Papel de enfermería en el riesgo de suicidio en niños y adolescentes.

25 agosto 2022

AUTORES

  1. Susana Navarro Granados. Enfermera en Neumología. Hospital Clínico Lozano Blesa. Zaragoza. España.
  2. Sandra Sorrosal Arjona. Enfermera en Traumatología. Hospital Clínico Lozano Blesa. Zaragoza. España.
  3. Silvia Fernández Bañón. Enfermera docente en CFP Valle de Tena. Zaragoza. España.
  4. Irene Juan Joven. Enfermera en UCI. Hospital Clínico Lozano Blesa. Zaragoza. España.
  5. Izarbe Martín Gálvez. Enfermera en UCI. Hospital Royo Villanova. Zaragoza. España.
  6. Naiara Gaudioso Vidal. Enfermera en Neumología. Hospital Clínico Lozano Blesa. Zaragoza. España.

 

RESUMEN

INTRODUCCIÓN: La elevada tasa de suicidio a nivel mundial en los últimos años y que dicho problema sea la segunda causa de muerte en la población comprendida entre los 15 y 29 años, ponen de manifiesto la importancia de enfermería en aumentar los conocimientos y recursos disponibles para prevenir y detectar el riesgo de suicidio en niños y adolescentes.

OBJETIVOS: El objetivo general de este trabajo es analizar el papel de enfermería en relación a la conducta suicida en niños y adolescentes.

METODOLOGÍA: Se trata de una revisión bibliográfica donde se ha realizado un análisis crítico de la información actual para poder obtener una visión sobre las intervenciones de enfermería ante un niño o adolescente en riesgo de suicidio.

DESARROLLO: Para llevar a cabo acciones preventivas eficaces por parte de enfermería, es necesario identificar los factores de riesgo que se presentan ante una conducta suicida, siendo los más importantes: depresión, disfunción familiar y consumo de tóxicos. Actuaciones como proporcionar apoyo y promocionar la salud y la seguridad al individuo como a la familia en su totalidad son las más importantes. Realizar un adecuado cribado ayuda a detectar precozmente a niños y adolescentes en riesgo de suicidio.

CONCLUSIÓN: La escasa investigación y estudio de dicho problema pone de manifiesto la necesidad de enseñar y entrenar a enfermería a nivel preventivo y de intervención para disminuir la elevada tasa de suicidio infanto-juvenil.

 

PALABRAS CLAVE

Suicidio, enfermería, adolescente, ideación suicida, prevención.

 

ABSTRACT

INTRODUCTION: The high rate of suicide worldwide in recent years and the fact that this problem is the second cause of death in the population between 15 and 29 years of age, highlight the importance of nursing in increasing the knowledge and resources available to prevent and detect suicide risk in children and adolescents.

OBJECTIVES: The general objective of this work is to analyze the role of nursing in relation to suicidal behavior in children and adolescents.

METHODOLOGY: It is a bibliographic review where a critical analysis of current information has been carried out in order to obtain a vision of nursing interventions for a child or adolescent at risk of suicide.

GROWTH: To carry out effective preventive actions by nursing, it is necessary to identify the risk factors that occur in the face of suicidal behavior, the most important being: depression, family dysfunction and consumption of toxic substances. Actions such as providing support and promoting health and safety to the individual as well as to the family as a whole are the most important. Proper screening helps to detect children and adolescents at risk of suicide early.

CONCLUSION: The limited research and study of this problem highlights the need to teach and train nursing at a preventive and intervention level to reduce the high rate of child and adolescent suicide.

 

KEY WORDS

Suicide, nursing, adolescent, suicidal ideation, prevention.

 

INTRODUCCIÓN

Como problema de salud pública, el suicidio ha adquirido especial relevancia en las últimas décadas. Una definición del suicidio ampliamente aceptada es la que se considera como “una actuación del comportamiento con un resultado letal, que es iniciado y realizado por la persona, que sabe y espera el resultado de su acto y a través del cual pretende tener los cambios que desea” (OMS, 1986)1. Sin embargo, también se puede entender, no solo como suicidio consumado, sino también como un concepto que abarca las conductas suicidas sin resultado de muerte (intentos o tentativas), por lo que se considera que la investigación en este comportamiento, así como la identificación de factores asociados, resulta de particular importancia en la prevención de suicidio2. Datos de la Organización Mundial de la Salud ponen de manifiesto que más de un millón de personas se suicidan al año en todo el mundo, siendo la tercera causa de muerte en individuos con edades comprendidas entre los 15 y 44 años3. Puede producirse a cualquier edad, pero cabe destacar que en 2015 fue la segunda causa principal de defunción en el grupo etario de 15 a 29 años en todo el mundo4. En relación al factor sexo, el suicidio consumado predomina más en el sexo masculino, siendo los intentos más frecuentes en el femenino5. Según el Instituto Nacional de Estadística, “en nuestro país, los casos de suicidio han aumentado en los últimos años con un total de 3870 defunciones, de los cuales 2911 son hombres y 959 mujeres, y con una tasa de 8.3 por cada 100000 personas (INE, 2015)”1. España, siendo un país desarrollado, ha experimentado importantes cambios socioeconómicos en los últimos 40 años, así como cambios en los estilos de vida, como un envejecimiento progresivo, disminución de la tasa de natalidad y un incremento en la frecuencia de separaciones y divorcios que han llevado a provocar importantes problemas de salud. Cabe destacar que también la aparición de epidemias como el sida, aumento de consumo de nuevas sustancias tóxicas y acciones como el acoso escolar y la violencia de género han agravado aún más dichos problemas de salud6. Aunque el vínculo entre el suicidio y los trastornos mentales (en particular la depresión y el consumo de alcohol) esté bien documentado, muchos suicidios se producen impulsivamente en momentos de crisis que dificultan el afrontamiento y las tensiones de la vida diaria, como problemas financieros, rupturas de relaciones sentimentales, enfermedades crónicas, violencia, abusos, pérdidas y sensación de aislamiento4. Estos son algunos de los motivos por los que en España ha aumentado la tasa de suicidio en la población general en comparación con el resto de países en los que las tasas están descendiendo y estabilizando6. Por otra parte, la población infanto-juvenil también experimenta importantes cambios en las actividades de su vida diaria, provocando estrés, confusión, dudas de sí mismo, presión para lograr mayor éxito y otros miedos mientras van creciendo. Esto y más situaciones pueden perturbarlos e intensificarles las dudas, por lo que para algunos, el suicidio muestra ser una solución a sus problemas7. Pero también es cierto que pocos niños y adolescentes piden ayuda a un adulto por presentar ideación suicida, lo cual dificulta la detección y el tratamiento de aquellos jóvenes en riesgo8. Por ello, es de gran relevancia que el profesional que les preste asistencia y atención cuente con herramientas y recursos que le permitan identificar el riesgo de suicidio y orientarse ante esta situación9. También se afirma que la conducta suicida aumenta la probabilidad de padecer disfunción psicológica, emocional e interpersonal y otras alteraciones de la salud mental. Razón por la cual es importante detectar dichos grupos en alto riesgo de suicidio dentro de la población general, para que sean abordados de manera precoz con el fin de prevenir futuras acciones suicidas10. Así, teniendo en cuenta que en muchos países el suicidio constituye la segunda causa de muerte en la población infanto-juvenil, su prevención es prioritaria y las consecuencias de este comportamiento son suficientes argumentos para el desarrollo de acciones preventivas y de intervención10. Por todo ello, el Consejo Internacional de Enfermería (CIE) afirma que “los profesionales de enfermería juegan un papel fundamental en el tratamiento y cuidado de las personas que padecen de alteraciones de la salud mental”. Pero, desafortunadamente, en muchos países los conocimientos en esta área son inadecuados e insuficientes. Lo que se considera que, “con adecuado entrenamiento y apoyo, las enfermeras/os, a través de sus competencias, pueden contribuir a la promoción de la salud mental, la prevención, tratamiento y rehabilitación de los trastornos mentales”10. En resumen, una de las problemáticas importantes del personal de enfermería es el deficiente entrenamiento que han recibido y las pocas herramientas de las que disponen para afrontar dichas situaciones que conllevan a sentimientos de incertidumbre, agresividad, frustración, miedo, baja empatía, falta de respeto, incluso pudiendo llegar a la negligencia. Por lo tanto, la escasa evidencia de utilización de modelos teóricos para el tratamiento de la conducta suicida en la población general hace invisible el abordaje de dicho problema en los niños y adolescentes, lo que aumenta su vulnerabilidad. Por lo que es importante el estudio de los factores de riesgo y desencadenantes de la conducta suicida para llevar a cabo una prevención e intervención adecuadas10.

 

OBJETIVOS

  • Objetivo general:
    • Analizar el papel de enfermería en relación a la ideación suicida en niños y adolescentes.
  • Objetivos específicos:
    • Identificación de factores de riesgo de conducta suicida en la población infanto-juvenil.
    • Revisar el papel de enfermería en la prevención del suicidio en niños y adolescentes.
    • Revisar las diferentes intervenciones enfermeras para la detección precoz de niños y adolescentes en riesgo de suicidio.

 

METODOLOGÍA

PERFIL DE BÚSQUEDA:

Se ha elaborado una revisión bibliográfica realizando un análisis crítico de la información actual y se ha evaluado para poder obtener una visión sobre las intervenciones de enfermería ante un niño o adolescente en riesgo de suicidio.

Las bases de datos consultadas han sido: SCIELO, MEDLINE, CUIDEN, ISOC e IBECS.

También se ha llevado a cabo una revisión en las páginas webs especializadas de la Organización Mundial de la Salud (OMS) y en la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (SESPAS).

La revisión se ha realizado entre los meses enero y marzo de 2022.

Se han utilizado combinaciones con el operador booleano AND.

Se han escogido artículos en castellano e inglés y los que aparecen como texto completo.

Las palabras clave utilizadas para la búsqueda en las bases de datos mencionadas han sido: suicide, nursing, adolescent, suicidal ideation, prevention.

 

CRITERIOS DE INCLUSIÓN Y EXCLUSIÓN:

  • Criterios de inclusión:
      • Artículos originales en español e inglés.
      • Textos completos y gratuitos.
      • Población infantil y adolescente (hasta 29 años).
      • Intervenciones de enfermería.
      • Factores de riesgo de suicidio.
    • Criterios de exclusión:
      • Artículos no científicos.
      • Artículos de pago y que no permitan el acceso al texto.
      • Población adulta y anciana.
      • Intervenciones de ámbito médico, psicológico…

ANÁLISIS BIBLIOGRÁFICO:

Se han encontrado un total de 167 artículos en las distintas bases de datos, de los cuales solo 15 se han usado debido a los criterios de inclusión y exclusión.

 

DESARROLLO

FACTORES DE RIESGO:

Los hallazgos de la literatura ponen de manifiesto la importancia del buen entrenamiento de enfermería y la disponibilidad de recursos suficientes para tratar y cuidar a este grupo en riesgo que cada vez es más vulnerable de adquirir conductas autolesivas por la escasa ayuda de la que disponen10. Como primer paso, Gloria Carvajal y Clara Virginia Caro10 resaltan la importancia de reconocer en qué ámbitos se desarrollan dichos comportamientos que ponen en riesgo la vida del niño o adolescente. Destacan en su artículo que los dos ambientes más relevantes son la familia y la escuela. Señalan que, localizar estos dos ámbitos es primordial para “proporcionar a los padres, maestros, profesionales de la salud y líderes comunitarios educación y capacitación adecuada acerca de estas conductas y de factores positivos o negativos relacionados con la salud mental”10. Tras reconocer los dos ámbitos más importantes, para realizar un plan de cuidados útil y completo, es necesario identificar los diferentes factores de riesgo a los que se encuentran expuestos los niños y adolescentes hoy en día. Como posible método para la identificación de factores de riegos, Laura Elvira Piedrahita et al.11 demostraron que, aplicando el Proceso de Atención de Enfermería (PAE) mediante una entrevista y valorando los patrones funcionales de salud de Marjory Gordon, se facilitaba la identificación de los posibles factores de riesgo de conducta suicida. En 2009, un grupo de trabajo coordinado por María Álvarez Ariza y Gerardo Atienza Merino12 realizó una guía de práctica clínica como “ayuda a la toma de decisiones en la atención sanitaria. No es de obligado cumplimiento ni sustituye el juicio clínico del personal sanitario’’12. En la guía se señala que la depresión mayor es la patología más relevante para la conducta suicida, siendo tanto que su presencia aumenta el riesgo de suicidio en ambos sexos, y se observa que esta sintomatología está presente en el 49%-64% de los adolescentes que se suicidan. Aparte de este diagnóstico psiquiátrico, también nombran los trastornos de alimentación (más en mujeres), los trastornos de conducta (más en los hombres), la esquizofrenia, el trastorno bipolar y los trastornos de personalidad como enfermedades mentales que ponen de manifiesto el riesgo de padecer una ideación suicida12. Otros factores de riesgo individuales importantes que reconocen los autores de esta guía son el déficit de habilidades de resolución de problemas, la desesperanza, el intento previo de suicidio y los factores genéticos y biológicos. También dan relevancia a factores familiares y contextuales como las diferentes psicopatologías que padezcan los progenitores, la desestructuración familiar, acontecimientos vitales estresantes por ser incapaces de adaptarse al cambio, bajo estatus socioeconómico y bajo nivel educativo, maltrato físico o abuso sexual, orientación sexual y acoso escolar. Y, por último, destacan “el efecto contagio” procedente de casos de suicidio cercanos como un factor asociado a esta conducta en adolescentes12. Juan Carlos Sánchez Sosa et al2 apoya, también, factores como la victimización escolar y la conducta alimentaria en la aparición de pensamientos suicidas. Además, el factor “conducta autolesiva” guarda estrecha relación con el pensamiento suicida, ya que el estudio realizado por Teresa Kirchner et al13 muestra que “el 58% de los adolescentes que han pensado en suicidarse, también han efectuado un acto autolítico o un intento de suicidio en algún momento”13. Sin embargo, este porcentaje no difiere significativamente en función del sexo, aunque se considere otro factor de riesgo. Pero cabe destacar que, aunque el sexo no tenga gran importancia dentro de los factores de riesgo, Diana C. et al5 señalan que el sexo sí que guarda relación con la depresión, teniendo mayor frecuencia en el sexo femenino, de manera que se correlaciona con la tentativa suicida. Por otro lado, Enriqueta Sileo9 refleja que la tenencia y accesibilidad de armas de fuego en el hogar y enfermedades crónicas también se consideran factores de riesgo a considerar. Así, el perfil de adolescente con alto riesgo suicida podría ser un joven entre 15 y 19 años, que cursa entre 3º ESO y 1º Bachillerato, que reside con 12 familias cuyos padres tuvieron hijos en una relación anterior y presentan los factores de riesgo de suicidio más preocupantes: depresión y disfunción familiar severa; según muestra Diana C. et al5.

 

PREVENCIÓN PRECOZ:

En primer lugar, para que las intervenciones preventivas sean efectivas, es imprescindible saber cuál es la población diana, el contexto en que se desarrolla su vida diaria y los posibles factores de riesgo a los que se expone. Por ello, existe una clasificación de los distintos individuos hacia los que van dirigidos los diferentes programas de salud pública, según evidencia científica8, 10:

  • Nivel indicado: para aquellos individuos que presentan un alto riesgo de cometer suicidio. Las intervenciones en este nivel son individuales y altamente especializadas, muchas de ellas con evidencia probada acerca de su efectividad como la farmacoterapia, la terapia cognitivo conductual o la terapia conductual dialéctica.
  • Nivel selectivo: se dirige a determinados subgrupos poblacionales que pueden estar en un mayor riesgo, como por ejemplo, adolescentes escolares.
  • Nivel universal: se dirige a toda la población por igual.

Por otro lado, en el anexo 1 se muestran varios programas de prevención de suicidio en escolares según evidencia científica8.

El objetivo principal de estos programas de salud es modificar los factores de riesgo de este pensamiento, de modo que se fomenta “la búsqueda de ayuda por parte de los escolares, reconocer los síntomas de la depresión, generar un estilo de vida saludable”8. Así pues, enfermería debe tener una aproximación más proactiva, y dejar atrás la búsqueda pasiva, ya que dichos individuos con esta conducta no hablan acerca de ello con nadie10. Como bien dicen Carvajal y Caro10, el profesional de enfermería debe ser un puente que conecta a la comunidad escolar con los servicios de salud. Según el artículo de ellas, existen dos ámbitos importantes en los que enfermería juega un papel importante en relación a la promoción de salud, los cuales son la familia y la escuela10. Dentro del vínculo familiar, enfermería debe comprometer a la familia en el cuidado de la salud y de la vida y proporcionarle los recursos y conocimientos necesarios para hacer frente a problemas psicosociales, emocionales y conflictos familiares. Uno de los objetivos más importantes del papel enfermero en éste ámbito es educar a los miembros de la familia “para anticiparse, reconocer y responder a la aparición y recurrencias de alteraciones en la salud mental, y a estar vigilantes ante la presencia de signos de alarma”10 que indiquen riesgo de adquirir una conducta suicida por parte de los niños y adolescentes. De este modo, dichas autoras señalan en su artículo que es de gran utilidad el uso como referente disciplinar “el Marco Teórico de la Organización Sistémica para la valoración del adolescente y la familia que exhiben conductas suicidas, de manera que los profesionales de enfermería se focalizará en los individuos dentro del contexto familiar y en el sistema familiar como un todo”10, es decir, de forma holística, para averiguar las fortalezas y debilidades familiares y construir una perspectiva familiar general. Por lo tanto, se intenta equilibrar el triángulo entre el individuo, la familia y el entorno10. Otro ámbito en el que la enfermería debe tener en cuenta es el escolar. El primer paso para realizar una serie de acciones preventivas efectivas, es formar un equipo multidisciplinar entre “padres de familia, maestros, profesionales de enfermería, psicólogos, trabajadores sociales, médicos que trabajen en estrecha colaboración con las organizaciones comunitarias’’10.

Los principales objetivos que el profesional enfermero en el ámbito escolar desempeña son10:

  • Facilitar una respuesta positiva en el desarrollo de los niños y los adolescentes.
  • Promover la salud y seguridad.
  • Intervenir en problemas potenciales y reales de salud.
  • Trabajar con otros miembros del equipo multidisciplinar para fortalecer al adolescente y a la familia.

Por ejemplo, para promover la autoseguridad del adolescente, Walsh y Eggert14 dan importancia a la potenciación de factores protectores, como son los recursos personales (autoestima, control personal y afrontamiento) y los recursos sociales (cantidad, sentido y disponibilidad de apoyo).

Otras posibles actuaciones preventivas que puede realizar el profesional enfermero en este ámbito son10:

  • Planes de detección y valoración de necesidades.
  • Participación en iniciativas locales y colaboración interinstitucional e intersectorial.
  • Conformación de equipos interdisciplinarios para conducir programas de salud pública.
  • Desarrollo de políticas escolares, desarrollo de proyectos basados en la comunidad que involucren grupos de jóvenes, grupo de padres y grupos de maestros.
  • Reconocimiento de problemas emocionales y comportamentales en niños 16 y jóvenes.
  • Proveer educación y consejo a familias.
  • Mejorar la habilidad para transmitir al adolescente confianza y construcción de herramientas que favorezcan una comunicación empática.

 

También, a parte de estas acciones, existen tres tipos de programas de prevención y educación en la escuela sobre el riesgo de suicidio en niños y adolescente10:

  • Programas basados en los currículos: aumentan la conciencia sobre dicho problema, e informan sobre cifras, signos de alarma, vías para identificar el riesgo y recursos y procedimientos de remisión y apoyo comunitario.
  • Programas de entrenamiento para grupos de profesionales escolares, (maestros, administradores y todo el personal de la misma): usan presentaciones didácticas para informar sobre los posibles riesgos de suicidio, signos de alarma, historias de caso y procedimientos para identificar y referir estudiantes hacia recursos de salud mental dentro y fuera del entorno escolar.
  • Tamizaje: posible identificación de niños y adolescentes en riesgo de conducta suicida.

Además, cabe destacar la gran repercusión que tienen los medios de comunicación sobre este grupo de individuos, ya que por su elevada vulnerabilidad, influencian de una manera considerable en sus pensamientos e ideas, manipulándolos de forma errónea y arriesgarse a adquirir una conducta suicida. Por ello, la OMS realizó un documento para el programa SUPRE (Prevención del Suicidio) para promulgar las siguientes acciones preventivas por parte de los medios de comunicación12:

  • Lista de servicios de salud mental y líneas telefónicas de ayuda disponibles con números telefónicos y direcciones actualizados.
  • Ofrecer información sobre las señales de advertencia del comportamiento suicida.
  • Transmitir mensajes sobre la frecuente asociación entre la depresión y el comportamiento suicida, y que la depresión es una condición tratable.
  • Ofrecer un mensaje de solidaridad a los allegados, proporcionando números de teléfono de los grupos de apoyo disponibles.

Por lo tanto, la OMS señala varias acciones preventivas que la población general debería de adoptar4:

  • Restricción del acceso a los medios de suicidio (por ejemplo, plaguicidas, armas de fuego y ciertos medicamentos).
  • Información responsable por parte de los medios de comunicación.
  • Introducción de políticas orientadas a reducir el consumo nocivo de alcohol.
  • Identificación temprana, tratamiento y atención de personas con problemas de salud mental y abuso de sustancias, dolores crónicos y trastorno emocional agudo.
  • Capacitación de personal sanitario no especializado, en la evaluación y gestión de conductas suicidas.
  • Seguimiento de la atención dispensada a personas que intentaron suicidarse y prestación de apoyo comunitario.

 

DETECCIÓN PRECOZ:

Más del 60% de los adolescentes que necesitan atención en salud mental no la reciben, lo que ha llevado a que en Estados Unidos, “la President’s New Freedom Commission on Mental Health y la Children’s Mental Health Screening and Prevention Act recomiende utilizar instrumentos de screening de ideación suicida en los colegios existiendo cierto consenso de que ésta es la alternativa más eficaz para prevenir el suicidio en los adolescentes”8. En el Centro Clínico del Instituto Nacional de Salud, se puso en práctica un instrumento de cribado llamado “Ask Suicide-Screening Questions to Everyone in Medical Settings (ASQ‟em), que consta de un guión breve y dos preguntas. Se diseñó para la identificación de pacientes ingresados en plantas médicas y quirúrgicas con riesgo de suicidio mediante la formulación de 2 ítems y un guión para conocer los posibles pensamientos y comportamientos suicidas. Lo que proporcionó a enfermería educación y recursos suficientes para abordar este problema de manera factible15. Otra manera de detección precoz en el ámbito escolar que se muestra en el artículo de Walsh et al. es16 el entrenamiento de “gatekeeper”, es decir, educar a todos los miembros que trabajan en la escuela de manera que aumenten sus conocimientos para proveer una prevención eficaz y maximizar sus efectos, para que los escolares dispongan de apoyo y recursos para hacer frente a dicho problema. También, el artículo de Edna Guillermina y José Manuel17 demuestra la importancia de la aplicación del Proceso Enfermero basándose en el Modelo de Sistemas de Betty Neuman para detectar de manera precoz aquellos factores estresantes que podrían modificar la conducta del individuo hacia el pensamiento suicida, a través de la formulación de diagnósticos enfermeros.

Por otro lado, en el anexo 2 se resumen varios tipos de programas de detección y cribado de riesgo de suicidio8, 12.

También, es de especial relevancia una estrategia desarrollada para la integración del cuidado de la población infanto-juvenil y de sus necesidades, a través del programa IMAN9 (anexo 3) que considera orientar al profesional sanitario para realizar un diagnóstico, tratamiento y seguimiento para aquellos que solicitan atención en centros sanitarios.

Por último, la OMS recomienda (anexo 4) una serie de preguntas para indagar sobre el posible riesgo de suicidio en este grupo tan vulnerable, poniendo hincapié en la necesidad de preguntar de manera abierta sobre los pensamientos e ideas suicidas, para que dicho tema deje de ser un tabú y se ponga punto y final al pensamiento de que hablar del suicidio induce a él12.

 

CONCLUSIONES

Según la revisión realizada, no se evidencia la utilización de modelos teóricos para el abordaje de este fenómeno a nivel preventivo y de intervención. La escasa información y entrenamiento por parte de enfermería provocan, en algunas ocasiones, cuidados negativos como baja empatía, falta de privacidad o imposición de reglas sin proveer explicaciones. Estas últimas conductas pueden desencadenar en un intento o reintento de suicido debido a la desesperanza provocada sobre el paciente, lo que pone de manifiesto la necesidad de investigación y estudio de este gran problema que cada vez gana más importancia por el aumento de la tasa de suicidio en niños y adolescentes. Sin embargo, existe mucha más información sobre este problema en la población adulta. Se han encontrado escalas sobre ideación suicida (anexos 5 y 6) enfocados a ellos. Por lo que se debería estudiar la adaptación de éstos al grupo de individuos en cuestión. La mayoría de artículos revisados, señalan la depresión, la disfunción familiar y el consumo y abuso de tóxicos como los factores de riesgo más importantes. En consecuencia, la correcta identificación de estos factores de riesgo en niños y adolescentes, llevan a desarrollar programas de prevención y detección precoz para evitar la conducta suicida y que puedan llevar a cabo dicha ideación. Más del 90% de los artículos útiles, nombran la escuela y la familia como los dos ámbitos más relevantes para llevar a cabo los distintos programas desarrollados en este trabajo. Por otro lado, cabe destacar que más del 50% de los artículos revisados no diferencian entre prevención y detección, lo que sería importante estudiar dicho problema, ya que educar a este grupo con acciones preventivas daría paso a disminuir el riesgo de conducta suicida. En resumen, se puede afirmar que los profesionales de enfermería tienen un papel importante en la valoración, manejo y cuidados de las personas 23 con conducta suicida, en especial, con los adolescentes ya que son un grupo muy vulnerable. Por medio de sus conocimientos, habilidades y recursos proveen promoción de la salud, del bienestar y de la autoseguridad a través de la educación, prevención, detección y provisión de cuidados.

 

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