El síndrome de burnout en el personal sanitario. Características y medidas de prevención.

1 abril 2023

 

AUTORES

  1. Andra Maria Dreghiciu. Enfermera en el Servicio Aragonés de Salud.
  2. Raquel Cambrón Blanco. Enfermera en el Servicio Aragonés de Salud.
  3. Elena Luna Tolosa. Enfermera del Servicio Aragonés de Salud.
  4. Clara Úbeda Catalán. Enfermera del Servicio Aragonés de Salud.
  5. María Porras Rodrigo. Enfermera del Servicio Aragonés de Salud.
  6. Paula Villanueva Vera. Enfermera del Servicio Aragonés de Salud.

 

RESUMEN

En respuesta a la demanda de mayor calidad asistencial en el ámbito sanitario, los profesionales de la salud se han visto abrumados por la carga y volumen de trabajo actual teniendo como consecuencia un aumento indiscriminado de las enfermedades mentales, la gran mayoría de ellas protagonizadas por el estrés.

El síndrome de Burnout le pone nombre a este trastorno entendido como enfermedad laboral, culpable de provocar el agotamiento emocional y físico de los profesionales.

Su prevención debería ser uno de los principales objetivos de las juntas directivas de los sistemas sanitarios para poder asegurar la satisfacción laboral de los trabajadores y de esta manera garantizar una buena calidad asistencial a los usuarios.

PALABRAS CLAVE

Síndrome de burnout, sanitarios, estrés, prevención.

ABSTRACT

In response to the demand for higher quality care in the health field, health professionals have been overwhelmed by the current workload and volume, resulting in an indiscriminate increase in mental illnesses, the vast majority of which are caused by the stress.

Burnout syndrome gives its name to this disorder understood as an occupational disease, guilty of causing the emotional and physical exhaustion of professionals.

Its prevention should be one of the main objectives of the boards of directors of the health systems in order to ensure the job satisfaction of workers and guarantee a good quality of care for users.

KEY WORDS

Burnout syndrome, prevention, health care, stress.

DESARROLLO DEL TEMA

En los últimos años se ha visto un enorme incremento en el número de trabajadores afectados por lo que se conoce como síndrome de Burnout1. Este se entiende como un síndrome tridimensional caracterizado por agotamiento emocional, despersonalización y una baja realización personal, todo ello motivado por una exposición prolongada al estrés intenso en el lugar de trabajo1-9.

Por estrés entendemos a aquella respuesta natural que los seres vivos tienen ante diferentes situaciones, eventos, estímulos, personas u objetos que percibimos como estresantes / peligrosos, siendo un aspecto indispensable para la supervivencia. Sin embargo, cuando el estrés no se puede controlar o se padece de forma crónica, deja de ser un estímulo fisiológico y se convierte en un trastorno perjudicial para nuestra salud 7. Fue McGrath en 1970 quien acuñó por primera vez el término de “ estrés laboral”, definiéndolo como “un desequilibrio percibido entre una demanda y la capacidad del individuo para cumplirla en condiciones en las que no cumplir con esa demanda conlleva consecuencias significativas”7.

Es evidente que el personal sanitario junto con otras profesiones consideradas de ayuda ( como medicina, auxiliar de enfermería o psicología) tienen un mayor riesgo de padecer estrés en su lugar de trabajo. Los profesionales de enfermería encabezan los rankings dentro de estas categorías, pues las altas exigencias a las que deben atender juegan un papel fundamental para el desarrollo de trastornos mentales relacionados con el estrés1,2-4,5-7.

El personal de enfermería se enfrenta a un ambiente de trabajo bastante complejo en muchos sentidos: turnos rotatorios, jornadas dobles de trabajo, bajos recursos humanos y materiales, alta demanda de técnicas y conocimientos, relaciones interpersonales con los pacientes y sus familiares así como con sus propios compañeros, además de presenciar en incontables ocasiones el sufrimiento ajeno y la muerte1,2-4-7,8.

Los profesionales de la salud trabajan con las facetas emocionales más intensas del ser humano (sufrimiento, miedo, sexualidad y muerte) debiendo atender cada una de ellas de la forma más adecuada posible. De esta manera es fácil que se vean sometidos a un alto grado de estrés y a un estado de agotamiento físico y mental permanente7.

Como se ha mencionado anteriormente, el Burnout es un síndrome ocasionado por la exposición prolongada a niveles elevados de estrés y que abarca tres dimensiones: agotamiento emocional ( sensación de fatiga con expresiones tanto físicas como psíquicas), despersonalización ( deshumanización, aislamiento y distanciamiento de los pacientes que hace al profesional dirigirse a ellos con cinismo e inferioridad) y por último, una baja realización personal ( insatisfacción con los logros profesionales y el deseo de abandono de la profesión)6,7-9.

Las características de este síndrome afectan a todas las esferas, teniendo un efecto directo sobre la salud y el bienestar de quienes lo padecen.

Por un lado encontramos los efectos físicos secundarios al burnout como: cefalea y dolores músculo- esqueléticos, fatiga extrema, molestias gastrointestinales, disfunción sexual, diabetes mellitus tipo II, hipercolesterolemia, problemas coronarios y problemas respiratorios entre otros6,7-8.

Como efectos psicológicos predomina principalmente el insomnio y la depresión pudiendo en este caso ser incluso necesaria la hospitalización y el inicio de tratamiento con medicación antidepresiva6,7,8.

Todo lo anterior tiene un gran impacto en la vida personal, familiar y profesional de la persona que lo padece, siendo el Burnout un síndrome altamente incapacitante responsable de altas tasas de absentismo laboral2-7.

Debido a una población cada vez más envejecida y numerosa y junto a los avances científicos y médicos, en las últimas décadas hemos vivido un incremento en la demanda de cuidados, tanto en los servicios que se prestan como en la calidad de los mismos7.

En el ámbito sanitario se presta extrema atención al grado de calidad asistencial que se le brinda a los usuarios, así como a su satisfacción con el sistema, sin embargo apenas se tiene en cuenta la salud de aquellas personas destinadas a cuidar7.

Numerosos estudios respaldan que el grado de insatisfacción de los profesionales de la salud conlleva un gran coste económico a la institución debido a las bajas laborales y a la disminución en la calidad de atención a los pacientes7.

Se ha demostrado que tasas altas de despersonalización en el personal tiene como consecuencia una recuperación más tardía y una hospitalización más larga de sus pacientes. Se produce un compromiso de la productividad y el rendimiento que afecta directamente a la seguridad del paciente ya que puede aumentar el número de errores médicos y efectos adversos en su tratamiento, así como fallos en su proceso diagnóstico1,2,3-7-9.

Pero, ¿cuáles son los factores que predisponen el Burnout? Varios estudios han llegado a una conclusión similar: los factores que incrementan el estrés son una supervisión deficiente, bajos recursos, altas demandas de cuidados, conflictos con compañeros y pacientes, baja seguridad en el trabajo y el turno rotario4-8.

También cabe destacar que hay ciertos servicios hospitalarios que tienen mayor componente estresante, tales como oncología, UCI y servicios de emergencia2. En estas unidades el factor emocional se junta con una alta carga de trabajo y personal deficiente.

Otros factores de tipo sociodemográficos ( edad, tiempo trabajado, experiencia laboral, estado civil, familia, hijos pequeños) también influyen en el desarrollo del Síndrome de Burnout1-8.

Aunque el Burnout no entiende de religiones, sexo, nacionalidad o edad, se ha demostrado que afecta mayoritariamente a las mujeres jóvenes5-9. Esto puede ser debido a que las profesiones de la salud generalmente están encabezadas por el sexo femenino y esto unido a los factores laborales y sociales ( hogar y trabajo) provoca que el Burnout sea más frecuente en este grupo.

MEDIDAS PREVENTIVAS Y TERAPÉUTICAS:

Es obvio que lo primero que debe hacerse es identificar el síndrome. En la gran mayoría de las ocasiones tanto los propios profesionales que lo padecen como las instituciones niegan la existencia de este problema, considerándolo como algo pasajero consecuencia del cansancio. Sin embargo, como hemos podido comprobar, el Burnout es algo más serio.

Actualmente la forma más generalizada de hacer una medición del estrés y el agotamiento y poder así diagnosticar el burnout es, además de basándonos en la sintomatología, con el cuestionario conocido como Inventario de agotamiento de Maslach ( MBI)5-9.

Esta escala consta de 22 ítems cada uno de ellos puntuado del 0 al 6 en base a la frecuencia del sentimiento abordado con cada elemento. Es un cuestionario que se hace de forma autónoma, es decir, es la misma persona entrevistada la que lee las preguntas y las contesta9.

El cuestionario se divide además en tres dominios, haciendo referencia a la definición impartida por Maslach del Burnout. El dominio de agotamiento emocional consta de nueve elementos para un rango de puntuación entre 0 y 64 puntos. El dominio de despersonalización consta de cinco elementos con un rango de puntuación entre 0 y 30 puntos. Por último, el dominio de realización personal consta de ocho elementos, con un puntaje que va desde el 0 hasta 48 puntos9.

Teniendo en cuenta esta división de dominios, una puntuación de 27 o más puntos en el primer dominio, una puntuación igual o mayor de 10 en el segundo y una puntuación de 33 o menos (inversamente proporcional) en el tercer dominio, refleja altos niveles de agotamiento9.

Una vez detectado el problema, el siguiente paso es saber cómo afrontarlo. Diversos estudios han destacado la importancia del abordaje desde un punto de vista individual e institucional 1-3,4-7-9.

Desde el punto de vista individual se debe formar a los profesionales para la detección precoz del estrés y el agotamiento, así como el desarrollo de terapias de relajación tanto en solitario como en grupos de apoyo que les permita gestionar mejor su estrés1. Es básico que los sanitarios puedan acceder a la atención psicológica que necesiten.

A nivel interpersonal se debe fomentar el trabajo en equipo y las interacciones sociales, por lo que en el abordaje terapéutico no pueden faltar programas de apoyo social, habilidades sociales, auto eficiencia y liderazgo4.

A nivel organizativo, es importante que las instituciones tengan en cuenta las quejas de los profesionales desarrollando políticas que disminuyan los factores de riesgo y evitando que el lugar de trabajo se convierta en un medio hostil 4. Se deben asegurar los recursos humanos y materiales necesarios, proporcionar acceso a la formación continuada y desarrollar medidas que permitan una mejor conciliación familiar con el trabajo, así como disminuir los riesgos y aumentar la seguridad en el ámbito laboral3-7.

Para que puedan cumplirse estos requisitos, es necesario que los propios profesionales de la salud intervengan y se involucren en el desarrollo de las políticas que permitan mejorar el clima en el trabajo y las relaciones interpersonales1.

Estas medidas conseguirán aumentar la motivación laboral del personal. Donabedian ya afirmaba que el grado de calidad de los servicios sanitarios está directamente relacionado con el nivel de satisfacción de los profesionales7.

Debemos tener en cuenta que el estrés no puede ser eliminado completamente. Como hemos indicado al principio, es un elemento fundamental para nuestra supervivencia que nos ayuda a superar situaciones de riesgo7. Sin embargo, se estima que dos tercios de las enfermedades están relacionadas con el estrés, siendo el Síndrome de Burnout considerado por primera vez en 1974 como “ enfermedad laboral” por el psicoanalista Herbert Freudenberger7.

He aquí donde radica la importancia de educar al trabajador para que pueda manejarlo de la forma más eficiente posible.

Las técnicas de control son válidas para cualquier edad, son de aprendizaje extremadamente rápido y pueden ponerse en práctica en cualquier circunstancia y lugar7.

CONCLUSIONES

El Síndrome de Burnout es un trastorno altamente incapacitante consecuencia de un estrés prolongado. Los profesionales de la salud y especialmente enfermería son el grupo más afectado por las exigentes demandas. Todo ello tiene un efecto altamente perjudicial para la propia persona, la seguridad de los pacientes y las instituciones.

Los dirigentes de los servicios sanitarios son responsables de poner a disposición de los sanitarios la ayuda psicológica que necesitan para hacer frente a este trastorno, teniendo en cuenta que ya es considerada como una enfermedad laboral.

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