Importancia del triaje en el servicio de urgencias.

20 enero 2021

AUTORES

  1. Laura Marcos Blasco. (Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España).
  2. Silvia Delgado Deza. (Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España).
  3. Sandra Triguero Pasamar. (Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España).
  4. Itziar Ibáñez Grima. (Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España).
  5. Paula Romeo Cambra. (Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España).
  6. Maria Victoria Martín Arévalo. (Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza, España).

 

COMUNICACIÓN BREVE

En primer lugar, debemos decir que cuando hablamos de triaje nos referimos a un sistema de clasificación que nos permite atender adecuadamente a los pacientes distribuyéndolos en función de sus necesidades. Debe ser un proceso fácil y rápido para poder dar una atención eficaz y eficiente1.

De forma inicial se hacía en torno a 4 niveles de priorización, pero dada su escasa fiabilidad y relevancia ha hecho que con los años se haya sustituido por 5 niveles2,3, donde la prioridad será en función de síntomas, constantes fisiológicas, nivel de dolor, evolución… y donde los casos más urgentes se atenderán con prioridad. El resto irán siendo reevaluados en caso necesario hasta poder ser asistidos por el médico.

 

Podemos diferenciar4,5,6:

  • Nivel I: Prioridad absoluta con asistencia inmediata, sin demora. Necesita reanimación con compromiso ventilatorio, respiratorio, hemodinámico y neurológico.
  • Nivel II: Riesgo vital, inestabilidad o dolor muy intenso. La atención no debe superar los 10 minutos.
  • Nivel III: Urgente pero estable hemodinámicamente. Necesitan pruebas diagnósticas o terapéuticas, su situación puede empeorar si no se actúa. La asistencia se puede demorar hasta 60 minutos.
  • Nivel IV: Urgencia menor, sin riesgo vital para el paciente. Demora máximo 120 minutos.
  • Nivel V: No urgencia. Poca complejidad en patología o cuestiones administrativas, citaciones… Demora máximo 240 minutos.

Además de la clasificación de pacientes, el triaje también sirve para hacer otros estudios como el tiempo de espera en urgencias, el número de ingresos según gravedad… que orientarán para modificar la gestión del servicio de urgencias tanto a nivel organizativo como económico7.

En cuanto a quién debe realizar el triaje hay quienes defienden que debe ser un médico el que lo haga pero fue transferido al personal de enfermería tras la aparición de sistemas estructurados de triaje. Esto ha dado lugar a generar dudas sobre la capacitación de la enfermera para realizarlo y los errores que pudiera cometer.

Pero en estudios realizados se ha podido comprobar cómo la enfermera mejora la satisfacción del paciente y familia favoreciendo la comunicación y reduciendo reclamaciones, así como una mejora de tiempos y agilidad en la atención8. Así mismo porque la realización del triaje como tal, no conlleva realizar un diagnóstico, sino una valoración inicial de signos y síntomas para poder establecer una prioridad y un motivo de consulta.

La enfermera de triaje es el primer sanitario que establece contacto con el paciente y debe hacer una clasificación rápida y efectiva en el menor tiempo posible para su correcta asistencia. Para poder llevarlo a cabo debe ser especialista en Urgencias y Emergencias y tener cierta antigüedad en el servicio donde va a realizarlo, así como de su adecuada formación en el sistema de triaje al uso9,10.

En primer lugar, los pacientes pasan por admisión para recepcionarlos y se van llamando por sala de triaje, donde el enfermero hace una breve anamnesis del paciente, toma constantes vitales en caso necesario, explica funcionamiento al paciente y determina el nivel de prioridad11.

Su formación previa y experiencia hace que puedan diferenciar situaciones vitales críticas y tomen una serie de decisiones siendo imprescindible el trabajo multidisciplinar, asegurando en todo momento la seguridad del paciente en el desarrollo del triaje, no dando lugar a errores. Además, deben tener un aprendizaje continuo para que pueda ser lo más eficiente posible y también siendo capaces de llevarlo a cabo en caso de error en el sistema informático, mediante unas cuartillas apropiadas para ello.

 

CONCLUSIONES

Se ha podido comprobar cómo en las últimas décadas ha habido un aumento de los pacientes que acuden a los servicios de urgencias dando lugar a un colapso que dificulta la labor de los profesionales y que su asistencia sea eficiente y acorde a sus necesidades.

Gracias al triaje se puede hacer una valoración activa del paciente para poder detectar un problema vital con la finalidad de facilitar unos cuidados y tratamiento adecuados, con un lenguaje común entre profesionales. Su correcta aplicación puede hacer que disminuyan los tiempos de espera y la saturación en el servicio de urgencias, mejorando la reevaluación de los pacientes y una comunicación más cercana y empática con los mismos.

A pesar de la formación inicial recibida por el personal de enfermería en este proceso, se debiera impartir más formación continuada para actualizar conocimientos y progresar en su atención. Siendo también necesaria una evaluación continua para poder detectar y subsanar errores que puedan producirse para garantizar la correcta seguridad del paciente. A pesar de que el personal de enfermería ha mostrado suficiencia para realizarlo, sigue siendo necesaria la participación del médico en los casos más complejos.

Tras varias lecturas realizadas me gustaría hacer referencia a la frase “lo urgente no siempre es grave y lo grave no es siempre urgente”7 porque refleja que a pesar de un buen funcionamiento del sistema sanitario es fundamental un buen uso de sus recursos por parte del ciudadano, siendo conscientes de lo que implica la atención en urgencias y las prestaciones que allí se realizan, ya que un mal uso de ellas puede hacer que la calidad de la asistencia necesaria no sea adecuada al momento requerido, aumentando los tiempos de actuación.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Gómez J. Urgencia, gravedad y complejidad: un constructo teórico de la urgencia basado en el triaje estructurado. Emergencias 2006; 18:156-164.
  2. Travers DA, Waller AE, Bowling JM, Flowers D, Tintinalli J. Five-level triage more effective than three-level in tertiary emergency department. JEmerg Nurs 2002; 28: 395-400.
  3. Wuerz RC, Travers D, Gilboy N, Eitel DR, Rosenau A, Yazhari R. Implementationand refinement of the Emergency Severity Index. Acad Emerg Med 2001; 8: 170-176.
  4. Mackway-Jones K, ed. Emergency Triage: Manchester Triage Group. London: BMJ Publishing Group, 1997.
  5. Beveridge R, Clarke B, Janes L. Canadian Emergency Department Triage and acuity scale implementation guidelines. CJEM 1999; 1 (Suppl 3): S1-S24.
  6. Gómez Jiménez J, Puiguriguer J, Ferrando JB, et al. 1r Curs de formació en tria d’urgències. Bases conceptuals del Programa d’Ajuda al Triatge (PAT). Model Andorrà de Tria. Escaldes-Engordany, Desembre 2002-Abril 2003. http://www.colegidemetges.ad/sum/sum2.html
  7. Gómez Jiménez J, Murray MJ, Beveridge R, Pons J, Albert E, Ferrando JB et al. Implementation of the Canadian Emergency Department Triage and Acuity Scale (CTAS) in the Principality of Andorra: Can triage parameters serve as EmergencyDepartment Quality Indicators? Can J Emerg Med 2003; 5: 315-322.
  8. . Sullivan R. Triage: a subspecialty of emergency nursing. Emphasis Nurs 1989; 3: 26-33.
  9. Molina Álvarez RA, Zavala Suárez E. Conocimiento de la Guía Práctica Clinica de triaje por personal de enfermería. Rev Conamed (Internet). 2014(acceso 21 marzo 2019). 19 (1): 11-16.
  10. Soler W, Gómez Muñoz M, Bragulat E, ÁlvarezA. El triaje: herramienta fundamental en urgencias y emergencias. Anales Sis San Navarra (Internet). 2010 (acceso 21 marzo 2019).
  11. Tudela P, Módol JM. Urgencias hospitalarias. Med Clin (Barc) 2003; 120: 711-716.

 

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