AUTORES
- Esther Bandres de Blas. Graduada en Enfermería. Centro de salud la Jota, Zaragoza.
- Celia Buñuel Asin. Graduada en Enfermería. Centro de salud La Jota, Zaragoza.
- María Sangrós Tolosa. Graduada en Enfermería. Unidad de Agudos de Salud Mental. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa, Zaragoza.
- Patricia Salvador Valdovín. Graduada en Enfermería. Centro de Salud Fuentes de Ebro, Zaragoza.
- Ana Labadía Roche. Graduada en Enfermería. Centro de Salud La Jota, Zaragoza.
- Marta Plaza Escribano. Graduada en Enfermería. Hospital MAZ, Zaragoza.
RESUMEN
La salmonelosis y la fiebre tifoidea son dos enfermedades infecciosas causadas por diferentes cepas de la bacteria Salmonella. Ambas condiciones afectan el sistema gastrointestinal y pueden transmitirse a través de alimentos contaminados o el contacto con personas infectadas.
La salmonelosis es una enfermedad común que provoca síntomas como diarrea, dolor abdominal, fiebre y vómitos. Se transmite principalmente a través del consumo de alimentos contaminados, como carnes crudas o mal cocidas, huevos sin cocinar adecuadamente, productos lácteos no pasteurizados y frutas y verduras contaminadas. En la mayoría de los casos, la salmonelosis es autolimitada y no requiere tratamiento específico, aunque la hidratación adecuada es importante. Sin embargo, en casos graves o en personas con sistemas inmunológicos debilitados, puede ser necesario el uso de antibióticos.
Por otro lado, la fiebre tifoidea es una enfermedad más grave causada por la bacteria Salmonella typhi. Se transmite principalmente a través del consumo de agua o alimentos contaminados con las heces de una persona infectada. Los síntomas de la fiebre tifoidea suelen ser más graves y prolongados que los de la salmonelosis e incluyen fiebre alta, dolor de cabeza, dolor abdominal, erupción cutánea y debilidad generalizada. Sin tratamiento adecuado, la fiebre tifoidea puede provocar complicaciones graves. El tratamiento consiste en el uso de antibióticos específicos bajo la supervisión médica.
La prevención de ambas enfermedades implica prácticas de higiene adecuadas, como el lavado de manos regularmente, especialmente después de manipular alimentos crudos, y el consumo de alimentos seguros y agua potable. Además, es importante cocinar los alimentos de manera adecuada y mantener una buena higiene alimentaria en general.
PALABRAS CLAVE
Fiebre tifoidea, salmonella, salmonelosis, síntomas, tratamiento.
ABSTRACT
Salmonellosis and typhoid fever are two infectious diseases caused by different strains of Salmonella bacteria. Both conditions affect the gastrointestinal system and can be transmitted through contaminated food or contact with infected people.
Salmonellosis is a common illness that causes symptoms such as diarrhea, abdominal pain, fever, and vomiting. It is primarily transmitted through the consumption of contaminated food, such as raw or undercooked meats, undercooked eggs, unpasteurized dairy products, and contaminated fruits and vegetables. In most cases, salmonellosis is self-limited and does not require specific treatment, although adequate hydration is important. However, in severe cases or in people with weakened immune systems, the use of antibiotics may be necessary.
On the other hand, typhoid fever is a more serious disease caused by the Salmonella typhi bacterium. It is mainly transmitted through the consumption of water or food contaminated with the feces of an infected person. The symptoms of typhoid fever are usually more severe and prolonged than those of salmonellosis and include high fever, headache, abdominal pain, rash, and general weakness. Without proper treatment, typhoid fever can lead to serious complications. Treatment consists of the use of specific antibiotics under medical supervision.
Prevention of both diseases involves proper hygiene practices, such as regular hand washing, especially after handling raw food, and consumption of safe food and drinking water. In addition, it is important to cook food properly and maintain good food hygiene in general.
KEY WORDS
Typhoid fever, salmonella, salmonellosis, symptoms, treatment.
DESARROLLO DEL TEMA
La Salmonelosis es una infección bacteriana originada por el bacilo Salmonella que afecta principalmente al aparato digestivo en su mayoría debido a una intoxicación alimentaria. Es liberada desde los intestinos de animales y humanos mediante las heces y se transmite por agua o alimentos contaminados, entre los que se encuentran aves, huevos, productos lácteos, marisco, vacuno, frutas y vegetales.
Según la Organización Mundial de la Salud es una de las enfermedades alimentarias más comunes en todo el mundo, especialmente en países en vías de desarrollo. Si bien su sintomatología es generalmente leve, en casos extremos puede suponer la muerte del enfermo1.
Destacan dos grandes tipos de esta enfermedad: la fiebre tifoidea y la no tifoidea o paratifoidea (causadas por la Salmonella Typhi y Salmonella Paratyphi, respectivamente). A pesar de que la fiebre tifoidea es un cuadro más benigno, hoy en día la vacuna para esta bacteria aún continúa en investigación. En España ambas infecciones son de Declaración obligatoria realizándose en Aragón mediante una encuesta epidemiológica individualizada con carácter semanal.
Para la prevención tanto de la fiebre tifoidea como de la paratifoidea es necesario tanto un control exhaustivo como una higiene suficiente en los procesos de manipulación y preparación de estos alimentos, al igual que consumir siempre agua potable y realizar un lavado y una cocción adecuada de los mismos.
La salmonela es una bacteria gram- que cuenta con alrededor de 2200 variantes conocidas, responsables, en su mayoría, de cuadros de gastroenteritis (Salmonella Typhimurium o Salmonella Enteriditis, por ejemplo), aunque también existen las variantes de la Salmonella Typhi y la Salmonella Paratyphi, responsables respectivamente de la fiebre tifoidea y paratifoidea2.
Es un organismo restringido al huésped humano, que se transmite típicamente por vía fecal-oral entre seres humanos, por lo general a través de la ingestión de agua y alimentos contaminados.
Este papel del agua como vehículo para la fiebre tifoidea ya se comenzaba a apreciar desde finales del siglo XIX y poco tiempo después también se descubrió el de los alimentos2.
Los casos de fiebre tifoidea se dan mayoritariamente en países de ingresos bajos y medianos, ya que las notables mejoras en el agua, el saneamiento y la eliminación de aguas residuales han ayudado enormemente a reducir la incidencia de la fiebre tifoidea en la mayoría de los países industrializados3,4.
Las infecciones por fiebre tifoidea suelen ser agudas, si bien alrededor del 3% al 5% de los casos, Salmonella Typhi causa una infección de carácter asintomático y crónico. Estas personas infectadas van a ser portadoras de la fiebre tifoidea y son capaces de eliminar bacterias manteniendo la transmisión comunitaria5.
Se transmite por:
- Ingestión de comidas y bebidas manipuladas por portadores de alimentos, muchos de ellos asintomáticos, que eliminan microorganismos por las heces y menos frecuentemente por la orina.
- Transmisión boca-ano tras usar un inodoro contaminado.
- Transmisión oral a través de agua contaminada, alimentos fríos como helados y en alimentos como pescados y mariscos7.
La mayoría de los casos de infección por fiebre tifoidea cursan de forma aguda, pero existen cursos de infección asintomática y persistente (crónica). Estos casos crónicos son vectores de transmisión dentro de la comunidad.
La fiebre tifoidea es producida por la bacteria Gram- Salmonella entérica serotipo Typhi y la Salmonella no Tifoidea es producida por bacterias gram- Salmonella entérica serotipo Typhimurium que causan principalmente gastroenteritis e infecciones focales.
La Typhy es la más grave. El desarrollo de la enfermedad depende de la virulencia, del número de microorganismos y de factores individuales de cada huésped. Algunos de estos factores son el nivel de acidez gástrica que disminuye con el consumo de inhibidores de protones, el consumo de antibióticos puede favorecer la resistencia de estas bacterias o un sistema inmunitario debilitado como infectados por VIH u oncológicos.
El humano es el único huésped y reservorio natural de este microorganismo. El contagio se produce al ingerir alimentos o agua contaminada con heces. Estas bacterias pueden permanecer en la vesícula biliar del portador entérico crónico durante más de un año, periodo durante el cual puede seguir contagiando a través de sus heces8.
Las bacterias acceden a la mucosa intestinal donde se adhieren a las placas de Peyer que son cúmulos de tejido linfático que cubren las paredes del intestino delgado. Aquí se pueden reproducir dentro de las células y finalmente difunden al torrente sanguíneo produciendo bacteriemia. Esto ocurre en la primera semana de desarrollo de la enfermedad.
Conforme va avanzando la infección invade diferentes órganos, frecuentemente hígado, bazo, médula ósea y vesícula biliar. El conducto intestinal se recoloniza y las bacterias son eliminadas al exterior a través de las heces. La recolonización es típica de los virus por lo que esta característica es infrecuente cuando se habla de bacterias9.
La no tifoidea se produce por consumir alimentos contaminados de origen animal o aguas contaminadas por Salmonella Typhimurium. Se puede transmitir en cualquier eslabón de la cadena alimentaria pero generalmente se debe al consumo de leche, huevos, carnes o verduras crudas que han estado en contacto con estiércol y también por el almacenaje o cocinado inadecuado de los alimentos. La bacteria coloniza el epitelio del intestino delgado e intestino grueso donde se reproduce y se elimina por las heces10.
En la mayoría de los casos la enfermedad se presenta como un cuadro sistémico caracterizado por fiebre y malestar general indistinguible del comienzo de otras enfermedades habituales en nuestro medio. Se debe pensar en ella en cualquier proceso febril persistente con afectación del estado general, sobre todo en aquellas personas procedentes de países en vías de desarrollo o en casos de viajeros.11
El periodo de incubación es variable, de 8 días a 3 semanas, y es inversamente proporcional al número de microorganismos ingeridos11.
El comienzo de la enfermedad es insidioso con aparición de síntomas inespecíficos de forma gradual: fiebre de intensidad variable, cefalea, artralgia, faringitis, tos, estreñimiento o diarrea, náuseas o vómitos, anorexia, dolor abdominal con sensibilidad al tacto y escalofríos. Cuando exploramos al paciente los signos más habituales que podemos encontrar son hepatoesplenomegalia, roséola, lengua saburral, bradicardia relativa y a veces estupor. En los casos graves, aparecen síntomas del sistema nervioso central como delirio, estupor o coma. Otros síntomas menos comunes son disuria, epistaxis y herpes labial. En cuanto a los datos del laboratorio son muy inespecíficos, a veces leucopenia, trombopenia o discreta movilización de enzimas hepáticas11.
Pueden aparecer durante la segunda semana manchas rosadas que se aclaran con la presión sobre el tórax y el abdomen y que desaparecen en 2 a 5 días. Además, podría desarrollarse neumonía durante la segunda o tercera semana, que puede deberse a una infección neumocócica secundaria, aunque S. typhi por sí misma también puede causar neumonía12.
La enfermedad sigue un curso natural que consta de una subida gradual de la fiebre durante dos o tres días, permanencia de la fiebre entre 39 y 40 grados de una semana a 14 días y disminución progresiva en la tercera semana. La remisión se suele producir a las cuatro semanas, aunque La convalecencia puede prolongarse varios meses12.
El tratamiento para la fiebre tifoidea es básicamente la antibioterapia. Los antibióticos más utilizados para ello son:
– Cloranfenicol.
– Ampicilina o amoxicilina.
– Cotrimoxazol.
– Fluoroquinolonas.
– Cefalosporinas de tercera generación.
– Azitromicina14.
Tratamiento de los síntomas y las complicaciones:
Para evitar la deshidratación ocasionada por la diarrea se aconseja beber líquidos y los pacientes con cuadros más graves, pueden precisar medidas de sostén como reposición de líquidos y electrolitos por vía parenteral14.
Otra posible complicación pueden ser las hemorragias intestinales. Si son graves podría ser necesario transfusiones sanguíneas y en caso de perforación intestinal será necesaria la cirugía14.
También se deberá realizar aislamiento entérico durante la enfermedad para evitar el contagio de otras personas, lo que incluye: desinfección de heces, orina, objetos contaminados y depuración de aguas residuales14.
Los cuidados de enfermería se basan en control de síntomas y vigilancia en busca de complicaciones15:
- Si hay somnolencia y delirios
- Uso de barandillas.
- Mantener la cama en posición baja.
- En presencia de fiebre. Tomar la temperatura ya que la presencia de fiebre es muy común.
- Medicamentos de acuerdo a la indicación médica.
- Baños de esponja con agua tibia.
- Hidratación.
- Vigilar aparición de distensión vesical y abdominal.
- Vigilar la presencia de hemorragia intestinal.
- Control de la dieta, que sea frecuente y líquida en la fase aguda de la enfermedad, con la finalidad de procurar el descanso del sistema digestivo.
- Vigilar el correcto drenaje urinario, ya que las infecciones del tracto urinario son muy frecuentes debido al reposo en cama.
- Enseñanza al paciente: informar al paciente sobre la recuperación lenta; Control posterior ya que el 3% se vuelve portador crónico y alojan el microorganismo y lo excretan en heces y orina16.
BIBLIOGRAFÍA
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