AUTORES
COMUNICACIÓN BREVE
Dentro de los Sistemas que Salvan Vidas propuestos por el Consejo Europeo de Reanimación (ERC) en su Consenso Internacional de 2020 se encuentra el lema “LOS NIÑOS SALVAN VIDAS”1. Éste está basado en la necesidad de formar a las personas desde edad escolar en técnicas de soporte vital básico para así conseguir el fin de universalizar una reanimación cardiopulmonar efectiva independientemente de la edad de los resucitadores2.
Conjuntamente, muchas han sido las organizaciones a nivel mundial que se han sumado a la iniciativa, como la Asociación Americana del Corazón (AHA), o la propia Organización Mundial de la Salud (OMS)3,4.
En un estudio realizado en Noruega comprobaron que los niños de 6-7 años de edad son capaces de proporcionar primeros auxilios básicos tras recibir una formación específica para ello. Dicha formación incluía: técnicas de comprobación del nivel de consciencia y respiración, comportamiento y aviso en situaciones de emergencia, conocimiento de la posición de seguridad, y manejo de la vía aérea. La mayoría de estos ítems mantuvieron la mejora de forma significativa incluso tras 6 meses de haber recibido la preparación5.
Según las directrices de la ERC, los niños deberían recibir anualmente un entrenamiento en reanimación cardiopulmonar en el que se les enseñara el conocido “COMPRUEBA-LLAMA-COMPRIME”, y del mismo modo tendrían que compartirlo con sus conocidos. De hecho, tras la formación, se propone a los escolares instruir a 10 personas más de su entorno, e informar de ello allí donde fueron formados1.
A pesar de las limitaciones que puedan presentar los niños debido a su estatura y complexión, entre otras características físicas, éstos incluso desde los 4 o 5 años son capaces de comenzar de manera eficaz la cadena de supervivencia y llevar a cabo otras tareas sencillas, al mismo tiempo vitales para preservar la vida de la persona. Un ejemplo de ello sería memorizar el número de teléfono de emergencias3. No obstante, es cierto que, a mayor edad dentro de los rangos escolares, mejores son los resultados en técnicas de compresión, apertura de vía aérea, y boca a boca. En cuanto a la primera de ellas, la compresión, se hallaron otros factores determinantes para una buena ejecución de la misma, como fueron la altura, el sexo y el índice de masa corporal (IMC). Para este último, se calculó un valor umbral para escolares de entre 9 y 18 años (>15), a partir del cual se les consideraría capaces de alcanzar la profundidad de compresión torácica idónea para dar por válida la aplicación de la maniobra. Con respecto a la ventilación boca a boca, existen otras variables además de la edad que influyen igualmente a la hora de aplicarla de modo apropiado: el sexo (varones mayor habilidad), y el índice de masa corporal (a mayor índice, mayor volumen corriente administrado)3.
Existe incertidumbre sobre cuál sería el modelo idóneo de entrenamiento en estos rangos de edad. La duración del mismo, la gamificación mediante uso de nuevas tecnologías, o incluso el material con el que poner en práctica la teoría, son aspectos a tener en cuenta en el diseño de este tipo de abordajes. De acuerdo con un estudio llevado a cabo en Alemania, con tan sólo 3 horas de clase anualmente, sería suficiente para conseguir que el alumnado obtuviera los conocimientos necesarios3. Asimismo, se concluyó que el tipo de instructor, bien un experto en emergencias o bien su profesor habitual, no influía significativamente en el rendimiento de los escolares, hecho que agilizaría la organización en cuanto a establecimiento de horarios y disponibilidad del docente. Por otro lado, existe evidencia a favor de la enseñanza práctica frente a la teórica2,3, pues, aunque aquélla requiera más medios y tiempo, mejora en mayor medida las aptitudes de los niños en el momento de enfrentarse a un simulacro de la vida real3.
Paralelamente, la ECR propone que estos programas formativos pasen a ser obligatorios en forma de ley por parte de los encargados de los Ministerios de Educación o quienes sean responsables de este tipo de políticas. Países como Noruega, donde es obligatoria su impartición desde 1961, o Reino Unido, donde llevan años tratando de lograrlo mediante campañas2, son claros modelos para seguir por parte del resto de países.
Para aquellos lectores que deseen continuar informándose respecto a este ámbito, se recomienda consultar la página https://www.kids-save-lives.eu/statement.html para mantenerse actualizado de los proyectos que se están desarrollando.
Como conclusión principal a la presente comunicación se podría destacar la vital importancia que demuestra el hecho de enseñar nociones básicas de reanimación cardiopulmonar y primeros auxilios desde la infancia, ya que se ha visto que se favorecen comportamientos más empáticos y adaptados al mundo real, disminuyen niveles de estrés ante situaciones de emergencia gracias a su capacidad de afrontamiento efectivo3, y, quizá lo más importante, se incrementa el número de personas capaces de salvar vidas.
CONFLICTO DE INTERESES
La autora declara no tener ningún conflicto de interés.
BIBLIOGRAFÍA
1. Perkins GD, Graesner JT, Semeraro F, Olasveengen T, Soar J, Lott C, et al. European Resuscitation Council Guidelines 2021: Executive summary. Resuscitation. 2021;161:1–60.
2. Colquhoun M. Learning CPR at school – Everyone should do it. Resuscitation. 2012;83:543–4.
3. Plant N, Taylor K. How best to teach CPR to schoolchildren: A systematic review. Resuscitation [Internet]. 2013;84(4):415–21.
4. Böttiger BW, Van Aken H. Kids save lives – Training school children in cardiopulmonary resuscitation worldwide is now endorsed by the World Health Organization (WHO). Resuscitation [Internet]. 2015;94:A5–7.
5. Bollig G, Wahl HA, Svendsen MV. Primary school children are able to perform basic life-saving first aid measures. Resuscitation. 2009;80(6):689–92.