal que actúan tanto cuando el sujeto actúa, como cuando observa a otro sujeto realizar la acción8,9.

Actualmente se están llevando a cabo investigaciones acerca de las neuronas espejo, determinando que el giro cingulado y la ínsula se activan no solo cuando sentimos sino también cuando observamos emociones en otras personas10.

El tono, al mantener una estrecha relación con la vivencia y expresión de las emociones, debe ser considerado como punto de referencia esencial para la vida de relación biológica, psicológica y en el desarrollo de una conciencia de sí mismo11.

Esa conexión emocional se materializa a través de la formación reticular y su conexión con los circuitos de reactividad emocional y los centros subcorticales. Esta conexión con los circuitos subcorticales añade al acto motor una connotación, convirtiéndo entonces el gesto en portador de un mensaje involuntario. Como consecuencia, las tensiones psíquicas se manifiestan en tensiones musculares y viceversa. El diálogo tónico, más allá de un intercambio de tensiones musculares, moviliza la esfera emocional1.

 

Proceso del diálogo tónico:

Durante aproximadamente el primer año de vida, las necesidades (displaceres) del niño y las satisfacciones de esas necesidades (placeres) se manifiestan a través del tono muscular tomando la forma de hipertonía o de hipotonía con la consiguiente manifestación emocional. Con las necesidades-satisfacciones se engloba a la presencia-ausencia, proximidad-lejanía, contacto-separación (respecto a la figura maternante)1.

A estos fenómenos se les conoce como hipertonía de llamada e hipotonía de distensión. El primero se asocia a una fase de necesidades y de tensión (carencia, daño…) y la segunda se asocia a la satisfacción de estas y a distensión muscular1.

La hipertonía de llamada es la respuesta a una crisis de tensión tónico-emocional. Es una fase de tensión extrema de todo el cuerpo que anula toda disponibilidad perceptiva del bebé. El niño realiza una contracción general de su cuerpo, su respiración se bloquea y llora violentamente12.

En la fase de hipotonía de distensión, cuando se satisfacen las necesidades, las tensiones se calman, se restaura la sensibilidad y se liberan las potencialidades receptoras y emisoras del bebé. La figura maternante recibe la relajación del bebé, la sigue y la acentúa a través de modulaciones tónicas, caricias, verbalizaciones, etc1.

Debido a esto, la alimentación es el primer vehículo hacia el otro que a través de experiencias temporales de necesidad y satisfacción y del establecimiento de ritmos biológicos (hambre-saciedad, tensión-distensión, placer-displacer, etc.) permite el sostenimiento emocional y físico. Consecuentemente, la nutrición es uno de los primeros organizadores psíquicos11.

Estas secuencias repetidas (hipertonía-hipotonía) son las premisas del diálogo tónico que se elabora sobre las variaciones del tono acompañando los sentimientos, las necesidades, los contactos, las experiencias sensoriales y emocionales y sobre sus integraciones, diferenciando poco a poco el interior del exterior del cuerpo1.

Donald Winnicot (1896-1971), pediatra, psiquiatra y psicoanalista inglés determinó dos funciones maternas que estarían en el origen del desarrollo emocional primitivo: el holding y el handling. El holding sería la forma en la que la figura maternante lleva, sostiene y alimenta al bebé. Si este se siente sostenido sólida y confortablemente (por los brazos, la mirada, la voz…), podrá elaborar su sentimiento de existir y sentirse protegido frente a las angustias tempranas (miedo a la caída, pérdida, etc.). Por otro lado, el handling sería el manejo y cuidado corporal a la hora de alimentar y satisfacer todas sus necesidades. Esta segunda función maternal posibilita la unión entre el desarrollo psíquico y corporal del bebé (integración de lo biológico, orgánico, psicológico, emocional y social)11. En referencia a esta última idea, Freud plantea la transmisión de aspectos vinculados a lo cultural y sus efectos en el cuerpo y psiquismo del bebé en el proceso de construcción del yo corporal13. El desarrollo del sentimiento de sí mismo y, por tanto, de la identidad, está estrechamente ligado a la calidad de estas dos funciones maternales11.

Este diálogo tónico es el primer espacio de cambios marcados por el placer, la frustración, los deseos y la llamada hacia el otro. Respecto a la edad adulta, las variaciones tónicas quedan como índices (frecuentemente inconscientes) de la aceptación o rechazo de una relación o de sentimientos positivos, negativos o indiferentes hacia el otro (apretón de manos, postura…)1.

 

Relevancia terapéutica del diálogo tónico:

Como forma de concluir este trabajo, se narra a continuación la justificación del foco de atención que sería necesario poner a los aspectos tónico-emocionales del individuo.

La psicomotricidad nos sirve de herramienta para comprender al bebé como sujeto global (bio-psico-social). La expresividad motriz es una parte fundamental de este, siendo por la vía corporal (a través del diálogo tónico) donde se ven reflejadas sus emociones3.

Ya dicho anteriormente, el diálogo tónico juega un papel importante en la construcción de la totalidad corporal, la construcción de la propia identidad1 y en el desarrollo psicoafectivo. El inicio de estos procesos va acompañado, por un lado, de la estructuración de un yo corporal en la que la receptividad corporal del niño pasa de ser pasiva y reactiva a intencional y activa; y por otro, de la construcción del primer vínculo afectivo (base de la relación posterior con otras personas) que se va modificando o reactualizando a lo largo de la vida en la relación con los demás11.

La base de toda conducta emocional futura recae sobre el diálogo tónico con la figura maternante, específicamente sobre la forma en la que el niño pase de la fase de hipertonía de llamada a hipotonía de distensión1.

La calidad de esta primera relación fusional y de dependencia marcará las relaciones futuras del niño con el espacio, los objetos y los otros1.

En cuanto al proceso de individualización, también se ve muy influenciado por el diálogo tónico. La individualización dependerá de la capacidad del niño para transformar el entorno. El primer espacio potencialmente transformable que el niño encuentra es el cuerpo de sus padres y es por medio del diálogo tónico (a través de cambios de tono, de actitudes, de emociones…) por donde se realizan esas primeras transformaciones1,14.

Todos los estímulos que el niño recibe durante el diálogo tónico modifican su sensibilidad interoceptiva, propioceptiva y exteroceptiva. Estas sensibilidades tienen carácter agradable o desagradable y constituyen el fundamento de la vida afectiva, asentándose para el resto de vida del individuo1. Dentro del diálogo tónico, cobra especial importancia los estímulos exteroceptivos, siendo el tacto un elemento imprescindible para que este diálogo se establezca. Hacer estos contactos tónicos o envolturas de forma adecuada (mirada, caricias, presiones…) le ofrecerán al niño seguridad a nivel afectivo.

La presencia de problemas o dificultades en la regulación tónica por parte del niño desencadena una alteración en la percepción e integración de los estímulos. Así, su cuerpo se vuelve de difícil manejo cuando la figura maternante lo tiene en sus brazos. De esta manera, nos encontramos con familias en las que es frecuente la culpabilidad, el rechazo, la sobreprotección frente a bebés muy irritables, hipertónicos, hipotónicos, inhibidos, pasivos… en las que se producen situaciones de difícil acuerdo tónico3.

Por último, la calidad del control tónico-emocional también se relaciona con el comportamiento agresivo, especialmente en casos de gran labilidad emocional, con cóleras, gritos, lanzamientos de objetos y pataletas reflejando un estado de fuerte tensión tónica y de «explosión» emocional12.

 

CONCLUSIONES

No podemos obviar la importancia del diálogo que se establece entre la madre y el neonato. La evidencia científica actual apunta a promover el contacto piel con piel entre la madre y su bebé desde el primer momento de vida extrauterina.

Como profesionales implicados en la salud, debemos fomentar que este diálogo sea lo más funcional posible para ambas partes. El momento del nacimiento supone una nueva toma de perspectiva tanto para la madre como para su entorno. Frecuentemente, esto ocasiona una pérdida de atención a la satisfacción de las necesidades de la madre. Es por ello por lo que siempre deberíamos tener presente el garantizar la salud de ésta, especialmente la salud mental.

 

BIBLIOGRAFÍA

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