AUTORES
- Raquel Lacambra Morella. Enfermera Especialista en Salud Mental. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa.
- Manuel Rosado Grande. Enfermero y Fisioterapeuta. Centro de Salud Casablanca.
- María Cristina López Vidal. Enfermera Especialista en Pediatría. Hospital Universitario Miguel Servet.
- Cristina Genzor Ríos. Enfermera Especialista en Pediatría. Hospital Universitario Miguel Servet.
RESUMEN
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades psiquiátricas complejas, multicausadas, que afectan principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes.
Todos comparten síntomas cardinales tales como la preocupación excesiva por la comida, peso y/o figura corporal y el uso de medidas no saludables para controlar o reducir el peso corporal, las que derivan en un deterioro significativo del bienestar psicosocial y físico de quienes los sufren.
Un hecho a destacar es el impacto de los medios de comunicación y sobre todo la televisión, al servir de medio de difusión del «estereotipo social» y hábitos de vida. Los contenidos en redes sociales que fomentan la anorexia o bulimia han aumentado un 470% en los últimos cinco años. Esto es especialmente grave, porque los/as estudiantes han identificado a las pantallas y redes sociales, como sus fuentes primarias de información nutricional.
A nivel internacional, la prevalencia en adolescentes previa al DSM-5, oscilaba entre 0.5% y 1% para AN y 1-2% y 4% para BN, llegando hasta 14% en el caso de los TCA No Especificados.
Se trataría de actuar tanto en los niños y adolescentes, como en la familia y formar a los profesionales de la educación sobre los factores de riesgo.
PALABRAS CLAVE
Trastornos de alimentación y de la ingestión de alimentos, anorexia nerviosa, bulimia, adolescente.
ABSTRACT
Eating disorders (EDs) are complex, multi-cause psychiatric illnesses that mainly affect adolescents and young women.
All share cardinal symptoms such as excessive concern for food, weight and/or body shape and the use of unhealthy measures to control or reduce body weight, which lead to a significant deterioration in the psychosocial and physical well-being of those who suffer from them.
A fact to highlight is the impact of the media and especially television, serving as a means of spreading the «social stereotype» and lifestyle habits. Content on social networks that promote anorexia or bulimia have increased by 470% in the last five years. This is especially serious, because students have identified screens and social networks as their primary sources of nutritional information.
Internationally, the prevalence in adolescents prior to the DSM-5, ranged between 0.5% and 1% for AN and 1-2% and 4% for BN, reaching up to 14% in the case of Unspecified EDs.
It would be a matter of acting on both children and adolescents, as well as on the family and training education professionals on risk factors.
KEY WORDS
Feeding and eating disorders, anorexia nervosa, Bulimia, adolescent.
INTRODUCCIÓN
Los trastornos de la conducta alimentaria (TCA) son enfermedades psiquiátricas complejas, multicausales, que afectan principalmente a adolescentes y mujeres jóvenes1.
En el centro y norte de Europa, así como en Australia, Estados Unidos o Canadá, este tipo de estudios aparecen a partir de los años 70. Mientras que en España, las publicaciones relativas a la epidemiología de los TCA no se suceden hasta mediados de los años 902.
El diagnóstico más frecuente durante la adolescencia es el de TCA no especificado, seguido por el de anorexia nerviosa y bulimia nerviosa. Su pronóstico mejora notablemente cuando el diagnóstico es realizado dentro de los tres primeros años de la enfermedad1.
Todos comparten síntomas cardinales tales como la preocupación excesiva por la comida, peso y/o figura corporal y el uso de medidas no saludables para controlar o reducir el peso corporal, las que derivan en un deterioro significativo del bienestar psicosocial y físico de quienes los sufren1.
La anorexia nerviosa (AN) fue descrita como un problema médico hacia finales del siglo XVII por Richard Morton. Es un trastorno complejo caracterizado por mantener voluntariamente un peso bajo para la edad y talla de quien lo sufre, logrado a través de medios extremos como ejercicio compulsivo, restricción de los alimentos consumidos y/o conductas purgativas. Incluye dos subtipos: restrictivo y compulsivo/purgativo (los episodios de atracones, por lo general no alcanzan la magnitud de los atracones observados en la BN). Se reconoce que más del 50% de las personas que sufren de AN desarrolla síntomas de bulimia posteriormente1.
Debido a que, su presentación en una consulta implica frecuentemente un cierto grado de coerción por parte de la familia u otros profesionales que hayan detectado el problema, en este contexto, el modelo de la Entrevista Motivacional (EM) ha sido utilizado en forma creciente. Este modelo de entrevista tiene por objetivo lograr incrementar la motivación intrínseca del paciente. Implica un enfoque directivo, pero no impositivo, donde se trabaja la resistencia al cambio y se reconocen y resuelven las ambivalencias que éste produce, para ayudar al paciente a reconocer su problema y sus consecuencias y, así, motivarse a cambiar1.
Finalmente, el trabajo motivacional no sólo ha sido útil en el tratamiento, sino también en el trabajo con sus familias, como una forma de acompañar efectivamente a sus hijas/os en el camino de la recuperación y, además, implica un trabajo personal de los cuidadores. Con una efectividad de un 50 a 70%. Otras terapias para considerar incluyen la terapia cognitivo-analítica, la terapia interpersonal y la terapia focal psicodinámica1.
A nivel farmacológico, se ha encontrado que la fluoxetina puede ser útil en disminuir el riesgo de recaídas en pacientes adolescentes tardíos. El uso de algunos neurolépticos ha demostrado beneficio en el tratamiento de síntomas obsesivo-compulsivos y en el aumento de peso1.
La bulimia nerviosa (BN) etimológicamente significa tener un “apetito tan grande como el de un buey”, los llamados “atracones”, episodios regulares de “hiperfagia” seguidos por purgas u otras conductas compensatorias. La BN fue reconocida como un trastorno de la conducta alimentaria en sí misma a finales del siglo XX1.
A diferencia de quienes sufren de AN, las adolescentes que presentan BN frecuentemente mantienen su peso sin cambios, dada la inefectividad de los métodos purgativos. Sin embargo, el tiempo entre la aparición de los síntomas y la consulta es largo debido, especialmente, a la posibilidad de mantener el trastorno en secreto y no provocar signos visibles para los otros. Aparecen sentimientos de vergüenza por la pérdida de control sobre su ingesta, haciendo más fácil que se motiven a recibir ayuda1.
El tratamiento más efectivo para adolescentes mayores (sobre 15 años) es la terapia cognitivo-conductual la cual se focaliza en las actitudes, pensamientos. Duración entre 16 y 20 sesiones a lo largo de 4 -5 meses como mínimo. La terapia interpersonal ha demostrado ser efectiva, aunque con resultados más lentos1.
Los antidepresivos, como la fluoxetina, han demostrado tener un efecto positivo en la disminución de los atracones y purgas1.
Un estudio de Westen y Harnden-Fisher distingue tres tipos predominantes de personalidad entre quienes presentan un TCA1.
El primero se describe como un grupo de alto funcionamiento, autocrítico, perfeccionista que tienden a sentir culpa y ansiedad y que en su mayoría sufren de BN1.
El segundo grupo posee un perfil sobrecontrolado, en el cual hay una restricción de placer, necesidades, emociones, relaciones, autoconocimiento, sexualidad y dificultad para empatizar. Estos pacientes se presentan disfóricos, anedónicos y ansiosos. Observado en personas que tienen AN tipo restrictivo1.
El tercer tipo de personalidad incluye personas que se caracterizan por desregulación emocional e impulsividad. Los individuos de este grupo frecuentemente presentan antecedentes de abuso sexual y los síntomas de trastornos alimentario, que son generalmente del tipo bulímico, les sirven para modular la intensidad del afecto1.
Los signos y síntomas físicos, más frecuentes en AN, se deben principalmente a la malnutrición y a las consecuencias de las conductas compensatorias. Los problemas psicológicos como el aislamiento social y conflictos familiares, dificultad para fortalecer el autoconcepto, autoestima, autonomía y capacidad para intimidad pueden interferir en el logro de las tareas propias de la adolescencia1,3.
Diferentes factores influyen en la aparición de esta patología; entre los cuales se citan los factores culturales, las influencias de los medios de comunicación, familiares, hereditarios, el acoso de su entorno, factores temporales de fracasos y conflictos personales, psicodinámicos y los factores de vulnerabilidad personal por problemas de autoestima4,5.
Un hecho a destacar es el impacto de los medios de comunicación y sobre todo la televisión, al servir de medio de difusión del «estereotipo social» y hábitos de vida. Para muchas adolescentes no existe autoestima sin delgadez. El adelgazar se ha convertido en metáfora del éxito y el engordar del fracaso4,5.
Los contenidos en redes sociales que fomentan la anorexia o bulimia han aumentado un 470% en los últimos cinco años Instagram y otras redes sociales. Propagan imágenes de thinspiration y desafíos, retos virales o “challenge”, muchos provenientes de China, como rodearse la cintura con un cable de auriculares (Earphones Waist), ver cuántas monedas se pueden poner en el hueco clavicular (Collarbone challenge), medirse la cintura con un folio A4 o DIN A-4 (21 cm de ancho), el iPhonne legs challenge (rodillas más estrechas que la pantalla de un móvil Iphone 6) o el Belly button challenge ( tocarse el ombligo pasando el brazo por detrás de la espalda), el Thigh Gap (hueco entre los muslos, hasta con operación estética) y el Bikini bridge (medir la delgadez por los huesos de la cadera)5.
Esto es especialmente grave, porque los/as estudiantes han identificado a las pantallas y redes sociales, como sus fuentes primarias de información nutricional. Además de producir un sufrimiento y malestar emocional, los cambios corporales con un incremento de peso, la aparición de caracteres sexuales secundarios puede facilitar sentimientos de inseguridad repercutiendo en su autoestima, dando lugar a un algo riesgo de caer en dietas insalubres o salvajes que son la antesala de un posible TCA5.
OBJETIVOS
- Fomentar los conocimientos sobre este tipo de trastorno de salud mental en la población general mediante una revisión bibliográfica.
- Sensibilizar a adolescentes, padres y a la población general sobre las consecuencias negativas en las que puede derivar el uso indiscriminado de dietas innecesarias, redes sociales que pueden influir para desarrollar este trastorno.
METODOLOGÍA
Se basa en una revisión bibliográfica recabando información sobre los TCA y más aspectos relacionados con esta enfermedad. La búsqueda se ha realizado principalmente en artículos web, libros y revistas para sustentar la investigación.
Para la realización de este artículo se ha buscado información en diferentes bases de datos como ScienceDirect, Scielo, Cuiden, Dialnet, utilizando en todas ellas filtros con límite temporal de 10 años atrás, a texto completo, lingüísticamente en español.
RESULTADOS
En los últimos años, desde la década de los noventa, la frecuencia de los TCA se ha incrementado, sobre todo entre las mujeres adolescentes y jóvenes. El énfasis que pone nuestra sociedad y el valor que otorga a los cuerpos delgados y juveniles, además del temor al rechazo contribuye probablemente al desarrollo y prevalencia de estos trastornos aunque esto implique poner en riesgo la salud1,4,5.
A nivel internacional, la prevalencia en adolescentes previa al DSM-5, oscilaba entre 0.5% y 1% para AN y 1-2% y 4% para BN siendo su edad de aparición entre 15,7 y 18,1 años, llegando hasta 14% en el caso de los TCA No Especificados1,3.
En un estudio realizado en el norte de Europa encuentran una prevalencia para anorexia, bulimia y TCANE del 0,4%, 0,7% y 0,2%, respectivamente. La prevalencia total que obtienen es de 1,4%5.
Las pacientes más jóvenes con AN tienen la mejor tasa de recuperación (entre 50 y 70%), mientras que, en general, las tasas de recuperación del resto de los TCA apenas llegan al 50%1.
Se puede explicar cómo y el por qué de las consecuencias de este trastorno, ya que factores tales como la malnutrición y aislamiento, pueden llevar a un profundo impacto en el cerebro, limitando las fortalezas psicológicas y las estrategias que se requieren para la recuperación. Así se forma un círculo vicioso, ya que el órgano central para la recuperación está dañado1.
En España, ZARIMA, DITCA y AMEMC son tres programas exitosos para su prevención. Como programas internacionales podemos nombrar: Healthy Weight Intervention, Student Bodies, PRIDE Body Project, Body Project, The Sorority Body Image Program, Girl Talk, Planet Health, Mediasmart, REBel Peer Education, Girl’s Group, Y’s Girl, PriMa, POPS-Program, Happy Being Me Co-educational, Prevención de Anorexibulimia, Proyecto “¿Bonita, Flaquita, Feliz?, Aceptación positiva de la imagen corporal, Prevención en Imagen Corporal y Alimentación (PIA)5.
DISCUSIÓN-CONCLUSIONES
Aunque las opciones de tratamiento para adolescentes con TCA son múltiples, la meta es: ayudar al adolescente a lograr alcanzar y mantener su salud física y psicológica1.
Dada la prevalencia de las complicaciones en estos trastornos, el tratamiento tiene que poder ofrecer varios niveles de cuidado: ambulatorio, ambulatorio intensivo, hospitalización parcial, hospitalización completa. El logro de patrones de alimentación saludable resulta un punto clave para el resto del tratamiento. Los tratamientos son generalmente largos, recomendándole el seguimiento hasta 4 años tras el alta1.
Deben ser atendidos por equipos interdisciplinarios experimentados para evitar la cronicidad y las consecuencias para el desarrollo biopsicosocial de los adolescentes1.
Se trataría de actuar tanto en los niños y adolescentes (favorecer su autoestima, autoimagen no perfeccionista aprendiendo a aceptar un amplio rango de siluetas corporales, clarificar valores, disfrute vital, comunicación interpersonal, educar en una alimentación saludable con énfasis en no saltarse comidas y realizar al menos alguna comida diaria con la familia; enseñar herramientas de asertividad para resistir las bromas y la presión social, educar sobre el desarrollo corporal y la afectividad-sexualidad para evitar ansiedades durante la crisis de la adolescencia, juicio crítico ante los modelos culturales y mensajes de los medios de comunicación, enseñarles a disfrutar del tiempo libre con un ocio saludable sin necesidad de recurrir a tóxicos) como en la familia (sobre la sobreprotección, comunicación, afectividad-sexualidad, valores y control de medios de comunicación como la televisión), así como formar a los profesionales de la educación sobre los factores de riesgo5,6.
BIBLIOGRAFÍA
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- Gaete P V, López C C. Trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes. Una mirada integral. Rev Chil Pediatr. 2020;91(5):784-793.
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- Ruiz Lázaro PM. Guía de prevención de trastornos de la conducta alimentaria. [febrero 2022]. Disponible en: https://www.aragon.es/documents/20127/2555757/DIGITAL_Gu%C3%ADa+TCA_22042022.pdf/0e0f8b27-7f0d-b1d1-a5f7-8f4e930cd4c5?t=1653384728955
- Ruiz Lázaro PJ. Prevención de los factores de riesgo de los trastornos de la conducta alimentaria en adolescentes: un reto para la atención primaria. Atención Primaria 2003;32(7):403-9.