Control de síntomas al final de la vida: dolor. Artículo monográfico.

22 septiembre 2022

AUTORES

  1. María Pilar Aibar Abad. F.E.A. Farmacia Hospitalaria. Hospital Obispo Polanco.
  2. Alba María Lázaro Romero. F.E.A. Neurología. Hospital Obispo Polanco.
  3. Ana Nuño Alvés. F.E.A. Oncología Médica. Hospital Obispo Polanco.
  4. Isabel Moreno Lucente. F.E.A. Medicina Interna. Hospital Obispo Polanco
  5. María Pilar Ruiz Palomino. F.E.A. Neurología. Hospital Obispo Polanco.

 

RESUMEN

Diversos estudios han recogido la preferencia de los pacientes con enfermedades avanzadas, así como de la población general, de fallecer en su domicilio; sin embargo, en nuestro medio es frecuente que éste se produzca en los hospitales. Es necesario que los profesionales sanitarios que prestan la atención a los pacientes al final de su vida deben conocer cuáles son los síntomas más frecuentes que éstos pueden experimentar y cómo abordarlos. Este trabajo recoge el abordaje farmacológico del dolor, el cual se fundamenta en la escalera analgésica de la Organización Mundial de la Salud.

 

PALABRAS CLAVE

Dolor, cuidados paliativos al final de la vida, analgésicos.

 

ABSTRACT

Several studies have shown that patients with advanced diseases, as well as the general population, prefer to die at home; however, in our environment it is common for this to occur in hospitals. Healthcare professionals providing end-of-life care should be aware of the most common symptoms that patients may experience and how to deal with them. This work covers the pharmacological approach to pain, which is based on the World Health Organisation’s analgesic ladder.

 

KEY WORDS

Pain, hospice care, analgesics.

 

DESARROLLO DEL TEMA

En los últimos años, cada vez con mayor frecuencia los enfermos con patologías avanzadas, así como la población general, expresan su preferencia de fallecer en su domicilio, Sin embargo, esta situación contrasta drásticamente con los datos observados, ya que, en Europa, la mayor parte de los fallecimientos se producen en contextos institucionalizados, hospitales y centros de larga estancia1,2.

Los pacientes que se encuentran en una situación de últimos días requieren de un enfoque
multidisciplinar propio orientado a aliviar el sufrimiento y mejorar su calidad de
vida3. Pero para poder ofrecer la atención específica que requieren estos pacientes resulta imprescindible dotar a los profesionales sanitarios que los atienden del conocimiento sobre los síntomas más frecuentes con los que van a tener que lidiar, así como cuáles son las herramientas terapéuticas de las que disponen y cómo deben utilizarlas.

Diversos estudios publicados recogen que entre los síntomas más frecuentes que experimentan los pacientes en los últimos días de vida destacan la anorexia, el dolor, la fatiga, la disnea, las náuseas, la sequedad de boca, el edema y la confusión4-7. A modo de ejemplo encontramos que en el estudio realizado por Solano JP et al., donde se analizó la prevalencia de dichos síntomas en pacientes que se encontraban en la fase final de una enfermedad progresiva, se encontró que hasta el 96% de los pacientes con cáncer experimentan dolor y que entre el 90-95% de aquéllos que padecían de EPOC sufrieron de disnea8. En la misma línea de conclusiones se encuentra el trabajo llevado a cabo por Klinkenberg et al. quienes estimaron que en la última semana de vida el 83% de los pacientes experimentaron astenia, el 50% disnea, un 48% dolor, un 36% confusión, y que sólo el 9% de los pacientes no sufrieron síntomas9.

Este trabajo se centra en el síntoma más prevalente que experimentan los pacientes en sus últimos días: el dolor. Este síntoma fue redefinido por la Asociación Internacional para el Estudio del Dolor, en el año 2020, identificándose como una “experiencia sensorial y emocional desagradable asociada, o semejante a ésta, a un daño tisular real o potencial”10. Los cuidados paliativos, así como los específicos de los últimos días de vida, consideran que el control del dolor es un componente esencial del manejo de estos pacientes11, sin embargo, son múltiples los trabajos que concluyen que el dolor se encuentra infradiagnosticado e infradocumentado en los pacientes que se encuentran en esta fase, un grupo poblacional que, sin embargo, se identifica como de elevado riesgo de padecer dolor4,6,7,12,13.

 

ABORDAJE FARMACOLÓGICO:

Con el fin de lograr un adecuado manejo del dolor resulta necesario realizar de forma previa a su abordaje una correcta caracterización del mismo, teniendo en consideración su localización, duración, momento de aparición, fluctuaciones, severidad, así como los síntomas asociados14, siendo muy frecuente en los últimos días de vida que la presencia de dolor pueda complicarse asociándose a delirio3.

En 1986, la OMS propuso su escalera analgésica15 la cual ha sido aplicada universalmente. Dicha escalera es un sistema de abordaje por pasos basado en la intensidad del dolor que manifiesta el paciente16. El principio que subyace a la misma era que los analgésicos se deben usar de forma incremental, comenzando con los no opiáceos, progresando a través de opiáceos débiles y finalmente empleando opiáceos potentes, dosificados de acuerdo con la intensidad del dolor del paciente. El objetivo era permitir que los pacientes estuvieran lo más cómodos e interactivos posible durante su progresión hacia su fallecimiento17,18. La utilidad en la práctica clínica de este algoritmo queda patente en diversos estudios publicados, los cuales recogen que combinados en sus dosis apropiadas los fármacos recogidos en esta escalera analgésica pueden aliviar el dolor de entre 70-100% de los pacientes que se encuentren en cuidados paliativos19,20.

 

Primer escalón:

El primer escalón se corresponde a los analgésicos no opioides(21). El paracetamol se considera el fármaco no opioide más seguro, a pesar de su potencial hepatotoxicidad, y su administración regular (3-4 gramos por día) debe ser valorada entre las estrategias que mejoran la analgesia en pacientes con enfermedades terminales13.

Los antiinflamatorios no esteroideos, tales como ibuprofeno, naproxeno, diclofenaco, ketorolaco… cuentan con el factor de dosis-techo para analgesia y se asocian a una toxicidad potencial, lo que puede limitar su utilización en esta etapa final de la vida. Entre los efectos adversos de estos fármacos destacan la toxicidad gastrointestinal, cuyo riesgo se puede reducir si se administran de forma concomitante con un inhibidor de la bomba de protones, misoprostol o un inhibidor H2 en altas dosis; renal (inclusive fallo renal agudo) y retención de líquidos, lo que puede llegar a ser un problema grave en pacientes con afecciones a nivel cardíaco13. Otro inconveniente para destacar de este grupo de fármacos es que la mayoría requiere que el paciente tenga la capacidad de deglución conservada al solo estar disponible formas farmacéuticas de administración oral22.

 

Segundo escalón:

El segundo escalón engloba los opioides débiles; en nuestro medio, codeína y tramadol13,18. Existe un amplio acuerdo sobre la posibilidad de asociar fármacos del primer nivel con los de escalones superiores, aunque siempre serán las características del dolor, y una cuidadosa evaluación de cada uno de los casos, lo que determinará las decisiones sobre dicha asociación.

 

Tercer escalón:

Está constituido por los opioides potentes, los cuales son el pilar del tratamiento del dolor moderado-severo. En la práctica médica habitual, se acepta la técnica denominada “rotación de opioides” para aquellos casos en que un paciente no esté respondiendo de forma adecuada al régimen analgésico23,24.

Dentro de este grupo, el gold standard es la morfina, que puede utilizarse tanto por vía oral (liberación rápida o retardada), como por vía intramuscular, intravenosa o subcutánea3,13,25. Otros fármacos contemplados dentro de este escalón analgésico son la metadona; la oxicodona; el fentanilo, disponible como parches transdérmicos, no siendo éstos útiles para el dolor de los últimos días, ya que su efecto se prolonga durante 72 horas, lo cual dificulta la realización de ajustes posológicos3, y formulado para su administración intranasal, la cual se ha mostrado eficaz y segura para el control del dolor irruptivo en pacientes oncológicos25,26 y la buprenorfina, que al igual que el fentanilo, se comercializa en parches cuyo efecto se prolonga durante 72 horas.

 

Analgésicos adyuvantes:

Este grupo engloba fármacos cuya principal acción no es la analgésica3,12,21,27, pero que pueden ejercer esta acción en algunos tipos de dolor. La tabla 1 recoge los analgésicos adyuvantes más utilizados, así como las indicaciones en los que pueden ser utilizados.

 

BIBLIOGRAFÍA

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  3. Grupo de trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre atención paliativa al adulto en situación de últimos días. Guía de Práctica Clínica sobre atención paliativa al adulto en situación de últimos días. Madrid: Ministerio de Sanidad; Santiago de Compostela: Agencia de Conocimiento en Salud (ACIS). Unidad de Asesoramiento Científico-técnico, Avalia-t; 2021. Guías de Práctica Clínica en el SNS
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  21. Grupo de Trabajo de la Guía de Práctica Clínica sobre Cuidados Paliativos. Guía de Práctica Clínica sobre Cuidados Paliativos. Madrid: Plan Nacional para el SNS del MSC. Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias del País Vasco; 2008. Guías de Práctica Clínica en el SNS: OSTEBA No 2006/08.
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ANEXOS

Tabla 1. Analgésicos coadyuvantes para el tratamiento del dolor y sus indicaciones21.

Fármacos Indicaciones
Antidepresivos Tricíclicos: amitriptilina, imipramina Dolor neuropático

Dolor asociado a depresión o ansiedad

Inhibidores de la recaptación de serotonina y noradrenalina: duloxetina, venlafaxina Dolor neuropático (duloxetina)

Dolor asociado a depresión o ansiedad

Inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina: fluoxetina, paroxetina, sertralina, citalopram Dolor asociado a depresión o ansiedad
Otros: trazodona Dolor asociado a depresión o ansiedad
Anticonvulsivantes Carbamazepina, gabapentina, pregabalina Dolor neuropático
Anestésicos locales Lidocaína, Capsaicina Dolor neuropático
Antagonistas de N-metil-D-aspártico Ketamina Dolor neuropático refractario
Corticoides Dexametasona, metilprednisolona Dolor asociado a compresión medular, metástasis óseas aumento de presión intracraneal, obstrucción intestinal, dolor neuropático
Relajantes musculares Baclofeno, Metocarbamol Dolor musculoesquelético

Espasmos musculares

Benzodiazepinas Diazepam, Lorazepam Ansiedad asociada al dolor
Bifosfonatos Pamidronato, ácido zoledrónico Dolor por presencia de metástasis óseas
Anticolinérgicos Escopolamina Obstrucción intestinal
Análogos de la somatostatina Octréotido Obstrucción intestinal

 

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