AUTORES
- María Pilar Miguel Sanz. Diplomada en Enfermería. Enfermera de Endoscopías Digestivas. Hospital Clínico Lozano Blesa. Zaragoza.
- María Mercedes Murillo Vázquez. Graduada en Enfermería. Enfermera de Endoscopías Digestivas. Hospital Clínico Lozano Blesa. Zaragoza.
- Juan Antonio Barba Olivares. Graduado en Enfermería. Enfermero de Endoscopías Digestivas. Hospital Clínico Lozano Blesa. Zaragoza.
- Noelia Concepción Marco Ruiz. Graduada en Enfermería. Enfermera de Endoscopías Digestivas. Hospital Clínico Lozano Blesa. Zaragoza.
- Silvia Aznar Arevalo. Graduada en Enfermería. Hospital Clínico Lozano Blesa. Zaragoza.
- Victoria Cros Luna. Graduada en Enfermería. Enfermera de Endoscopías Digestivas. Hospital Clínico Lozano Blesa. Zaragoza.
COMUNICACIÓN BREVE
El concepto de síndrome metabólico consiste en la agrupación de una serie de factores de riesgo que confieren a la persona que los presenta un mayor riesgo a la hora de desarrollar complicaciones cardiovasculares. Esos factores de riesgo serían la elevación de la glucosa, la dislipemia, el aumento de la presión arterial y la obesidad de predominio abdominal.
El síndrome metabólico también se denomina “síndrome de Reaven”, “síndrome de resistencia a la insulina” o “síndrome metabólico X”.
El síndrome metabólico no es una enfermedad nueva, ya que su descripción tuvo lugar en la década de los años 20.
Las causas del síndrome metabólico son complejas y no bien entendidas. Más de la mitad de las personas con síndrome metabólico tienen un índice de masa corporal superior a 30kg/m² además de una obesidad de predominio abdominal. Pero lo más probable sea que ocurra en personas con alguna predisposición genética ya que no todos los pacientes obesos tienen un síndrome metabólico y, por el contrario, existen personas delgadas con síndrome metabólico.
Además, a pesar de las mejoras en el diagnóstico y el tratamiento de los factores de riesgo, la presencia de otros hábitos que conlleva el ritmo de vida actual, como el aumento del tabaquismo, los cambios dietéticos, el sedentarismo y el aumento de la obesidad y el sobrepeso en la población infantil podrían provocar un incremento de la mortalidad cardiovascular².
Dadas las alteraciones metabólicas que presenta, estos pacientes tienen un mayor riesgo de presentar las siguientes complicaciones que se detallan a continuación:
-Enfermedad coronaria con desarrollo de infarto de miocardio y angina de pecho.
-Enfermedad cerebrovascular con un riesgo aumentado de tener un ICTUS o un AIT.
-Enfermedad arterial periférica.
-Diabetes mellitus.
-Hiperuricemia y ataques de gota.
-Síndrome de ovario poliquístico.
-Hígado graso no alcohólico.
-Síndrome de apnea del sueño.
El tratamiento del síndrome metabólico sigue dos vías. Por un lado, la realización de hábitos de vida saludables, como por ejemplo:
-Mantener una dieta baja en grasas de origen animal y en azúcares simples.
-Realizar ejercicio físico entre 30-60 minutos al menos 4 días a la semana (el ejercicio físico debe ser de suficiente intensidad como para que el corazón se acelere y aumenten las pulsaciones).
-Mantener un peso cercano al ideal (índice de masa corporal cercano a 25 kg/m²).
-Abandonar el hábito tabáquico si fuera necesario
Por otro lado, el tratamiento con medicamentos va dirigido a controlar los factores de riesgo, controlar la hipertensión arterial y, si fuera necesario, reducir los niveles de triglicéridos y/o aumentar los de colesterol-HDL.
En muchos casos, tanto el síndrome metabólico como la enfermedad cardiovascular son enfermedades silenciosas, es decir, pueden cursar durante mucho tiempo asintomáticas y debutar como un evento adverso cuando la enfermedad está plenamente establecida.
Acorde con su importancia, el síndrome metabólico es un objetivo prioritario en las estrategias de actuación desarrolladas por la Organización Mundial de la Salud (OMS), así que propusieron como objetivo para el año 2020 reducir al menos en un 40% la mortalidad en enfermedad cardiovascular en personas mayores de 65 años.
Según un estudio de la revista española de Cardiología (año 2012), la prevalencia del síndrome metabólico fue del 29% en mujeres y del 32% en varones. Las personas con síndrome metabólico mostraron riesgo coronario moderado, pero mayor que la población sin síndrome metabólico.¹ Cuanto mayor número de hallazgos definitorios de síndrome metabólico hay un incremento del riesgo vascular total y coronario.³ Si además tenemos en cuenta que la diabetes mellitus (uno de los factores determinantes del síndrome metabólico) hace que desaparezca el efecto protector del sexo femenino en la aparición de cardiopatía isquémica, encontramos un claro incremento de riesgo de accidente cardiovascular en la población femenina.
La presencia del síndrome metabólico aumenta, no sólo la prevalencia, sino que también influye en la severidad y en el pronóstico de las enfermedades cardiovasculares.
En conclusión, la enfermedad cardiovascular es la primera causa de muerte en el mundo y uno de los motivos más importantes de discapacidad, con la gran repercusión en los costes asistenciales que ello conlleva para la sanidad.
Como hemos visto el síndrome metabólico es un claro factor de riesgo para este tipo de enfermedades, además de otras situaciones heredadas de nuestro estilo de vida actual. En España ha aumentado alarmantemente su prevalencia en los últimos años a pesar de ser claramente inferior comparándola con el resto de países desarrollados.
Sería muy importante desde la prevención primaria captar estos pacientes de riesgo y planear estrategias de prevención de ámbito poblacional para así disminuir todos estos factores y por tanto la morbi-mortalidad debido a estos accidentes vasculares ya que según la Organización Mundial de la Salud (OMS)el 80% de los accidentes vasculares son prevenibles con hábitos de vida saludables que incluyen una alimentación variada y equilibrada, ejercicio físico de intensidad moderada de forma regular y el abandono del hábito tabáquico.
BIBLIOGRAFÍA
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