Síndrome metabólico y trastorno mental grave: una revisión.

19 mayo 2022

AUTORES

  1. Sheila Ortiz Aragón. Enfermera Especialista en Salud Mental. Máster en Prevención e Intervención en Conductas Adictivas por la Universidad de San Jorge. Unidad de Corta Estancia de Psiquiatría (Hospital Obispo Polanco, Teruel).
  2. Ainoa Sánchez Domingo. Enfermera Especialista en Salud Mental. Unidad de Media Estancia (C.R.P San Juan de Dios, Teruel).
  3. Leticia Anadón Ruiz. Enfermera Especialista en Salud Mental. Máster en Bioética por la Universidad Católica de Valencia. Unidad de Corta Estancia (Hospital Obispo Polanco, Teruel).
  4. Rocío Herrera Alegre. Enfermera Especialista en Salud Mental. Máster en Integración de Cuidados y Resolución de Problemas Clínicos en Enfermería. Unidad de Media Estancia (C.R.P San Juan de Dios, Teruel).
  5. Paula Castellot Aparicio. Enfermera Especialista en Salud Mental. Máster en Trastornos Postraumáticos por la UNED. Unidad de Corta Estancia (Hospital Obispo Polanco, Teruel).
  6. Alba Ferrer Gamero. Enfermera Especialista en Salud Mental. Máster en Salud Mental para Enfermería en el CEU. Máster en Urgencias, Emergencias y Catástrofes por la CEU. Máster en Cuidados Proactivos en Enfermería por la Universidad Católica de Ávila. Unidad de Larga Estancia y Psicogeriatría (C.R.P San Juan de Dios, Teruel).

 

RESUMEN

Se puede afirmar que en España al menos el 9% de la población padece un trastorno mental en la actualidad, y algo más del 15% lo padecerá a lo largo de su vida.

La mayoría de las personas con enfermedad mental tienen con más frecuencia alteraciones metabólicas. Al producirse un incremento en las alteraciones metabólicas, se produce un mayor riesgo de patología cardiovascular. Esto da lugar a un incremento de mortalidad, y disminución de la esperanza de vida.

El síndrome metabólico (SM) es considerado en la actualidad como una importante forma de evaluar riesgo cardiovascular y diabetes.

 

PALABRAS CLAVE

Síndrome metabólico, riesgo cardiovascular, trastorno mental grave.

 

ABSTRACT

In Spain, at least the 9% of the population has actually a mental disorder and more than 15% will have it along the life. Most persons with mental Illness have more frequently metabolic disorders. When metabolic disorders increase it produce more cardiovascular risk. That increase the deathly and reduce life expectancy. Metabolic Syndrome is actually consider such as an important way to evaluate cardiovascular risk and diabetes.

 

KEY WORDS

Metabolic syndrome, cardiovascular risk, severe mental disorder.

 

INTRODUCCIÓN

Los trastornos mentales son un problema de primera magnitud, por su elevada prevalencia y por el impacto de sufrimiento y desestructuración en las personas que los padecen, sus familias y su entorno más cercano. Los trastornos mentales en conjunto constituyen la causa más frecuente de carga de enfermedad en Europa, por delante de las enfermedades cardiovasculares y del cáncer1. Se estima que en una de cada cuatro familias hay al menos una persona con trastornos mentales.

Se puede afirmar que en España, excluyendo los trastornos causados por el uso indebido de sustancias, al menos el 9% de la población padece un trastorno mental en la actualidad, y algo más del 15% lo padecerá a lo largo de su vida. Se prevé que estas cifras se incrementarán en el futuro. Los trastornos mentales afectan más a las mujeres que a los varones y aumentan con la edad2.

Dado que el trastorno suele ser de carácter crónico y aparecer en una fase temprana de la vida, la carga de la enfermedad y los costes económicos que provoca el trastorno son considerables, hasta el extremo que la OMS lo considera una de las diez primeras causas de discapacidad y un grave problema de salud pública en todo el mundo3. Actualmente no existen suficientes datos para valorar el coste económico exacto que esta carga de enfermedad supone en Europa, (entre costes directos: hospitalización, medicamentos…) e indirectos (invalidez, pérdida de vida laboral, muertes prematuras…), pero se estima que está entre el 3 y el 4% del PIB, por encima de los 182.000 millones de euros anuales1.

Además, el cuidado de personas con trastorno Mental Grave (TMG), mayoritariamente esquizofrenia y trastorno bipolar, supone una enorme carga para la familia de los afectados. El cuidado del paciente con esquizofrenia, por ejemplo, supone de 6 a 9 horas diarias para las personas que los cuidan, generalmente mujeres, lo que conlleva también efectos negativos en su vida laboral, social y familiar, cuando no la aparición de problemas de salud mental para los propios cuidadores4 5 6.

La esquizofrenia, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), es actualmente la tercera causa de discapacidad entre la población de 15 a 44 años7 8 y se estima que los pacientes esquizofrénicos presentan una tasa de mortalidad, ajustada por edad y sexo, entre dos y tres veces más alta que la esperada en la población general así como un exceso de muerte prematura, con una disminución de la esperanza de vida de entre 9 y 12 años9.

Se ha estimado que la media de años potencialmente perdidos en pacientes con enfermedad mental, en Estados Unidos, oscila entre los 25 – 30 años, en comparación con la media de la población general10.

Aunque una parte de esta mayor mortalidad puede explicarse por una frecuencia de suicidio y de accidentalidad más alta en estos pacientes, se ha evidenciado que la mortalidad se debe sobre todo al mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias e infecciosas, que puede ser 3 veces superior al de las personas sin esquizofrenia11.

En los últimos años, el interés que prestan los equipos de salud mental a la salud física de sus pacientes con trastorno mental grave (TMG) ha aumentado de forma considerable12 13.

Hace tiempo que se realizan estudios de investigación para conocer las causas que dan lugar a que la mayoría de personas con enfermedad mental tengan con más frecuencia alteraciones metabólicas. El síndrome metabólico es la expresión más clara de esta realidad.

Al producirse un incremento en las alteraciones metabólicas, se produce un mayor riesgo de patología cardiovascular. Esto da lugar a un incremento de mortalidad, y disminución de la esperanza de vida11.

El síndrome metabólico (SM) es considerado en la actualidad como una importante forma de evaluar riesgo cardiovascular y diabetes. El extenso número de publicaciones a nivel mundial nos da una idea de la importancia del diagnóstico y practicidad en su aplicación14.

La mayor vulnerabilidad que estos pacientes parecen presentar frente a diversas enfermedades tiende a relacionarse con los estilos de vida comunes entre los pacientes con enfermedades mentales graves, en los que suelen darse desequilibrios dietéticos, sedentarismo, abuso de tóxicos… Tampoco cabe excluir la contribución como efectos secundarios de los propios tratamientos antipsicóticos, entre los que se apuntan trastornos endocrinos (prediabetes, síndrome metabólico, hiperprolactinemia fundamentalmente), cataratas, disquinesias y disfunción sexual15.

También se ha descrito que los pacientes con TMG, principalmente los del espectro psicótico, pueden presentar problemas en el acceso a la asistencia sanitaria apropiada para resolver sus problemas de salud física. Este problema de déficit de la calidad asistencial que reciben estos pacientes puede estar asociado con el exceso de morbimortalidad que se observa en las personas con trastornos mentales y que puede atribuirse a dos razones: que su estado de salud sea peor que el de la población general o que el acceso de estos pacientes a los servicios de salud sea menor. Podría suceder que por una combinación de factores que pueden estar relacionados con los pacientes, los profesionales o el sistema asistencial, las personas con TMG puedan estar expuestas a barreras que dificulten su acceso a servicios apropiados de salud, lo que ejercería un efecto negativo sobre su estado de salud física16.

Mejorar la atención a la salud mental en España es uno de los objetivos estratégicos del Ministerio de Sanidad y Consumo, y desde la Agencia de Calidad del Ministerio, en coordinación con las Comunidades Autónomas, las sociedades científicas y las asociaciones de personas y familiares, se elaboró el informe Estrategia en Salud Mental del Sistema Nacional de Salud (2006), en el que se pretendió dar respuesta a las necesidades sanitarias que en materia de salud mental tiene la población1.

 

TRASTORNO MENTAL GRAVE (TMG):

Dentro de lo que se define como psiquiatría moderna o contemporánea, el TMG es un vocablo evolucionado de lo que se había venido denominando durante el siglo pasado Enfermedad Mental Crónica, intentando así eliminar el estigma del término “crónico o cronicidad”17. El término se utiliza cada vez más para diagnosticar los trastornos mentales graves que perduran en el tiempo, y que llevan asociada una disfuncionalidad tanto en la autonomía como en las relaciones sociales del sujeto18.

Si bien es cierto que muchas de las enfermedades mentales tienen la característica de ser crónicas, no todas ellas repercuten en las relaciones sociales, ni necesitan de un abordaje completo, ni son entidades tan graves como las englobadas dentro del TMG17.

La definición que alcanza un mayor grado de consenso es la que formuló el Instituto Nacional de Salud Mental de Estados Unidos (NIMH) en 198717, que define a este colectivo como “un grupo de personas heterogéneas, que sufren trastornos psiquiátricos graves que cursan con alteraciones mentales de duración prolongada, que conllevan un grado variable de discapacidad y de disfunción social, y que han de ser atendidas mediante diversos recursos sociosanitarios de la red de atención psiquiátrica y social”19.

Todas las categorías diagnósticas incluidas en TMG tienen la consideración de psicóticas, en sentido amplio. Se entiende por tal no solo la presencia de síntomas positivos y negativos, sino también un patrón de relaciones gravemente alterado, un comportamiento inadecuado al contexto o una afectividad inapropiada grave, que impliquen una percepción distorsionada de la realidad20.

Se incluirá a las personas que cumplen los criterios diagnósticos de por lo menos una de las siguientes categorías diagnósticas de la Clasificación Internacional de Enfermedades CIE-10 (OMS, 1992)21:

Esquizofrenia:

Trastorno esquizotípico.

Trastornos delirantes persistentes.

Trastornos delirantes inducidos.

Trastornos esquizoafectivos.

F.28 Otros trastornos psicóticos no orgánicos.

Episodio maníaco.

Episodio afectivo bipolar.

F.32.3 Episodio depresivo grave con síntomas psicóticos.

F.33.3 Trastornos depresivos graves recurrentes.

F.42 Trastorno obsesivo compulsivo.

La definición que emitió el Instituto Nacional de Salud Mental (NIMH) de EEUU, engloba tres dimensiones17,20:

Diagnóstico: Están incluidos los trastornos psicóticos (excluyendo los orgánicos) y algunos trastornos de la personalidad.

Duración de la enfermedad y del tratamiento: evolución de trastorno de 2 años o más, o deterioro progresivo y marcado en el funcionamiento en los últimos 6 meses (abandono de roles sociales y riesgo de cronificación), aunque remitan los síntomas.

Presentación de Discapacidad: Presentar una anomalía moderada o severa del funcionamiento global (laboral, social y familiar), que se mide mediante el GAF (Global Assessment of Functioning, American Psychiatric Association (APA), 1987).

Las personas con un trastorno mental grave suelen presentar con mayor o menor grado de afectación, una o varias de las siguientes dificultades en su desempeño social22,23,

-Autocuidados: Falta de higiene personal, deficiente manejo de su entorno, hábitos de vida no saludables, etc.

-Autonomía: Deficiente manejo del dinero, falta de autonomía en el manejo de transportes, nula utilización del ocio y tiempo libre, dependencia económica y mal desempeño laboral.

-Autocontrol: Incapacidad de manejo de situaciones de estrés, falta de competencia personal, etc.

-Relaciones interpersonales: Falta de red social, inadecuado manejo de situaciones sociales, déficit en habilidades sociales.

-Ocio y tiempo libre: Aislamiento, incapacidad de manejar el ocio, incapacidad de disfrutar, falta de motivación e interés.

-Funcionamiento cognitivo: Dificultades de atención, percepción, concentración y procesamiento de información.

Estas dificultades en el funcionamiento social dificultan que las personas con TMG puedan desempeñar roles sociales relevantes en la comunidad lo que junto a las barreras sociales y estigma les coloca en una situación de desventaja social y riesgo de exclusión22,23.

No existen estudios con metodología homogénea que permitan estimar la prevalencia de TMG en la población, aunque sí de la morbilidad atendida en los dispositivos de salud mental. No obstante, existe consenso en que, aproximadamente, entre 1,5 y 2,5 por cada 1.000 personas de la población general sufre estos tipos de trastornos6,24.

Se considera que la prevalencia de los trastornos piscóticos (esquizofrenia incluida) en el entorno europeo es de 1,2% de la población, mientras que la del trastorno bipolar sería de 0,9%25. En España se estimó que unas 165.000 personas tendrían diagnóstico de TMG. La distribución por sexo no es homogénea, sino que están más representados los hombres (probablemente por una mayor gravedad clínica). Las capas sociales más desfavorecidas suponen además un porcentaje mayor26.

El TMG produce además una importante carga económica. La enfermedad mental en su conjunto supone un costo calculado en la Unión Europea de entre 3-4% del PIB27. En España, Oliva-Montero et al. (2006)28 calcularon un coste para la esquizofrenia de cerca de 2.000 millones de euros al año, entre costes directos sanitarios (53%) y no sanitarios (47%) lo que, en conjunto, supone el 2,7% del coste total del Sistema Nacional de Sanidad. En 2010-1329, los costes totales fueron de 7.183 euros por cada paciente para el trastorno bipolar y 18.796 para trastornos psicóticos. El coste total para el sistema del trastorno bipolar en el mismo estudio fue de 21.491 millones de euros. En el trastorno psicótico dichos costes fueron estimados en 93.927 millones de euros.

Las características de estos sujetos resultan fundamentales para la atención comunitaria, debido a la importante problemática social y familiar que llevan consigo asociadas en muchos casos. Es de especial importancia implementar programas a nivel comunitario que modifiquen el curso crónico de la enfermedad para poder conseguir un pronóstico favorable a medio y largo plazo en estos pacientes30.

 

COMORBILIDAD EN PACIENTE CON TMG:

Los pacientes con TMG, muestran una gran cifra de patologías concomitantes, así es, patología cardiovascular, respiratoria, metabólica, patologías infecciosas y diabetes31.

La comorbilidad de la esquizofrenia, enfermedad principal del TMG, con patologías médicas supera EL 50%32,33. Estos pacientes tienen peor salud física y menor esperanza de vida que la población general. El incremento de patologías orgánicas viene definido por varios elementos, entre ellos: el estilo de vida (tabaco, sustancias tóxicas, obesidad y sedentarismo), el medio ambiente (pobreza, institucionalización) y la medicación (reacciones extrapiramidales, discinesias tardías, hiperprolactinemia, incremento de peso, hiperglucemia, hiperlipemia y arritmias cardíacas)17.

Las primeras revisiones sistemáticas que analizan el exceso de mortalidad entre los pacientes con TMG estiman que el 40% se atribuye a causas no naturales, principalmente suicidio, pero en el 60% restante viene a corresponderse con las mismas causas de muerte natural que se registran entre la población general: enfermedades cardiovasculares, endocrinas, respiratorias y oncológicas16.

La asociación entre diabetes y esquizofrenia es conocida antiguamente. La prevalencia de síndrome metabólico en la esquizofrenia es de 2 a 4 veces mayor que en la población general. Existe relación entre la edad, los años de evolución de la esquizofrenia y la dosis, tipo y número de antipsicóticos. Aunque la asociación clínica más clara se produce entre el perímetro abdominal / riesgo cardiovascular e insulinorresistencia3.

Otro tanto se sospecha de la morbilidad debida a diversas condiciones físicas, entre las que se presta particular atención a cáncer, problemas relacionados con el riesgo cardiovascular, patología respiratoria, neurológica y hepática e infección por VIH.

La enfermedad médica en los pacientes con TMG, en ocasiones, está infradiagnosticada; así, un estudio canadiense realizado en más de 2000 pacientes derivados a un hospital psiquiátrico evidenció que los psiquiatras de referencia habían pasado por alto diagnósticos “médicos” en un 48% de sus pacientes. Este resultado es similar al obtenido en otro estudio llevado a cabo en un centro público de California y que concluyó que el 39% de los 529 pacientes psiquiátricos atendidos presentaban patología médica, pero los psiquiatras solo habían identificado un 47% de las mismas34 35.

En nuestro país son necesarios estudios epidemiológicos que permitan detectar a la población con mayor riesgo de enfermedades orgánicas, en la que es prioritaria la adopción de medidas preventivas, así como determinar la evolución en el tiempo de los factores de riesgo y la morbimortalidad que generan en estos pacientes.

La realización de este tipo de estudios en la población con TMG es especialmente interesante por la previsible alta prevalencia de algunos de los factores de riesgo modificables, su alta morbimortalidad y por el beneficio que supondría para estos pacientes la aplicación de estrategias de prevención.

 

SÍNDROME METABÓLICO:

El síndrome metabólico es una serie de desórdenes o anormalidades metabólicas que en conjunto son considerados factor de riesgo para desarrollar diabetes y enfermedad cardiovascular36 37.

No se trata de una única enfermedad, sino de una asociación de problemas de salud que pueden aparecer de forma simultánea o secuencial en un mismo individuo, causados por la combinación de factores genéticos y ambientales asociados al estilo de vida en los que la resistencia a la insulina se considera el componente patogénico fundamental38.

La presencia de síndrome metabólico se relaciona con un incremento significativo de riesgo de diabetes, enfermedad coronaria y enfermedad cerebrovascular, con disminución en la supervivencia, en particular, por el incremento unas 5 veces en la mortalidad cardiovascular39.

En 1988, Reaven et al observaron que varios factores de riesgo (dislipidemia, hipertensión, hiperglicemia) tendían a estar juntos. A este conjunto lo llamó “Síndrome X”, y lo reconoció como factor de riesgo múltiple para la enfermedad cardiovascular. Posteriormente postularon que la resistencia a la insulina es la base del síndrome X (también llamado síndrome de resistencia de insulina40).

En 1998 la OMS introdujo el término síndrome metabólico como entidad diagnóstica con criterios definidos41.

Fisiopatología:

No hay un único mecanismo patogénico universalmente aceptado, sin embargo, se han propuesto varias explicaciones fisiopatológicas entre las que destaca la resistencia a la insulina40 como el pilar para el desarrollo de las alteraciones que conforman el SM: el aumento de la presión arterial, elevación de la glicemia de ayunas, aumento de triglicéridos, disminución del colesterol HDL, así como una condición de obesidad abdominal42.

Resistencia a la insulina (RI). La RI es un fenómeno fisiopatológico donde se altera la acción biológica de la insulina en los diferentes tejidos y provoca una hiperinsulinemia compensatoria. Cuando el organismo no puede mantener esta respuesta de hiperinsulinemia, se desarrolla la DM2. Pero en el caso contrario, si la hiperinsulinemia se sostiene, se desarrollan una serie de alteraciones, principalmente de tipo metabólico, que aumentan el riesgo de sufrir ECV.

Se propone que la asociación entre esta resistencia, obesidad, SM y el desarrollo de complicaciones cardiovasculares puede estar mediada por una alteración tanto en el tejido adiposo subcutáneo (en tronco y a nivel periférico), como en el tejido adiposo visceral abdominal42.

A su vez la alteración en el tejido adiposo se manifiesta en el desequilibrio de las adipocitocinas, con elevación de niveles de leptina y resistencia a la misma, tendencia a hipoadiponectinemia e hiperresistinemia e incremento significativo de infiltración por macrófagos en este tejido42.

La insulina juega un poderoso papel anabólico en el organismo afectando no solo el metabolismo de carbohidratos, lípidos y proteínas, sino también el crecimiento, proliferación, diferenciación celular y la función endotelial. Brevemente, el mecanismo de señalización de la insulina inicia cuando esta se une a su receptor tipo tirosina-kinasa (TKR) lo que genera la autofosforilación de su subunidad beta y la consiguiente fosforilación del sustrato del receptor de insulina tipo 1 (IRS-1). Luego de la activación de IRS1 se desencadena una serie sucesiva de activación de diferentes enzimas entre las que se destacan la fosfatidilinositol 3-kinasa (PI3K) y la protein-kinasa B (PKB), de donde parte su amplia acción metabólica mientras que la función proliferativa es iniciada por la vía de las MAP kinasas (MAPK). La vía de señalización se encuentra alterada en pacientes con SM como consecuencia, por ejemplo, de la disminución de la expresión del TKR, probablemente por la regulación hacia abajo (downregulation) debido a los altos niveles de insulina43.

 

Diagnóstico:

Los criterios diagnósticos propuestos para síndrome metabólico son diversos. Actualmente los más utilizados son los de la International Diabetes Federation (IDF) y los del Adult Treatment Panel (ATP III) en su versión modificada. Ambas reconocen la necesidad de ajustar los parámetros para el diagnóstico de obesidad abdominal a las características étnicas y regionales7,44.

La IDF define el síndrome metabólico como un aumento de la circunferencia de la cintura (≥ 94 cm en varones y ≥ 80 cm en mujeres) más 2 de los siguientes criterios45:

Triglicéridos ≥ 150 mg/dl o realizar tratamiento para la hipertrigliceridemia.

Concentración de colesterol HDL en sangre < 40 mg/dl en varones o < 50 mg/dl en mujeres, o realizar tratamiento específico.

Presión arterial ≥ 130/85 mmHg o realizar tratamiento para la hipertensión arterial.

Concentración de glucosa en ayunas ≥ 100 mg/dl o diagnóstico de diabetes mellitus tipo 2. La ATPIII define el síndrome metabólico como la presencia de 3 de los siguientes criterios46:

Circunferencia de la cintura ≥ 102 cm en varones y ≥ 88 cm en mujeres.

Concentración plasmática de triglicéridos ≥ 150 mg/dl o realizar tratamiento para hipertrigliceridemia.

Concentración de colesterol unido a lipoproteínas de alta densidad (colesterol HDL) en sangre < 40 mg/dl en varones o < 50 mg/dl en mujeres, o realizar tratamiento específico.

Presión arterial ≥ 130/85 mmHg o realizar tratamiento para la hipertensión arterial.

Concentración de glucosa en ayunas ≥ 100 mg/dl o realizar tratamiento para la hiperglucemia.

La incidencia y prevalencia del síndrome metabólico se ha incrementado en las últimas décadas, lo que avala su relevancia epidemiológica. La prevalencia varía según factores como género, edad, etnia, pero se ubica entre 15% a 40%, siendo mayor en la población de origen hispano47.

En el mundo desarrollado, las tasas son muy altas. Dependiendo del país, la diferencia de prevalencia es atribuible en gran parte a la dieta y estilo de vida diferentes.

En un estudio español se comparó la prevalencia del SM en la misma población utilizando tres de los criterios existentes. Aquí se encontró que la prevalencia era mayor en hombres que en mujeres y aumentaba con la edad, sin importar el criterio utilizado. Pero al comparar la prevalencia según el criterio utilizado, éste variaba de forma notable47:

1. Criterio OMS: 35.3% (29.8-40.8).

2. Criterio ATP III: 20.2% (15.6-24.8).

3. Criterio EGIR: 24% (19.1-28.9).

La prevalencia del síndrome metabólico en pacientes con TMG es mucho mayor que en el resto de la población48.

Existen numerosos factores de riesgo de aparición del síndrome metabólico, algunos de ellos relacionados con aspectos genéticos y fisiopatológicos y otros relacionados con hábitos de vida poco saludables como son el sedentarismo y una dieta inadecuada, el consumo de tabaco, las drogas de abuso y el alcohol17.

 

ANTIPSICÓTICOS:

Los antipsicóticos de segunda generación (AP2G), como grupo, son considerados fármacos que reducen el riesgo de producir efectos adversos de tipo extrapiramidal e hiperprolactinemia si son comparados con los antipsicóticos de primera generación (AP1G). Sin embargo, hay evidencia de que algunos de estos últimos aumentan el riesgo de un aumento de peso significativo, resistencia a la insulina, hiperglucemia, diabetes mellitus (DM) tipo 2 y dislipidemia, lo que podría reducir la expectativa de vida en pacientes que necesiten estos fármacos49.

Antipsicóticos de segunda generación y riesgo de aumento de peso:

Antipsicótico +++ Riesgo de aumento de peso Clozapina
Olanzapina +++
Risperidona ++
Quetiapina ++
Ziprasidona +/-
Aripiprazol +/-

 

OBJETIVOS

OBJETIVO GENERAL:

-Mostrar la evidencia existente acerca de la relación entre Síndrome Metabólico y TMG, así como la magnitud del problema.

OBJETIVOS ESPECÍFICOS:

-Describir las características antropométricas, bioquímicas y de TA que utilizan las diferentes instituciones para describir el SM.

 

METODOLOGÍA

Para alcanzar los objetivos propuestos en el estudio se realizó una revisión bibliográfica de la literatura enfocado tanto al Trastorno Mental grave (TMG) como al Síndrome Metabólico para la cual se emplearon diferentes recursos (artículos, libros, capítulos de libros, tesis, etc.). Las bases de datos a las que se recurrió fueron ScieLo, Google Academic, PubMed, y Web of Science. Los términos utilizados en la búsqueda fueron “Severe Mental Disorder AND effects OR consequences»,»Metabolic Syndrome “.

Por lo tanto, se trata de una revisión bibliográfica donde se han recogido, evaluado y seleccionado una serie de artículos científicos cuyo tema central ha sido la relación existente entre TMG y el desarrollo de Síndrome Metabólico.

La selección de artículos científicos se ha realizado en base a los distintos puntos que se han tratado en el trabajo. Se analizaron, además, las referencias bibliográficas de los artículos seleccionados a fin de recuperar diferentes estudios potencialmente adecuados para la revisión. Tras los diferentes periodos de búsqueda, y la correspondiente lectura de los artículos emergentes, se excluyeron aquellos registros que no resultaron ser relevantes para el objetivo de esta revisión.

 

RESULTADOS

Los pacientes con TMG, muestran una gran cifra de patologías concomitantes, así es, patología cardiovascular, respiratoria, metabólica, patologías infecciosas y diabetes.

La comorbilidad de la esquizofrenia, enfermedad principal del TMG, con patologías médicas supera el 50%.

Se ha evidenciado mayor mortalidad en pacientes con TMG que en la población general debida sobre todo al mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, respiratorias e infecciosas, que puede ser 3 veces superior.

-Se ha estimado que la media de años potencialmente perdidos en pacientes con enfermedad mental, en Estados Unidos, oscila entre los 25 – 30 años, en comparación con la media de la población general.

La prevalencia del síndrome metabólico en pacientes con TMG es mucho mayor que en el resto de la población.

La prevalencia de síndrome metabólico en la esquizofrenia es de 2 a 4 veces mayor que en la población general.

-La asociación clínica más clara se produce entre el perímetro abdominal / riesgo cardiovascular e insulinorresistencia.

-La mayor vulnerabilidad que estos pacientes parecen presentar frente a diversas enfermedades tiende a relacionarse con los estilos de vida comunes entre los pacientes con enfermedades mentales graves, en los que suelen darse desequilibrios dietéticos, sedentarismo, abuso de tóxicos… Tampoco cabe excluir la contribución como efectos secundarios de los propios tratamientos antipsicóticos.

-Las personas con TMG pueden estar expuestas a barreras que dificulten su acceso a servicios apropiados de salud, lo que ejercería un efecto negativo sobre su estado de salud.

 

CONCLUSIONES

Resulta fundamental realizar una valoración y un abordaje integral de las personas con TMG tanto por parte de los profesionales sanitarios en general como de los profesionales de salud mental en particular. No abordar de forma aislada el trastorno mental dejando a un lado la patología física que afecta a estos pacientes.

Sería interesante realizar mediciones periódicas de los parámetros que definen el TMG y poder abordarlos desde una perspectiva preventiva.

En nuestro país son necesarios estudios epidemiológicos que permitan detectar a la población con mayor riesgo de enfermedades orgánicas, en la que es prioritaria la adopción de medidas preventivas, así como determinar la evolución en el tiempo de los factores de riesgo y la morbimortalidad que generan en estos pacientes. La realización de este tipo de estudios en la población con TMG es especialmente interesante por la previsible alta prevalencia de algunos de los factores de riesgo modificables, su alta morbimortalidad y por el beneficio que supondría para estos pacientes la aplicación de estrategias de prevención.

 

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