AUTORES
- María Pilar Collados Pérez-Hiraldo. Graduada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Unidad de Cuidados Intensivos. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza.
- Ander Esteban Lezcano. Graduado en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Centro de Salud Rebolería de Zaragoza.
- María García Tovar. Diplomada en Enfermería. Unidad de Urgencias. Hospital Clínico Universitario de Zaragoza.
- Miriam Cazcarra Peinado. Diplomada en Enfermería. Hospital Clínico Universitario Lozano Blesa de Zaragoza.
- Elena Gutiérrez Joven. Graduada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Centro de Salud La Almunia de Doña Godina. España.
- Elena Alastrué Nuñez. Graduada en Enfermería. Servicio Aragonés de Salud. Hospital Universitario Miguel Servet de Zaragoza.
RESUMEN
La comorbilidad entre la obesidad infantil y el trastorno de la conducta alimentaria por atracones se ha convertido en un problema para la salud pública del presente y del futuro. Su etiología multifactorial hace muy complejo su abordaje. Este trabajo pretende profundizar en el conocimiento sobre los factores desencadenantes de los atracones en adolescentes con sobrepeso u obesidad para un mejor manejo de este problema de salud.
PALABRAS CLAVE
obesidad, obesidad infantil, sobrepeso, trastorno por atracón, adolescencia.
ABSTRACT
Comorbidity between childhood obesity and binge eating disorder has become a current and future public health problem. Its multifactorial etiology makes its approach very complex. This paper aims to deepen the knowledge about the triggers of binge eating in overweight or obese adolescents for a better management of this health problem.
KEY WORDS
Obesity, pediatric obesity, overweight, binge-eating disorder, adolescence.
INTRODUCCIÓN
La obesidad infantil no sólo es reconocida por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como una enfermedad, también ha sido denotada como la epidemia del siglo XXI1,2, lo que convierte a esta patología en uno de los principales retos de la Salud pública mundial3.
La OMS definió en 1997 el sobrepeso en mayores de 18 años como “IMC entre 25 y 30 Kg/m2”, una vez sobrepasado este límite se considera la obesidad: “IMC mayor o igual a 30 Kg/m2”. Pero en niños y adolescentes no es posible tomar los valores estáticos del IMC para determinar el exceso de peso, ya que a estas edades los patrones de acumulación de grasa varían según el sexo, la edad, los grupos étnicos y el desarrollo individual. Por ello se utilizan gráficas de crecimiento, percentiles, curvas de referencia que permiten estimar de forma válida el exceso de peso con valores dinámicos ajustados por sexo y edad del individuo. Mediante estas herramientas se clasifica el sobrepeso entre los percentiles 85 y 95; si el percentil es superior o igual a 95 se considera que el infante ha desarrollado obesidad y por encima del percentil 99 se considera como obesidad severa3,4. Sin embargo, la medida recomendada por la OMS es el “número de desviación estándar (DE) de la mediana del IMC”. Según esta medida, se considera sobrepeso al sobrepasar 1*DE de la mediana del IMC, a partir 2*DE de la mediana del IMC se considera obesidad y a partir de 3*DE de la mediana del IMC obesidad severa4. A pesar de haberse propuesto diferentes métodos para determinar el sobrepeso y la obesidad en edades infantiles, no existe consenso o criterio estándar aceptado universalmente, como consecuencia no existe una guía clara para diagnosticar la obesidad infantil, lo que dificulta la investigación3.
El incremento explosivo de la obesidad infantil y adolescente en todo el mundo en las últimas décadas es un gran problema de salud para el presente y el futuro. No es un problema únicamente de los países desarrollados, en 2011 se estimó que 43 millones de niños tenían sobrepeso o/y obesidad, de los cuales 35 millones de ellos vivían en países en vías de desarrollo. También se detectaron 92 millones de niños considerados en riesgo de sobrepeso, lo que aumenta la preocupación sobre lo que podría ocurrir en los años venideros5,6.
La prevalencia mundial de sobrepeso infantil se estima en valores cercanos al tercio de la población total infantil. En Estados Unidos las tasas para niños de edades entre 6 y 11 años con sobrepeso, incluidos los obesos, es de casi el 20%; y el de adolescentes entre 12 y 19 años alcanza el 18%. En Europa los datos son algo inferiores, pero los países de la zona mediterránea, entre ellos España, presentan cifras muy similares a las de EEUU. En el año 2006 los niños españoles de 11 años con sobrepeso u obesidad representaban el 21% y el 18% de las niñas1. Años después, en 2010, el informe SESPAS (Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria) refirió valores de sobrepeso infantil en España del 35%, el 20% de sobrepeso y el 15% de obesidad7. Esta epidemia silenciosa constituye un verdadero desafío, ya que, según cálculos estimativos de la OMS, si continúan las tendencias actuales, la prevalencia se elevará al 11% a nivel mundial para el año 2025, es decir, 70 millones de niños, 30 millones más que en el 20118.
Actualmente los niños ya presentan importantes complicaciones asociadas a la obesidad: ortopédicos, síndrome metabólico, problemas respiratorios (apnea del sueño, asma, hipoventilación), digestivos (patologías hepatobiliares), renales, cardiovasculares, endocrinos (adelanto puberal, diabetes mellitus tipo 2) muchas de estas condiciones de salud se asocian mayoritariamente a edades avanzadas, pero hoy en día son diagnosticadas en niños, debido a la alta prevalencia de la obesidad. A su vez puede producir problemas tanto psicológicos como sociales, derivados de la estigmatización social, la depresión, mala imagen corporal y trastornos de la conducta alimentaria1,5.
Se sabe que la malnutrición en exceso también es un problema de salud para el futuro, ya que existen varios estudios, como el de Whitaker et al. en 1997, en el que expusieron que el 80% de las personas que eran obesas entre los 10 y 15 años lo seguían siendo a los 25 años. Por lo que se estableció que la obesidad en la adolescencia es un predictor de la obesidad en la edad adulta9. No sólo la obesidad, sino que la condición de salud adulta e infantil están íntimamente relacionadas. El exceso de peso en la infancia se asocia a alteraciones del estado de salud posterior, ya que se está viendo que cada vez se dan patologías asociadas a la obesidad a edades más tempranas como: resistencia a la insulina, alteraciones de la glucemia, hipertensión arterial, osteoartritis, mayor riesgo de enfermedades cardiovasculares, cánceres, trastornos de la conducta alimentaria alargados en el tiempo, depresión, menor esperanza de vida y mortalidad6,7,10.
Se ha demostrado que existe una relación entre la obesidad y ciertos trastornos mentales: trastorno depresivo y bipolar, la esquizofrenia y diversos trastornos de la conducta alimentaria (TCA). La comorbilidad entre la psicopatología y la obesidad es compleja; la presencia de alteraciones psicológicas confiere un riesgo para el desarrollo de la obesidad: los efectos secundarios de algunos medicamentos psicotrópicos pueden producir alteraciones metabólicas que favorecen el incremento del peso, por tanto contribuyen al desarrollo de obesidad; a su vez, la psicopatología puede ser secundaria de las repercusiones socio-personales que tiene el estar obeso, por pertenecer a una sociedad centrada en la imagen y la competitividad. Por otro lado, los clínicos pueden desarrollar temor al abordar este tipo de pacientes ya que al intentar solucionar la malnutrición por exceso podrían contribuir, inadvertidamente, al desarrollo de un TCA10,11.
Los TCA son graves y están asociadas a un profundo impacto en la calidad de vida. La prevalencia de estos trastornos ha ido aumentando de manera constante desde los años 90. Al igual que en la obesidad, las estimaciones de la incidencia y la prevalencia en los TCA es complicada ya que dependen de los resultados de la población estudiada, los instrumentos de evaluación, el diseño del estudio… Además, los TCA presentan dificultades añadidas: altas tasas de mortalidad, incluso cuando la enfermedad no está diagnosticada, y que los pacientes pueden carecer de conciencia de la enfermedad11. A pesar de ello, lo observado es un incremento de la prevalencia que se asocia a la cronificación, el aumento de la incidencia en varones y un debut cada vez más temprano10,11.
En el Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales (DSM), se define a los TCA como “una alteración persistente en la alimentación o en el comportamiento alimentario relacionado con la alimentación que lleva a una alteración del consumo o en la absorción de los alimentos y que causa un deterioro significativo de la salud física o del funcionamiento psicosocial11. Los principales TCA son la anorexia nerviosa (AN), la bulimia nerviosa (BN) y el trastorno por atracones (TA)10-12.
La AN se caracteriza por el rechazo a mantener un peso corporal mínimo normal, miedo a ganar peso y la alteración de la imagen corporal. La BN está caracterizada por episodios de sobreingesta recurrentes con sensación de pérdida de control, seguidos de conductas compensatorias. Y el TA se define como tipo de TCA en el que se dan de forma recurrente episodios de ingesta de comida excesiva, con sensación de pérdida de control sobre la ingesta, lo particular del TA es que no se dan conductas purgativas o compensatorias, lo que determina el diagnóstico diferencial con la BN10-12.
El diagnóstico se realiza mediante exploración física: peso, talla, IMC, presión arterial, electrocardiograma (ECG), cuestionarios o encuestas psicométricas que ayudan en el cribado, como por ejemplo la encuesta SCOFF, la escala de actitudes hacia la comida, inventario de trastorno de alimentos.
En España se estimó en 2010 la prevalencia conjunta de TCA se encuentra entre el 4,1 y el 6,41% de la población general, siendo los TCA no específicos (TCANE) los más prevalentes. Pero actualmente está en controversia, ya que en el DSM-V se modificaron los criterios de diagnóstico de AN y BN y se han modificado los TCANE, por lo que se cree que puede disminuir su prevalencia, aumentando la de los TCA específicos TCA no específicos11.
La etiología de los TCA es multifactorial, en la que se deben tener en cuenta diferentes tipos de factores: predisponentes (individuales, familiares y sociales), desencadenantes y mantenedores11:
- Factores predisponentes:
- Individuales: impulsividad, exceso de peso, baja autoestima, comportamientos obsesivos y perfeccionismo.
- Familiares: preocupación estética, antecedentes de TCA, conflictividad familiar y ser hijos únicos.
- Sociales: medio urbano, ideas de delgadez, ciertos deportes y ciertas profesiones.
- Factores desencadenantes: miedo a madurar, pubertad, insatisfacción corporal, cambio emocional, insatisfacción personal, sexualidad, dieta restrictiva, inseguridad, evento vital estresante y el ejercicio físico excesivo.
- Factores mantenedores: desviar tensiones familiares, sensación de autocontrol, sensación de plenitud, aislamiento, baja autoestima y dietas restrictivas.
En la anterior actualización del manual, el DSM-IV, el TA aparecía en un apéndice de “criterios y ejes propuestos para estudios posteriores”, de manera que se estudiaba conjuntamente con los TCANE, un cajón de sastre de los TCA. Con la actualización del DSM-V, pasó a ser TCA específico, no sólo eso, sino que se modificaron sus criterios diagnósticos respecto a la temporalidad en la que se deben dar los atracones a la mitad de tiempo, de seis a tres meses, para aumentar la posibilidad de abordaje precoz dada su relevancia10,11,12. Esto puede hacer que se produzcan alteraciones en las estadísticas: reducción de TCANE, aumento de los AN y BN; y el conocimiento real de la prevalencia del TA10,12.
Criterios diagnósticos del TA como TCANE en el DSM-V (307.51). (DSM-IV-TR (F 20.9, CIE-10 (F50.8))11:
- Episodios recurrentes de atracones:
- Cantidad de alimentos superior a la que la mayoría de la gente ingeriría.
- Sensación de falta de control sobre los que se ingiere (por ejemplo, no poder parar).
- Los episodios de atracones se asocian a tres (o más) de los hechos siguientes:
- Comer mucho más rápidamente de lo normal.
- Comer hasta sentirse desagradablemente lleno.
- Comer grandes cantidades de alimentos cuando no se siente hambre físicamente.
- Comer en soledad debido a la vergüenza que se siente por la cantidad que se ingiere.
- Sentirse después a disgusto con uno mismo, deprimido o avergonzado.
- Malestar intenso respecto a los atracones.
- Los atracones se producen, de promedio, al menos una vez a la semana durante tres meses.
- El atracón no se asocia a la presencia recurrente de un comportamiento compensatorio inapropiado como en la BN y no se produce exclusivamente en el curso de la BN.
El TA se diferencia al resto de TCA en que tiene una aparición más tardía y se da más en varones. Se asocia al compromiso de prácticamente todos los órganos y sistemas, debido a que produce síndrome metabólico: hipertensión, bajos niveles de HDL, altos niveles de triglicéridos e hiperglucemias. En el TA también se utilizan el IMC>30 Kg/m2 y la circunferencia abdominal como variables para denotar el riesgo de síndrome metabólico. Altera el crecimiento y desarrollo, en ocasiones de manera irreversible (compromiso de la talla, disminución de la mineralización ósea y atrofia cerebral). Incluso puede producir la muerte ya que se asocia a una prolongación y aumento de la dispersión del intervalo QT del ECG, posible factor desencadenante de arritmias letales10-12.
Tanto el sobrepeso como la obesidad se consideran como antecedentes o consecuentes de los TCA, como se desarrolla en un estudio que demostró que un 30% de las adolescentes y un 50% de los varones que consultan por AN presentan historia de obesidad en la infancia o sobrepeso, la BN es probable que desencadene sobrepeso a largo plazo y que el TA cursa frecuentemente con sobrepeso u obesidad11. También se ha registrado una asociación positiva entre el sobrepeso y los atracones, a mayor nivel de sobrepeso, aumenta el riesgo de atracones10.
OBJETIVOS
Este trabajo tiene como objetivo evidenciar la comorbilidad entre el trastorno de la conducta alimentaria por atracones y la obesidad y/o en la infancia y adolescencia y la detección de los factores predisponentes de esta asociación.
Además, explicar la etiología multifactorial del TA, que nos permitiría poder mejorar o implantar medidas para su screening.
Pero sobre todo se pretende evidenciar la necesidad de una prevención conjunta de la obesidad infantojuvenil y los TCA y así poder paliar el aumento de ambas incidencias, que está en auge.
MATERIAL Y MÉTODO
La información fue obtenida a partir de la búsqueda en las bases de datos Medline mediante su buscador específico Pubmed, Biblioteca Cochrane Plus, Cuiden, ScienceDirect y Google Scholar.
Los caracteres elegidos para la búsqueda se eligieron de manera escalonada según los enfoques de interés: la obesidad infantil, clasificación de los trastornos de la conducta alimentaria, trastornos de la conducta alimentaria en la adolescencia, trastorno por atracones, relación entre el trastorno de atracones y la obesidad durante la adolescencia. Las palabras clave de la búsqueda se eligieron en función de los términos MeSh de Pubmed: overweight, obesity, sobrepeso, obesidad, adolescence, adolescent, adolescencia, adolescente, binge eating disorder, binge eater, loss of control eating, trastorno por atracones, síndrome de descontrol alimentario.
El eje central de la búsqueda bibliográfica se realizó en función de la siguiente estrategia: (“Binge eating” OR “binge eater” OR “binge eating disorder” OR “loss of control eating”) AND “obesity” AND (“adolescence” OR “adolescent”). Se aplicaron a la búsqueda los siguientes filtros: las palabras clave debían aparecer en el título y/o en el resumen, artículos originales, publicados desde el 2010, en inglés y/o español. También se aceptaron artículos recomendados, relacionados o considerados de interés por las bases de datos al consultar los artículos correspondientes a las palabras clave mencionadas. Los criterios de exclusión de artículos fueron: desviación del eje central de la temática de la revisión bibliográfica, repetición de resultados de búsqueda en diferentes bases de datos y aquellos en lo que las edades de los sujetos de estudio no se ajustaran con los objetivos de la búsqueda.
RESULTADOS
Se incluyeron 28 artículos: entre ellos se encuentran estudios de investigación y comentarios o revisiones bibliográficas. De los estudios de investigación incluidos, se incluyeron estudios no experimentales y uno experimental. De todos los trabajos encontrados se tuvieron en cuenta sólo los centrados exclusivamente en los niños o adolescentes con sobrepeso u obesidad asociados a TCA, más concretamente en el TA.
DISCUSIÓN
Prácticamente la totalidad de investigaciones sobre TA mencionan la existencia de una asociación positiva con la obesidad infantojuvenil. El problema recae en la aclaración sobre cuál se debe considerar antecedente y cuál consecuencia. A pesar de la línea temporal en la que se produzcan ambos problemas de salud, lo seguro es que tanto la obesidad como el TA han ido evolucionando y se han convertido en patologías muy relevantes y prevalentes, que en el caso de la obesidad llega a ser una epidemia. Para abordar esta relación se debe entender que nos encontramos ante un proceso de carácter complejo y multifactorial13. También el hecho de comer en exceso, consumos de grandes cantidades de comida puntualmente sin tener la sensación de pérdida de control, están considerados tanto como antecedentes como consecuencias según los diferentes estudios que se revisen, pero lo que se demuestra en todos ellos es que el tener estas conductas, desemboca en una pérdida de control que conlleva un incremento del riesgo de desarrollar el TA14,15.
Diversos estudios han demostrado que la población infantil con obesidad presenta un mayor riesgo ante el TA, como en la publicación de Allen et al.16. Tanofsky-Kraff en 2009, evidencia que el TA está relacionado con un mayor consumo calórico del individuo, condición muy prevalente entre la población obesa17. El mismo investigador, señaló anteriormente, que la obesidad precede sin duda al TA y que realmente el TA no ejerce una relación de causalidad sobre la aparición de la obesidad18. En España, demostrando la misma hipótesis, se comparó la historia de obesidad en mujeres menores de edad con AN y TA. Los resultados fueron impactantes: los antecedentes de obesidad infantil en AN llegaron al 4,6% mientras que en TA alcanzó el 87%. El mismo estudio señaló que el antecedente de obesidad se triplicó entre los años 2000 y 2010 y que las pacientes con antecedentes de obesidad infantil y familiar debutaban en el TA antes, se prolonga más en el tiempo y presenta mayor sintomatología alimentaria y de personalidad10.
En ocasiones, los adolescentes con obesidad desarrollan TA cuando se encuentran en tratamiento adelgazante. Existen estudios que defienden que los niños que padecen TA sometidos a un tratamiento adelgazante disminuyen menos su peso que los que no presentan el trastorno. Para demostrar lo contrario, en Chanelle y su equipo realizaron una investigación en adolescentes con y sin TA que se encontraban un programa de reducción de peso. Se administró salbutamina a la mitad de la muestra de forma aleatorizada. Al inicio del estudio la muestra presentaba un 24% de TA, los 6 meses la prevalencia de TA disminuyó al 8%, los siguientes 6 meses se ofreció el fármaco a toda la muestra. Finalmente, la prevalencia de TA fue de un 3%. En general la muestra disminuyó el IMC, lo que demuestra que un asesoramiento dietético asociado a un fármaco anorexígeno en tratamiento de la obesidad, disminuye efectivamente el peso y la impulsividad hacia los alimentos, por lo tanto podemos decir que los resultados muestran una relación estadísticamente significativa entre la reducción del peso y la reducción de la de TA19.
Respecto a la satisfacción de la imagen corporal, Sonneville KR et al. realizaron el seguimiento tras una intervención informativa online en para el mantenimiento del peso y gestión de los atracones en una muestra de 105 adolescentes con riesgo de sobrepeso. La conclusión fue el aumento del riesgo de sufrir TA a menor satisfacción corporal. Durante el seguimiento de las mujeres adolescentes, evidenciaron una mayor probabilidad del TA, en aquellas en las que se dio mayor fluctuación del IMC, que a su vez presentaron menor satisfacción corporal aumenta la probabilidad del TA. Profundizando en este hecho, comparando aquellas que no estaban muy satisfechas con aquellas que no lo estaban en absoluto, presentaron una odds ratio 85% inferior y el aumento y/o disminución de la satisfacción se relacionaba con el aumento o disminución del IMC asociado a los atracones, generando un círculo vicioso en el proceso. Por el contrario, podemos intuir con estos mismos resultados que la satisfacción ante la imagen corporal puede ejercer un efecto protector en las adolescentes, marcando uno de los puntos fuertes a trabajar para prevenir el TA20.
Por otro lado, Jones et al. describieron que el TA era una variable predictiva de aumento de peso e incluso, que en muchos casos acaba en obesidad21. En agosto del 2015 Nadia Micali y su equipo realizaron una publicación en la que se comparan las repercusiones de los diferentes TCA más prevalentes. En sus resultados expresan que los adolescentes que presentan AN son más susceptibles de sufrir bajo peso a largo plazo. Sin embargo, los adolescentes que presentan BN o atracones por debajo del umbral del TA tienen una mayor comorbilidad con el sobrepeso, destacando que el único trastorno asociado a una obesidad a largo plazo es el TA22.
Muchos autores han demostrado el carácter multifactorial del TA para poder abordarla de forma completa. Stilce et al. en estudiaron variables como el número de dietas pretendidas, la presión de ser delgada, la sobrevaloración apariencia, la insatisfacción corporal, los síntomas depresivos, la masa corporal, baja autoestima y apoyo social, las cuales predijeron el inicio del atracón con un 92% de precisión. El análisis reveló una interacción entre sobrevaloración del aspecto, la masa corporal, la dieta y los síntomas depresivos, lo que sugiere cualitativamente que existen diferentes vías predisponentes de los atracones23. Otras variables como la visión negativa de la imagen corporal, particularmente la vergüenza y la percepción de los demás, la autoconfianza, el estrés, la disfunción familiar… han sido las variables más estudiadas.
Kendrin et al. en el año 2014 realizaron una publicación en la que expresan los resultados de un estudio prospectivo longitudinal. En su muestra de adolescentes obesas se triplicó la odds ratio de atracones semanales en dos años en aquellas que presentaban un mayor índice de sobrevaloración del peso. De las que presentaron atracones semanalmente, las que presentaron síntomas más severos (mayor aumento del IMC, mayor sintomatología depresiva y mayor tasa de atracones) fueron aquellas con una mayor sobrevaloración del peso, en contraste con sus pares con menor consideración sobre el peso24. En contraposición, Allen et al. en un trabajo realizado en 2008, tanto a niños como a niñas, con y sin TA objetivada, observaron que la concepción del peso y la vergüenza son factores desencadenantes de los atracones, pero no encontraron relación estadísticamente significativa entre el TA y la sobrevaloración del peso25. Abordando la etiología multifactorial del TA, M. Iannaccome et al., en su publicación en el 2016, obtuvieron resultados en su investigación en los que el único factor de riesgo estadísticamente significativo para adolescentes obesos es la vergüenza. Sugieren que la vergüenza corporal es la variable que mayor influencia ejerce sobre la autoestima, lo que fomentó el desarrollo de conductas depresivas aumentando el riesgo a debutar en el TA26.
La sintomatología depresiva también ha sido uno de los campos muy estudiados respecto al TA. Hayley H. Skinner et al. estudiaron la misma cohorte en los años 1999, 2001 y 2003. Al ver que la prevalencia de TA se duplicó en cuatro años mientras que la de obesidad aumentó un 3%, pretendieron determinar la causa. Se compararon las odds ratio de síntomas depresivos con el consumo excesivo puntual de comida (similar al TA pero no cumple los criterios de temporalidad) y el de TA objetivado. Los síntomas depresivos en la primera toma de información fueron fuertemente asociados a un consumo excesivo puntual de comida. Pero con el progreso del seguimiento, la disminución de la prevalencia de este tipo de casos y el aumento de la incidencia de TA, suscita que el TA es el resultado del progresivo descontrol del mecanismo de compensación (consumo excesivo puntual de comida) de los jóvenes ante una decadencia de afecto hacia uno mismo27.
En 2011 A.B. Goldschmidt et al. realizaron un ambicioso estudio prospectivo comparativo entre los diferentes factores de riesgo de desarrollar TA, desde el año 1999 hasta el 2009, tanto en niños como en niñas. Se estudió el índice de sometimiento a dietas, junto con los síntomas de depresión, autoestima y experiencias de burlas, en el año 1999 y en 2004, y los resultados se utilizaron para predecir una nueva aparición de TA en 2004 y 2009, respectivamente. Sus resultados demostraron que las personas que se sometían a dietas eran de dos a tres veces más vulnerables a desarrollar problemas de atracones sobrepasados los 5 años de seguimiento. En la mayoría de los cortes temporales, los síntomas de depresión y autoestima predijeron los episodios de TA más allá de los efectos derivados únicamente de la dieta. En definitiva, los niveles perjudiciales de estos factores hacen que los adolescentes sometidos a dietas aumentan su probabilidad de aparición del atracón28.
CONCLUSIONES
El incremento conjunto de la obesidad y del TA impone nuevos desafíos a los profesionales de salud relacionados con el abordaje de ambas patologías. Dado que ya se ha convertido en una “bipatología común”, esta alta prevalencia entre niños y adolescentes hace que sea fundamental una evaluación adecuada, un correcto tratamiento, un seguimiento continuo que verifique la adherencia al tratamiento por lo que una de mis recomendaciones sería la cobertura de la naciente necesidad de pediatras que estén especializados en el tratamiento de la obesidad infantil que incluya la prevención de los TCA en su plan de trabajo.
La prevención conjunta de ambos problemas de salud es la clave para poder crear acciones efectivas a implantar. Muchas medidas se deben centran en promocionar una vida saludable a los niños en temas como nutrición, descanso, ejercicio pero también se deberían tomar medidas focalizadas al aumento de la autoconfianza, la autoestima, la fortaleza interior, satisfacción con uno mismo, manejo y reducción del estrés de forma autónoma para ayudar a los niños a adquirir unas capacidades personales que les sirvan de escudo para muchas psicopatologías y sean capaces de afrontar y resolver de forma eficaz los problemas que pueden surgir a lo largo de la vida, que en el fondo es calidad de vida. Así pues, evitaríamos momentos de descompensación que desencadenan descontrol emocional, los cuales pueden derivar en problemas más graves. Este abordaje podría realizarse desde el ámbito escolar, ya que es dónde los niños y adolescentes pasan el 40% de sus días, lo que favorece un seguimiento y asesoramiento continuo.
Las investigaciones poblacionales que profundicen sobre la comorbilidad de estas patologías son muy necesarias para desarrollar de forma completa el concepto del trastorno del atracón, para así poder mejorar su screening, reconocer y evaluar sus factores relacionados y sus consecuencias. Aumentar los conocimientos sobre este campo reduciría la complejidad de su etiología multifactorial para los profesionales, favorecería la detección precoz de este tipo de TCA, incrementa las posibilidades de un mejor pronóstico. Por lo tanto, el abordaje sería sobre una conducta de poca evolución, menos arraigada en el paciente, lo que favorece la adhesión al tratamiento, disminución de las secuelas y un mejor asesoramiento.
BIBLIOGRAFÍA
- Borràs PA, Ugarriza L. Obesidad infantil: ¿nos estamos equivocando? Principales causas del problema y tendencias de investigación. Apunts. Medicina de l’Esport. 2013; 48(178): 63-68.
- Bueno Sánchez M, Bueno Lozano G, Moreno Aznar LA, Sarría Chueca A, Bueno Lozano O. Epidemiología de la obesidad en los países desarrollados. En: Serra Majem L, Aranceta BartrinaJ, editors. Obesidad Infantil y Juvenil: Estudio EnKid.Barcelona: Masson; 2001; 55-62.
- Garcia-Continente X, Allué N, Pérez-Giménez A, Ariza C, Sánchez-Martínez F, López MJ, Nebot M. Eating habits, sedentary behaviours and overweight and obesity among adolescents in Barcelona (Spain). Anales de Pediatría (English Edition). 2015; 83(1): 3-10.
- Ariza C, Ortega-Rodríguez E, Sánchez-Martínez F, Valmayor S, Juárez O, Pasarín MI. La prevención de la obesidad infantil desde una perspectiva comunitaria. Atención Primaria. 2015; 47(4): 246-255.
- García García E, Vázquez López MA, Galera Martínez R, Alias I, Martín González M, Bonillo Perales A et all. Prevalencia de sobrepeso y obesidad en niños y adolescentes de 2 a 16 años. Endocrinología y Nutrición. 2013; 60: 121–126.
- Eyzaguirre F et al. Prevalencia de síndrome metabólico en niños y adolescentes que consultan por obesidad. Rev. méd. Chile. 2011; 139(6): 732-138.
- Sánchez-Cruz JJ, Jiménez-Moleón JJ, Fernández-Quesada F, Sánchez MJ. Prevalencia de obesidad infantil y juvenil en España en 2012. Rev Esp Cardiol. 2013; 66: 371-376.
- WHO-led Commission on Ending Childhood Obesity meets o develop global responses to obesity epidemic. Second meeting of the Commission on Ending Childhood Obesity (ECHO), 13-14 January 2015. En: Organización Mundial de la Salud [consultado el 3/03/2018]. Disponible en www.who.int/end-chidhood-obesity/news/echo-second-meeting/en/
- Whitaker RC, Wright JA, Pepe MS, Seidel KD, Dietz WH. Predicting obesity in young adulthood from childhood and parentalobesity. N Engl J Med. 1997; 337: 869-873.
- Carolina López C, T. Raimann X, Gaete MV. Prevención de los trastornos de la conducta alimentaria en la era de la obesidad: rol del clínico. Revista Médica Clínica Las Condes. 2015; 26(1): 24-33.
- Fernández Rojo S, Grande Linares T, Banzo Arguis C, Félix-Alcántara MP. Trastornos de la conducta alimentaria. Medicine. 2015;11(86):5144-52.
- Morales A, Gómes A, Jiménez B, Jiménez F, León G, Majano A et al. Trastorno por atracón: prevalencia, factores asociados y relación con la obesidad en adultos jóvenes universitarios. Rev Colomb de Psiq. 2015; 44(3):177–182.
- Chao A. Binge eating in obese adolescents: an evolutionary concept analysis. Nurs Forum. 2014;49(3):189-99.
- Ackard DM, Neumark-Sztainer D, Story M, Perry C. Overeating among adolescents: Prevalence and associations with weight-related characteristics and psychological health. Pediatrics. 2003;111(1):67-74.
- Claus L, Braet C, Decaluwé V. Dieting history in obese youngsters with and without disordered eating. The International Journal of Eating Disorders. 2006; 39(8):721-728.
- Allen KL, Byrne SM, La Puma M, McLean N, Davis EA. The onset and course of binge eating in 8- to 13-year-old healthy weight, overweight and obese children. Eat Behav. 2008; 9(4) :438-446.
- Tanofsky-Kraff M, McDuffie JR, Yanovski SZ, Kozlosky M, Schvey NA, Shomaker LB, Salaita C, Yanovski JA. Laboratory assessment of the food intake of children and adolescents with loss of control eating. The American Journal of Clinical Nutrition. 2009;89(3):738-745.
- Tanofsky-Kraff M. Binge Eating among Children and Adolescents. In E. Jelalian & R. Steele (Eds.) Handbook of Child and Adolescent Obesity. New York, NY, USA. Springer. 2008: 41-57.
- Chanelle T. Bishop-Gilyard, Robert I. Berkowitz, Thomas A. Wadden, Christine A. Gehrman, Joanna L. Cronquist, Reneé H. Moore. Weight Reduction in Obese Adolescents With and Without Binge Eating. Obesity. 2011; 19(5): 982-987.
- Sonneville KR, Calzo JP, Horton NJ, Haines J, Austin SB, Field AE. Body satisfaction, weight gain and binge eating among overweight adolescent girls. Intenational Jurney Obesity (Lond). 2012; 36(7): 944-999.
- Jones M, Luce KH, Osborne MI, Taylor K, Cunning D, Doyle AC, Wilfley DE, Taylor CB. Randomized, controlled trial of an internet-facilitated intervention for reducing binge eating and overweight in adolescents. Pediatrics. 2008; 121(3):453-462.
- Micali N, Solmi F, Horton NJ, Crosby RD, Eddy KT, Calzo JP, Sonneville KR, Swanson SA, Field AE. Adolescent Eating Disorders Predict Psychiatric, High-Risk Behaviors and Weight Outcomes in Young Adulthoodjurnalof the American Academy of Child&Adolescents Psychiatry. 2015; 54(8): 652-659.
- Stice E, Presnell K, Spangler D. Risk factors for binge eating onset in adolescent girls: A 2-year prospective investigation. Health Psychology. 2002; 21(2): 131-38.
- Sonneville KR ,Grilo CM, Richmond TK, B Thurston I, Jernigan M, Gianini L, Field AE. Prospective Association Between Overvaluation of Weight and Binge Eating Among Overweight Adolescent Girls. Jurnal of Adolescent Healt. 2014; 56: 25-9.
- K.L. Allen, S.M. Byrne, N.J. McLean, et al. Overconcern with weight and shape is not the same as body dissatisfaction: Evidence from a prospective study of pre-adolescent boys and girls. Body Image. 2008; 5: 261–270.
- Iannaccone M, D’Olimpio F, Cella S, Cotrufo P. Self-esteem, body shame and eating disorder risk in obese and normal weight adolescents: A mediation model. Eating Behavior: 2016, 2;21:80-83.
- Skinner HH, Haines J, Austin SB, Field AE. A prospective study of overeating, binge eating, and depressive symptoms among adolescent and young adult women. Jurnal Adolesc Health. 2012; 50(5): 478–483.
- Goldschmidt AB, Wall M, Loth KA, Le Grange D, Neumark-Sztainer D. Which Dieters Are at Risk for the Onset of Binge Eating? A Prospective Study of Adolescents and Young Adults. Jurnal Adolesc Health. 2012; 51(1): 86-92.