Artículo monográfico: enfermedades infecciosas: hepatitis A Y B

26 mayo 2023

AUTORES

  1. Nerea López Peirona. Enfermera en Centro de Salud Zuera, Zaragoza.
  2. Bárbara López Peirona. Enfermera de Atención Continuada en Centro de Salud de Zuera, Zaragoza.
  3. Thalia Manresa Martinez. Enfermera en Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza.
  4. Vanessa Trueba Serrano. Enfermera en el Hospital General de la Defensa, Zaragoza.
  5. Lucía Mazano Díaz. Enfermera en el Hospital General de la Defensa, Zaragoza.
  6. Alexandra Sofía Vatamaniuc. Enfermera en Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza.

 

RESUMEN

La Organización Mundial de la Salud estima que cada año hay 1,5 millones de nuevos casos de hepatitis A, estrechamente asociados a la falta de agua salubre, saneamiento deficiente y una mala higiene personal o mediante contacto estrecho; y que más de 2 millones de personas han sido expuestas al virus de la hepatitis B, que conlleva un alto riesgo de mortalidad y que puede dar tanto un cuadro agudo como una hepatopatía crónica. Sin la presencia de tratamientos específicos para dichas hepatitis, éste se centrará en mantener el bienestar y el equilibrio nutricional.

PALABRAS CLAVE

Hepatitis A, hepatitis B.

ABSTRACT

The World Health Organization estimates that each year there are 1.5 million new cases of hepatitis A, closely associated with the lack of safe water, poor sanitation and poor personal hygiene or through close contact; and that more than 2 million people have been exposed to the hepatitis B virus, which carries a high risk of mortality and can cause both acute and chronic liver disease. Without the presence of specific treatments for said hepatitis, it will focus on maintaining well-being and nutritional balance.

KEY WORDS

Hepatitis A, hepatitis B.

DESARROLLO DEL TEMA

La hepatitis A es una enfermedad hepática causada por el virus de la hepatitis A (VHA)1. La OMS estima que cada año hay 1,5 millones de casos nuevos en el mundo2,3. Según el Boletín Epidemiológico Semanal de EDO, en 2015 en España hubo 543 casos4. Éste se transmite principalmente cuando una persona no infectada y no vacunada come o bebe algo contaminado por heces de una persona infectada por ese virus, es por eso que está estrechamente asociada a la falta de agua salubre, saneamiento deficiente y una mala higiene personal o mediante un contacto estrecho1,4. La severidad del VHA está fuertemente relacionada con la edad. Mientras que un niño puede cursar con la enfermedad de manera asintomática, los adultos normalmente la presentan de manera sintomática5,6. En los países en desarrollo donde las condiciones de saneamiento e higiene son deficientes, el 90% de los niños han sufrido la infección antes de los 10 años de manera asintomática. Las epidemias son poco frecuentes ya que los niños más mayores y adultos suelen estar inmunizados. Por lo que la incidencia está fuertemente relacionada con los niveles socioeconómicos y el acceso a agua potable6. En los países desarrollados, donde hay un buen saneamiento las tasas de infección son bajas. Puede aparecer en personas con alto riesgo, como son consumidores de drogas inyectables, homosexuales y personas que viajan a zonas de alta endemicidad1.

La infección por VHA es una enfermedad autolimitada usualmente asintomática que ocurre principalmente en niños. Se trata de una afectación inflamatoria del hígado, con un periodo de recuperación que oscila de dos a tres semanas7,8; a diferencia de las hepatitis B y C, la hepatitis A no causa hepatopatía crónica y rara vez es mortal, pero puede causar síntomas debilitantes como ascitis, derrame pleural, colecistitis aguda acalculosa, hepatitis fulminante eincluso desencadenar enfermedades autoinmunes extra-hepáticas7,8,9. El periodo de incubación suele ser de unos 14 – 28 días. Los individuos pueden experimentar pródromos antes de presentar ictericia como: anorexia, náuseas, vómitos, malestar, fiebre, dolor de cabeza y dolor abdominal. Menos comúnmente puede aparecer resfriado, mialgias, artralgias, tos y síntomas en el aparato respiratorio superior, diarrea, prurito y urticaria1,10. Algunos de los síntomas que ocasiona este virus son: orina oscura, fatiga, picazón, inapetencia, fiebre baja, náuseas y vómitos, heces de color arcilla o pálidas e ictericia. La gravedad de la enfermedad, así como la mortalidad, aumentan con la edad. Los menores de seis años infectados no suelen tener síntomas apreciables, y solo el 10% muestran ictericia. Las mujeres embarazadas infectadas en fase aguda tienen riesgo de complicaciones como contracciones prematuras, desprendimiento de placenta, sangrado vaginal y parto prematuro1,10,11.

Los casos de hepatitis A, clínicamente no pueden diferenciarse de otros tipos de hepatitis víricas. El diagnóstico se realiza, detectando en sangre anticuerpos IgM específicos contra el VHA. Otra prueba, aunque necesitaría de laboratorios especializados, sería la reacción en cadena de la polimerasa con retrotranscriptasa (RT – PCR), que detecta RNA del VHA11.

No existe ningún tratamiento específico para la hepatitis A, pero sí recomendaciones como reposo cuando los síntomas sean más intensos, evitar el consumo de alcohol y drogas (incluso algunos medicamentos como por ejemplo el paracetamol o antieméticos), evitar comidas ricas en grasas ya que pueden causar vómitos en fase aguda, en definitiva, mantener un equilibrio nutricional, incluyendo la rehidratación tras los vómitos y diarreas11.

Por otro lado, la hepatitis B es una infección hepática grave, que puede dar tanto un cuadro agudo como una hepatopatía crónica, originada por la infección del virus de la Hepatitis B (VHB). Esta enfermedad conlleva un alto riesgo de mortalidad12,13. Un tercio de la población mundial ha sido infectada por el VHB, y existen alrededor de 240 millones de portadores crónicos, produciéndose más de 600.000 muertes al año, como consecuencia de la hepatitis B, incluida la cirrosis o cáncer hepático13,14. La prevalencia de portadores crónicos varía mucho geográficamente, y es inversamente proporcional a la edad de infección. Además, se estima que más de 2 mil millones de personas han sido expuestas al virus alguna vez en su vida14. En España en el 2015 se registraron un total de 676 casos de hepatitis B4. El virus se transmite de manera muy eficiente a través de la sangre u otros fluidos de personas infectadas. Las formas más comunes son la transmisión perinatal, niño infectado a un niño sano en los primeros cinco años, tatuajes, contacto sexual, transfusiones de sangre, consumo de drogas por vía parenteral y exposición de personal sanitario13,15.

El VHB tiene un periodo de incubación prolongado aproximadamente entre uno y seis meses, siendo de instalación insidiosa, con tendencia a la cronicidad1,16. La probabilidad de que se cronifique depende de la edad a la que se contraiga. Los niños infectados antes de cumplir los seis años son los más expuestos a sufrir infecciones crónicas1. La mayor parte de los afectados no experimentan manifestaciones clínicas durante la fase de infección aguda, aunque algunas personas pueden presentar un cuadro agudo con ictericia, orina oscura, fatiga extrema, náuseas, vómitos y dolor abdominal. Es posible que los síntomas no aparezcan hasta seis meses después del momento de la infección, siendo común la falta de apetito, fiebre baja, dolores musculares y articulares. Se puede llegar a sufrir una insuficiencia hepática aguda, que puede provocar la muerte e incluso en algunos casos infección hepática crónica que a la larga producirá cirrosis o cáncer de hígado. Normalmente los síntomas desaparecen en unas semanas, aunque en algunas personas puede llegar a convertirse en un problema crónico1,17.

Se dispone de pruebas sanguíneas que se centran en la detección del antígeno superficial del virus de la hepatitis B (HBsAg). Mediante estas pruebas podemos distinguir entre las hepatitis crónicas y agudas, y hacer el seguimiento de los pacientes. – La infección aguda por el VHB se caracteriza por la presencia del HBsAg y de la inmunoglobulina M (IgM) en el antígeno del núcleo (HBcAg). – La infección crónica se caracteriza por la persistencia (más de seis meses) del HBsAg (con o sin concurrencia de HBeAg)11.

No existe ningún tratamiento específico para la hepatitis B aguda. El tratamiento también se centra en mantener el bienestar y el equilibrio nutricional adecuados (fundamentalmente reponiendo los líquidos perdidos por los vómitos y la diarrea). Desde la OMS se recomienda el tratamiento oral (tenofovir o entecavir) ya que es el más potente para suprimir el VHB, no obstante, no cura la infección, sólo suprime la replicación del virus por lo que se debe continuar de por vida. El tratamiento con interferón mediante inyecciones puede considerarse para algunas personas en determinados entornos desarrollados, pero es menos factible en entornos con recursos bajos (por su elevado costo y efectos adversos) que exigen ya un seguimiento, por lo que no serían viables. Hay que tener en cuenta que muchos pacientes infectados por el VHB pueden tener la enfermedad inactiva y, por lo tanto, no requieren ningún tratamiento18.

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