AUTORES
- María Cuartero Tolosa. Enfermera de Consultas Externas (HUMS), Zaragoza.
- Greta Lax Oria. Enfermera en UCI de Traumatología (HUMS), Zaragoza.
- Jorge Latorre Martinez. Enfermero en UCI Traumatología (HUMS), Zaragoza.
- Javier Martinez Nivela. Enfermero en planta de Traumatología (Hospital Royo Villanova), Zaragoza.
- Esther Ripa Peralta. Enfermera en UCI de Traumatología (HUMS), Zaragoza.
- María Irene Laplana Otín. Enfermera en Más Prevención Zaragoza.
Introducción: El prolapso de órganos pélvicos es un trastorno englobado dentro de las disfunciones del suelo pélvico siendo mayormente afectadas por este problema mujeres de edad avanzada. Su prevalencia no es exacta, pero se prevé mayor incidencia con el aumento de la esperanza de vida en los próximos años. Por ello, los profesionales sanitarios actúan con el objetivo de prevenir en lugar de curar.
Objetivo: Realizar una revisión bibliográfica sobre la prevención y rehabilitación del prolapso genital en mujeres.
Metodología: La búsqueda bibliográfica se ha realizado consultando bases de datos, páginas web, guías clínicas y libros. Además, se han obtenido documentos de la matrona de Atención Primaria de Huesca Rural.
Desarrollo: El prolapso se desarrolla frecuentemente por una lesión en el músculo elevador del ano a causa de múltiples factores de riesgo entre los que destaca el parto vaginal. El síntoma más nombrado es la sensación de bulto genital y el tratamiento depende del grado de prolapso y su clínica. En prolapsos leves se recomienda la realización de ejercicios de Kegel y la utilización de pesarios mientras que en estados avanzados la única opción es la cirugía.
Conclusión: La matrona desde Atención Primaria es la encargada de enseñar y proporcionar educación sanitaria a la comunidad acerca de los riesgos que acarrea este problema y las estrategias que se deben seguir para su prevención con el fin de reducir la incidencia de este problema.
PALABRAS CLAVE
Prolapso, prolapso de órganos pélvicos, suelo pélvico, mujeres, tratamiento, enfermería.
Introduction: Pelvic organ prolapse is a disease included in pelvic floor dysfunctions and women are the most affected in old age especially. The prevalence isn’t exact, but more incidence is expected in the future because of the increase of life expectancy. Therefore, sanitary professionals act with the aim of preventing instead of treating.
Goal: Carrying out a bibliographic review about prevention and rehabilitation of pelvic organ prolapse in women.
Methodology: The bibliographic search has been carried out through different databases, websites, clinical guides and books. Moreover, some documents have been obtained thanks to the midwife of Primary Attention in Huesca Rural.
Development: The prolapse is caused frequently by an injury at the elevator ani’s muscle because of multiple risk factors and the most important is vaginal labour. The symptom most noted is a sensation of vaginal lump and the treatment depends on the prolapse’s degree and the clinical features. Kegel exercises and pessaries are recommended in mild prolapse while surgery is the only option in advanced states.
Conclusion: The midwife of Primary Attention is the person responsible for teaching and providing sanitary education to the community about the risk of this problem. Moreover, professionals can promote strategies that people have to follow for prevention with the purpose of reducing the incidence of this problem.
KEY WORDS
Prolapse, pelvic organ prolapse, pelvic floor, women, treatment, nursing.
El prolapso de órganos pélvicos (POP) es el descenso de uno o varios órganos que se encuentran en la cavidad pélvica (vejiga, útero, cúpula vaginal o recto) a través de la vagina. Se produce como resultado del fallo de los elementos de apoyo y sujeción, y de la inervación y musculatura del sistema urinario, reproductivo e intestinal. Este trastorno se encuentra agrupado dentro de las alteraciones del suelo pélvico junto a la incontinencia urinaria y fecal.
Es importante conocer la anatomía que engloba a los órganos pélvicos y sus estructuras de soporte para comprender el problema.
La anatomía pélvica está compuesta por el sistema urinario (vejiga y uretra), el sistema reproductivo (útero y vagina en la mujer) y el sistema digestivo (recto y ano). Los órganos se apoyan en el suelo pélvico que está compuesto principalmente por el diafragma pélvico, la fascia endopélvica, la membrana perineal y los músculos del espacio perineal profundo.
El plano muscular profundo está formado por el músculo elevador del ano y el músculo coccígeo que a su vez constituyen el diafragma pélvico, siendo el primero el principal sistema de soporte del suelo pélvico1-4.
Los dos músculos elevadores del ano parten de la pelvis y se unen rodeando la vagina y el orificio anal. Los músculos se dividen en la parte anterior por un defecto en forma de U llamado hiato urogenital que permite que la uretra y la vagina atraviesen el músculo con el fin de conservar y sustentar las vísceras pélvicas. Además, se dividen en tres fascículos (pubococcígeo, puborrectal e ileococcígeo)5.
El útero está sujeto mediante 3 pares de ligamentos (pubovesicovaginales, uterosacros y cardinales) formados por tejido conjuntivo que se denomina fascia endopélvica2.
El plano muscular medio o diafragma urogenital está formado por:
- La membrana perineal: es una fina capa de fascia con un espacio pequeño por donde discurre la uretra cuyo cierre está regulado por el espacio perineal profundo que se encuentra debajo.
- El músculo transverso profundo del periné es el encargado de regular el centro tendinoso, donde se insertan la mayoría de los músculos de la zona.
Por último, el plano superficial está compuesto por el esfínter anal, los músculos transversos superficiales e isquiocarvernosos y los músculos bulbocavernosos encargados del cierre inferior de la vagina4.
La población diana está compuesta por mujeres que solicitan ayuda principalmente por una sensación de presión o bulto genital. Este problema está asociado al parto siendo frecuente su aparición durante el climaterio y senectud.
Los síntomas más comunes de prolapso son dolor pélvico crónico y disfunción miccional, defecatoria y sexual, que pueden afectar de forma negativa a la calidad de vida2,6,7.
La prevalencia exacta del POP se desconoce debido a la falta de un concepto preciso de esta patología y por la gran frecuencia con la que aparece en pacientes asintomáticas, sin embargo, en Estados Unidos varía entre el 30% y el 40% siendo el prolapso de pared vaginal anterior (cistocele) es el más frecuente.
En España se sabe que el 11,8% de las mujeres son intervenidas por prolapso a lo largo de su vida lo que supone hasta el 30% de la cirugía mayor ginecológica1,6,9.
El número de casos aumenta con la edad hasta los 60-69 años y después disminuye debido en parte a la corrección quirúrgica que se realiza de forma temprana. Aunque pocas mujeres sintomáticas buscan ayuda, se sabe que tanto el tratamiento conservador como el quirúrgico mejora la calidad de vida10.
Con el fin de dar importancia a la cuantificación de este problema, la Sociedad Internacional de Continencia (ICS) difundió un sistema de clasificación denominado POP-Q (Pelvic Organ Prolapse Quantification System) en octubre de 1996 que ha manifestado ser útil y altamente reproducible2,11.
La incidencia está aumentando en relación con el aumento de la esperanza de vida, por ello los sistemas de salud están enfocados a la comunidad, con el objetivo de prevenir en lugar de curar.
Los ejercicios del suelo pélvico se han propuesto como método principal para prevenir el POP mientras que su corrección es fundamentalmente quirúrgica. La elección del modo de tratamiento se realiza según la clínica y el grado de afectación a la calidad de vida2,9.
Los motivos que han llevado a la realización de este trabajo han surgido por la repercusión que supone el prolapso genital sobre la calidad de vida en las mujeres en la actualidad y el impacto personal y económico que supondrá con el aumento de la esperanza de vida en los siguientes años.
Además, se espera que de esta forma se contribuya al conocimiento del tema de forma universal para ayudar a reducir la gravedad del problema. Para ello se cree necesario establecer un control sobre los factores de riesgo, explicar la variedad de tratamientos accesibles y promover las medidas preventivas que ejerce enfermería desde Atención Primaria.
OBJETIVOS
GENERAL: Realizar una revisión bibliográfica sobre la prevención y el tratamiento del prolapso genital en mujeres.
ESPECÍFICOS:
- Analizar los factores de riesgo asociados a su aparición.
- Describir los síntomas principales para detectar el problema precozmente.
- Identificar los métodos de tratamiento y prevención del problema.
- Conocer la importancia del papel que la matrona ejerce en Atención Primaria.
La búsqueda bibliográfica para la elaboración del trabajo se ha centrado en la obtención de información actual acerca del prolapso genital y los cuidados principales que realiza enfermería para su resolución.
El periodo de búsqueda se ha realizado entre el 15 de Marzo de 2023 y el 4 de Junio de 2023 con las palabras clave obtenidas de los:
- DeCS (Descriptores en Ciencias de la Salud):”prolapso”, ”prolapso del órgano pélvico”, “suelo pélvico”, “enfermería”, “tratamiento”, “mujeres”.
- MeSH (Medical Subject Headings): “prolapse”, “pelvic organ prolapse”, “pelvic floor”, “nursing”, “treatment”, “women”.
El uso de las palabras clave se ha visto facilitado por el operador booleano “and”. Las fuentes de datos consultadas para la realización del trabajo han sido: PubMed, ScienceDirect, SciELO y Cuiden.
Con el fin de acotar los resultados de la búsqueda bibliográfica se han incluido en la búsqueda aquellos artículos referidos a mujeres en español o inglés. De la misma manera, se han excluido artículos publicados en años anteriores al 2009, salvo dos de ellos, por su relevancia para explicar la anatomía del suelo pélvico.
El prolapso de órganos pélvicos es un problema de salud que afecta a millones de mujeres en el mundo. Al analizar su etiología, generalmente el punto de inicio es una lesión del músculo elevador del ano.
En condiciones normales, tras un aumento de presión intrabdominal el músculo elevador del ano se contrae disminuyendo el espacio del hiato urogenital, por lo tanto, la presión se genera sobre el músculo y no sobre este.
Por el contrario, la pérdida de la tensión o el deterioro de estos músculos causa la apertura del hiato y estiramiento y ruptura de los componentes encargados del sostén (fascias y ligamentos) cuya tensión prolongada puede provocar el prolapso.
Por ello, dependiendo del órgano en descenso, el prolapso puede clasificarse de varias formas (Anexo I).
En 1994, Delancey introduce la hipótesis de la hamaca en la cual se divide el soporte de la pelvis en 3 niveles. Cuando los tres niveles están íntegros hay un soporte óptimo, pero según el nivel donde se originan las alteraciones se producirá un tipo de prolapso12,13.
Bump definió en 1996 otra forma de cuantificar el prolapso mediante el sistema POP-Q (pelvic organ prolapse quantification) que mide el prolapso de cada segmento en relación con el himen (Anexo II). Su objetivo es ser sencillo de asimilar para poder expandirlo a unidades de suelo pélvico12,14.
Según la gravedad del prolapso este puede clasificarse del siguiente modo:
- 1º grado: el descenso de los órganos pélvicos no alcanza el plano del introito vulvar.
- 2º grado: circunstancias en las que el prolapso alcanza el plano del introito.
- 3º grado: prolapsos que rebasan el introito vulvar.
- 4º grado: prolapso total, externo al plano vulvar15.
Los estudios coinciden en que el inicio del POP es multifactorial (Anexo III) y aparece de forma progresiva a medida que la edad aumenta. Sin embargo, su aparición se relaciona principalmente al trauma vaginal durante el parto14,16.
De forma congénita está relacionado al síndrome de Marfan, predisposición a padecer hernias y a malformaciones del SNC (meningocele o espina bífida).
Está asociado frecuentemente a mujeres caucásicas debido a las diferencias genéticas de la estructura pélvica y al bajo porcentaje de colágena que contribuye a la disminución de la fuerza de la pared vaginal. Además, afecta especialmente en la etapa de climaterio por el cese del estímulo estrogénico sobre las estructuras de soporte de la pelvis.
Las situaciones que incrementan la presión intraabdominal como obesidad, estreñimiento, tos crónica, levantar mucho peso y tabaquismo también provocan prolapso2,14.
El POP en sus etapas iniciales es asintomático, siendo hallado casualmente durante la exploración ginecológica6.
Este trastorno carece de síntomas específicos y dependen del órgano afectado y de la intensidad del prolapso. En general, los síntomas son leves al inicio del día empeorando a medida que este progresa y se alivia al acostarse1,2.
Entre los síntomas más demandados se encuentran:
- Dolor en abdomen inferior, región sacra o lumbar.
- Dispareunia.
- Alteraciones urinarias como incontinencia de esfuerzo o de urgencia, dificultad para iniciar la micción, polaquiuria y disuria.
- Alteraciones en la defecación como estreñimiento, tenesmo o incontinencia fecal.
- Otros: hemorragia, hidronefrosis, infecciones e insuficiencia renal1,2.
En algunas pacientes es probable desarrollar depresión ya que muchas refiere bajo nivel de autoestima y deterioro de la imagen corporal. Además, supone dificultad en la realización de actividad física, así como incomodidad al salir de vacaciones o entablar relación con otras personas8.
El diagnóstico es fundamentalmente clínico y se basa en 3 apartados:
La anamnesis consiste en la recogida de datos de:
- Antecedentes familiares y personales como enfermedades intercurrentes, estilo de vida y medicación.
- Valoración de la edad y deseo de preservar la función sexual y reproductiva.
- Antecedentes ginecológicos como menopausia y cirugías previas.
- La historia actual sirve para conocer los síntomas, tiempo de evolución, gravedad y la afectación que estos suponen a la calidad de vida.
- La historia obstétrica incluye el número y tipo de partos, peso del recién nacido y complicaciones2,6,13.
La exploración física se divide por zonas para definir el tipo y grado de prolapso. Se realiza en una camilla con la paciente en posición ginecológica.
En primer lugar, se realiza una inspección genital con el fin de valorar la presencia de lesiones o cicatrices relacionadas con partos o cirugías previas.
En segundo lugar, se realiza el tacto vaginal bimanual que permite estudiar el soporte del cérvix y de la cúpula vaginal. Además, se aprovecha para evaluar la tonalidad del músculo elevador del ano e investigar la presencia de focos dolorosos. El examen con el espéculo sirve para valorar los compartimentos por separado buscando el tipo de órgano descendido y anormalidades en su mucosa.
Finalmente, se realiza un tacto rectal para valorar el tono muscular y descartar la presencia prolapso rectal. También puede realizarse una prueba para analizar la incontinencia urinaria de esfuerzo asociada al prolapso2,9.
Las pruebas complementarias son eficaces para valorar problemas asociados u orientar el tratamiento. Entre ellas se encuentran: citología, colposcopia, ecografía ginecológica, análisis de orina y valoración del residuo postmiccional (cuando hay disfunción de vaciado).
Hace poco se ha empezado a utilizar la resonancia magnética debido a su doble contraste (vaginal y rectal) que permite delimitar la anatomía vaginal, el grado de disfunción vesical y las diversas partes del músculo elevador del ano1,2,6.
Existen diversos tratamientos para el POP. La decisión del tipo de tratamiento se realizará atendiendo a múltiples aspectos: anamnesis y la exploración ginecológica, edad del paciente, estado general, enfermedades intercurrentes y deseo de mantener la función sexual.
En pacientes asintomáticas raramente se corrige el prolapso por lo que el tratamiento irá dirigido a evitar los factores de riesgo. En cambio, Las pacientes sintomáticas precisan un tratamiento específico, generalmente quirúrgico1,2.
Por lo tanto, el tratamiento quedará dividido en: tratamiento conservador y quirúrgico.
Se ha establecido el tratamiento conservador como la indicación inicial y de preferencia por su gran campo de actuación, sus escasos efectos adversos, su naturaleza no invasiva y los múltiples recursos que dispone17.
Este tratamiento consiste en eliminar los factores de riesgo, ejercicios de Kegel para fortalecer la musculatura, tratamiento hormonal con estrógenos o tratamiento mecánico mediante pesarios2.
Desde Atención Primaria se pueden recomendar diversas medidas para evitar que se debiliten las estructuras del suelo pélvico actuando sobre los factores de riesgo15.
Los ejercicios del suelo pélvico se han propuesto como método para prevenir y tratar el POP. Estos fueron descritos por el Doctor Arnold Kegel en 1940 conociéndose desde entonces como “Ejercicios de Kegel” y consisten en llevar a cabo repeticiones de contracciones seguidas de relajaciones para ejercitar los músculos del suelo pélvico18,19.
Los ejercicios pueden ser de distintos tipos (Anexo IV) y se pueden ejercitar tumbada, sentada, de pie o incluso andando. Además, deben llevarse a cabo con la vejiga vacía para evitar infecciones de orina y sin contraer los compartimentos adyacentes (abdominales, muslos o glúteos).
Se recomienda realizar entre 8-12 contracciones de intensidad máxima que deben mantenerse durante 3-10 segundos y repetirse cada serie 3 veces al día. La duración y la intensidad deben aumentarse de forma progresiva cada día y respetando los tiempos de descanso20,21.
Para que estos ejercicios sean efectivos, se deben realizar durante 6 meses notándose su mejoría una vez transcurridos los primeros 2-4 meses22.
En los últimos años con el desarrollo de la tecnología se han diseñado dispositivos cuya misión es fortalecer la musculatura del suelo pélvico y que pueden utilizarse simultáneamente con los ejercicios de Kegel.
El uso de estrógenos puede prevenir la atrofia urogenital al aumentar la fuerza de los ligamentos de apoyo, los músculos y la mucosa vaginal9.
La forma más antigua de tratamiento del prolapso son los pesarios y se aconsejan cuando la paciente rechaza la cirugía como tratamiento, cuando existe contraindicación quirúrgica o como tratamiento temporal hasta la cirugía12.
Estos dispositivos están compuestos principalmente de silicona y se colocan en la vagina para disminuir el prolapso o sus síntomas. Hay dos tipos de pesarios: los de soporte y los que rellenan el espacio.
Los primeros se colocan entre el fórnix posterior y la región posterior del pubis logrando la reducción. Los segundos provocan succión entre el dispositivo y las paredes además de ocupar mayor área que el hiato genital.
De todos los pesarios, los dos más comunes y mejor estudiados son el pesario anular y el de Gellhorn. En general, si el pesario está bien colocado la persona no lo debe percibir1.
El control de estos dispositivos debe realizarse regularmente debido a las complicaciones que puede provocar (secreción vaginal, inflamación de las paredes, infección, fístula). Para reducir su ocurrencia se recomienda el uso de estrógenos locales2,12.
Tras la inserción inicial se cita a la paciente dos semanas después para valorar la satisfacción con el dispositivo. A partir de ahí, las mujeres autónomas en el autocuidado tendrán cita de control de forma anual y las que precisen mayor control acudirán a consulta de forma trimestral. El pesario debe extraerse cada noche, lavarse con jabón y agua y colocarse a la mañana siguiente14,23.
El tratamiento quirúrgico está indicado ante prolapsos sintomáticos o con asociación de otros trastornos pélvicos2.
Se diferencian dos tipos de tratamiento quirúrgico. Aquellos procedimientos que buscan conservar la funcionalidad de la vagina (técnicas reconstructivas) y aquellos que no buscan ese fin (técnicas obliterativas).
Las técnicas reconstructivas se realizan con más frecuencia y varían desde restablecer la anatomía pélvica nativa de sostén mediante equipos de sutura reabsorbibles hasta el uso de mallas sintéticas no reabsorbibles para procurar el sostén óptimo24.
Las técnicas obliterativas son más fáciles y ofrecen mayores índices de éxito, pero sólo están indicadas en pacientes de edad avanzada, con enfermedades concomitantes y sin deseo de actividad sexual. Estos procedimientos consisten en la unión de las paredes vaginales anterior y posterior seguido del cierre de la cúpula vaginal y de la vagina14,23.
El profesional responsable de la atención integral a la mujer es la matrona. Esta desempeña su función en etapas de alto riesgo de disfunción del suelo pélvico (DSP), como son el embarazo, el parto y la menopausia. Así mismo, es la encargada de derivar a las pacientes a profesionales especializados según su patología.
Centros médicos como el Distrito Sanitario de Costa del Sol formado por matronas y fisioterapeutas cree que es importante realizar una captación activa de estas mujeres. Por ello ha creado un organigrama con una serie de actividades de carácter multidisciplinar para la prevención y tratamiento desde Atención Primaria (Anexo V)25.
Entre los autores hay un claro acuerdo entre lesión del músculo elevador del ano y el prolapso genital por lo que el correcto seguimiento mejorará su aparición y evolución.
Con la introducción de las matronas en este tipo de consultas, estas pasan a ser el profesional de referencia encargado de ofrecer apoyo y educación sanitaria a las mujeres facilitando gran variedad de recursos26.
Realizando una revisión de los artículos encontrados se han obtenido diferentes datos en relación con el problema de prolapso de órganos pélvicos en los cuales se puede comprobar que es un problema con alta repercusión actualmente en muchas mujeres.
Debido al uso de distintos sistemas para realizar el diagnóstico del prolapso y al alto porcentaje de pacientes que desconocen la presencia de este problema no se conoce la prevalencia exacta. Sin embargo, se sabe que la prevalencia del POP basada en los síntomas es mucho más baja (3 a 6%) que la prevalencia ligada al examen pélvico (41 a 50%). Eso puede deberse a que la mayoría de las pacientes son asintomáticas7.
Uno de los principales factores de riesgo propuestos fue la edad avanzada. En el estudio de Women´s Health Initiative se diagnosticó POP en el 41% de las mujeres entre 50 y 59 años en las cuales el mayor porcentaje fue por cistocele.
Otro de los factores más demandados fue el parto vaginal repetido el cual aumentó el riesgo de prolapso 4 veces después del primer parto, 8 veces después del segundo y 9 veces después del tercero27.
Muchas de las pacientes coincidieron en una sensación de “bulto colgante” e “incomodidad” sin saber si estaba relacionado con la edad y si podían tratarse. Además, la vergüenza fue una de las principales causas que les impidió buscar ayuda médica realizándose la consulta cuando los síntomas eran más graves.
Las pacientes sugirieron mayor prevención mediante la enseñanza de ejercicios de Kegel antes del parto, mayor concienciación sobre los factores de riesgo y síntomas frecuentes y mayor disponibilidad del equipo multidisciplinar para la detección temprana28.
Un metaanálisis evaluó cerca de 2300 pacientes con ejercicios del suelo pélvico y demostró que tuvieron efectos positivos en la mejora de la etapa de prolapso y los síntomas. Por otro lado, no se tienen datos suficientes sobre las terapias con estrógenos para respaldar su eficacia27.
Además, varios ensayos han concluido que el entrenamiento muscular del suelo pélvico en comparación con cambios en el estilo de vida obtienen mejores resultados. En cambio, no es efectivo en prolapsos de alto grado (III y IV).
El tratamiento con pesarios fue de elección en un estudio realizado a mujeres ajustándose con éxito al 74% de ellas. Los pesarios de apoyo son efectivos para prolapsos de grado I y II mientras que los pesarios de relleno se recomiendan en estadios más avanzados9,29.
En cuanto al tratamiento quirúrgico, se estima que el 30% de las mujeres que se someten a cirugías reconstructivas con uso de malla requiere una nueva operación por recurrencia mientras que los procedimientos oclusivos ofrecen niveles de éxito entre 91 y 100%. Sin embargo, alrededor del 10% de las pacientes expresa arrepentimiento por la pérdida de actividad sexual14.
El prolapso de órganos pélvicos es un problema englobado dentro de los trastornos del suelo pélvico afectando principalmente a mujeres y a su calidad de vida.
Su aparición es frecuente en edades avanzadas y su principal factor de riesgo está relacionado con el parto vaginal siendo parte de un proceso multifactorial.
Las mujeres que lo padecen acuden a consulta con una sensación de protuberancia o abultamiento genital que guarda relación con dolor pélvico, dispareunia y alteraciones urinarias o fecales.
El tratamiento depende del grado del prolapso y su clínica, dividiéndose en conservador y quirúrgico. En aquellas mujeres que presentan estadios bajos se adoptan medidas como entrenamiento muscular o utilización de pesarios mientras que en mujeres con un prolapso más avanzado está recomendada la cirugía.
Sin embargo, la prevención sigue siendo la prioridad para la Atención Primaria. El papel de enfermería está orientado a promover la educación sanitaria en la comunidad, proponer soluciones efectivas sobre las pacientes afectadas y fomentar el seguimiento continuado sobre las mujeres con factores de riesgo disminuyendo así la incidencia del problema.
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ANEXO I: CLASIFICACIÓN DE PROLAPSO SEGÚN EL ÓRGANO.
TERMINOLOGÍA | ÓRGANO PROLAPSADO | |
---|---|---|
Prolapso uterino o histerocele | Útero | |
Colpocele anterior | Cistocele | Vejiga |
Uretrocele | Uretra | |
Colpocele posterior | Rectocele | Recto |
Enterocele | Saco de Douglas, intestino delgado y/o epiplón | |
Prolapso de cúpula vaginal | Cérvix |
Fuente: Elaboración propia.
ANEXO II: SISTEMA DE CUANTIFICACIÓN DEL PROLAPSO DE ÓRGANOS PÉLVICOS (POP-Q).
En 1996, la Sociedad Internacional de Continencia (ICS) publicó una puesta en común de la cuantificación del prolapso de órganos pélvicos que es definida como POP-Q (Pelvic Organ Prolapse Quantification System).
El objetivo se basa en definir la máxima extensión del prolapso en el examen pélvico. Para ello, se miden 9 puntos teniendo como punto de referencia el himen, los que se encuentren por encima del himen o cerca son negativos y los que se encuentren por debajo del himen o distales son positivos1,12.
La mayoría de estos puntos se miden en maniobra de Valsalva y deben reflejar la protrusión máxima. Todos los puntos se miden en centímetros14.
El resultado de la medición de longitud vaginal, hiato genital y cuerpo perineal siempre serán números positivos.
Una vez realizada la medición de cada punto, los números son recogidos en un sistema de estratificación estableciéndose así los grados de prolapso:
- 0: no hay descenso.
- I: el descenso está a 1 cm sobre el himen.
- II: el descenso está a aproximadamente 1 cm del himen.
- III: el descenso es superior a 1 cm por debajo del himen sin ser una protrusión mayor a 2 cm.
- IV: Procidencia completa.
ANEXO III: FACTORES DE RIESGO RELACIONADOS CON POP.
FACTORES DE RIESGO | |
---|---|
Embarazo | Estreñimiento |
Parto vaginal | Obesidad |
Menopausia | Traumatismo del suelo pélvico |
Envejecimiento | Factores genéticos |
Hipoestrogenismo | Raza |
Elevación crónica de la presión intraabdominal | Enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) |
Trastornos del tejido conjuntivo |
Fuente: Holfman B, Schorge J, Schalfer J, Halvorson L, Bradshaw K, Cunningham F. William Ginecología [internet]. 2nd ed. México: Mcgraw-hill; 2012 [Consultado el 25 de febrero de 2019]. Disponible en: https://www.redlagrey.com/files/Williams._ Ginecologia_2a_ed_booksmedicos.org.pdf
ANEXO IV: EJERCICIOS DEL SUELO PÉLVICO.
Según el tiempo y modo que se mantengan las contracciones los ejercicios pueden ser de distintos tipos18,20.
TIPOS DE EJERCICIOS | |
---|---|
Contracción lenta | Se trata de oprimir los músculos hacia arriba manteniendo la tensión durante 5 segundos y después relajar los músculos otros 5 segundos. |
Contracción rápida | Consiste en apretar y relajar la musculatura rápidamente durante 2 o 3 minutos. |
Contracción en ascensor | Para su realización hay que tratar de imaginarse la vagina como un tubo dividido en secciones. El ejercicio consiste en contraer y relajar los músculos del suelo pélvico por secciones como si se tratase de un ascensor subiendo o bajando plantas. |
Contracción en onda | Trata de contraer y relajar los músculos siguiendo un orden (primero la uretra, después la vagina y por último el ano). |
Fuente: Elaboración propia a partir de las bibliografías consultadas18,20.
ANEXO V: MEDIDAS PREVENTIVAS.
- Evitar el estreñimiento con ingesta abundante de líquidos y dietas ricas en fibra.
- Fortalecer el suelo pélvico durante el embarazo y después del parto.
- Cese de hábito tabáquico, no solamente por el riesgo de enfermedad respiratoria sino también por su relación con la tos crónica.
- Terapia de reemplazo hormonal en mujeres con menopausia.
- Evitar ejercicio físico que aumente la presión intraabdominal como ballet, gimnasia rítmica, footing y tenis.
- Incentivar la realización de ejercicios de suelo pélvico.
- Evitar la obesidad y perder peso con dieta.
- Evitar levantar pesos exagerados.
- Controles anuales con el ginecólogo9,15.