Principales síndromes geriátricos.

7 abril 2023

AUTORES

  1. Sara Millan Mateo. Enfermera HRV, Zaragoza.
  2. Aitana Morant Pablo. Matrona/enfermera C.A.P Barrio Jesús Zaragoza.
  3. María Del Alba Gálvez Romero. Celadora Hospital Royo Villanova, Zaragoza.
  4. Elena Pe Aliaga. Enfermera Hospital Universitario Miguel Servet, Zaragoza.
  5. Leticia Añaños Blazquez. Matrona/Enfermera C.A.P Valdespartera.
  6. Antonio Luis Bernal Dueso. Celador Hospital Royo Villanova, Zaragoza.

 

RESUMEN

Las enfermedades en el adulto mayor tienen ciertos modelos de presentación. El término “síndromes geriátricos” se acuña para referirse a las formas de presentación más frecuentes. Cada uno puede deberse a una o muchas causas, así como una misma enfermedad puede presentarse como diferentes síndromes.

En un principio, con la denominación de síndromes geriátricos se hacía referencia a las características que presentaban con más frecuencia los ancianos ingresados en servicios de Geriatría, respecto a los de otros servicios. Es necesario saber diferenciar las diferentes necesidades del “adulto mayor” para poder identificar los problemas que van relacionados con el proceso de envejecer.

 

PALABRAS CLAVE

Anciano, envejecer, síndrome geriátrico, incontienencia, demencia, geriartia.

 

ABSTRACT

Diseases in the elderly have certain models of presentation. The term «geriatric syndromes» is coined to refer to the most frequent forms of presentation. Each one can be due to one or many causes, just as the same disease can present as different syndromes.

Initially, with the name of geriatric syndromes, reference was made to the characteristics that elderly people admitted to Geriatric services presented more frequently than those of other services. It is necessary to know how to differentiate the different needs of the «older adult» in order to identify the problems that are related to the aging process.

 

KEY WORDS

Elderly, getting old, geriatric syndrome, incontinence, dementia, geriartia.

 

DESARROLLO DEL TEMA

El envejecimiento poblacional es uno de los grandes triunfos de la humanidad, pero es también uno de sus mayores retos. A medida que nos adentremos en el siglo xxi, el envejecimiento de la población implicará un aumento de las demandas sociosanitarias en todos los países.

Las enfermedades en el adulto mayor tienen ciertos modelos de presentación. El término “síndromes geriátricos” se acuña para referirse a las formas de presentación más frecuentes. Cada uno puede deberse a una o muchas causas, así como una misma enfermedad puede presentarse como diferentes síndromes1.

En un principio, con la denominación de síndromes geriátricos se hacía referencia a las características que presentaban con más frecuencia los ancianos ingresados en servicios de Geriatría, respecto a los de otros servicios2. Actualmente, esta denominación se utiliza para referirse a un conjunto de cuadros, originados por la conjunción de una serie de enfermedades que alcanzan una enorme prevalencia en el anciano, y que son frecuente origen de incapacidad funcional o social.

Los grandes síndromes geriátricos, también conocidos como los 5 gigantes de la Geriatría, incluyen: inmovilidad, inestabilidad-caídas, incontinencia urinaria, deterioro cognitivo y fragilidad:

Entre los diferentes síndromes geriátricos, todos ellos comparten una serie de características en común, estas son:

  • Elevada frecuencia: su incidencia y prevalencia son elevadas entre la población mayor de 65 años, pero aumentan aún más si se consideran determinados grupos, como son los mayores de 80 años, las personas hospitalizadas o los residentes en instituciones.
  • Carácter sindrómico, ya que cada uno de ellos constituye una forma de presentación de diferentes patologías; casi cualquier enfermedad puede presentarse en el anciano como uno de estos síndromes.
  • Tras su aparición, todos ellos originan un importante deterioro en la calidad de vida de las personas que los padecen, y a menudo, generan o incrementan la dependencia de otras personas, produciéndose un aumento de las necesidades de asistencia sanitaria y de apoyo social, que, si no se cubren, favorecen el aislamiento social y la institucionalización del anciano.
  • En muchos casos, su aparición es prevenible y si se diagnostican adecuadamente, son susceptibles de tratamiento práctico siempre.
  • Su abordaje diagnóstico y terapéutico requiere valoración integral, abordaje interdisciplinario y correcto uso de los niveles asistenciales.

 

Los principales síndromes geriátricos son:

  1. Inmovilidad: Disminución de la capacidad para desempeñar actividades de la vida diaria por deterioro de las funciones motoras. Con el envejecimiento se produce una limitación en las actividades desarrolladas de forma fisiológica por los sistemas del organismo y que pueden hacer al anciano más sensible a factores externos. Así pues, estos cambios también se verán potenciados en el anciano inmovilizado. A nivel del sistema cardiovascular disminuye el gasto cardiaco, la fracción de eyección y la distensibilidad del ventrículo izquierdo. En el sistema musculoesquelético se observa disminución de la fuerza muscular, puede existir osteoporosis y marcha senil3. Por último, a nivel del sistema nervioso cabe destacar la alteración del sistema propioceptivo y los reflejos de corrección. Los problemas de movilidad afectan a casi el 20% de los individuos mayores de 65 años. A partir de los 75 años, aproximadamente el 50% de los ancianos tiene problemas para salir de su casa y un 20% se halla confinado en su domicilio4. Para la prevención y tratamiento de este síndrome, el tratamiento idóneo en este caso es reforzar la prevención. Por ejemplo, si un paciente es diagnosticado de un problema articular, deberá ser entrenado, contando con la asistencia de fisioterapeutas y terapeutas ocupacionales, para mejorar su calidad de vida y bienestar. De esta forma, se evita al máximo posibles complicaciones. Igualmente, como métodos preventivos es clave realizar ejercicio físico adaptado a las necesidades del anciano y controlar los cambios de posición, así como los efectos adversos de la medicación que esté tomando.
  2. Inestabilidad-caídas: La caída se define como la precipitación repentina al suelo, que se produce de forma involuntaria, y que puede acompañarse o no, de pérdida de conciencia. Epidemiológicamente, los accidentes son la sexta causa de mortalidad en personas mayores de 75 años, y de éstos, las caídas son la principal causa. El riesgo es mayor en ancianos hospitalizados, sobre todo en la etapa inmediatamente posterior a su ingreso, debido al rechazo a una actitud sobreprotectora. Las caídas son la primera causa por la que éstos consultan en los servicios de urgencias hospitalarias de traumatología, representando el 10% del total de las asistencias y el 6% de los ingresos hospitalarios urgentes en ese grupo de edad. Aproximadamente, entre el 8 y 10% de las caídas tienen como consecuencia una lesión grave, siendo la más frecuente de todas la fractura de cadera, que además, es la más devastadora y la más costosa de tratar. El 30 y el 45% de los casos quedarán con una dependencia funcional5,6. Para su prevención y tratamiento , Se aplicará el tratamiento más efectivo para remediar las consecuencias derivadas de la caída. No obstante, lo más importante es evitar las caídas, fomentar la movilidad y la autonomía. Estar alerta, utilizar gafas si se requiere, usar un buen calzado o identificar qué medicamentos pueden provocar las caídas, son algunas de las recomendaciones preventivas.
  3. Incontinencia urinaria: Cualquier pérdida involuntaria de orina ocurrida en al menos seis ocasiones durante el año o cualquier historia evidente de goteo inducido por estrés o urgencia, es considerada incontinencia urinaria. La incontinencia urinaria leve típicamente se define como la fuga de escasas gotas de orina algunos días al mes; la incontinencia urinaria moderada, la fuga diaria de gotas de orina, y la incontinencia urinaria severa, la pérdida de mayores cantidades de orina al menos una vez por semana7. La incontinencia urinaria es uno de los síndromes geriátricos cardinales. Su prevalencia en la población mayor es alta y aumenta con la edad,16 a pesar de ello no debe considerarse una consecuencia normal de la vejez.3 Sin embargo, con el paso del tiempo se producen cambios en la vejiga y las estructuras pélvicas que pueden contribuir, junto con otras alteraciones, a alterar el funcionamiento de las vías urinarias bajas. El proceso de envejecimiento se asocia con cambios significativos de la función vesical y la sintomatología clínica, así como con disfunciones en el vaciamiento, considerados los problemas gerontológicos más comunes.
  4. Deterioro cognitivo: El deterioro cognitivo se define como una pérdida o reducción, temporal o permanente, de varias funciones mentales superiores, en personas que las conservaban intactas previamente. Las consecuencias del deterioro cognitivo, especialmente en los estadios más avanzados, son las siguientes: ansiedad, depresión, insomnio, caídas, inmovilidad, incontinencia, riesgo aumentado de infecciones, aislamiento social, dependencia para las actividades de la vida diaria, cambio de carácter, alteraciones de conducta, desnutrición, sobrecarga para el cuidador, elevado consumo de recursos sociosanitarios e institucionalización. En relación con las actuaciones preventivas sobre el deterioro cognitivo crónico, cuyo máximo exponente es la demencia, no están totalmente delimitadas. En pacientes con deterioro de memoria e incluso demencia en fases leves, parece útil intentar mantener las capacidades mentales existentes mediante talleres de memoria, orientación a la realidad, adaptación del entorno, etc.
  5. Fragilidad: Se trata de una disminución de la reserva fisiológica, lo que también se conoce como un estado de homeostasis. Esta situación supone una mayor vulnerabilidad, una pérdida de resistencia y un mayor riesgo de incapacidad. Aproximadamente el 10% de la población de 65 años es frágil. Mientras que la cifra asciende al 75% en los mayores de 85 años. Para valorar la fragilidad se lleva a cabo una valoración geriátrica integral del paciente, así como un plan de cuidados individual. Como formas de prevención se indica la práctica de ejercicio físico y, en concreto, el entrenamiento multicomponente, que trabaja la fuerza, la resistencia, el equilibrio y la flexibilidad8.

 

CONCLUSIÓN

«Vejez” y “enfermedad” no son términos semejantes; el envejecimiento produce modificaciones en el organismo que se traducen en una merma de los sistemas; por ello es necesario saber diferenciar las diferentes necesidades del “adulto mayor” para poder identificar los problemas que van relacionados con el proceso de envejecer.

 

BIBLIOGRAFÍA

  1. Sociedad Española de Geriatría y Gerontología (SEGG), Varios autores. Tratado de Geriatría para residentes. Madrid: Sociedad Española de Geriatría y Gerontología; 2007.
  2. Kaplan R, Jauregui JR, Rubin RK. Los grandes síndromes geriátricos. Buenos Aires: Edimed; 2009.
  3. Guillén-Llera F, Molino J, Petidier R. Síndromes y cuidados en el paciente geriátrico. 2nd ed. Barcelona: Elsevier; 2008.
  4. Sociedad Uruguaya. Carta Geriátrico Gerontológica. Sugg 2011;4(1):31-33.
  5. Rodríguez-Navarro V. Eficacia de un programa de intervención multifactorial para la prevención de caídas en los ancianos de la comunidad. 2012.
  6. Herreros YH, Hidalgo, J. D. L. T., Alonso MCH, Díez JMB, Iturbe AG, Lesende IM. Actividades preventivas en los mayores. Atención Primaria 2012;44(1):57-64.
  7. Assessment and treatment of urinary incontinence. Scientific Committee of the First International Consultation on Incontinence. Lancet 2000; 355:2153-2158.
  8. Guillen F, Bravo G. Patología del envejecimiento. Indicadores de Salud. En: Salgado A, Guillen F, Ruipérez I, editores. Manual de Geriatría. Barcelona: Masson; 2002. p. 77-88.

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