AUTORES
- Elena Ruiz Álvarez. Enfermera de Atención Primaria. Zaragoza.
- Pilar Barbero Tienda. Enfermera de Atención Primaria. Zaragoza.
- Ana Belén Amores González. Enfermera de Atención Primaria. Zaragoza.
- Carlos Ramirez Laguarta. Enfermero Atención Primaria. Zaragoza.
- Roberto Sáenz de Navarrete Corella. Enfermera de Atención Primaria. Zaragoza.
- Raquel Salvador Montejano. Enfermera de Atención Primaria. Zaragoza.
RESUMEN
La hidatidosis pulmonar es una enfermedad zoonótica producida por el estado larvario del parásito Echinococcus granulosus. Su distribución es mundial aunque presenta mayor prevalencia en las zonas templadas y en el ámbito rural. Habitualmente se mantiene asintomática durante años y se suele descubrir de forma accidental. Cuando se complica, pueden aparecer síntomas diversos que dependen de la localización, el número, el tamaño de los quistes y/o la acción patógena de los mismos. Los perros infectados, son el huésped definitivo y la principal fuente de contagio para los humanos. Por ello es importante extremar las medidas higiénicas después de exponerse a ellos y lavar bien las frutas y verduras que también se pueden contaminar al entrar en contacto con restos de heces y agua o tierra que las contengan. El tratamiento ha mejorado y disminuido su invasividad conforme avanza la medicina. Ahora las técnicas de drenaje percutáneo y el uso de benzimidazoles han complementado e incluso reemplazado en algunos casos a la cirugía tradicional como método de tratamiento, aunque continúa siendo una técnica habitual en muchos países.
PALABRAS CLAVE
Echinococcus granulosus, hidatidosis pulmonar, quiste hidatídico, zoonosis.
ABSTRACT
Pulmonary hydatidosis is a zoonotic disease caused by the larval stage of the Echinococcus granulosus parasite. Its distribution is worldwide, although it has a higher prevalence in temperate zones and in rural areas. It usually remains asymptomatic for years and is usually discovered accidentally. When it becomes complicated, various symptoms may appear that depend on the location, number, size of the cysts and/or their pathogenic action. Infected dogs are the definitive host and the main source of infection for humans. For this reason, it is important to take extreme hygiene measures after being exposed to them and to wash fruits and vegetables well, which can also be contaminated by coming into contact with remains of feces and water or soil that contains them. The treatment has improved and decreased its invasiveness as medicine advances. Now, percutaneous drainage techniques and the use of benzimidazoles have complemented and even replaced traditional surgery as a treatment method in some cases, although it continues to be a common technique in many countries.
KEY WORDS
Echinococcus granulosus, pulmonary hydatidosis, hydatid cyst, zoonoses
DESARROLLO DEL TEMA
La hidatidosis es una zoonosis parasitaria de distribución universal originada por la larva del cestodo Equinococcus granulosus. Su huésped definitivo es el perro y puede transmitirse al hombre al ingerir alimentos o agua contaminados por las heces de los perros parasitados1.
España se encuentra entre los países europeos con mayor incidencia de la enfermedad en humanos. Anualmente, produce un gran gasto sanitario y cuantiosas pérdidas animales y económicas para los explotadores ganaderos. Por ello es importante conocer la enfermedad y poner en marcha medidas de prevención primaria que disminuyan su prevalencia1.
ETIOPATOGENIA:
En el ciclo biológico del E. granulosus pueden intervenir hasta 50 especies animales, aunque no todas son igualmente eficaces. Las ovejas, vacas, cabras, cerdos y caballos son perfectos hospedadores intermediarios, donde el E. granulosus desarrolla sus fases larvarias hasta que encuentra el huésped definitivo. En este caso, lo son los perros domésticos u otros cánidos, que se infectan al comer la carne parasitada de los intermediario2. En ellos, el parásito alcanza la fase adulta y comienza a diseminar huevos a través de las heces del perro infectado. A continuación, los huevos son nuevamente ingeridos por un huésped intermediario, donde eclosionan al llegar al intestino liberando oncosferas (formas inmaduras del parásito encerradas en una envoltura embrionaria). Estas atraviesan la pared intestinal, pasan al torrente sanguíneo y llegan a los órganos internos donde se enquistan formando los conocidos quistes hidatídicos3,4.
Los humanos actúan como huéspedes intermediarios accidentales ya que no participan en su transmisión a los huéspedes definitivos. En el hombre, la transmisión puede ser directa por ingestión fecal-oral de huevos tras el contacto con perros infestados o indirecta, por medio de alimentos, agua, tierra o fómites contaminados. Las moscas han sido señaladas como vehículo de dispersión de huevos después de haberse alimentado con heces5.
Ciertas prácticas como alimentar a los perros con vísceras, facilitan la transmisión y aumenta el riesgo de infección humana4.
EPIDEMIOLOGÍA:
La hidatidosis tiene una distribución geográfica mundial, con focos endémicos presentes en todos los continentes, excepto en la Antártida. La mayor prevalencia en hospedadores humanos se encuentra en los países de las zonas templadas, como las regiones del Mediterráneo, centro de Rusia, Asia central, Australia, América del Sur y el noreste de África. En estas zonas, las tasas de incidencia de la hidatidosis pueden ascender a más de 50 por cada 100.000 personas-año y la prevalencia puede alcanzar el 5-10% en algunas zonas de Argentina, Perú, África Oriental, Asia Central y China6.
En cuanto a España, la hidatidosis es una enfermedad endémica en algunas partes del norte-oriental, central y occidental con un aumento de las tasas de prevalencia en los últimos años, siendo considerada un área de alta endemicidad dentro de Europa5. Esto es debido al sistema de explotación ganadera extensivo o semiextensivo y a la importancia de sus explotaciones ganaderas. En las comunidades de Castilla y León, La Rioja, Navarra, Aragón y la costa mediterránea es un problema de salud pública especialmente importante6.
La hidatidosis en España estuvo incluida en el grupo de enfermedades de declaración obligatoria (EDO) desde el año 1982 hasta el año 1996. A partir de 1997, se consideró una enfermedad endémica de distribución regional y su vigilancia quedó a criterio de cada comunidad autónoma ya que la distribución es desigual7.
En estudios realizados en España se puede observar que las mayores tasas de infección se dan en mayores de 50 años, justificado por la lenta aparición de los síntomas. Sin embargo, según recientes investigaciones, han aparecido nuevos casos de hidatidosis infantil, reflejando una transmisión activa del parásito en nuestro entorno8.
Los datos de vigilancia fiables son fundamentales para determinar la carga de la enfermedad y evaluar los progresos en los programas de control. Sin embargo, son particularmente escasos por afectar principalmente a poblaciones desfavorecidas y zonas rurales9.
CLÍNICA:
La equinococosis quística permanece silente hasta que los quistes crecen y comienzan a producir síntomas. Suele ser un proceso lento en el que llegan a transcurrir décadas, aunque pueden cursar asintomáticos permanentemente. Las manifestaciones dependen del órgano afectado, el número de quistes, su tamaño, desarrollo y la presión ejercida sobre tejidos u órganos adyacentes7.
Habitualmente, se produce un quiste único, siendo ésta la forma menos grave y de más sencillo tratamiento. Sin embargo, hasta en un 20-40% de los casos, los quistes son múltiples afectando a diversos órganos y produciendo en ellos daños irreparables9.
El principal mecanismo patógeno de esta estructura es mecánico, se produce un efecto masa en el órgano afectado, con una compresión del parénquima, degeneración y atrofia de células, alteración de la función y compromiso de los vasos sanguíneos; además de la consecuente repercusión sobre los tejidos circundantes. Así mismo, puede comprimir estructuras vecinas, produciéndo la clínica correspondiente. También puede producir una acción química, si se difunde el líquido hidatídico que se considera citotóxico10.
La sintomatología general consta de prurito, fiebre, cefalea, náuseas, vómitos, episodios de tos y disnea. Dependiendo del órgano afectado es más específica. En los pacientes con equinococosis hepática son característicos el dolor abdominal y la hepatomegalia. Si se comprime la vena porta o los conductos biliares se pueden atrofiar determinados segmentos o lóbulos hepáticos. Cuando el parénquima hepático resulta dañado, se pueden producir complicaciones como la hipertensión portal o la ascitis11.
En el pulmón, los quistes se acompañan de tos crónica con expectoración, disnea, vómitos, hemoptisis, pleuritis, abscesos pulmonares y sintomatología de insuficiencia respiratoria. Al examen físico, signos de tumoración como matidez, disminución del ruido respiratorio y soplo. En la mayoría de estos casos se presenta un solo quiste y es más frecuente en el lóbulo inferior del pulmón derecho10.
Entre las complicaciones de la hidatidosis destaca, por una parte, la fistulización o ruptura del quiste, normalmente hacia las cavidades peritoneal o pleural. Esto puede dar lugar tanto a la diseminación de la infección a otros órganos como al desarrollo de reacciones anafilácticas. Este último efecto es especialmente grave, presentándose hasta en el 10% de todas las roturas peritoneales7.
DIAGNÓSTICO:
Para el diagnóstico de la hidatidosis se presta atención a los antecedentes epidemiológicos, al examen físico, al diagnóstico por imágenes y a las pruebas serológicas12.
En el caso de la hidatidosis hepática, se realiza una ecografía que servirá tanto para el diagnóstico y seguimiento del tratamiento en pacientes sintomáticos, como para el cribado en población de riesgo junto con la serología para detectar portadores asintomáticos7.
En el informe ecográfico se deben detallar el tamaño, la ubicación y la clasificación OMS (en la que se diferencian las lesiones en función de la actividad del quiste abdominal), para adecuar el seguimiento y tratamiento13.
En el caso de la hidatidosis pulmonar, el método de elección para el diagnóstico en pacientes sintomáticos y el control del tratamiento, es la radiografía de tórax frontal y lateral13.
Cuando resulta dudosa la ecografía o la radiografía de tórax, se hace uso de otros métodos como la tomografía computarizada o la resonancia nuclear magnética. Estas técnicas son de elección en lesiones subdiafragmáticas, lesiones múltiples, quistes complicados con fístulas o abscesificados y en la valoración prequirúrgica13.
Acompañando a las técnicas diagnósticas por imagen, se utiliza la serología para poder confirmar un posible caso de hidatidosis. Actualmente se utilizan los métodos de enzimoinmunoanálisis (ELISA) y/o Western Blot. Estas técnicas permiten detectar anticuerpos específicos contra antígenos del parásito y son de elección si se desea estudiar casos sospechosos14.
Cómo últimos métodos diagnósticos aparecen: el examen al microscopio de las muestras obtenidas mediante aspiración del líquido del quiste y el hallazgo quirúrgico del mismo14.
TRATAMIENTO:
Antes de plantear el tratamiento, se debe tener en cuenta la individualidad de cada caso y evaluar correctamente los síntomas para determinar si son causa del propio quiste o por patología asociada.
En todos los casos, los tratamientos que se conocen hasta ahora son el quirúrgico, el drenaje percutáneo y el farmacológico, aunque en la mayoría de procesos se combinan varios.
Durante décadas el tratamiento quirúrgico se consideró la mejor solución pero en los últimos años, solo se utiliza en quistes de gran tamaño cuando no es posible realizar técnicas percutáneas o en aquellos casos que presentan riesgo de rotura espontánea o secundaria a manipulación percutánea (15).
En cuanto a las nuevas técnicas de drenaje percutáneo, el más empleado es el PAIR (punción, aspiración, instilación y respiración), que consiste en la punción del quiste, la aspiración del contenido parasitario, la inyección de productos químicos escolicidas y la respiración del mismo (11).
Esta técnica se reserva para pacientes inoperables, con quistes múltiples no comunicados a la vía biliar o estructuras vasculares, que han rechazado la cirugía o aquellos en los que la enfermedad ha recidivado a pesar de tratamiento quirúrgico o médico15.
Respecto al tratamiento farmacológico, se emplean fundamentalmente fármacos benzimidazoles, como el albendazol, los cuales pueden utilizarse como único tratamiento en los quistes pequeños (< 5 cm), así como en pacientes inoperables. También se asocian al PAIR o a cirugía y en la prevención de la equinococosis secundaria. No están indicados en el tratamiento de los quistes inactivos, a menos que presenten complicaciones.
Este tratamiento se acompaña habitualmente de una mejoría clínica y radiológica, aunque la curación completa sólo se alcanza en un tercio de los pacientes. La duración recomendada es de 3 a 6 meses, durante los cuales el fármaco se debe administrar de forma ininterrumpida14.
PREVENCIÓN:
La prevención primaria es en este caso la más acertada y necesaria. Para ponerla en marcha, es imprescindible el desarrollo de actividades de educación y promoción de la salud, orientadas al control de la enfermedad. El objetivo principal es lograr cambios de hábitos y conductas sanitarias en la comunidad11.
Es importante educar a la población general sobre los factores que predisponen a la adquisición de esta enfermedad. Se debe insistir en las prácticas higiénicas básicas, como lavarse las manos tras el contacto con animales y la manipulación de sus heces, lavar bien las frutas y verduras y controlar la temperatura de cocinado de los alimentos14. Igualmente, se deben realizar programas enfocados a la tenencia responsable de animales, en los que se advierta del peligro que supone no desparasitarlos correctamente, darles de comer vísceras crudas o dejar que los perros, especialmente vagabundos, pastores y cazadores, tengan acceso a cadáveres de rumiantes abandonados en el campo7.
La población infantil merece una atención especial por el estrecho contacto que mantienen con los perros y por el mayor riesgo de ingesta de tierra contaminada. También se consideran grupos de alto riesgo los cazadores y ganaderos. Estos últimos, tienen en sus manos la responsabilidad de tomar las medidas oportunas para evitar la infección en animales y personas mediante la vacunación de sus reses, pues se ha demostrado que con tres dosis de esta vacuna se consigue la protección total11.
Desde la perspectiva personal del paciente y su familia, deben realizarse acciones centradas en ayudar a este a recuperarse de la infección, prevenir su diseminación y evitar las complicaciones. Las medidas de autocuidado como el lavado de manos adecuado, especialmente después de manipular lesiones o heridas infectadas, toser, estornudar, sonarse la nariz o ir al baño son imprescindibles, así como lavarse antes de comer o preparar comida, no compartir cubiertos o tomar los antibióticos prescritos tal y como se le han indicado, incluso tras la desaparición de síntomas15.
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